Hoy es 7 de diciembre de 2024. Hoy hace 65 años que llegué a este mundo. Era lunes y llovía (alguien diría aquello de que en Bilbao siempre llueve...).
Mi vida ya no es mi vida. Están pasando muchas cosas, demasiadas, en estos últimos 15 años, demasiados años también.
Y este año está siendo terrorífico. La situación de mi ama va empeorando de día en día y ya se está haciendo insostenible. No sé cómo vamos a terminar, ni ella ni nosotros dos. La tristeza es inmensa, la impotencia, total, el amor, infinito, y el sufrimiento...
Mi vida ya no es mi vida. Antonio, mi pareja de los últimos 21 años, me dejó sola, falleció el 23 de abril. Su corazón ya no pudo más y se paró. Todavía estoy intentando digerirlo. Estoy haciendo un duelo muy extraño, se me está solapando con toda esta situación de casa. Ser cuidadora 24/7 de una persona gran dependiente es... Te destruye, por dentro y por fuera. Físicamente tu cuerpo ya no te pertenece casi. Enfermas. Pero sigues adelante, llorando de dolor, pero sigues. No queda otra. Y emocionalmente, también te destruye.
Menos mal que tengo a Aitor, mi hermano, que nos tenemos, que somos un equipo, una piña. Nos necesitamos y nos apoyamos mutuamente. No sé qué sería de mí sin él. Es el mejor regalo que me hicieron mis padres. Les estoy eternamente agradecida por ello.
Mi otro apoyo ya no está y lo echo de menos constantemente. Me siento coja, manca, tuerta, no sé... amputada.
Por eso hoy digo que llego a estos 65 muy triste, muy agotada. Una fecha importante. Ya estás enfilando el camino de bajada bastante deprisa y con lo que tienes alrededor piensas mucho en ti, en tu final, en cómo y cuándo será... Y les juro que no quiero pensar en ello pero es inevitable. Y tengo mucho miedo a este futuro totalmente incierto.
Y el caso es que sentarme al ordenador y escribir estas líneas me están aliviando un poco la angustia (se lo tengo que comentar a mi psicóloga, se pondrá contenta), porque es que ya no puedo escribir ni leer (y eso me hace sufrir mucho), no tengo tiempo para nada y si me siento un momento, solo un momento, mi cerebro se desconecta y zas... me duermo en los sitios más extraños, de verdad. Cinco, diez minutos pero me quedo como un fundido en negro.
Sé que no soy única, faltaría más, no voy de víctima. Cuento lo que me pasa porque necesito sacarlo, lanzarlo al mar, como un mensaje de naúfrago. SOS. ¿Hay alguien ahí?
Hoy cumplo. Creo que voy a abrazarme un rato largo. Muy fuerte. Y también creo que voy a llorar sin sentirme mal (lloro mucho, mucho, mucho...)
Gracias por seguir pasando por esta orillita que anda tan triste y solitaria. ¿Qué me deparará este nuevo año? Lo ignoro, pero lo pienso constantemente. Dejemos que la vida vaya colocando las piezas en su sitio, al final podremos ver el resultado.
ZORIONAK, Edurnita, eta gogoratu aitatxok esaten zuena:
GORA BIHOTZAK!
3 comentarios:
Ánimo amiga, a todos nos toca antes o después situaciones de este tipo. Suelen ser cortas y luego te sientes aliviado/da, con pena pero con ganas de vivir. Un poco egoísta, pero la vida sigue.
Lo siento, se ha duplicado el comentario. (Iñaki Garibi)
No estás sola, aunque tu situación no permita que pasemos tiempo juntas, por ejem, tomándonos un vino por tu cumple, siempre quiero estar ahí y te siento cerca. La pérdida de este año, el 23 de abril, ha sido enorme, inesperada y no te has podido despedir, el dolor muy intenso, un abrazo, un llora en mi hombro, que para eso está.
Sigue escribiendo Edurne, porque lo necesitas, porque sana, porque libera, porque queremos leerte.
Musu 1
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