lunes, 31 de diciembre de 2018

LAS UVAS DE LA IRA (sic.)



Llegamos a la docena. No sé si plantearme algo con esto del número redondo: llegar a doce, completar una docena, cerrar el círculo…

Alguien me dijo hace poco que estaba bien esto de escribir así, pim pam pum, sin pensar demasiado, solo sentarme ante el teclado y dejar que los dedos sean los que cumplan el mandato de mi estado de ingenio y creatividad del momento, de ánimo, de mi corazón, de mi sensibilidad o de mi rabia… ¡Pero! Siempre hay un pero. También me advirtió de que la escritura no es eso, la escritura ha de ser meditada, revisada… (of course!) Una forma un tanto “sutil” de decir que lo que escribo no vale nada. Me vale a mí, que es lo único que pretendo cuando me siento ante el ordenador, porque, para mí y en mis circunstancias, ya es un logro en sí poder sentarme un ratito, como mucho una hora, y aprovechar que en ese momento un pequeño torrente pasa por mis entrañas y necesita salir. Lo aprovecho, claro que sí. Yo soy así. Es mi necesidad, es mi triunfo. Solo eso. Cuando pretenda dedicarme en serio a escribir, aprovecharé ese “don” de la espontaneidad que me ha sido concedido.

Antes ponía yo el vídeo de “Resistiré” porque me identifico totalmente con esa letra. Ahora más que nunca está vigente en mi vida ese mensaje, así que sí, resistiré.

Hoy estoy en uno de esos momentos de dejar que lo que llevo dentro se desborde. Ya he dicho muchas veces que no soy escritora, solo soy una humilde escribidora, una niña, una adolescente, una joven y una mujer madura a la que siempre le ha gustado leer y escribir, que siempre ha necesitado de las letras para poder esconderse y tomar aire, para poder hacerse valiente, para poder luchar, para salir al mundo y caminar…

Van pasando los años (no sé si cada vez pasan más rápido o solo es una ilusión mía) y a veces pienso que en vez de crecer, lo que hacemos es decrecer. Asusta ver cómo está todo a nuestro alrededor. Asusta y mucho. A la par, caminamos por una vereda que cada vez se va haciendo más estrecha y con más obstáculos. Solo los fuertes de espíritu lograrán hacer el camino sin demasiados sobresaltos, aunque, al final, todos sabemos qué es lo que nos espera. Ahora somos más conscientes de ello, ahora tenemos más miedo.

Ha pasado este 2018 con sustos en mi entorno, con mucho agobio, mucha pena, mucho de todo eso que no queremos que pase, pero que pasa. Nunca sabemos dónde puede saltar la liebre, ¡nunca! No queda otra que disfrutar de los escasos momentos en que se nos concede una tregua, en que la vida nos sonríe… Aprovechar hasta el último instante, porque mañana puede ser diferente. También podemos volver la tortilla del revés. La diferencia no va solo de bueno a menos bueno, podemos hacer que quede la cara hacia arriba y no siempre la cruz, puede que nos toque eso en la siguiente partida, puede que cantemos bingo un rato laaaaaargo… Hay que estar preparados para todo.

Dentro de un año, cuando escriba las siguientes “Uvas de la ira”, si es que seguimos aquí, ya podré decirles que estoy jubilada, que con 60 años recién estrenados y 38 de servicios prestados a la Administración, me habré ganado un merecido descanso en mis tareas escolares, aunque nunca dejaré de ser maestra, ¡nunca! Eso será un punto de inflexión en mi vida, ya lo creo que sí, algo que marcará el comienzo de otra etapa, una puerta a… ¡A no sé qué! Me mantengo expectante. Tampoco estoy en condiciones de hacer muchos planes en mi vida, simple y llanamente me voy dejando llevar por mis días y mis horas. Mantengo los ojos bien abiertos, los oídos prestos, el corazón protegido lo más que puedo (en cualquier momento me lo pueden zarandear…), la mente abierta y el cuerpo en las mejores condiciones posibles. Ahí estoy, vigilante desde mi orilla.

Sé que en todas partes cuecen habas, o sea, que hay más ojos y más corazones de los deseables, llorando, pero también otros que están riendo. Nunca coincidimos al mismo tiempo. Mi amama Mina, que era una mujer sabia, echaba mano de los refranes para explicarme los entresijos de la vida. Cada día la comprendo mejor.

Tenemos un sol tibio de invierno, el año se va a despedir luminoso aunque helador. No está mal. Así que, fiel a mis tradiciones orilleras, que de momento siguen vigentes, voy a levantar mi copa por todos ustedes, los que me son más cercanos, los que chapotean por esta orillita desde hace tantos años, por su felicidad y su tranquilidad, por sus éxitos y también sus fracasos, porque de ellos siempre se aprende, y eso los hará más sabios. Levanto mi copa por la Paz, por el Amor en todas sus manifestaciones, por la Solidaridad y la Empatía, por toda la Humanidad… Cierro los ojos y lanzo mi deseo.

¡Y no se olviden de ser felices!


¡FELIZ AÑO 2019! URTE BERRI ON!








 Foto, postal hecha en clase y Texto: Edurne. Uvas: De la cocina de mi amatxu. Si quieren ver las 11 uvas precedentes, aquí van, por orden de aparición: uvas 1, uvas 2, uvas 3, uvas 4, uvas 5, uvas 6, uvas 7, uvas 8, uvas 9, uvas 10 y uvas 11. Gracias por seguir ahí.

domingo, 30 de diciembre de 2018

YO TAMBIÉN RESISTIRÉ



Vídeo: De Youtube. Sentimientos: totalmente compartidos por mí.

lunes, 24 de diciembre de 2018

DICEN QUE ES NAVIDAD


Eso dicen, que ya es Navidad.
El año pasado, vean aquí, ya apuntaba yo a este cúmulo de penas, decepciones y tristezas que me acosan por distintos flancos y que me tienen cada día un poquito más arrugada…

¡Y van doce navidades juntos! Eso es lo que importa, que a pesar de las que vienen mal dadas, seguimos agarrados al mástil, con la vela mayor recogida para desplegarla cuando el viento nos sea propicio, y con el timón en la dirección adecuada. Cuando pasen los tsunamis… arribaremos a buen puerto, seguro.

En estos dos últimos meses, se han producido dos pérdidas en mi entorno y que afectan a gente que quiero. Así, inesperadas y de mazazo total. La última el miércoles. Estos hechos son los que nos ponen en nuestro sitio, porque, arrogantes y vanidosos, nos creemos inmortales, se nos olvida que venimos con la fecha de caducidad bien grabada. Pero, a ver quién es el listo, o la lista, que se atreve a averiguar para cuando el apagón vital… Mejor dejar que nos sorprenda. Nunca nos acostumbraremos a esto. Nuestra cultura sigue escondiendo algo tan natural como la muerte. Sabemos que solo estamos de paso, que cuando el dinero para el alquiler se acaba, viene el desahucio de este cuerpo que se nos dio para transitar por este mundo. Lo malo, lo peor, es la forma en que se les desaloja a algunos. Injusto, totalmente injusto. ¿Cómo no rebelarse?


Llega la Navidad. Para unos, tiempo de alegría, para otros, de tristeza. Cada uno que la viva como quiera o mejor sepa o pueda. Yo aprovecho este momentito para asomar de nuevo por esta Orilla, y dar un chapuzón para que las olas no se me queden dormidas. No pienso guardar el bañador ni recoger la toalla, la Orilla es mi ventana al exterior. Por lo tanto, gracias mil a todos los que siguen asomando para saludar y dedicarme una sonrisa.

Les deseo lo mejor en todos los espacios en los que se desarrolle su vida, y levanto mi copa porque un poco de sensatez nos sea repartida a diestro y siniestro, ¡que falta nos hace!

Nos seguimos viendo por aquí o por allí, que cualquier sitio es bueno para encontrarse con los amigos. Me sean felices, no se olviden de ello.

MILA ESKER, ZORIONAK ETA URTE BERRI ON!

¡MUCHAS GRACIAS, FELICIDADES Y PRÓSPERO AÑO NUEVO!





Postal navideña: Edurne (hecha en clase), Foto: Antonio (manipulación: Edurne). Eguzkilore: Edurne (Hecha en clase). Texto: Edurne

martes, 11 de diciembre de 2018

LA CARACOLA DEL TIEMPO



Dicen que me viene de pequeña, de cuando me perdí en aquella caracola gigante que encontramos en la playa. De la caracola sí que me acuerdo. Me acuerdo de aquel sonido que me llamaba, que me decía que entrara… Me acuerdo de aquella calma, parecida a la que había  en la tripa de mi madre, que de aquello también me acuerdo. A lo mejor fue por eso por lo que decidí quedarme dentro de ella, de la caracola.

Luego supe que me buscaron durante mucho tiempo, igual pasaron días, o semanas, lo mismo fueron meses… Yo no recuerdo haber pasado miedo, haber llorado, ni haber tenido hambre, ni sueño. Bueno, sueño, un poco sí, porque dicen que cuando me encontraron parecía como recién despierta de una larga siesta. Igual solo fue una siesta y todos se alarmaron sin motivo. Pero desde entonces siempre dicen que de pequeña me perdí dentro de una caracola, y que por eso me pasan estas cosas tan raras, estas ausencias, este estar sin estar, este flotar por la vida. Nadie sabe definirlo, ni yo misma, por eso pienso que todo se debe a un sueño, a que me quedé atrapada en uno, en el más tranquilo, en el más cálido.

Ya digo, hay veces que me dura un ratito nada más, justo el tiempo de poder respirar, o el de mirar por mis adentros para ver si tengo las alfombras limpias, las camas hechas, las cortinas descorridas y la casa aireada.

Otras, la ausencia es más larga, y ni yo misma sé que estoy de viaje, perdida en mi caracola. Pero por si tardo en volver dejo toda mi vida de mano lista y ordenada: la nevera llena, las luces encendidas, el plato en la mesa, la ropa tendida… por si tardo unos días, por si alguien me necesita. Y cuando salgo hacia afuera, como cuando se sale de una caracola en la que una ha estado perdida dios sabe el tiempo, entonces, todo me mira como si fuera nuevo, y yo lo veo con ojos de estreno, en pantalla grande, a todo color, sensurround y cinemascope.

Y doy inicio a una nueva salida, al un, dos, tres, y ¡listos! Vuelta a empezar. Es como abrir un cajón y sacar una muda nueva. La tocas, la acercas a la cara, cierras los ojos, te pierdes en su tacto, suave y esponjoso… La hueles, huele a limpio, la desdoblas, te la pones, te sientes a gusto, le sonríes a la del espejo, ella te guiña el ojo… Todo está bien. Cada nuevo inicio es mejor que el anterior. Hasta que ya no puedas más y te vuelvas a perder en la caracola.

Imagen: Internet. Texto: Edurne


viernes, 7 de diciembre de 2018

TEMPUS FUGIT (Y llegamos al 59)



Muy gráfico todo: el título, las hojas caducas…

El tiempo que pasa.

Muy poético, sí. Pero la realidad es otra. A veces me pongo a pensar y me sumerjo en una especie de bucle del que no puedo salir. Me ahogo. No sé si me ahogo en mi propio miedo, en el mar de mi llanto infantil, en el panorama que me rodea… no lo sé, solo sé que me ahogo.

Dicen que para atrás, ni para tomar impulso, siempre hacia adelante, “totieso”, vamos, meter la directa y ancha es Castilla. ¡Ja ja ja! Obstáculos, miles en cada metro que recorremos. Yo tengo las rodillas peladas, los dientes mellados, los codos amoratados, los ojos… ¡ay, los ojos, cómo tengo yo los ojos!

Media vuelta y cambiamos el rumbo, que éste está tomando un tono un tanto amargo y denso, pesado, oscuro y poco divertido.

Pues sí, TEMPUS FUGIT, y hoy cumplo 59.

Llegué corriendo al último mes del año, del último año de la década… con la lengua afuera y con hipo. ¡Pero llegué! ¡Tachánnn! Salvas de honor, volanderas, pitos y flautas, llegó la Edurnita tan esperada. Sí, ¡esperadísima! Pues aquí estoy, oigan, y no sé muy bien si en algunos momentos estoy puesta por el Ayuntamiento, si en otros, soy yo la que me pongo y me impongo. Otras veces, me traen y me llevan, me cogen y me dejan…

Un año, me queda un año para cerrar la puertita de la escuela. Un año para decir adiós a la vida laboral que se supone será el sustento de mis días….

¡Huy, qué miedo me da! Todo, me da miedo todo: lo que he dicho, lo que implica, lo que pienso, lo que se me aplica, lo que dejo, lo que espero, lo que ya se me viene a pasos agigantados por el horizonte de mi vida…. Y no puedo echar a correr. Nada, no puedo ni intentarlo. Aquí estoy, plantada, perenne. Aquí, siempre aquí.

Hoy cumplo y voy llenando mi saco de sueños inconclusos, de risas ahogadas, de caricias perdidas…

Pero, tranquilos, que también tengo un bolsillo secreto, uno pequeño que casi nadie sabe dónde lo tengo (a mí misma hasta se me olvida); un bolsillo donde llevo guardadas muchas cosas, la mayoría bien dobladas, algunas, medio arrugadas, pero ninguna olvidada. Un bolsillo que, al abrirlo, me agarra por el corazón que se me va de jarana, que me lleva montada en el caballito de la feria, el blanco de rubia melena, mi caballito, el más hermoso de todos.

Abro el bolsillo y huele a dulce de algodón, a manzana caramelizada, a schweppes de naranja, a plátano, ¡y a chocolate con churros! Huele a mi infancia. El mejor de los sitios que conozco. No necesito un plano para encontrarla, menos mal, estaba un poco asustada… ¿Se me habrá olvidado el camino de tanto transitar por estrechos y oscuros pasadizos? ¡No! Todo está bien. Mi niña está ahí. Como siempre, con esos ojos verdes que siempre están preguntando, con su timidez innata, con su mundo mágico, lleno de musarañas, libros, cuadernos, gomas de borrar de nata, pegamento Imedio y lápices de colores.

TEMPUS FUGIT. Hoy cumplo.





Foto 1: Antonio. Foto 2: Edurne (de la memoria familiar). Texto: Edurne. (Gracias, Eskerrik asko, a todos los que me acompañan, antes, ahora y en un futuro; a los que han estado, están y estarán en mi vida; a quienes han cuidado, cuidan y cuidarán de mí… Gracias a todos).

jueves, 15 de noviembre de 2018

COSTURAS A DESTIEMPO (Replay 3)




Llevo las costuras de la vida demasiado prietas,

oprimiéndome el alma.

Hilvanada la sonrisa,

así, con un poco de tiento,

marcando la sisa en blanco, para que sea vista

entre la negra pena de este invierno eterno…



Llevo descosido el dobladillo,

porque me caí jugando a ser niña grande.

Y ahora lloro sin consuelo,

buscando un corchete para sujetar

el desgarro de esta tarde sin margen,

ni línea por la que caminar sin torcerme…



Llevo zurcida la alegría,

por si alguien viene a reclamarla,

por si la necesito un día.

Las entretelas cortas en el tiro,

reclamando corte y avío…



Llevo el costurero lleno de sueños,

las agujas en pie de guerra

y las tijeras marcando el ritmo…

Torzal para remendar mi llanto,

imperdibles con que prender

los suspiros…



Y en el fondo, bien guardado,

patrón para marcar,

de nuevo,

a la risa el camino.



Dibujo: Aitor Texto: Edurne (Texto ya publicado en este blog el 8 de febrero de 2010, el 9/4/11 y el 27/11/16). Como me gusta mucho y siento que es muy actual en mi vida, lo traigo de nuevo hasta la Orilla.).


domingo, 11 de noviembre de 2018

LA INCREÍBLE HISTORIA DE LA BELLA FLORENTINA (IV)



Leer previamente las tres partes anteriores (aquíaquí y aquí).

Como en la estación de las lluvias, que todo florece, que todo huele a nuevo, así renació la vieja casa de los Ancheta. Nadie supo a ciencia cierta cuánto tiempo pasó. Tal vez fueron meses, años… La luna brillaba en lo alto día y noche. Los ciclos de la vida se sucedían a una velocidad nunca antes conocida, y la ciudad fue despertando poco a poco del sopor en el que llevaba sumida desde… ¡Sí, desde la extraña muerte del viejo Joseph!


Hasta la ciudad  llegaban curiosos, charlatanes, buscavidas, santones, gentes de buen y mal vivir. Todos atraídos por los rumores que de la bella Florentina y sus prodigios corrían. Antiguos negocios volvieron a sacudir el polvo de sus letreros, abrieron puertas y ventanas para esa nueva marabunta de ˂hambrientos˃. Casas de comidas, destartalados hoteles, pensiones de dudosa reputación… Hasta el Banco de La Nación recuperó su barroca fachada y sacó brillo a las balaustradas que adornaban su interior. El viejo director se frotaba las manos mientras presumía que los cajones de las celdillas de atención al público volverían a rebosar de billetes. Y al final de la Calle Larga, la más importante de la ciudad, los farolillos chinos de bambú en colores naranja, rojo y azul ultramar, volvían a iluminar la seductora, aunque caduca, entrada que llevaba directo al Paraíso. El mayor y mejor de todos los burdeles, el único que había sobrevivido al sueño de olvido del que ahora estaba despertando la ciudad, EL PARAÍSO, abría de nuevo sus placeres, sus misterios y sus encantos para todo aquel que tuviera agallas y un buen bolsillo para perderse en él.

Florentina era una hermosa promesa de mujer. A sus catorce años nada ni nadie le hacía sombra. Don Lázaro se había encargado personalmente de su educación, y ahora era ella la que superaba en sabiduría al maestro. Dominaba, a más de la lengua vernácula, un castellano culto y sin mácula alguna, las clásicas por excelencia: el Latín y el Griego; también hablaba y escribía, con total soltura y fluidez, aquellas otras que de la vieja Europa reinas y señoras eran. Y no le quedaban ni las antiguas hablas de los desarrapados indios por conocer, ni aquella otra que a ninguna conocida se parecía, la que hablaban sus ancestros en la lejana Vasconia y que hasta aquellos lugares llevó el primero de los Ancheta. Tal era su fama que, inevitablemente, se había convertido en una leyenda, en alguien a quien había que conocer, descubrir, conquistar o desenmascarar…


(Continuará)

Imagen: Internet. Texto: Edurne . Leer previamente las tres partes anteriores (aquí, aquí y aquí).

miércoles, 31 de octubre de 2018

LA INCREÍBLE HISTORIA DE LA BELLA FLORENTINA (III)




Pasaron los meses, y Florentina cumplió su primer año de vida. Lucía hermosa, con unas mejillas regordetas y una sonrisa perenne que la hacía adorable. Su padre, que a ratos recobraba la poca cordura que le quedaba, la llamaba Eulalia las más de las veces y Florentina cuando se la quedaba mirando fijamente. La niña respondía a cualquiera de los dos nombres con cariños y abrazos, besando el triste rostro de aquel viejo orate en el que se había convertido el pobre hombre.

Y aquel mismo día, el de su aniversario, Florentina pronunció sus primeras palabras. Palabras claras, con sentido, que tal pareciera que la niña sabía perfectamente lo que se decía. Tanto que a los pocos días ya era capaz de entablar una conversación con la vieja María Rosa.

El padre sintió que algo se despertaba en su interior, lo mismo que el jardín de la vieja casona, que poco a poco recuperaba el color y el aroma de hermosas hortensias y trepadoras buganvillas.

Don Lázaro, que nunca abandonó a la familia, seguía con verdadero interés y estupor todos estos acontecimientos. Y hasta el viejo Casino de la ciudad llegaron las noticias: la pequeña Florentina hablaba y razonaba como una persona mayor con solo un año de edad, el jardín de la antigua casona, abandonado desde años, se estaba regenerando él solo, y el viejo Juan Bautista recobraba algo de su antigua figura y hombría.


Eulalia volvía todas las noches junto a la pequeña, cuando la casa dormía. Ahora podía hablar con su hija, su ansiada hija, de todo lo que su corazón de hija, de esposa y madre guardaba. Por fin tenía en quién depositar la historia de su familia… Florentina era, sin remedio, la heredera del secreto, la maldición y la leyenda de los Ancheta.


(Continuará)


Imagen: Internet. Texto: Edurne. (Por fin continúo con la historia de la bella Florentina. Pueden leer la primera parte aquí, y la segunda, aquí. Espero que les interese esta historia y que yo me anime a seguir con ella...)

sábado, 20 de octubre de 2018

IN MEMORIAM



Ya no es una tarde torera 
esta en la que acabas de emprender 
el vuelo al que todos tememos, 
el último, 
el más largo, 
el que no tiene regreso.
Ya no suenan alegres pasodobles
a las seis en punto...

Te has ido cuando en mi recuerdo
sigues enredada con tus letras, 
cuando tu voz, 
tu cálida voz, 
tanto como tu abrazo, 
aún resuena por los pasillos 
de este pequeño mundo que nos dio cobijo.
Pequeño pero inmenso mundo.
Te llovieron los cariños, 
los amigos,
los reconocimientos más que merecidos.

Y todos lloramos ahora al mismo tiempo.
Nuestras lágrimas son un gran mar
que avanza hasta tu casa.
Un mar en calma, 
como ese Mediterráneo 
que te ha acunado en los últimos tiempos.
Un mar cálido, lleno de música,
como ese Caribe que te dio
casa en los años en que la vida
te apremiaba, 
y donde el amor llamó a tu puerta.
Un mar bravo, encrespado, 
como tu Cantábrico, 
el que te vio abrir los ojos a la vida, 
el que te contó sus primeras historias, 
las que tú bebiste con ansia 
y después vomitaste con 
sabiduría y elegancia.

No te has ido sola, Mirentxu, no, 
que todos estamos sujetando tu sonrisa, 
que todos vamos colgados de tu mirada.

Llevas suficientes caracolas en el alma
para poder continuar con tus sueños de sal.
Y habrá voces de madrugada 
arropando tu sueño.
Así que,
no, no tengas miedo.

Tu paso dejó un hermoso sendero
por el que ahora transitamos 
felices de llevarte bien guardada
en las costuras de nuestro aliento.

Que la brisa te acompañe 
y el viaje te sea leve.
Las estrellas serán tu nueva casa
y nuestras guías.

Fue todo un placer.
Un fuerte y cálido abrazo
te acompañe en el camino.

Beti izango zara gure artean, Mirentxu.
Muxutxuak, polite!
Gero arte!







https://www.youtube.com/watch?annotation_id=annotation_430615731&feature=iv&src_vid=4_gR4JPrJYg&v=sHULwTuhYF4 
(Marcar el enlace y darle a "ir a". Y por ahí estará Mirentxu ya.)



Foto: Luismi. Vídeo y foto de San Juan de Gaztelugatxe: Internet. Texto: Edurne 
(La foto con Mirentxu tiene cinco años largos. https://edurne-desdelaorilla.blogspot.com/2013/08/cronica-de-un-encuentro.html y https://edurne-desdelaorilla.blogspot.com/2013/08/cronica-de-un-encuentro-ii.html  Ayer viernes, despacito, sin hacer ruido, mi querida Mirentxu se fue, tenía quehaceres más apremiantes por otros mares... Hoy solo puedo agradecer a la vida haberla conocido. Eskerrik asko!)

sábado, 1 de septiembre de 2018

ESPERANZA


La esperanza florece en cualquier sitio, solo hay que prestarle un poquito de atención. 

Foto y Texto: Edurne





viernes, 24 de agosto de 2018

YA SOMOS MAYORES. RETRATOS (I) María del Carmen





Aquel beso no era lo que yo había soñado, pero ahora pienso mucho en él. No sé por qué, pero me viene a la cabeza continuamente, no estaría mal volver a sentir el contacto de unos labios en los míos… ¡Hace tanto tiempo ya!

No me acuerdo muy bien, tal vez tendría yo unos diecinueve años, sí, diecinueve, y soy tan precisa porque me veo con aquella blusa de cuadritos verdes y blancos que tanto me gustaba, por eso sé que yo tenía, exactamente, diecinueve años.

Aquí nadie te besa. No me gusta estar en este sitio. Yo quiero que me besen, aunque sea un beso robado en una esquina.

Dicen que estoy vieja para estas tonterías. Ellos sí que son viejos, ¿quién querría darles un beso? Yo soy guapa, tengo los ojos azules, un poco tristes, sí, que me los veo yo todas las mañanas cuando me miro al espejo, pero son azules, igualitos que los de mi padre. Solo yo heredé esos ojos, mis hermanos me tenían envidia, ellos tenían los ojos marrones, y nadie quería robarles un beso…

Ahora están todos muertos, ya no queda nadie de mi familia. No estoy triste, tampoco me querían tanto, ni yo a ellos. Ninguno de nosotros se casó nunca. Mis hermanos, se comprende que no lo hicieran, eran feos, antipáticos, y siempre estaban enfadados… Y mi hermana era muy rara, un día se marchó a un convento y nunca más volvimos a saber de ella, dijo que la olvidáramos, que su vida era otra. ¿Pero yo, que era guapa y delgada, con los ojos azules y una larga melena dorada, por qué no tuve nunca un novio, por qué no me casé? Los hombres me tenían miedo, era demasiado para ellos, me veían como un trofeo inalcanzable, seguro. al menos eso era lo que decía siempre mi madre.

Pero todos no me tenían miedo, ¡qué va! Estaban aquellos obreros de las casas modernas junto al mercado. Aquéllos siempre me decían cosas. Yo me hacía la loca y no les contestaba. Todos los días pasaba por la acera de enfrente, justo a la hora del bocadillo. Pasaba muy seria, muy digna, despacito, entreteniéndome en los puestos callejeros… Me producía un regusto especial pensar que todos aquellos ojos me miraban a mí y solo a mí, todos a la vez, y que de esas bocas de hombres rudos, de manos gruesas y nudosas, de barbas cerradas y ojos vidriosos, salían palabras de deseo cuya destinataria era yo.

Pero nadie se atrevió a nada más conmigo, solo aquel pobre de Andrés aquella tarde de lluvia. Digo pobre porque era muy poca cosa, no valía nada. Yo nunca me fijé en él, solamente en sus manos, blanquísimas, de finos y largos dedos con unas uñas impecablemente limpias y recortadas, cuando iba a la mercería de su madre a comprar todo lo que la mía, la mejor modista del barrio, necesitaba para sus encargos. Nunca sospeché que Andrés estuviera secretamente enamorado de mí, pero resultó que sí.
Me besó, y yo, cuando reaccioné, le di un tortazo, ¡qué se había creído! Cuando volví a la mercería, Andrés ya no estaba. Me dijeron que se había ido a un seminario, que se le había despertado la vocación y quería ser cura. Nunca me lo creí, se fue por despecho, ¡seguro!

Yo era muy guapa, y en este sitio nadie se lo cree cuando les cuento y les enseño las fotos que llevo en mi cartera. No me hacen caso. Tampoco he cambiado tanto... Estoy convencida de que me tienen envidia, no hay otra razón. Tengo buenas ropas, buenos zapatos, ¡zapatos de marca! Voy dos veces a la semana a la peluquería, me arreglo todos los días, aunque no sean días de fiesta, y me paseo con mi bolso y mi chal por el hall de esta residencia de viejos tristes y llorones. Yo sonrío con desgana a cualquiera que se cruce conmigo, y después me siento en un rincón a leer periódicos con noticias pasadas. Espero durante horas, hasta que llega la hora de cenar.

Pero nadie me habla, y nadie me quiere besar como Andrés aquella tarde de primavera, cuando tenía diecinueve años y me tuvo que robar el único beso que han dado y recibido mis labios…

Imagen: Internet. Texto: Edurne.
(Inicio una serie de "Retratos", inspirados en personas que he conocido a lo largo de los dos meses y medio que he convivido con  muchas de ellas en una residencia de mayores donde mi ama ha estado ingresada en un módulo de Recuperación Funcional).

miércoles, 15 de agosto de 2018

LEYENDO en verano, udan IRAKURTZEN, LISANT en été (I)



En este enlace se puede leer mi última crónica lectora, mi última reseña, ¡en julio del año pasado! Horroreur! Pero no es que no haya leído nada en todo este tiempo, ¡no! Los más cercanos a mi persona ya saben de mis tribulaciones de los últimos tiempos. Que la vida achucha, y mucho, así que no queda otra que amoldarse a las circunstancias.

Y dicho lo dicho, paso a comentar, un poco por encima, unos cuantos libros que han caído en mis manos, así como quien no quiere la cosa, a lo largo de estos meses, semanas, días…
Leer he leído como, cuando y donde he podido. A veces, concentrada en la lectura, otras dosificando las líneas, los capítulos, y también atendiendo a otros menesteres. Vamos, como en una vida paralela (creo que así me desenvuelvo de un tiempo a esta parte: paralelamente).
En la foto (perdón por la mala calidad) que encabeza esta crónica lectora, he puesto una especie de totum revolutum (algo muy a la orden del día en mi rutina de vida, por otro lado). Soy lectora un tanto anarca, compulsiva e impulsiva… Y no es que no sepa definirme por un género, un autor o autora (tengo mis “ídolos”, aunque no me gusta la palabra, plumas a las que siempre vuelvo una y otra vez, después de temporadas de barbecho tras un leve empacho, que también hay que decirlo), pero me gusta leer un poco de todo, dejarme sorprender por nombres desconocidos, títulos enigmáticos… No sé, tampoco creo ser tan diferente al resto. No soy especialista en nada y en nadie. Me gusta leer, la lectura me produce un inmenso placer, me siento libre. Y no entenderé nunca que haya personas que no lean, que no les guste leer, que no hayan leído nunca un libro (haberlas, haylas).

¡Y basta ya de prolegómenos! ¡Al lío! Voy a empezar por los que están ahí, tan juntitos y formalitos en la foto, que luego tengo otros más para hacer las presentaciones, en una segunda entrega.

·        “POÉSIES” de Arthur Rimbaud.
Este librito me lo compré el otro día en una librería de viejo en Baiona. Tenían de todo, una gozada de sitio, pero claro, una no va de excursión con más personas para pasarse las horas viendo solo lo que le interesa, hay que compartir. El caso es que nos dejaron un poco sueltas a Amparo y a mí,  y salimos de allí con algún que otro tesoro. Yo me fijé en Rimbaud porque cuando estudiaba francés (y gracias a mi profesora de tercero y cuarto de bachiller, Ybonne), me fascinó la historia de Verlaine y Rimbaud (Les poètes maudits); descubrí sus poemas y ahí se me quedó, en esa parte que todos tenemos para guardar pequeños tesoros y que redescubrimos a pesar de los años y en circunstancias inesperadas. Todavía no me he puesto con él en serio, he hecho una pequeña lectura en abanico. Leer en francés siempre me transporta a otras épocas.

·      “AQUELLA ORILLA NUESTRA”, de Elvira Sastre y con ilustraciones de Emba.
Un poemario delicioso, delicado, casi minimalista, intimista… Aquí, permítanme ustedes todas estas rimas, pero no tengo otros calificativos.
Paseaba yo un día por las calles de nuestro Botxo, y como ya había esquivado un par de templos de los libros, caí en brazos del tercero, ya no podía resistir más. Entré en La Casa del Libro y me di una vuelta entre sus mesas y estantes… A este librito le había echado el ojo en una primera ráfaga de situación. Lo dejé estar. Parecía que todo iba bien, nada me alteraba en demasía, pero, el título, una siente cierta debilidad por las orillas, me hizo volver sobre mis pasos y, con intriga y cuidado, despertarlo de su plácido descanso junto a otros compañeros. Cuando lo tuve frente a mí, al abrirlo…  un “me lo tengo que llevar”, fue lo único que se me ocurrió decirme a mí misma. Las reflexiones, los sentimientos, los dolores, las decepciones, las alegrías, las experiencias de vida que Elvira Sastre comparte con nosotros, son comunes, son nuestras también. Es inevitable hacer comparaciones, no arrimar esas letras a nuestra propia ascua, a nuestros sueños y desengaños, inevitable no hacerlo nuestro. Una delicia de libro. La edición muy cuidada, y las ilustraciones (especiales), hacen un acompañamiento… Ustedes verán.

·        “NO, MAMÁ, NO”, de Verity Bargate.
Llegué a este libro a través de uno de los ejercicios de lectura y comentario que nos propone nuestro profe, Jon Bilbao, en el Taller de Escritura.
Ya desde las primeras líneas me pareció interesante, así que después de leer el capítulo para abrir boca y comentar en clase, decidí darle una oportunidad y leerlo entero. Me gustó mucho ese toque corrosivo, de desapego maternal que impregna toda la narración, pero que consigue que una corriente de empatía te ate a la protagonista como si de ti misma se tratase.
(Y aquí voy a hacer un breve inciso para aclarar que viendo a nuestra compa Leticia con su “bihotzeko azukre  koxkorra”, Luka, nada es generalizable en esta vida…)
Una historia dura, contada con todos los sentimientos al descubierto, sin maquillaje alguno, pero a la vez, una historia entretenida, muy de verdad, de tripas, de lo políticamente incorrecto, pero de valentía.

·        “A CORAZÓN ABIERTO”, de Anna Gavalda.
Gusto mucho de los libros de relatos, y este es uno de los que no me ha defraudado. Ya he leído un par de obras más de la autora, y el estilo me gusta. Es una prosa fresca, ágil, de esa que te arrastra por las líneas, una tras otra hasta llegar a la meta.
También nos cuenta Anna Gavalda historias que perfectamente podríamos afirmar que nos representan. Un libro manejable, y que para leer en verano (da igual la estación), está muy bien (¿será por esa jugosa granada que nos invita a comernos la vida en la portada del libro?). Recomendable, sin duda.

·        “POEMAS”, de Emily Dickinson.
Más poesía. Tampoco se sorprenderán mis próximos, pues saben de mi afición, de mi filia por la Lírica. La Dickinson, aquí me he parado, los dedos se me han quedado en el aire, creo que tienen miedo a meter la pata en lo que vayan a decir, tal es el respeto que me infunde la poeta estadounidense… Una mujer en un mundo netamente masculino. Una mujer con una sensibilidad especial, sensibilidad que supo encauzar a través de su poesía. Sublime Emily Dickinson.

Es cosa tan pequeña nuestro llanto, 
son tan pequeña cosa los suspiros...
Sin embargo, por cosas tan pequeñas
vosotros y nosotras nos morimos.

·        “ARRUTIREN BANDA”, de Jon Arretxe.
Cada libro que saca Arretxe, llega a mis manos en el día de mi cumple, 7 de diciembre. La razón: mi hermano compra siempre en la Azoka de Durango la nueva historia que escribe Jon Arretxe, para regalármela, con el aliciente de la dedicatoria y firma del ejemplar por el propio escritor.
Me gustan estas novelas, “baltzak”, plurales y multiétnicas, que escribe Arretxe. No en balde es un viajero avezado. Sus historias te llevan a países lejanos, pero totalmente cercanos. Se lee muy bien Jon Arretxe.

·        “SANGRE SECA”, de Alaine Agirre.
Cuando compré el libro no conocía a la autora, pero después me di cuenta de que sí había oído hablar de ella. Esta escritora bermeana, jovencísima, me ha sorprendido muy gratamente. Este libro, escrito en forma de diario (no al uso exactamente) y con alusiones al pasado y al presente en paralelo, ha hecho una incursión muy delicada en la mente humana, en la mente cuando está enferma, o alterada, o cuando decide salirse del camino y hacer su propio recorrido…
El lenguaje que utiliza Alaine es muy importante para contar esta historia, para conseguir que nos metamos en la cabeza de la protagonista, que seamos ella, que lloremos, maldigamos, observemos, pensemos, nos abandonemos… como ella.
Al principio pensé que yo no estaba en unos de mis mejores momentos para leer una historia de semejante calibre, pero no, me introduje en ella sin miedo, y abierta a que las emociones impactaran en mí como tuvieran que hacerlo. La he leído en castellano, la verdad que porque era la versión que tenían en la librería. Me ha gustado mucho. Profunda.

·       “HISTORIA DE UN CARACOL QUE DESCUBRIÓ LA IMPORTANCIA DE LA LENTITUD”, de Luis Sepúlveda.
Sigo con regularidad la carrera del chileno, y por eso me produce tranquilidad tener un libro suyo entre las manos. Sé que me va a gustar. Sepúlveda también es de los que toca distintos palos. Este librito es más bien un cuento infantil (en teoría nació como un cuento para explicar a su nieto el porqué de la lentitud de los caracoles) que él transformó en fábula didáctica. Hay mucho que aprender de los caracoles y su lentitud. Todo tiene una razón de ser en esta vida, todos tenemos una misión.

·        “IRSE”, de Esmeralda Berbel.
Nada sabía yo de Esmeralda Berbel, cierto, pero cuando ojeaba el libro, tuve una especie de déjà vu, y resultó que ya había tenido la tentación de llevarme el libro a casa en una incursión anterior… Reconocí mis propios gestos por tantas veces repetidos, jajajaja, así que visto lo visto, ¡a la cesta! Y digo esto último, porque ya saben de mi “problema”: si entro en una librería, nunca salgo con un libro, al menos caen tres…
Esmeralda Berbel es la exmujer del actor catalán Eduard Fernández, y en este libro, escrito en formato diario (formato que me gusta mucho), Berbel nos hace partícipes de los últimos años de relación con el actor, del momento de la separación, de las tribulaciones propias de una situación tal, del duelo, de la negación, de la realidad, del asumir, de los miedos, de la rabia, de la impotencia; de cómo seguir con tu propia vida, sola; del amor que no puede irse… ¡Ay, me encantó cuando lo leí! ¡Cómo no sentirse identificados con las pulsiones más humanas, con esas tripas que nos rugen! También lo recomiendo.

·        “WAKEFIELD”, de Nathaniel Hawthorne.
Este pequeño relato lo leímos y comentamos también en clase por recomendación de Jon Bilbao. A mí me gustó tanto que  después de ver la preciosa edición ilustrada de Nørdica Libros (Editorial de mi total confianza y gusto), tampoco tuve dudas: el librito tenía que formar parte de mi biblioteca (lo tuve que encargar).
Pongo aquí el inicio de la historia, por si le pica la curiosidad a alguien. Borges, lo calificó como el más grande y perfecto artilugio narrativo de la historia, así que si Borges dijo eso… yo poco he de añadir, más que recomendar dedicarle un rato a su lectura y análisis.

«Recuerdo haber leído en algún viejo periódico o en alguna revista antigua una crónica que, relatada como si fuera real, contaba la historia de un hombre, de nombre Wakefield, que decidió marcharse a vivir lejos de su mujer una temporada larga...»

Bueno, aquí termino esta primera entrega, pero no se vayan ustedes demasiado lejos, que tengo otros pocos libros más para sacar al escaparate. En breve. To by continued…
¡Y a ver si retomo mis momentos ola en la Orilla, que ya está bien!
Que ustedes se refresquen bien y disfruten a tope de todo lo bueno que tiene la vida, entre todo eso… 
¡LA LECTURA!

Foto y Texto: Edurne