domingo, 29 de julio de 2018

INCISIVAMENTE



Mi dolor ha encontrado un tubo de escape: el incisivo lateral izquierdo de la parte baja de mi dentadura. Está claro, como si de la fumarola de un volcán se tratase, va soltando los malos humores sibilinamente, a ratos con mucho cabreo, a ratos con sordina, pero ahí está. Hay que sacar toda esa ebullición interna a pocos, no vaya a ser que la olla explote...

Pasan los días y me creo que todo es plano, así me lo parece. Una especie de calma chicha, una mar quieta, sin oleaje perceptible, pero con el fondo infestado de tiburones hambrientos acechando. Me estoy preparando para la gran sacudida, para cuando las aguas se retiren y de pronto nos sorprendan arrasando con todo.

El miedo tiene pequeñas fugas, hace aguas por aquí y por allí; las cañerías suenan demasiado, más que nada en el silencio, por las noches, cuando mi yo y mis otros yoes nos quedamos a solas. Siempre me pillan con el paso cambiado, a veces no reacciono bien, me hacen daño, se ríen y se aprovechan de mí. Por eso que el incisivo lateral izquierdo de la parte de abajo protesta y me reclama su dosis de calma. Tiene razón, aquí soy yo la que tiene que poner orden. Lo malo es que no sé cómo hacerlo, el resto del edificio se está amotinando también, y, la verdad, no quiero tener que recurrir a la fuerza bruta. Espero no verme obligada a ello.

Me miro en el espejo del baño mientras me lavo los dientes. Veo las estrellas, el firmamento entero. Lloro. Bueno, llorar, llorar, no, no me lo permito, pero sí que noto cómo los ojos se me llenan de lágrimas, cómo enrojecen, cómo me cambia la expresión, cómo estoy a punto de desbordarme… ¡Alto, quieta ahí, camarada! Me restablezco, me engaño un poco para poder seguir. Y sigo.

Imagen: Internet. Texto: Edurne


domingo, 22 de julio de 2018

85-58 CAPICÚA



Se me esconden las penas
cuando ven tus ojos sonreír,
amatxu mía.

Tan solo con tu aliento
puedo seguir  en este día a día,
puedo caminar entre sombras,
pelearme con ogros y dragones,
subir y bajar los más altos cerros...

Si tus manos me sujetan,
mi corazón cabalga
y mi cuerpo vuela, 
nada me detiene.

No hay mejor espejo
en el que mirarse,
ni refugio más cálido
donde abandonarse.

Eres mi faro y mi guía,
pero eso,
tú ya lo sabías,
amatxu mía.




Foto: Aitor. Texto: Edurne. 
(Hoy, 22 de julio, y como todos los años, dejo en esta Orilla mi humilde homenaje para la hacedora de mis días, mi amatxu, en el día de su cumpleaños. Esta vez son 85 (las mismas cifras que las que luce una servidora). Ha llegado hasta aquí no sin luchas y esfuerzos. Hace tres días que está en casa, después de casi tres meses internada en una unidad de recuperación funcional, y más de cinco pasando las de Caín. Es una campeona. Nunca me cansaré de quererla y admirarla. Yo quiero ser como ella.)

jueves, 5 de julio de 2018

UN DÍA TE IRÁS




Sé que un día te irás.
Te irás
sin haber plantado un árbol
en mi casa,
ni un hijo en mi tierra,
seca ya de tanto esperar.

Sé que un día te irás.
Te irás
sin haber escrito en las páginas
de mi destino
ese libro que hemos ido llenado
de miradas y silencios,
de besos, promesas
y sueños olvidados.
Páginas de deseo 
y
 pasión de años.
Capítulos de abrazos que,
incrustados en las rocas
de nuestros días,
no hay forma de despegar.
La historia
que aún deseo poder leer.

Sé que un día te irás.
Te irás,
pero yo llevo guardados
en mi corazón
ese árbol,
ese hijo
y ese libro
que son solo tuyos,
que son solo  míos,
nuestros
y
de nadie más.

Imagen: Internet. Texto: Edurne