domingo, 28 de noviembre de 2010

FLEURS DE NEIGE


Pequeñas flores blancas de rojo corazón
latiendo dentro de mis pensamientos:
Hoy nieva en mi sueño y vosotras,
como tímidas mariposas vestís mi alma desnuda,
arropando el frío que exhalan mis palabras
al despertar cada minuto en que respiro
sin aire,
con miedo y aliento aterido.

Hoy siento vuestro calor entre tanto
afecto zurcido e hilvanado,
vuestras voces chiquitas
que me hacen cosquillas,
que me ríen los destrozos y las tonterías.
"
Pequeñas son las miserias del día a día",
me susurráis al oído.
Miro la pradera de mi amanecer dormido,
que está si no muerto,
sí helado.
Pero ahí estáis vosotras,
sin temor a nada,
aleteantes,
tiñiendo las penas de blanco eterno,
limpio y risueño.

Hasta mi nombre se engalana
con el manto de vuestra sabia madre:
la que perdura y conserva intacta la esperanza.
Nieve que hasta mí llegas,
toma, siente mi mano que de la tuya camina
y de ti, ya amiga,
hacia el blanco horizonte se aventura.

Pintura: “Fleurs de neige” de Matisse, postal comprada en el Thyssen. Texto: Edurne

sábado, 27 de noviembre de 2010

¿CARISMA?


Dice Bárbara que tengo carisma, vamos, que soy carismática. Pues vaya, yo se lo agradezco, porque nunca me he tenido en tal concepto.
Esta mañana me he encontrado con esta agradabilísima sorpresa: ¡yo portada de un libro! (¡Ni que fuera Beatriz Trapote, jajajaja!).
Así que ni corta ni perezosa, me he traído a la Orilla este flamante premio. Aquí lo dejo para que puedan ustedes visitar a Bárbara en su casa, eso sí, si son de este Hemisferio desde el que yo escribo, o sea, desde el Norte, se pongan el traje de neopreno para cruzar el "charco", y si son del otro, o sea, del Sur, pues ya saben, depende de las distancias: o un paseíto, o una excursión más larga, pero siempre por la tierra argentina hacia abajo... allá la encontrarán, toda amor y generosidad.
Un besote enorme, Bárbara, y gracias.
A los demás, que enseguida apareceré de nuevo, orilleando. Es que ahora estamos en época de exámenes, correcciones, notas y blablabla, ya me entienden: ¡atareadísima que anda una!
"De mientras", me sean felices, que es lo más importante en esta vida.
Premio: Bárbara

sábado, 20 de noviembre de 2010

LIBRIS



Mis bibliotecas (tengo mis libros repartidos en dos casas) aumentan todos los meses en varios ejemplares, no lo puedo remediar. A veces entro a darme una vuelta por una librería, sin intención, lo juro, pero… siempre pico, siempre caigo en la trampa. Y otras, en las que sí llevo la intención, no crean que salgo de la tienda con el ejemplar que iba buscando, no, eso en mí es totalmente imposible.

El otro día estaba yo esperando a mi compa Noemí, cuando caí en la cuenta de que habíamos quedado en la puerta de una librería (debió ser mi subconsciente). Como llovía y hacía frío, entré a ojear un poco el panorama expuesto… Al cabo de un rato me di cuenta de lo sucedido, y tras pasar por caja, salí lo más rápido que pude de allí pues ya llevaba cuatro libros en mi regazo. ¿Lo ven? Soy una “pecadora” reincidente, no tengo remedio, no hay penitencia válida para mis pecados literarios… Nos resignaremos.

Así que de los ocho libros que hoy les presento, he de anunciarles que tan sólo tengo tres empezados y ninguno concluido. Tal vez ustedes hayan leído alguno de ellos…
¡Ahí vamos!

“TRAVESURAS DE LA NIÑA MALA” del reciente Nobel Vargas Llosa. He de confesarles una cosa: solamente he leído un libro de Vargas Llosa, “La tía Julia y el escribidor”, y de eso hace ya treinta años. Pero el otro día, entre el bombardeo al que nos están sometiendo con las reimpresiones de su obra y la última de sus novelas publicadas, y que me dije que bueno, que pelillos a la mar, que dejáramos los prejuicios de otro tipo aparte... pues eso, que me decidí por éste. Lo que he leído en la contraportada parece atractivo, así que estoy segura de que disfrutaré de su lectura. Con “La tía Julia y el escribidor” recuerdo que me lo pasé muy bien, me gustó muchísimo, y si alguien tuviera que iniciarse en el universo del amigo Mario, sin lugar a dudas le recomendaría este libro para hacer boca.

“ALGO QUE BRILLA COMO EL MAR” de la japonesa Hiromi Kawakami. Recuerden que en otra entrega literaria les presenté el libro por el que llegué a su literatura: “El cielo es azul, la tierra blanca”, y que me encantó, por lo que estoy casi segura de que éste también.
La literatura japonesa tiene ese algo de minimalismo, de… no sé, especial, y si una vez que te has introducido en ella, te sigue “llamando”, esta autora y esta obra, puede ser una buena opción.

“SUSANNA” de Gertrud Kolmar. Transcribo literalmente de la contraportada:
Susanna es la última novela de Gertrud Kolmar. Fue escrita en Berlín durante el invierno de 1939, siempre por las noches, únicos momentos de tranquilidad en el apartamento colectivo para judíos que se le asigna a la escritora como residencia obligada.
Y hasta ahí puedo leer. La novela es corta, 103 páginas, incluyendo las notas bibliográficas. Supongo que si el tema engancha, como así lo creo, será de lectura amena.

“LA ALARGADA SOMBRA DEL AMOR” del francés Mathias Malzieu, cantante de la banda “Dyonisos”, además de escritor.
Lo único que sé de esta obra es lo que he leído en la contraportada: “Mathias, un joven treintañero, acaba de perder a su madre. El periodo de duelo se cierne sobre él. Mientras espera el parking del hospital a su padre y su hermana, ocurre un hecho insólito. Un gigante se le aparece y le anuncia …"
Por lo que he leído, al autor también se le murió la madre, así que, posiblemente tenga algo que ver con su propia experiencia personal.
El libro tiene el aspecto de una película de Tim Burton, con un toque “gótico”. Veremos qué tal nos va con su lectura.

“DEJARSE LLOVER” de Paula Farias. Para mí, autora desconocida. Les cuento una anécdota acerca del este libro: estaba en un supermercado de una gran superficie en Madrid, cuando, entre ese montón de ofertas que suelen poner así, como en montañas, vendían libros a 1€. Me pareció curiosa la oferta, claro que, libros a 1€… efectivamente, no eran libros de los que yo compraría, ya me entienden, pero, de pronto, del fondo del cajón, surgió éste. Lo rescaté de entre toda esa maraña de libros con dudosa calidad literaria, lo acaricié, lo abrí, lo miré y remiré, leí la solapa: Paula Farias, médico de Médicos sin Fronteras, Coordinadora de Emergencias de la ONG y con experiencia en varios lugares de nuestro maltratado planeta. No sé, ni lo pensé, lo metí al carrito de la compra y seguí… ya les digo, no era mi intención comprarlo.

“BARILOCHE” del argentino nacionalizado español Andrés Neuman. Este libro lo presentamos el pasado miércoles en nuestra tertulia mensual. Yo no lo he leído, sólo lo he empezado, y es que, es demasiado triste, y bueno, en la situación en la que yo me encontraba, primero, ni tiempo para leer, y segundo, menos cosas tristes. Ustedes me comprenden, ¿verdad?
Seguro que con esta historia voy a poder profundizar en mi conocimiento del lenguaje porteño, y que tan bien me vendrá para seguir con mi historia de Norma Maldonado Goyeneche.
Una curiosidad acerca de esta novela: fue escrita cuando su autor contaba tan sólo con 22 añitos, y es un despliegue de técnicas y estilos varios. Me da un poquito de miedo…

“TODOS MIS CUENTOS” de la simpar Ana María Matute. Adoro a la Matute, es como una niña grande. Su prosa me parece limpia, asequible, fácil de sumergirse en ella…
Este libro es una edición como de antes, con separatoria de tirita, de esas que manejas a tu antojo, ahora la pongo aquí, ahora allí… Cuentos “matutianos”. Seguro que los voy a disfrutar como una niña.

“LA OVEJA NEGRA y demás fábulas” del maestro Monterroso, Augusto Monterroso. También les he presentado en alguna otra ocasión un libro de cuentos, microcuentos de este gran escritor nicaragüense.
Es un asunto que tengo pendiente: los “micros”. Me parece tan difícil contar una historia entera en tan poco espacio, que no puedo por menos que aplaudir a quienes sí son capaces, y aún más, son maestros en ello, como don Augusto.

Para terminar, y como broche de oro, les voy a poner una de estas fábulas de Monterroso
:

MONÓLOGO DEL BIEN

“Las cosas no son tan simples”, pensaba aquella tarde el Bien, “como creen algunos niños y la mayoría de los adultos”.
“Todos saben que en ciertas ocasiones yo me oculto detrás del Mal, como cuando te enfermas y no puedes tomar un avión y el avión se cae y no se salva ni Dios; y que a veces, por lo contrario, el Mal se esconde detrás de mí, como aquel día en que el hipócrita de Abel se hizo matar por su hermano Caín para que éste quedara mal con todo el mundo y no pudiera reponerse jamás”.
“Las cosas no son tan simples”.

A lo dicho: que ustedes disfruten de la lectura, si es que se animan con alguna de mis sugerencias, o con cualquier otra que se traigan entre manos…

Foto y crítica: Edurne Fábula: Augusto Monterroso

jueves, 18 de noviembre de 2010

HISTORIAS DE LA RÍA (VII)






Crónicas bilbaínas. Cortitas. El fin de semana ha sido revuelto: calor, viento sur y sol el sábado; y agua, humedad, bajada de temperaturas, el domingo.
Hoy, cuando comienzo a escribir estas "historias", es lunes. Amaneció soleado y despejado, pero, en estos momentos, y desde hace unas horas, ha vuelto la inestabilidad, llueve, hace viento… estamos en otoño, claro, pero, oigan, ¡qué poco me gustan estos cambios!

Mi Botxo anda sumido en esos previos navideños que inundan muchas de nuestras ciudades. Por ejemplo, la iluminación callejera ya está en marcha, bueno, no encendida, pero sí en su sitio. Los supermercados, desde hace bastantes días, con montañas de turrones, mazapanes y demás productos típicos de la época. A mí me empachan, qué quieren, pero lo del marketing es así, y más ahora con esto de la crisis, que quieren atraer nuestra atención, y la de nuestro bolsillo, a toda costa.

Sigo. Martes. Lluvia matutina y cielo soleado desde el mediodía. Otoño, primavera… tiempo de cambios. La vida cambia. Las ciudades cambian. Ayer decía yo que en estas épocas, las ciudades van mudando su aspecto, como los árboles que pierden sus hojas y se visten de desnudo invierno. El otro día no saqué fotos bajo la lluvia, pero esta mañana he sacado una desde la ventana, con el sol acariciando las fachadas, las aceras…

Las cosas van caminando, van tomando ese rumbo de la “normalidad”, y yo empiezo a trabajar el jueves. Vuelvo a clase, y ese es el primer signo de normalidad para mí: volver a mi vida, a mi rutina. Hoy he recogido del buzón una carta de una de mis alumnas, de Ane. Me da noticias de la clase, me pregunta que qué tal estoy, que cómo está mi aita, que espera que vuelva pronto, que todos me echan de menos… Ya saben que vuelvo el jueves, sé que me esperan, saben que estoy deseando volver. Bien, todo bien.

El domingo, como ya dije, día de lluvia, hubo visita al Guggenheim, una exposición para disfrutar: La Edad de Oro de la pintura holandesa y flamenca del Städel Museum”. Aquí les dejo folletos de la muestra y un par de cuadros representativos. Entre ellos hay un Vermeer característico por esa luz que él sabía plasmar tan magistralmente (recuerden “La chica de la perla”).
Una hora y media de paseo pictórico cansa, no se crean ustedes que no, porque, claro, caminas despacito, te paras, lees los cartelitos junto a los cuadros, observas, escuchas la audioguía, si la tienes, te alejas, te acercas, recorres con tu mirada la sala, y pasas a otra y otra sala… Pero siempre doy por bueno este cansancio. Hasta febrero hay tiempo de ver ésta y otras exposiciones que alberga en sus entrañas el gran barco varado en la Ría que es este Guggenheim que ha venido a devolver la vida a Bilbao.

Se ha hecho de noche en esta ciudad mía. Miro por la ventana. Nubes jironadas se escapan por detrás de nuestro querido Pagasarri, llevan tonos de azul varios, intensos todos ellos. Se recortan tejados y chimeneas en el cielo a medio cubrir. Lanzan guiños cómplices las farolas y los neones de los escaparates… Caminan ligeros los transeúntes que profanan con sus pasos las típicas baldosas bilbaínas. Escucho, y miro a ratos, la tele. En La 2, casi siempre la tengo puesta, hoy toca Historia, mi pasión. Los Austrias, sus gobiernos, sus matrimonios, auténticas alianzas de poder... Endogamia, de ahí el triste final de esta dinastía con Carlos II “El Hechizado”, la obsesión por consolidar el linaje les llevó a ese desenlace. Pero bueno, eso ya sería una clase de Historia, y ahora estamos navegando por nuestra Ría…

Voy a poner punto final a estas Crónicas Botxeras, las colgaré el jueves, o sea, que cuando me leean ustedes yo ya habré tomado posesión de nuevo de mi "reino", ¡mi clase!
Y mientras tanto, iré preparando otra entrada, esta vez sobre libros, ¿les parece bien?

Pues nada, que este mes de noviembre discurra tranquilo para todo el mundo, y que ni el otoño, ni la primavera nos vuelvan locos del todo.
¡Así sea!

Foto: Edurne Folletos: De la exposición

lunes, 15 de noviembre de 2010

AMANECER


Amanezco con escarcha en el alma,
con las manos palpando mi vientre.
Hay un río que bulle dentro de mis entrañas.
Su cauce baja lleno de deseo
y sus riberas están verdes y frondosas.
Canta el agua al rozar el fondo de tus ojos,
como niño chico en día de feria.
Y están prendidas en el limo las caricias que
dejaste olvidadas tras una noche entera de batalla.
Es tibia la mañana,
mis pies se aventuran fuera del sueño
para pisar sonrisas inventadas,
anhelos recobrados y
hierba de amor recién estrenado.
Veo mi reflejo mirarse en las aguas
de nuestros cuerpos enzarzados bajo
el influjo de la aurora,
y las risas de nuestras manos,
jugando,
amando…

Soy feliz.


Foto: Aitor Texto: Edurne

domingo, 7 de noviembre de 2010

SIN DESTINATARIO (IV) "Maldito Destino"



Vamos a ver:

No voy a guardar las formas, ni las normas, ni nada. Estoy cabreada, mucho.
Alguien me dijo que el destino lo marcamos nosotros. Creo que se equivocaba.
Mi querido destino”: Dime, ¿estás aquí porque yo te he llamado, o más bien porque en alguna revuelta del camino no has visto bien las indicaciones, te has extraviado y has aparecido en mi vida sin saber muy bien cómo ni porqué?
No, si más bien va ser lo último, y que tú tampoco tenías ni puñetera idea de dónde te metías. Vamos, un marrón más que te han colgado, que sí, que tú eres un mandado, y yo, la pagana.
¡“Ditasea”!
Claro que estoy enfadada, como para no estarlo.

Algunas veces, cuando era más joven, me distraía pensando en esto del destino, en cómo sería el mío, o sea, cómo serías tú. Me dejaba llevar por la fantasía, los sueños, los deseos… Imaginaba de todo para mí. Nada espectacular, no creas, que una siempre ha sido muy discreta y poco egoísta, pero, soñaba. Total, estaba a tiempo de llegar a muchas cosas, ¡o eso creía yo!
Lo que nunca abarcaban mis probabilidades eran las desgracias, los sufrimientos… caramba, y ahora sé que eso es casi lo primero que hay que tener en cuenta.
Los años se van echando encima, pasa uno, y otro y otro más… y yo, que, no sé por qué extraña razón, nunca me he visto mayor, pues como que los dejaba que llegaran, se quedaran, me atizaran un poquito y hala… que se despidieran para dar paso a otro más nuevo y esperanzador.

Claro, una está casi en el limbo. No el limbo por ingenua o descuidada, en el limbo por eso de desterrar las cosas que, inevitablemente, en algún momento de nuestro camino han de suceder. Y me explico. Una mira a su alrededor y ve, y siente y percibe y vive… Los padres están ahí desde que comenzaste a respirar, desde tu primer llanto, tu primera mirada fue la que viste reflejada en sus ojos… sus manos son las que te han sujetado toda la vida. Los padres son dioses, pensaba yo, pienso yo. Los dioses son inmortales, al menos eso nos han hecho creer. Mentira. Y, cuando te sientes engañada, te enfureces, ya lo creo que te enfureces.

Y en esas, entras tú, “querido destino”, como protagonista principal del elenco en esta historia. Entonces llegas tú, y hala, ¡vas y la chafas! ¿Te parecerá bonito, eh? ¿No sé qué sacas en limpio con todo esto? ¿Acaso tienes una comisión o…?

He decidido escribirte esta carta, que sé que te llegará así, cuando el “Servicio de Correos Intraestelar y Conciencial” quiera, porque necesitaba desahogarme, y como tú eres el que ahora mismo me estás buscando las cosquillas, ya ves, tendrás que aguantar mi rabia, mi furia y mi dolor. Al fin y al cabo para eso te mandaron, ¿no? Yo no te busqué, tú estabas ahí, venías escondido en el código de barras de mi pasaporte vital, y seguro que saltaste a la palestra cuando te empujaron, cuando te dijeron: “¡Ahora!”. Y sí, ahora me estás jodiendo viva. Que lo sepas.

No sé si esperar respuesta por tu parte, según te tomes mis letras. Espero que no seas rencoroso y sí empático, comprensivo, que rebusques entre tus alforjas y mires si hay algún cargamento más liviano que lleve mi nombre escrito…

Mientras tanto, no me queda otra que, como Atlas, aguantar el peso, la carga que me ha caído encima. Soy fuerte, no te lleves a engaño porque me veas llorar por las esquinas. Vengo de una raza de Titanes. Aquí estaré. Seguiré plantándote cara, que quede escrito.

Irremediablemente atada a ti…

Foto: Aitor Texto: Edurne

lunes, 1 de noviembre de 2010

ESPERO


Siento pesado el llanto que agoniza en mis entrañas.
Como si la bilis rebosara los límites
de una ciénaga fría y oscura.
Nada que hacer.

Arenas movedizas acechan
por los límites de mi cordura,
levantan polvaredas de rabia apolillada,
de amenazas dormidas.
Mientras, el pájaro de la noche sobrevuela mi sueño,
lento,
en silencio,
vigilante…

Voces que nacen del centro de mis miedos
avanzan sin temor hasta la puerta de mi casa.
Las oigo,
las siento,
las veo...
Cierro puertas y ventanas.
No quiero su compañía.
¡No!
Que nublan mi mañana y
derriban mis murallas.

Detrás viene ella.
La noche.
La que rodea mi alma
con su espeso manto,
la que mece mi entendimiento con tristes cantos,
antiguas nanas pobladas de olvido.
Me resisto.
No las oigo.
¡No!

Espero el día con ansia reprimida.
Espero el canto de los gorriones
y las risas de los niños.
Espero…

Foto: Aitor Texto: Edurne