viernes, 14 de diciembre de 2007

HISTORIAS DE PARÍS (1)


Pardon, êtes-vous Mademoiselle La Tour?
Oui, oui, c'est moi!
Ahhhh, París, París! Oh, lalá!
Ya ven, aquí me tienen, impertérrita, aguantando el tipo, contra viento y marea. Haga frío, sol, nieve, lluvia... invierno o verano, y por los siglos de los siglos... ¡Amén!
No se crean, que a mis cien años más que pasados (nací en 1889), estoy de muy buen ver todavía. Que una es alta y delgada, morena (más bien rubia) y salada, como su madre (más bien padre, monsieur Gustave Eiffel), y que lo de la autoestima lo llevo muy bien, ya saben, esto de tantas fotografías, tantas alabanzas a mi belleza, a mi estilo... ¡Y es que no en vano soy el monumento más visitado y fotografiado de toute la France! ¡El símbolo de todo un país, ahí es nada!
De día luzco austera y magnífica, pero de noche, más que lucir lo mío es relucir. Que me adorno con doradas luces que lanzan guiños al cielo, a todo París entero, que aparezco en majestad y sin rival alguna en el esplendor de la noche parisina.
La edad es una ventaja, ya saben: la experiencia, la madurez, el sabor, el "corpus" asentado... Aunque también tiene sus contras, en este caso la humedad y la postura, los problemas de reuma, cervicales y artrosis... Y que aunque lo disimulo la mar de bien, ahí está. Que cuando, leve y sutilmente, me estiro un poco, así, sin que nadie se entere, en esas oscilaciones desde mi tercer piso... los huesos me crujen, la columna se resiente y los riñones se me encogen.
No se crean, que aunque una ya haya visto de casi todo, sigue sorprendiéndose con la vida que pasa a sus pies, con la que se ve desde lo alto de mi azotea... que el paisaje es el mismo pero distinto cada día.
¡Y que ya me gustaría a mí darme una escapadita y echarme una carrerita por El Campo de Marte, o remojarme los pies en las aguas del Sena, y sacarme alguna foto con Notre-Dame de fondo, o visitar el Louvre y saludar a mi amiga la Gioconda, callejear por Le Quartier Latin... o subir hasta Montmartre!
Y ya ven, aquí estoy... Mucha Liberté, Egalité et Fraternité, pero yo, presa de mi propia fama, de mi legado histórico y cultural. Aquí, sin poder sonreír, sin poder estornudar o tapar mi cabeza para protegerla del sol y la lluvia.
No, esto no era lo acordado, que no sé yo si hice buen negocio, que tal vez vendí mi alma al diablo y ahora estoy condenada a vivir eternamente...
Foto: Antonio Texto: Edurne

4 comentarios:

Anónimo dijo...

la primera vez que fui a Paris quedé con unos parisinos debajo de la torre eiffel. bajar del tren, coger el metro (supongo) y plantarnos allí bajo su esqueleto metálico, no fue la posición más adecuada para apreciarla, sobre todo porque fuimos desalojadas (mi amiga mochilera y yo) por un poli que nos dijo que ahí (ahíahíjustojustoahí) no se podía acampar ¡qué pintas llevaríamos para ser así así justo justo así amonestadas!!!!.

Edurne dijo...

Supongo que quedar en París bajo las faldas de mademoisselle LaTour, será de lo más normal, vamos, como aquí quedar en la fuente del BBVA o en Madrid en La Puerta del Sol...
Claro que hay que cuidar mucho las pintas, que ya se sabe, les gendarmes, ohlalá, van y te amonestan!

Ainhoa dijo...

Hola Edurne, estaba viendo las fotos de tu blog con Oihan (ya ves, aficionándole a los blogs desde pequeñito) y me ha dicho que le ha encantado la de la Torre Eiffel.
Muxu haundi bat, desde Bruselas

Edurne dijo...

Huy, y yo que te acabo de descubrir...!
Pues fíjate esa noche hicimos un paseo por el Sena en Bateau y llovía sin parar, vamos sin piedad, pero aún así las fotos no salieron nada mal, y bueno, es que mademoiselle la Tour c'est trés mais trés jolie!
Muxus! Eta haundiena, Oihanentzat, noski!