jueves, 27 de junio de 2019

EN EL LIMBO



Arriba el telón.

Veo estrellas. Muchas. No sé si me he mareado o me he dado un golpe; si estoy soñando o directamente me he muerto y estoy en ese espacio que no es de nadie, y donde, como la basura espacial, me puedo quedar flotando por toda la eternidad…

Ya me lo dijo Melitón, que es un pesado, pero que siempre tiene razón. Ya me lo dijo: Aquiles, ten cuidado con tanta estrella, que no es bueno esnifar estrellas de ningún tipo. Y ahora que ya no puedo hacer nada, aquí estoy, en algún lugar de mis sueños, de mis fantasías, de…

Veo estrellas. Muchas. Creo que sigo descatalogado. Y es que una vez soñé cosas raras. Me explico, los sueños siempre son raros, pero los míos, mucho más. Soñé que era un dibujo, que alguien había hecho de mí la caricatura de un deseo, alguien a quien manipular, de quien reírse. Alguien a quien todo lo que le pasaba carecía de sentido alguno. Un trazo que iba de acá para allá, con una vida extraña y absurda.

Desde aquella vez, las estrellas son mis amigas. Las elijo según el día, si mi ilustrador y mi guionista deciden que sea un buen día, las rojas son las perfectas. Esnifar polvo de estrella roja te hace más sabio, y así en la próxima historieta puedo rebelarme y pasar alguna viñeta haciendo lo que me da la gana, normalmente dormir panza arriba. Y, si por el contrario, la jornada ha sido de esas que no merecen nuestra atención, las azules son las más adecuadas. El polvo de estrella azul es frío, entra en tu corazón antes que en cualquier otro lugar, y ahí ya… te arrancas con un llanto denso y caudaloso. No hay forma de pararlo.

Veo estrellas. Muchas. No hay duda, esta vez creo que me querían fuera de órbita, seguro que no ha sido ni roja ni azul la estrella que he escogido, esta me ha lanzado directamente al firmamento, me ha cortocircuitado el cerebro.

Ya, Melitón, ya, ya sé que tú eres muy buen amigo y por eso estás ahí, guardando mi ausencia, esperando a que baje de donde quiera que esté subido… Gracias, amigo, pero no sé cuándo volveré, ni siquiera si volveré.

Veo estrellas. Muchas.

Abajo el telón.

Imagen.: Vía Jon Bilbao. Texto: Edurne

lunes, 10 de junio de 2019

ESAS CALLES QUE NO RECONOZCO (Replay)




Vienen las calles
a pisar la sombra
de mis prisas.
Vienen y me engañan
con baldosas que brillan
de puro nuevo,
que resbalan y
se llevan mis pasos
a no se sabe dónde.
Que no,
que yo quiero las mías,
mis calles empinadas,
tortuosas y
con esquinas dobladas  
de tanto usarlas.
Esas calles que me conocen,
que llevan escondido
entre su asfalto
la huella de cada una
de mis pisadas.
Las viejas calles de mi infancia,
las de los primeros sueños,
las de una libertad peleada
a paso rápido,
a la carrera,
con miedo y esperanza.
Las calles de mis pasos
más tranquilos,
las de mis risas
y mis llantos.
Mis calles sin luz,
mis calles llenas de
voces,
llenas de calor.
Vienen las calles
tras de mí
en una mañana gris
que no reconozco;
con hombres hoscos,
con mujeres sin
brillo en los ojos,
con niños sin esperanza
ni futuro en la mirada;
con viejos tristes
que traen en las manos
todo el desencanto heredado
de otros más viejos que ellos.
Las miro
y
salgo corriendo.
Corriendo
hacia la nada.


Foto y Texto: Edurne. Entrada ya publicada en esta Orilla el 30/9716

martes, 4 de junio de 2019

HAY RABIA





Claro que hay rabia, y mucha. A veces pienso que la vida se me va anudando de a pocos, o de a muchos, según la temporada, y que es un fenómeno imparable.

Cuando crees que más o menos tienes sujeto, asumido y encaminado tu presente y piensas que mejor no atisbar por si aparece el futuro por alguna esquina, que mejor vas capeando los días uno a uno… ¡Zas! Un golpe de ola y te vas a la mierda, tú y todo tu equipamiento.

Metáfora pura y dura, ya, pero me siento como un náufrago en una isla desierta, desolada y rabiosa, yo, la isla, inhóspita y perdida en el océano. Cuando llega la aparente calma, intento reconstruir desde dentro con lo que tengo fuera. Difícil, a veces, me resulta una tarea de titanes, los elementos ajenos a mí, a mis penas y mis glorias, van y vienen y me dan en la boca cada vez que pasan por aquí. Se burlan de mí, se me ríen a la cara, disfrutan con mis pesares.

Hoy amaneció soleado. Se me alegra el día cuando veo la posibilidad de luz, de calorcito… Suele durar poco, las más de las veces, hoy, por ejemplo, estamos así, pero, siempre hay un pero, para la tarde anuncian cambio radical, nubes ocupas, vientos fanfarrones y tal vez, solo tal vez, lluvias esporádicas, pero muy puñeteras… 

¡Ahí estamos!

Imágen: Internet. Texto: Edurne