martes, 24 de junio de 2008

LA TENTACIÓN DE EVA


Aquel hombre no me decía nada y, sin embargo, allí estaba yo, con mi mano entre la suya, delirando bajo la influencia de los vapores etílicos de aquella mala hora.
No sabía nada de él. Miento, lo sabía todo, pero era como leer el prospecto de un medicamento, los componentes, la utilidad, la posología… solamente desconocía si los efectos secundarios que aventuraba pudieran ser tales.

Sabía con certeza que yo no era su tipo. Hombres como él aspiran a otro género de féminas. Estoy segura de que yo incluso le irritaba.
Cuando nos conocimos el día anterior en su despacho de la Biblioteca, tuve la sensación de que este momento podía tener lugar, podía tener cabida en la vida, en la mía y en la suya. Pero más allá de inquietarme, dejé que todo fluyera.

Como profesional no tengo precio, al menos ésas son las lindezas que de mí se dicen en los mentideros del reino. Tampoco es mérito, alguien con un aspecto como el mío algo ha de tener, y en este caso, el cerebro ha sido mi fiel compañero.

Mi percepción es tal que noté su inquietud desde el primer momento. Disfracé la mía con mis gafas de miope, y saqué mi bloc de notas para desviar su atención. En realidad no lo necesitaba, el bloc, pues ya sabía todo lo que quería y necesitaba saber. Los hombres como él, vanidosos, me irritan, y si además son guapos, juego con ellos.

Pasadas las dos horas de toma de contacto, salí de su despacho como entré, con mi uniforme de indiferencia, pero sabía que él iría. La publicidad que podía dar a su libro y a su premio recién estrenado, mi programa de radio, era algo que nadie se atrevería a despreciar. ¡El programa cultural de mayor prestigio y audiencia de las ondas! Sí, no había duda, iría. Y así fue. “Nadar como pez en el agua”, esa expresión siempre me ha venido como anillo al dedo.

Cuando llegó el día de la emisión, allí estaba él, recién afeitado, oliendo a Calvin Klein, y llenando mis pituitarias de deseo… Le dediqué una escueta sonrisa con mis feromonas vagando por la estancia, sin rumbo.
Me lanzó, con gesto titubeante, una mano derecha ligeramente húmeda. Estaba nervioso. Una rápida mirada me sirvió para calibrar mis posibilidades. Estábamos en mi terreno.
Sus tejanos se ajustaban con atrevida sensualidad a sus firmes muslos, y unos relucientes Lotus asomaban de sus bajos. El mostaza de la camisa hacía resaltar el verde de unos ojos que se enmarcaban bajo unas pobladas cejas negras.

Temblaba. Ni él lo sabía, pero yo sabía que él temblaba.
Y yo le resultaba indiferente. Me miraba con desprecio, pero con miedo.
Le introduje en mi reino y cayó rendido ante mis hechizos. Eso sí que no se lo esperaba. ¡Todo, lo sabía todo de él!
Desplegué ante él todo mi arte comunicativo, toda mi información acerca de su persona, su trabajo en distintas instituciones públicas hasta llegar al cargo que actualmente ostentaba en la Biblioteca. Información acerca de su obra, su estilo como novelista… Y mi voz se paseaba entre los pasillos de su vida, sus fechas, sus logros, sus éxitos… Todo.

Estaba fascinado. No podía responder más de dos frases con sentido. Sonreía. Me miraba y sonreía. Ahí se derrumbó toda su prepotencia y emergió mi mujer oculta.
El pez grande se come al chico. En aquella pecera, yo era el tiburón, y él… él era el pez chico. Cuando la magia se deshizo, ninguno de los dos fuimos capaces de retener ni la más remota de las posibilidades. Una de esas posibilidades que a veces nos vienen dadas sin ser requeridas, posibilidades para acercarnos, para saber más el uno del otro, para dejar que la fascinación tome cuerpo y despeje las dudas.
Pero la magia que flotaba en aquella pecera desapareció en cuanto dejamos de estar en el aire, cuando las miradas volvieron a ser las miradas del temor hacia el otro, del temor disfrazado de prepotencia.

Lloré. A veces lloro. Me debatía entre esa maldita dualidad que siempre ha marcado mi vida. Ser o no ser, That’s the question! , que diría Hamlet. ¡Y sin embargo, es todo tan previsible!

Dejé pasar una hora más o menos, una hora merodeando entre papeles, apuntes y citas anotadas en las esquinas de mi agenda. Una hora en la que quería olvidarme de todo. En la pantalla apagada del ordenador se reflejaba mi imagen. Una imagen distorsionada por la oscuridad en la que empezaba a sumirse mi despacho.
No me gustaba lo que veía. Odiaba ese pelo tan corto, mi ropa tan masculina, odiaba mi miopía y mi forma de mirar… Volví a ponerme las gafas.

Esperé a calmarme. Salí al pasillo de mi planta. La emisora estaba tranquila a esas horas, más que nada porque la redacción bullía, y era allí donde se concentraban todas las energías. Salí hasta la zona de ascensores y pulsé el botón de llamada. Nadie en el cajón. De nuevo mi Eva interior increpando desde el espejo. Ajusté las gafas con un gesto de desprecio, y despejé la frente de un mechón rebelde.

En la calle busqué mi coche. Una vez dentro, lloré. A veces lloro. Así, sentada en el coche, con las manos en el volante. Llorar me alivia. No me importaba nada el que me pudieran ver, no era consciente de ello, simplemente lloraba.

Quería salir de allí. Me soné con fuerza, sacudí la cabeza y arranqué el motor. Tenía que pasar por O’Donell y a esas horas seguro que el tráfico sería bastante denso. No sé cómo, aún no lo sé, pero ahí estaba él, caminando lentamente hacia mi coche. Lo vi mientras colocaba bien el espejo exterior. Él, que asomaba su sonrisa por mi espejo. Me volví con sorpresa, y creo que casi indignada. ¿Qué pintaba él allí, en mi escenario?

Quería subir la ventanilla, pero en vez de eso, le enfrenté y pregunté si no tenía coche, si necesitaba que le acercara a algún lado. No quería ser amable, no quería verle, no quería hablar con él… Pero para cuando quise darme cuenta ya estaba sentado en el asiento de al lado, indicando que iba hasta la Avenida de América, y si no era mucha molestia para mí… Le odiaba.

Y de nuevo estábamos en mi terreno. Al igual que en la radio, las riendas las llevaba yo, otra vez emergía la Eva fuerte y sin miedo, la que se crecía ante situaciones como ésa. Los hombres vanidosos, los seguros de que cualquier mujer puede caer rendida ante ellos. Ya había tenido suficiente en la vida, suficientes fracasos. Por eso era Eva, la de las dos caras, pero de la que sólo conocían una, la que quería mostrar, para no resultar herida.

Primero fue mi padre, ¡mi propio padre! el que me hizo sentir inferior. No me perdonó el que hubiera nacido mujer, y por eso me esforcé en ser ese hijo que añoraba. Mi cabello, mi ropa, mi carácter, mis éxitos profesionales… y mis continuos fracasos con ellos, con los hombres. Me buscaban, me conquistaban, creían que me conquistaban, pero en realidad era yo la que necesitaba seducirles, sentir el premio de la gloria efímera…
Aún no había aparecido ese hombre que supiera tratarme como a un igual.

Pues bien, ahora estábamos en mi coche, y yo la que le iba a hacer el inmenso favor de acercarle hasta su casa. Miré de reojo, aprovechando el cambio de disco. Sus ojos estaban clavados en mí. Sin darme tiempo a protestar, me interrogó directamente por mi llanto. Volví a odiarle, y así se lo hice notar, dedicándole una de mis más logradas miradas en esto del odio.

Hice una sugerencia para evitar el tráfico de 0’Donell, pero al enfilar por la trasera del Convención, me propuso tomar una copa. Junto a las Urgencias del Nuevo Hospital Infantil había sitio libre para aparcar. Sin saber cómo, el coche casi se aparcó solo.

“Boîte Golden”, hasta el nombre estaba pasado de moda, demodé. Bajamos unas escaleras que a mí me parecieron las escaleras al Infierno, y aparecimos en una pequeña gruta casi solitaria a esas horas, con luces de esferas que giran. Un rápido vistazo a mi alrededor y el mundo había cambiado de repente.

Un pequeño reducto de vidas que arrastraban su vulgaridad a ritmo de bachata trasladaban sus lamentos de un lado a otro de la pequeña pista.
Sonrisas de plástico y manos de cartón que se aferran a la piel de un extraño, como el náufrago a la tabla que le salvará la vida.

Dos gintonic, por favor, oí decir. Las luces iluminaban las almas en su lado más bello. Tal vez eran felices, más que yo.
Apuré mi copa con ganas de terminar con aquel momento, pero él insistió para que tomáramos una segunda. Para entonces la música ya se había instaurado en mi interior, mi cerebro aún controlaba, pero quería salir a bailar y dejarme en paz. Miré de nuevo a ese hombre que tenía junto a mí, miré al camarero que nos miraba a su vez… Acerqué el vaso a mis labios y hablé. Esta vez no preguntó, pero yo hablé.

Y aquí estamos, pensaba yo, era lo que podía ocurrir, lo que debía ocurrir. Yo era un enigma para él. ¡Era un enigma para mí misma!
Los hombres necesitan saber, y nosotras… nosotras, les enseñamos.
El alcohol hace milagros, convierte en sublime hasta lo más vulgar…

Llegados a ese punto del desorden en mi mente, en mis sentimientos, y en mi cuerpo, pensé que la “enfermedad” ya estaba lo suficientemente avanzada, que era la hora del medicamento. Tomé una dosis y esperé a los efectos, a los momentáneos, y a los secundarios. No podía ver de lejos, no podía intuir… pero sí palpaba esa mano agarrándose a mí, era la miope cercanía. Y era él el que estaba allí, y era yo la que estaba allí. Y el mundo se derrumbó. Sucumbí a su vanidad, y mi “indiferencia” se convirtió en su sorpresa.
El resto de la historia… vulgar ¿o tal vez sublime?
Dibujo: Aitor Manipulación y Texto: Edurne

jueves, 19 de junio de 2008

EL NUESTRO



¡Sí, ya está aquí! El nuestro, nuestro libro de este año.
Y encima ha sido mucha más sorpresa que otras veces porque no sabíamos cómo había quedado después de maquetar, ni cómo era el diseño de la cubierta...
Estamos contentos, la mar de contentos. ¡Como para no estarlo si ya parecemos escritores de verdad, jajajaja!
Y es que aunque ya llevemos unos añitos en este cotarro literario, cada año es diferente, es todo como nuevo, es mágico: el comienzo, el reencuentro, las clases semanales, las catas libreras, las tertulias mensuales, y como colofón: el libro. El libro, que nos emociona siempre como si fuera la primera vez.
Después viene la cena de fin de curso de todo el Taller, la cena con rueda alocada de dedicatorias, con risas y despistes... Y en septiembre, en La Casa del Libro (este año el 17 si no surgen cambios), la presentación de nuestro "hijo".
Quiero agradecer desde aquí a todo mi grupo: a Maricruz, Silvia, María Luisa, Antonio, Lourdes, Beatriz y Joseba por compartir cada jueves, por escribir en silencio con nuestras historias pululando alrededor, por escuchar, por aportar. Por ser cómplices de mucho más, por las risas y las sonrisas, las manos amigas, por los picoteos de después de clase...
Quiero agradecer al resto de los compañeros del Taller, a los que llevo tratando en Tertulias y Catas desde hace unos años, por hacer que nuestro pequeño universo Alfa sea especial.
Y quiero agradecer a Ana, nuestra Alma Mater, por saber estar con cada uno de nosotros, por encauzar nuestros "delirios" literarios y saber sacar todo lo mejor de cada uno, y sobre todo, por conseguir que año tras año sigamos, sigamos y sigamos...
Pues aquí dejo la marca de la casa, este año con tacto, ¡con muuucho tacto!
¡Que ustedes lo disfruten!
Libro: Taller de Escritura Creativa Alfa Escaneado: Edurne

viernes, 13 de junio de 2008

ALAS ME DAS AMOR



Alas me das amor,
alas para volar tras tu sombra,
surcando mares y cielos
de nubes repletas de lluvia.
Nada detiene mi vuelo,
nada frena mi deseo
cuando tú me miras…
Alas me das amor,
alas y soy paloma
que se posa en tu balcón abierto,
golondrina que en tus manos anida.

Corazón me das amor,
corazón para latir con tu risa.
Cuando me llamas,
cuando tus besos me visten
y tu aliento me visita,
ruge la fiera dormida…
Corazón me das amor,
corazón y nuestra sangre
que corre por la misma vía,
pálpitos de ternura y gran alegría
que bullen por toda la piel mía.


Foto, manipulación y Texto: Edurne



jueves, 12 de junio de 2008

ADOPTANTES


La buena de mi amiga Cecy, no sólo me pasa y comparte premios conmigo...
Ayer, se acordó de mí para esta campaña: "¡ADOPTA UNA BOLSA!"
Bueno, yo acepté la tarea, adopté la bolsita, la coloqué en mi columna derecha del blog y hoy, hago mención a ello.
Es la primera vez que hago un Meme, o sea, pasar una cadena de algo...
Exhibiré las reglas, pero no voy a obligar a nadie a que lo siga, quien quiera, que lo acepte y listo.

Primera regla: Escoger a cinco bloggers que consideres que sean responsables con el Medio Ambiente y que se comprometan con el Meme.
Segunda regla: Cada bolgger debe exhibir el logo de "adopta una bolsa".
Tercera regla: Exhibir estas reglas.

Como ya he dicho, no voy a "comprometer" a nadie. A quien le parezca bien ya sabe, copia la bolsita y la coloca en su blog.

Yo también hago mi pequeña contribución llevando siempre una bolsita plegable en el bolso, así evito usar otras de plástico, tan contaminante.

El post original acerca de esta campaña y cómo surgió la idea se encuentra en esta dirección: http://lasmujeresinvisibles.blogspot.com
Quien quiera más información sólo tiene que hacer clic ahí y ¡ya...!

Bueno, amigos, amigas... esto, ¡esto es todo! Y muchas gracias de antemano por su colaboración, el planeta se lo agradecerá.

martes, 10 de junio de 2008

¿OTRA DE LIBROS?


¿Hablamos de libros otra vez?
Bueno, pues aquí tengo un sexteto, no de cuerda, pero sí de letra...
Les presento a estos amigos:

"El niño con el pijama de rayas" de John Boyne.
Seguro que muchos lo habrán leído, o al menos comprado... Una tierna historia sobre un drama, vista por los ojos inocentes de la infancia.

"Cuentos breves para leer en el bus". Una recopilación de cuentos de grandes maestros como Apollinaire, Kafka, Poe, London, Chéjov, Maupassant...
Selección, prólogo y noticias biográficas de Maximiliano Tomás. Más que recomendable. Este volumen es el primero, hay un segundo con el título de "Cuentos breves para seguir leyendo en el bus". Ya digo, para los amantes del cuento, del relato breve.
Y como bien dijo Baltasar Gracián: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno".

"Los niños de Sukhavati" de Jostein Gaarder, el autor de la famosa "El mundo de Sofía".
Este cuento es una auténtica delicia, una metáfora sobre la realidad de nuestra casa, de nuestro planeta, la Tierra. Especie de fábula protagonizada por unos niños, cómo no... los seres más inteligentes y a la vez más inocentes, más puros.
No se la pierdan.

"Bordados" de Marjane Satrapi, dibujante e historietista iraní, que se hizo mundialmente famosa con su "Persépolis". Esta mujer se ha convertido en abanderada de la liberación de la mujer en su país. Actualmente reside en París. Sus historias, reales y divertidas, no dejan indiferente porque además, nos presenta una realidad que a nosotros, pobladores del llamado mundo occidental y civilizado nos resultan sorpresivas.

"Clandestino" de Eliette Abécassis. Breve relato de un encuentro en un tren entre una mujer y un hombre extranjero, clandestino, huído, sin papeles... Final inesperado.

"El detalle - tres novelas breves -" de José Carlos Somoza. Obras de los primeros tiempos como escritor de este psiquiatra reconvertido en escritor, especialista en mostrarnos el paralelismo que existe entre mundos diferentes.

He leído todos hace poco, todos menos el último, que es el que me traigo en este momento entre manos.
Si ustedes se sienten intrigados, atraídos... adelante, un libro siempre es una compañía magnífica, nunca se está sol@.
¡Y buen provecho!

Foto: Edurne

domingo, 8 de junio de 2008

PARA HABLAR


No hace falta esperar. Para hablar cualquier momento es bueno. Se puede hablar con alguien más, pero si no se tiene a nadie a mano, también se puede hacer con uno mism@. Esta modalidad de charla suele ser bastante productiva. Veamos.

Puedes hablar contigo mismo mientras te lavas los dientes, por ejemplo. Aquí también es posible que eches unas risas al ver el semblante tan gracioso que se te pone: la boca llena de pasta, el cepillo, dale que te pego, un poco de agua, enjuague… ¡fuera! Y mientras te miras, te ves en el espejo y vas analizando.

Desde el nuevo granito que has descubierto en tu mentón, o esa arruguita que nunca antes habías visto... ¡mecachis! Y te vas diciendo: claro, los años no perdonan... ¿qué hice mal? o ¿qué hice bien? ¡Cualquiera sabe!

Y vas trazando minuciosamente tu plan para el día, o examinando con lupa los pasos de la noche anterior, lo que dijiste, lo que te dijeron, lo que tenías que haber dicho... ¡Ya no hay remedio!

¿Y qué piensas hacer con tu vida? ¡Ah! Esa suele ser la pregunta del millón. Todos los días te la formulas. ¡Bah, mañana lo pensaré! Y claro, mañana, mañana... ¿Cuántos mañanas han pasado ya? Todas las mañanas del mundo, la de hoy no iba a ser una excepción.

Y en la ducha... ¿Qué me dices de esa charla tan íntima contigo, con tu cuerpecito serrano, bajo el chorro reconfortante de la ducha, ¿eh? Esa charleta ya es de palabras mayores, porque, claro, aquí ya se ven más cosas... El michelín instaurado en plan ocupa y que nada... ¡ni a la de tres se va! Las manchitas, granitos, pequitas, venitas... ¡y por no hablar de todo lo que se va cayendo!
¡Ah, aquellos tiempos, no tan lejanos en que aún....! Pero, llegados a este punto, es mejor dejarlo. Te planteas, te dices, hasta en voz alta, que de hoy en adelante, guerra sin cuartel al michelín, a la flacidez, a la celulitis... ¿Qué hacer? Dieta, gimnasia, menos picoteo, o sea, comercio, bebercio, menos sedentarismo... Más vida sana. ¡Hala a darle al senderismo, al aeróbic...!
¿Y quién se lo cree? Nadie. ¡Ni tú misma, por supuesto! A la media hora, estás desayunando, y...de lo dicho, nada.

Charlas matutinas. Mientras vas al trabajo, te dedicas otra de estas charlas. Si tienes problemas personales, aquí te deleitas en ellos mientras esperas al semáforo, vayas en coche o andando. Y venga vueltas y más vueltas. Al final, te das cuenta de que las vueltas también han sido físicas. O sea, que has dado un rodeo para llegar a tu destino.

Puedes evadirte en cualquier momento de tu realidad y darte la “paliza” a ti mism@. Las de la noche, en la cama, son terribles. Si estás sol@... huy, esas son... de las buenas, de las de jugo, autobiográficas, retrospectivas y futuristas al cien por cien. Terminas con un nudo en el estómago, con unos lagrimones por la cara... la almohada toda mojada y calor por todo el cuerpo. No te queda otra que abrazarte muy fuerte a ti mism@ y quererte, quererte... porque no hay nadie a tu lado para hacerlo, que es lo que en ese momento necesitarías.

Hay más modalidades, cómo no, una ya las ha experimentado todas, pero de momento con estas ya tenemos para seguir hablando otro poco más, siempre y cuando nos hayamos aficionado al automonólogo... ¡simplemente para no volvernos locos, para no volvernos locas!

Pintura: Fernando Botero Texto: Edurne


sábado, 7 de junio de 2008

ASCENSOR AL CIELO


No tengo entrada, pero quiero subir hasta allá arriba,
más allá del cielo, más allá del infinito.
No tengo entrada para este ascensor.
Recién me di cuenta de que estaba ahí.
Recién me di cuenta de mis ganas por subir, por llegar.
Estiro mis ansias,
estiro mis deseos.
Pero… ¡no tengo entrada!
Miro, pregunto…
Nadie sabe darme razón, nadie conoce este ascensor,
nadie sabe hasta dónde va.
Tal vez haya paradas intermedias, tal vez la vía no esté terminada.
Tal vez me deje en la NADA.
Sólo sé que quiero subir
y no tengo la entrada.
¡Maldito ascensor!
¿Por qué?
¿Por qué tuvíste que ponerte ahí, en medio de mi vida, de mis sueños…?
Quiero subir hasta las estrellas y colgarme de sus luces.
Quiero volar con los cometas,
dejar que sus estelas me hagan cosquillas en los pies…
Quiero encender las luces del día, y las velas de la noche,
subir por la escalera de los ángeles rebeldes,
sacudir el polvo de las nubes…
¡Y este ascensor que no me lleva!

Foto: Aitor Texto: Edurne



DE FLORES, ALERGIAS Y DEMÁS...









Sí, formo parte de ese cada vez más numeroso grupo de personas alérgicas.
Me presento aquí con un elenco protagónico (como dicen en los culebrones) de rositas varias. Preciosas ellas, sí, de todas las formas y colores, pero... he de decirles que mis pituitarias se ponen en pie de guerra ante tanta belleza.
Ocurrió el pasado domingo en La Rosaleda del Retiro madrileño.
Yo, fascinada con la explosión floral: tanta rosa, tanto color... pero, ¡ay, pobre de mí, que enseguida empezaron los estornudos, la congestión nasal y el picor de ojos!
Seguro que habrá quien me entienda y se solidarice conmigo.
Todavía sigo sufriendo uno de esos ataques alérgicos de la temporada, aunque no queda otra que capear el temporal.
HASTA AQUÍ LA PRIMERA PARTE DEL POST
Y digo primera porque me he sentado ante el ordenador con ganas de escribir pero sin saber muy bien de qué...
Raro.
Últimamente estoy pelín ralentizada, lo noto. Pero no me preocupo, estas cosas suelen suceder, no siempre se tiene la incontinecia "verboescritora" al mismo nivel...
Los acontecimientos, las alergias, causas ajenas y propias, el cansancio... qué sé yo, pero son muchas las cosas que nos paralizan o nos impiden hacer o decir, escribir o leer...
Chí lo sá!
Miro por la ventana. El día está cambiante, y yo me siento un poco como esa veleta que gira de un lado a otro, a veces con vientos suaves, a veces con galernas internas.
Después de la tormenta llega la calma. Refranes populares; y ahí me he acordado de mi abuela materna, tan aficionada a ellos.
Sabiduría de nuestros mayores.
Pienso.
Sigo pensando...
Fotos: Antonio


lunes, 2 de junio de 2008

DESDE MADRID CON AMOR (Crónicas del Foro VIII)


De nuevo por tierras de la Meseta. De nuevo por aquí. Y por mi tierra agua y más agua...
Ayer estuve en la Feria del Libro. Multitud de casetas, más de trescientas y pico. Mucha gente, ambiente agradable y bastantes escritores en los stands firmando libros.
Y yo, devoradora reconocida de libros, ¿cómo podía resistirme? Imposible.
Y caí en la tentación, ¡cómo no! Volví a casa con tres títulos:
"CON MI MADRE" de Soledad Puértolas, con dedicatoria de la autora incluída.
"NO ES NADA" de Kepa Murua, poesía, el autor, según me dijeron, estaría el sábado para firmar... ¡lástima, el sábado ya no estaré por aquí!
"LA CIENCIA DE LA FELICIDAD -Cómo ser feliz a pesar de todo(s)-" también dedicado, pero éste para la señora Edurne, de Ramiro Calle.
Aunque esto no será todo, sospecho, ya que mañana a la tarde pienso darme otro paseo por El Retiro, es decir, por la Feria...
De paso, estuvimos viendo las rosas de la Rosaleda, preciosas rosas de todo tipo y color.
Hacía calor, hacía fresco, hacía viento, hacía sol, había nubes... una locura de tiempo, primavera despistada ésta que estamos viviendo. Y hoy ya estamos a 2 de junio, se acerca el verano...
¿Qué nos deparará la meteorología?
Y ahí va otra referencia ocio-cultural: una película francesa: "UNA CHICA CORTADA EN DOS (La fille coupée en deux)", por si les apeteciera a ustedes verla, claro que hay que ser amante del cine francés...
¡En fin, que esto es lo que se cuece por estos lares!
Foto: Antonio