lunes, 31 de octubre de 2011

HISTORIAS DE LA RÍA XV








































Va tarde esta crónica, además teniendo en cuenta que escribo desde el Foro… más que tarde todavía, pero bueno, tampoco ha pasado tanto tiempo, que esto que ahora les cuento ha sucedido hace una semana, diez días…

Alguien me ha recordado que estoy lenta en esto de escribir. Tiene razón, pero este primer trimestre (para mí los trimestres van a la par de los cursos escolares), está siendo especialmente duro. Dejando a un lado lo personal, lo familiar, en lo escolar, está siendo más que duro.

Y no es que una no sepa por dónde le da el aire, que miren ustedes si sabré por dónde me da después de 30 años en este oficio, pero, los tiempos que corren están siendo de lo más extraños. Ni qué decir tiene que la escuela es la sociedad misma, en pequeñito, pero el reflejo exacto de la sociedad en que vivimos. Y con esto, ya imaginarán ustedes que los conflictos que se viven fuera, también tienen su representación dentro.

Será un poco de todo, léase: falta de valores, ejemplos a imitar nada recomendables, crisis a todos los niveles, la cultura del todo vale, de todo está a mi servicio, de… ¡Para qué seguir! Los problemas ya no son solamente con los alumnos, que cada vez están tomando derroteros más preocupantes, sino que también son problemas en las relaciones con los padres, con las familias, a mas de los que ya tenemos como colectivo, con las administraciones…

Y una anda reflexionando mucho, muchísimo, en estos tiempos alterados. O revueltos, parafraseando a la serie televisiva, que no sé ya si son tiempos para revelarse, para callarse, para amar, para llorar, para… ¿qué?

“Siempre que llueve escampa”. Echo mano de los refranes, a los que tan aficionada era una de mis abuelas, porque la sabiduría popular es eso, sabiduría, y tal vez repitiendo una y otra vez las máximas de los que de verdad saben lo que es pasarlas “canutas”, tal vez podamos calmar nuestros miedos y angustias, aplacar nuestros enfados… Por intentarlo, que no quede; si bien, el protestar no está reñido con nada de esto. Yo, protesto, me quejo, me enfado, más bien me cabreo.

Mis compañer@s jubilad@s, con 60 años, con una buena prima, con el cuerpo y la mente en perfecto estado, sufren una metamorfosis alucinante, si me permiten la palabra. Les cambia todo, y lo primero es el cutis. No, no estoy de broma, es cierto, y miren que en los últimos ocho años, se me andan jubilando de dos en dos en el centro en el que trabajo, y luego amistades que también son del gremio.
¡Y yo que me las prometía felices para dentro de ocho años… jajajaja, me río, a saber ahora cuándo me podré jubilar y en qué condiciones!
Sinceramente, no me imagino a los 60 años corriendo por el pasillo detrás de un niño que te amenaza con tirarse por la ventana, por ejemplo, o con un cabreo monumental porque no quiere hacer los deberes que le mandas…. Que la cosa viene muy dura, ya les digo.

Corren malos tiempos para la lírica, como cantaban hace tiempo los gallegos de “Golpes Bajos”, pero es que corren malos tiempos para todo. Y no quiero ser una agonías, ni agorera, ni pesimista, porque… días, hay más que longanizas, y nunca se sabe qué nos espera a la vuelta de la esquina…
Por lo tanto, lo mejor es mantener los ojos bien abiertos y estar en alerta, pero, con disposición a disfrutar de lo pequeño y placentero que nos regale la vida, aunque sea a plazos.

Por eso una lee, intenta darse paseitos por aquí y por allá, va al cine (y a ver cuándo vuelve a su afición teatral), monta en el bus y se escapa para el Foro, visita museos, sigue con su afición escribidora, comparte con amigos…

Hay, en esos paseos por la Ría de mis amores, muchas pequeñas cosas por descubrir, y algunas, aunque los del Botxo las tengamos descubiertas de toda la vida, que siempre es grato volver a reencontrase con ellas, como sucedió el otro día al visitar el Claustro de la Catedral de Santiago, en el corazón de nuestro Casco Viejo. Hay Historia en cada piedra, en cada losa que pisas, y luego imaginar, que es libre.

Y reincidir una y otra vez en las visitas a la costa más cercana a la urbe, Portu Zaharra, el Puerto Viejo de Algorta, que es un cachito de postal, siempre a rebosar de gente, foránea y no. El mar, su visión, a la que uno puede dedicar minutos, horas… reconforta, lleva un poquito de paz al espíritu, que está comprobado, no tan sólo (lo siento, me sigo saltando la nueva regla ortográfica de la RAE) científicamente, sino lo más importante, personalmente.

Y una película, que depende la época, el estado en el que nos encontremos, las ganas, la necesidad… puede ser de uno u otro tipo. En este caso, “La voz dormida”, basada en la novela homónima de Dulce Chacón, ya fallecida. Genial. Lloré todo lo que quise y más, es que el cuerpo me pedía dar rienda suelta al manantial lacrimógeno que andaba yo conteniendo desde hace tiempo, y la película fue la disculpa perfecta. Además, la rabia, la impotencia, la pena que sientes te aboca a muchos pensamientos, a reafirmarte más, si cabe, en tus ideas, en tu concepción de tantas cosas…
Y María León, inmensa. Descubrí que era hermana de Paco León, otro que se las trae… pero hace una interpretación de levantarse y aplaudir sin parar, no en vano le dieron la Concha de Plata a la mejor actriz en el último Festival de cine de Donostia.

Estoy en Madrid, ya les digo, el martes a la tarde-noche vuelvo a Bilbao, y entonces, desde allí escribiré las Crónicas del Foro. Ténganme paciencia, please!
Miro por la ventana y el sol ya está luciendo, aunque envuelto en una pequeña capa brumosa. Haremos que se desmelene un poco y nos regale un día tibio en lo climatológico, y en lo demás.

Que ustedes transcurran bien en estos días, en los que ya nos sorprenden los expertos en marketing con los reclamos navideños.
Un abrazo enorme.


Cartel película e imágenes: Internet Fotos: Antonio y Edurne

viernes, 21 de octubre de 2011

UNA PRUEBA

Voy a hacer una prueba.
Observo, con un poco de rabia, que mi entrada anterior no aparece actualizada en ningún blogroll, así que hago esta prueba, la lanzo como última entrada y aviso: la verdadera entrada, es la anterior.
¡Gracias!
;)

NORMA MALDONADO GOYENECHE. Memorias (I) (Replay)





Ahora puedo contarlo todo. Sé que ha pasado el tiempo, pero sólo ahora me siento segura y puedo contar lo que ocurrió aquel verano y que cambió las vidas de todos los que íbamos en el "Splendour of Seas".

Soy una mujer mayor, en estos momentos no me sirven las coqueterías, así que puedo decir perfectamente mi edad: 82 años. Por fin alguien se acuerda de mí, de lo que fui, y me piden que escriba mis memorias. ¡Ingenuos, no saben que estas memorias pueden ser una auténtica bomba! Pero mi conciencia ya no puede más, tiene que descargar todo el lastre que lleva acumulado desde hace tantos años…

Mi nombre es María Norma Maldonado Goyeneche. Nací el 17 de diciembre de 1928 en el barrio de Palermo de Buenos Aires. Hija de un gallego, Evaristo Maldonado, y una descendiente de vascos, Marina Goyeneche. Fui hija única hasta los cuatro años, y dentro de la pobreza de mis padres, no tuve carencia de nada; y de lo que más sobrada estuve, tanto yo como mis hermanos, fue de amor. Mis padres amaron a sus hijos más allá de lo que podían, dado que ambos tenían que trabajar para alimentar tres bocas, que fueron las que les quedaron después de las dolorosas pérdidas de cuatro de sus hijos.

Ser la mayor de mis hermanos, hizo desarrollar en mí un instinto de protección y supervivencia poco usual para la edad que tenía. Nuestra madre murió cuando yo contaba con quince años, y el papá quedó sumido en una depresión de la que nunca se recuperó, decidiendo poner fin a su vida dos años y medio después de la pérdida de su amada esposa. Así pues, mis hermanos y yo quedamos huérfanos, desconsolados y totalmente perdidos en aquel Buenos Aires de 1945.

Yo era una mina joven, casi dieciocho años, y con un cuerpo en plena efervescencia. Pero tenía a dos niños a mi cargo, Marinita de trece años y el pequeño Alejandro de diez. De golpe tuve que hacerme con el papel de madre y padre, asumir responsabilidades que me venían grandes. Traté de hacerlo lo mejor que pude. Y busqué laburo por los cafés de la zona, por La Boca, por la calle Corrientes… En un principio de mesera, de cigarrera, de lo que fuera, pero quería estar cerca de la música, que ya desde chica llenaba casi toda mi vida, y es que mi mamá canturreba tangos y milongas para solapar sus dolores, sus penas… y a mí se me metió el gusto hasta el caracú. A mis hermanillos les cantaba yo cuando me preguntaban la razón de que la mamá nos dejara siendo tan joven y por qué el papá también se había muerto. No sabía qué responder si no era llorando y entonces… entonces les cantaba, y ellos se quedaban contentos, y se me echaban al cuello, y me comían a besos, y yo… bueno, ¡yo habría hecho cualquier cosa por ellos!

El general Perón había subido al poder, y se acababa de casar con Eva Duarte. Ésta puso en marcha la Fundación Eva Perón, creando unos hogares para niños huérfanos y sin recursos y otros para ancianos en situación precaria. Yo había empezado a laburar en el Café La Marina en La Boca, y mientras estaba allí, mis hermanos, o bien quedaban solos en la casa o en el colmado de Doña Nacha hasta que ésta cerraba. No era plan. Necesitaba encontrar algo que les diera seguridad y protección, un sitio donde pudieran estudiar, aprender un oficio, y tener un orden de vida.

Y fue entonces cuando el Negro Juan, el morocho encargado del boliche de al lado de La Marina me habló de la fundación de la señora Eva Perón. Él conocía a un pibe que se quedó huérfano y sus abuelos, ya mayores, lo metieron allá… podía preguntar a los viejitos y decirme cómo era aquello. Le dije que bueno, que estaba bien, que se enterara. Y fue así como la Marinita y el Alejandro tuvieron estabilidad durante unos años. Yo iba a verlos todas las semanas, siempre en día domingo, y los sacaba de paseo y les compraba alfajores, y maní, y dulce de leche… y aún me quedaba algo de plata para gastar en una de las muchas kermesse que organizaban en el colegio de los nenes… Y cuando el día venía cargado de garúa, los convidaba al cine, y ellos, tan contentos, y yo, más, ¡mucho más!

Imagen: Internet Texto: Edurne


sábado, 15 de octubre de 2011

EN TRÁNSITO



Llevo puestas las gafas, las de ver el corazón de tu aliento.
Está oscuro ahí adentro.
Será la miopía de mis ansias la que
me ciega y por eso no lo veo…

Camino despacio por las veredas
de tus jornadas en vela,
y exploto durante la noche
tórrida,
asfixiada la calma del negro cielo,
sembrado de ayes y sospechas…

Sobrevuelo, entonces,
por encima de palabras
y lamentos envueltos
en organdí de diseño,
reciclado,
según los nuevos tiempos.
Nada que objetar.
La pasarela acoge mi talle roto,
y viejo…

Oigo las risas,
y el ruido de sus manos
abofeteando mi miedo.
Están ahí.
Son los desleales,
los traidores a mi causa,
renegados de mi
buena suerte.

Reina por un día.
Un instante,
tan sólo uno,
me duró la dicha.






Dibujo: Antonio Texto: Edurne

miércoles, 12 de octubre de 2011

HISTORIAS DE LA RÍA XIV

































































































































Es cierto, lo que no se usa, se atrofia.


Escribir, me apasiona escribir, pero, este cansancio abotarga mis palabras. Llevo días intentándolo. Escribo un poco, pienso un mucho… y lo dejo.
Vuelvo, tengo muchas ideas, muchas cosas para decir. Pienso, otra vez pienso, empiezo, tres cuatro frases… y abandono de nuevo.



No pienso dejar que mi escritura se adormezca, se quede por ahí, en el baúl de los recuerdos. Estoy aquí, así que reactivaré mis ganas, mi chispa (si es que la tengo), y le daré a la manivela, pondré el coco en marcha, y dejaré que mis deditos recorran nerviosos el teclado, arriba, abajo, izquierda, centro, derecha…


Ya, parece que ya empieza a surtir efecto la “gasolina” y el motor se pone en marcha, arranca. Un dos, tres…. ¡Allá voy, despegamos!
Voy a dejar que mis palabras se deslicen por la pendiente del folio en blanco, mejor dicho, por la pantalla en blanco de mi ordenador, sin cortapisas, y que, si unas veces viene llano el camino, aprovechen y corran, corran… pero que, si toca sortear curvas y obstáculos, lo hagan a su ritmo y como buenamente puedan.


Septiembre empezó fuerte, muy fuerte, a todos los niveles, y como no venía yo muy repuesta, pues, normal, lo he notado. Entre el curso escolar y la nueva intervención del progenitor, más todo lo que acarrean esas situaciones y los problemas de cada cual, pues, ¡echen cuentas ustedes!

Claro que siempre hay algo, alguien que viene a regalarnos una sonrisa, un ánimo, un tranquila, un… rayito de sol, en definitiva. Ustedes siempre me han apoyado y animado, y no saben lo que les agradezco su presencia callada una veces, y ruidosa otras, en mi Orilla.


Alguien, incluso me llenó de aromas, no solo (me tengo que acostumbrar a escribir la palabrita sin tilde, tal y como recomienda la RAE) la pituitaria y el cuarto de baño, y los armarios… sino también el corazón. Cristina me mandó un par de sus jabones maravillosos, así, porque sí, porque le dio la gana y quiso alegrarme un poco. Ya éramos “amigas de gallinero”, pero ahora lo somos mucho más. Fue un soplo de cariño material; pero todos ustedes también me han mandado soplos que he sentido sin parar. A todos y cada uno, MUCHAS GRACIAS.


Llevo 30 años en la docencia, pero este comienzo de curso está siendo especialmente duro. No soy la única, y eso, si quieren, hasta me consuela un poco. Bueno, no es que me consuele, me apena muchísimo, pero me acompaña en mi pena. ¡Cómo está cambiando todo! A mí me asusta, me confunde, me cabrea, si me permiten la palabra. La escuela es un reflejo de la sociedad que estamos viviendo, y créanme si les digo que en muy poquito tiempo ha cambiado una barbaridad. Sobreviviré, hablo en lo personal, en lo referente a mi trabajo docente, pero está costando. No hay horas, no hay, y en casa nos esperan otras obligaciones, y necesitamos descansar y a veces, hasta eso nos cuesta.


Hoy no ha salido el sol en Bilbao, está remolón, habrá decidido tomarse fiesta. Vale, le dejamos. Los calores de estos días, y que están prolongando un verano inusual, nos está dejando como aturdidos, pesados… afectados, en una palabra. ¡A saber el otoño, el invierno, la primavera… que nos esperan! ¡Y luego todavía hay quien no se cree esto del cambio climático!


Aún así, todavía he tenido tiempo para rascar a los días momentos buenos.
Ya es de noche, noche cerrada, y eso que el reloj marca las nueve menos cuarto. Me deprime esta bajada de luz solar. Es normal, a todos nos afecta, menos mal que todavía no estamos metidos en tiempo invernal, frío y helador. Yo noto mucho cómo al aparecer estos días más cortos, mi vista se arruga y tengo que utilizar las gafas de más graduación, es una lata, créanme, todo el día con las gafas colgadas en plan collar.


He dicho antes que también he podido sacarle un poco de jugo al día a día, sin muchos ornamentos, pero sí, disfrutando cada segundo que me regalaban. Ha habido paseos bilbaínos y paseos madrileños este último finde, ha habido un poco de esto y de lo otro, de cine (“No habrá paz para los malvados”, del bilbaíno Enrique Urbizu, y con un José Coronado, que, aun no siendo santo de mi devoción, he de reconocer que borda su papel), de descanso, de charlas…


El Bellas Artes ha inaugurado la exposición de Antonio López que ya estuvo en Madrid, y que yo vi en el Foro. Por la calle puedes encontrarte con algunas cabezas gigantes pertenecientes a esta expo. El Guggen inaugura una nueva exposición: "Serra y Brancusi". Habrá que acercarse a verlas.


También tuvimos, como todos los años por septiembre, la presentación de nuestro nuevo libro colectivo en La Casa del Libro, y salió bien, como era de esperar. Y ya hemos empezado a escribir de nuevo en el Taller, un nuevo año se abre ante nosotros, nuevas perspectivas en la escritura, ensayos, entrenamientos en palabras y estilos que tal vez nos asusten un poco… ¡ya veremos qué sale de ahí!


Me acerqué a Madrid el viernes pasado (pero las Crónicas del Foro todavía tienen que esperar un poco). Llevaba lectura en la mochila, dos libros empezados, últimamente leo mucho simultáneamente, dos o tres libros… “La tela de araña” de Joseph Roth, y “Bilbao-New York-Bilbao” de Kirmen Uribe. Hasta Lerma amenicé mis primeras dos horas de viaje con este último, pero allí, dando una vuelta por la tienda de la estación de autobuses, le eché el ojo a uno de Haruki Murakami, “Sputnik, mi amor”, y sin pensarlo, lo cogí, lo pagué, me monté en el bus y hala, hasta las 11 de la noche en que entrábamos en el intercambiador de Avenida América, Edurne, sin parar, sin poder parar de leer. A la vuelta, el domingo, cayó entero. Descubrí a Murakami gracias a Roberto, un compañero del Taller, mejor dicho, me dejé seducir por su literatura, porque conocerlo, ya lo conocía, pero… me daba cierto respeto, y nada, que fue un flechazo a primera vista. Sigo leyendo sus libros, pero poco a poco, como hago con Auster, que no quiero empacharme. Las historias de Murakami son todas muy tristes, pero me atraen, están envueltas en un halo de melancolía, de conformidad con el destino, de ese no sé qué propio de los nipones que… ¡me gusta, no lo puedo remediar! De Kirmen Uribe, solo había leído poesía y en Euskera. Este libro se lo regalé a mi hermano en Navidades, en una edición diferente, bilingüe y más chula. Ésta, me la han regalado y es muy manejable, está solo en Castellano, pero no importa, así pruebo a leer algo diferente a lo que para mí representa Kirmen: una especie de novela, más bien una preparación a una novela, y en castellano. También me está gustando mucho, me falta muy poquito para terminarlo. Y de Roth, al que no había leído antes, estoy descubriendo un mundo ciertamente pesado, gris, como fatalista… y que también me está gustando.


Hoy es un día raro, 12 de octubre, el (mal)llamado Día de la Hispanidad. Yo, sinceramente, no creo que haya nada que celebrar. En mi caso, lo único que celebro, es el tener una gran familia al otro lado del Océano, en Chile, la que formó mi tío cuando decidió emigrar allá hace muchísimos años. Y también el tener tan buenos amigos de allende los mares. Pero de la “gesta” histórica del Almirante, mejor me abstengo de comentar. Colón arribó a las costas de un Caribe todavía virgen, errando en sus previsiones de alcanzar Las Indias Orientales. Lo que vino después, de todos es sabido, así que punto.


¡Caramba, pues no ha sido tan duro como pensaba al principio, al final les he dejado aquí una buena parrafada! Ahora buscaré alguna foto para amenizar la Crónica y ¡hala, a ver si me queda presentable!


Les reitero mi cariño y agradecimiento por la espera, el ánimo, la fidelidad y la atención prestada. Un abrazo enorme para todos.

Fotos y escaneado libros y calendario: Edurne Fotos exposición Serra y Brancusi: Telepress Foto presentación libro: El Correo digital Cartel película, foto hospital, foto bus Alsa, logo Escuela Pública y cómic acerca de Colón: Internet