viernes, 1 de junio de 2007

MIS MANOS


Y quién me iba a decir a mí, a estas alturas de mi vida, que estas manos me iban a responder...
De pronto las he descubierto.
Mirándolas, hasta me han parecido manos ajenas. Pero hay algo que las hace mías... es esa redondez de mano pequeña, son como manos a medio camino, en tránsito.
No sé si en algún momento de su desarrollo decidieron plantarse: ¡Aquí nos quedamos!
Pues ahí están, aquí están. Conmigo a todas partes.

La verdad es que se ajustan muy bien al tamaño, a la talla de mujer en que decidí convertirme hace algunos años ya.

Me ha dado por preguntar, nunca antes se me había ocurrido pensar en ellas, en cómo se sentirán siendo embajadoras de tanto movimiento y sentimiento... y es que ellas suelen ir por delante. Las lanzo a la aventura la mayoría de las veces. Y si lo pienso, me han salvado en más de una.

¡Me caen simpáticas! Son juguetonas, nerviosas, inquietas estas manos mías. No me planteé darles estudios, me iban casi solas, todo lo aprendían de puro impulso, de tanta curiosidad y atrevimiento... ¡osadas mis manos!

Gemelas por lo de dos, pareja un tanto dispareja. La derecha nos salió más rebelde, siempre ha de marcar la diferencia, y así, un día decidió adornarse con pequeñas marcas de carácter... Por ellas sería muy fácil identificar a la dueña en caso de pérdida, extravío u otras circunstancias menos favorables...

Están esperando cualquier ocasión para "echarte una mano". Son muy cariñosas, yo diría que tienen vocación de ONG... manos de acogida.

Aún no han perdido su inocencia y es por eso que conservan ese aspecto de manos de niña, más bien de adolescente en evolución. Las observo, les pregunto, y sus respuestas están escritas en mis palmas. Surcos, rayas, marcas... profundas, largas, cortas, entrecortadas, claras... con luces y sombras. Ahí no mienten. Ha pasado bastante vida entre sus manos, mis manos...

Prestas para sujetar, sostener, acariciar, acompañar, amar... redondez que envuelve. ¡Hasta a mí me quieren! ¡Cuántas veces han sido ellas las que me han amansado, sujetado y acariciado!

Llegados a este punto, las noto nerviosas. No quieren tanto halago. Son manos humildes pero a las que les gusta llevar anillos... y curioso, ¡nunca se les caen!

¡Ay de mis manos! Cuánto las veo y cuán poco las mimo. Sé que son duras y están acostumbradas. Y sin embargo son ellas la herramienta que hace posible que mi corazón salga al exterior a través de mis letras garabateadas presurosamente... manos inquietas.

Les gusta bailar y ya me piden terminar, necesitan danzar...

Foto: Aitor Tapiz y texto: Edurne

4 comentarios:

Anónimo dijo...

manchando un poquito el teclado de grasilla... al leer "MIS MANOS" o sea las tuyas, me he acordado de las mías y les he dado un masajito de crema de aloe vera y queratina, que la verdad, las deja la mar de suaves,... porque hay que mimarlas, mimarlas mucho.

Anónimo dijo...

Pues yo tengo una de cáñamo que te las deja también... que da gusto! Lo que pasa es que yo soy algo olvidadiza para esto de las cremas...
Y mira, ahora mismo me levanto y me voy en su busca, que me has puesto los dedos largosss...

Anónimo dijo...

Anda pues yo, que soy tio y de manos torpes, últimamente las cuido más. Tiene algo que ver la fémina que me aguanta, que me incita a la cremosidad. Yo también me doy aloe vera, que va que te pasas. Miro mis manos y se que son torpes, torpeza osea diría yo. Seguo que para pianista no he nacido. Pero en cambio, lo de car cariño y achuchones, y abrazos, no eso no se les da mal del todo. Manos torpes pero sensibles creo yo.

Anónimo dijo...

Lo importante es lo que hacen, lo que dan, lo que sienten...

Y también está lo de echar una mano, dar la mano, tender la mano, imponer la mano, apretar la mano, besar la mano...