Aquel hombre no dejaba de mirarla insistentemente. Quería bajarse del tren, cambiarse de asiento, pero no podía, era la hora punta, el vagón estaba repleto y aún quedaban siete estaciones hasta llegar a su destino.
Si al menos la mirara disimuladamente, de vez en cuando o mirando al entrono en general… Ya no sabía qué hacer, sacaba el móvil del bolso, tecleaba nerviosa, leía y volvía a releer mensajes ya recibidos o enviados, lo guardaba, miraba el reloj, las 8:30, ¡Dios mío, qué tortura!
No volvería a hacerlo nunca más. Había querido ser normal y viajar en metro, como todo el mundo, como ella misma hasta hace bien poco, y probar a pasar desapercibida, pero estaba claro que aquel tipo la había reconocido; y, por favor, ¡que no abriera la boca, que no le pidiera un autógrafo allí mismo, delante de toda esa gente!
Tenía que haber hecho caso a su representante: “Bonita, ahora ya no eres una persona corriente, y no puedes hacer las cosas que hacías antes, ahora te debes a tu público, a tu fama, a tus compromisos…”
No, no lo olvidaría.
Llegaron a la siguiente parada, y una voz en off, anunció correlaciones de la línea con tal y tal otra. El hombre hizo amagos de levantarse, pero seguía mirándola insistentemente. Ya no podía más, era demasiado. Lo vio sacar algo de una bandolera negra que llevaba cruzada, algo que parecía estar plegado, algo blanco. Torpemente, el hombre se puso en pie agarrándose al borde de la ventana, y al salir hacia el pasillo desplegó un bastón telescópico a la vez que pedía perdón, que le dejaran salir…
¡El hombre era ciego!
Y ella, más ciega todavía, tanto que obsesionada como estaba con su fama, ni siquiera se había percatado de ello. Se sintió abochornada y desvió rápidamente la vista hacia el andén, como para esconder su vergüenza, pero, en unos segundos, esa sensación desapareció y se percató de otro hecho, en realidad, nadie la reconocía, el vagón estaba a rebosar de personas que se miran unas a otras sin nada concreto en su pensamiento, y ella, que salía en las televisiones, las revistas… ¡y nadie la había reconocido! Ese hecho la enfureció todavía más. Se levantó con mucho aspaviento y se bajó precipitadamente del vagón, justo cuando cesaba el pipipi de cierre de las puertas.
Imagen: Internet. "Busto de Alejandro Magno" Texto: Edurne
33 comentarios:
Uf, estoy teniendo un montón de problemas con la publicación de las entradas, y todo porque el otro día me pasé, inconscientemente, al nuevo formato de publicación. Ponía que recomendado y tal... y nada, que ahora estoy queriendo volver al formato antiguo y no puedo!
Y esto de subir las fotos me está torturando, no sale como yo quiero.
Me tengan paciencia, si alguien me puede comentar algo al respecto, agradecida le quedo desde ya.
Y bueno, sé que tengo pendiente una de Historias de la Ría, y otra de Crónicas del Foro... pero con este lío, ni les cuento, llegarán tarde, pero, llegarán!
Gracias y feliz domingo!
;)
¡Hay tantos ciegos sin saberlo, Edurne!
El amor ciega, la fama ciega, el dinero ciega, el dolor ciega...
Ojalá nunca perdamos nuestra capacidad de ver. O al menos, si son inevitables, que nuestras cegueras sean sólo transitorias.
Un abrazo, compi.
Que pases un buen domingo.
Y gracias por compartir.
Ni idea de lo del formato, compi.
Lo siento.
MIl besos.
Bonito microrelato ¡¡Qué bien escribes hija!!
No puedo ayudarte sorry ,lo mio es la enfermería ¡¡¡cada día me maravillo ante el milagro de escribir aquí y que alguien me lea!!
Es cierto, nos creemos el ombligo del mundo y sólo somos una especie de circunstancias que viven.
Pero siempre la vanidad como bandera.
Con lo hermoso que es pasar desapercibido para la inmensa mayoría.
Saludos.
Muy buena conclusión. Muchas veces creemos ser el centro de todas las miradas y en realidad es un fantasma nuestro, porque nadie nos mira.
También tenemos miedo a situaciones que en realidad deseamos. La protagonista de tu historia teme que la reconozcan por la calle, pero en realidad lo está deseando, ya que el hecho de darse cuenta de que no es así, aún la enfurece más.
Tenemos que ser conscientes de que no somos el ombligo del mundo.
Besos.
PD: Cuando dices que te pasaste al "nuevo formato de publicación" ¿te refieres a la opción en que al crear la entrada ofrece más posibilidades en la barra de herramientas de la entrada? Si es así, para volver al formato antiguo, cuando estés en blogger, tienes que ir a "escritorio", y ahí, en la parte superior y desmarcar la casilla donde dice "Hacer de Blogger en borrador mi escritorio predeterminado"
LAURA:
vaya que sí, el mundo está lleno de "ciegos"!
Nos creemos importantes, imprescindibles, y sí, lo somos, pero no como algun@s lo interpretan.
Hay tanto que aprender todavía!
Besotes, compi!
;)
CRISTINA:
Gracias, jajajaja! Que lo mío tampoco es la tecnología, qué le vamos a hacer, aunque trasteando y trasteando y de susto en susto suelo ir arreglándome, pues, eso, de vez en cuando hay que pedir sopitas!
Besitos!
;)
JAVIER:
EL ombligo del mundo...
Fíjate que cuando observamos a los niños pequeños que empiezan a ir a la escuela, ellos no están acostumbrados a compartir nada y las trifulcas que se montan por una simple pieza de un puzzle, por ejemplo, o porque la seño te mire ati y no a mí... estan representando inconscientemente el sindrome del ombligo del mundo. Pues eso, lo mismo, que lo llevamos ahí y no lo quitamos nunca!
;)
Saludos!
ASUN:
Ai, eskerrik asko laguntzagatik! Konponduta dago!
Cuánto tenemos que aprender, verdad?
Este texto, en el fondo es una reflexión.
Un besote!
;)
Edurne la historia que presentas es muy real y me parece que le ocurre a la mayoria de los artistas que se quejan por ser acosados por periodistas y fans cuando es en realidad lo que desean.
Si tus problemas se deben al nuevo editor de publicación lucha un poco con él pues vale la pena ya que tiene muchas ventajas entre las que están la vista previa que es igual a como queda la entrada.
Un beso.
(¯`•.•´¯) (¯`•.•´¯)
*`•.¸(¯`•.•´¯)¸.•´ ¡¡ Me gusto ¡¡
¤ º° ¤`•.¸.•´ ¤ º° ¤
Del formato no entiend nada yo tampoco jajaj y bhue.
somos tan nada , a veces !
Un beso
A.K.E:
Sí, es muy real, lo que pasa es que pecamos de inmodestia, y hacemos ver lo que no es.
Lo del editor ya lo he solucionado gracias a las indicaciones que me ha dejado Asun.
Bueno, intentaré "pelearme" con el nuevo en otro momento, pero es que como me ponga nerviosa... jejeje!
Gracias!
Un besote!
;)
MARY:
Ya ves que lo solucioné, gracias también por pasar!
Cariños.
;)
GITANA:
Somos tan poco, somos casi nada, pero también somos mucho, sólo que hay que saber canalizarlo, no como la protagonista de la historia!
Un besote!
;)
La ciega es ella.
Además de engreída.
Muy bueno Edurne.
Besos.
No se que decirte pues ya han dicho todo. Bonito relato y real como la vida misma.
Hay gente que nunca está contenta con lo que tiene. Si la miran porque la miran y si no la miran porque no la miran. Nunca van a estar satisfechas . Un abrazo y feliz semana
YO si te puedo decir EDurne: vas a la parte ade atras del blog y entras en Settings (COnfiguración) y en Configuración Global elijes
Editor viejo ( el del medio) y luego lo grabas y ya está. Vuelves al editor antiguo. No sé para que pusieron una cosa nueva que no funciona, es una porquería, cuando el antiguo anda de aravilla.
EL cuento, an cierto como la vida misma. Si te contara que años a en el metro de Estocolmo estaba sentada al lado de una amiga mía desde la estación central hasta csaa, unos 20 minutos y ni ella ni yo nos dimos cuenta hasta que nos paramos para bajar. Pero bueno, soy de aire y suelo darme msi buenos viajecitos sin tener que fumarme ningún porro.
Besos
Eso debe de ser una sensación terrible para uno de estos famosetes que tanto abundan, comprobar que en realidad nadie te reconoce y si te reconocen les das igual
Muy buen texto, Edurne. La que no veía dos palmos era ella, pobre mujer.
Un abrazo
Me alegro de que te haya servido la ayuda.
Muxu bat
Hay un montón de ciegos por ahí...
¡Ay la vanidad!
Besos Edurnita.
TORO:
Una tonta del bote, jejejeje!
Molts petons!
;)
CHELO:
Pues así es, efectivamente, nunca estamos contentos, y además ocultamos nuestros verdaeros deseos bajo máscaras de humildad...
Un abrazo!
;)
MYRIAM:
Muchas gracias por la orientación, ya está solucionado el problema. De verdad, qué lata!
En cuanto al relatillo, claro que es totalmente real una situación parecida a esta.
En fin, hay tanto que aprender todavía!
Un beso!
;)
MIGUEL:
Vaya chasco, verdad?
Te imaginas a la Esteban sin que nadie la reconozca? Jajajajaja!
Un abrazote!
;)
ANTORELO:
Gracias!
Cegata y presuntuosa!
Un abrazote!
;)
ASUN:
bai, eskerrik asko berriro!
Muxuak!
;)
OJOSNEGROS:
El reino de la vanidad está en la Tierra, vamos!
Y ciegos totales... a tutiplé!
Me gusta lo de Edurnita!
;)
Besos!
EXCELENTE TU BLOG, MUY DIVERTIDO
TE DEJO EL MIO
www.postsdeunreinoalien.blogspot.com
NOS SEGUIMOS
:
Antes que un Hola !!! un Te Quiero !!! más que mucho y más que un montón. Luego un Te Extrañé !!! inmensamente y ahora sí un Hola !!! grande.
Hermoso relato, con un buen final que me ha dejado pensando. Las conjecturas, y prejuicios son buenos instrumentos en ciertas ocasiones. Quién no posea la capacidad de conjecturar, será simplemente frío, pero quién esté dominado por los prejuicios seguramente será un ciego sin que se haya enterado.
Un beso inmenso querida mía, cada día más linda.
Otro beso más.
Juan
Decía el Maestro: "El que tenga oídos que oiga" A lo que habría que añadir: y el que tenga ojos para ver, que vea; pero es cierto que miramos sin ver. Cuando viajamos en un transporte urbano no queremos ver para no tener que ceder el asiento a quienes lo necesitan; no queremos ver a quien pide, porque sólo estamos interesados en vernos a nosotros mismos.
Y sí, la vanidad también ciega.
Bonita entrada. Un beso grande.
PD: No sé qué problema concreto tienes con el nuevo formato. Si puedo ayudarte, escríbeme a mi casilla de mail. Otro beso :)
JACKIE:
Gracias por la visita y las palabras.
Me pasaré.
Un beso.
;)
JUAN:
Amigo mío, cuánto tiempo sin pisar esta Orilla!
Efectivamente, hacer conjeturas previas, presentarnos con prejuicios... mal asunto! A veces las apariencias en gañan, otras, simplemente somos nosotros los que no vemos lo que está más que claro.
Un besote enorme!
;)
FRANCISCO:
Egoístas, ególatras, egocéntricos...
Ay1
Un super abrazo!
;)
LA CHICA DE LA FARMACIA:
Gracias! El problema ya está solucionado, era un pequeño incidente con el editor de entradas, pero ya está todo en orden!
Todo el mundo tenemos nuestro puntito de vanidad, sólo que algunos lo tienen elevado ala enésima potencia!
Un besote!
;)
Y gracias por chapotear! Yo es que no tengo ni tiempo para pasarme a tomar un café!
:(
Chapoteando he llegado a tu orilla traído por la curiosidad.
Hay muchos tipos de ceguera. Pero sin duda uno de los peores es el que describes. El que no nos deja ver más allá de nosotros mismos. Haciéndonos creer que somos el centro de nuestro mundo. Sin pensar que la realidad nos puede superar al instante con pasmosa facilidad. Buen relato una de esas pequeñas metáforas que dan que pensar. Con tu permiso me quedaré por aquí. Un saludo nos leemos.
Genial el texto. Buen contraste entre las ilusiones de la supuesta recién famosa y la realidad más prosaica y vital del hombre del bastón.
Cuántos famosillos hay por ahí en la misma creencia que el personaje de tu cuento.
La ceguera permite imagimar lo mejor de los demás. en cambio la vanidad nos muestra lo peor de nosotros mismos :(
Un abrazo, amiga querida, de todo corazón!
JUAN ANDRÉS:
Pues mira que bien que hayas llegado chapoteando!
;)
La vida está llena de enseñanzas, lo malo es que solemos estar "ciegos" a ellas.
Puedes quedarte el tiempo que quieras!
Un abrazo!
;)
FERMÍN:
Huy, estas situaciones están al día, segurísimo!
Gracias por tus palabras y por los chapoteos!
Un abrazo!
;)
REL:
Amigo, la Orilla te echaba en falta!
Qué palabras tan sabias las tuyas, maestro!
Un super abrazote espumoso y primaveral!
;)
Ufff vengo tan tarde que ya está todo dicho. Me ha gustado tu relato orillera. Así nos luce el pelo ¿no crees?, creyéndonos el centro del universo.
Mira ahora que estoy entre hospitales viene bien esta entrada, tarde o temprano nos igualamos ante la enfermedad o las adversidades.
Un abrazo muy fuerte Edurne y no se me olvida que tengo mi blog abandonado pero volveré, de momento me conformo con leeros en los poquitos ratos que tengo.
Qué difícil se hace a veces. Pero qué personaje, qué real. ¿cuál es la medida de nuestro ego, de nuestra vanidad? Menuda pregunta. Y un planteo hecho con humor, muy simpático. Besos.
Vaya. Me encantó. Toda una lección. Cuando vamos por la vida lo que hay que hacer es mirar y mirar a los demás. Es precioso mirar y que te miren...pues también eh!!! Pero sobre todo hay que saber mirar.
Besos
LUNA:
Tranquila, mujer! Que la Orilla deja las olas estancadas para que nos mojen los pies en cualquier momento!
;)
Espero que el asunto "hospitales" sea más leve que otra cosa.
Así nos luce el pelo, sí!
Muxutxuak!
JAVIER F.:
La vanidad... pues sí, todos tenemos un punto de vanidad, aunque algunos más desmesurado que otros, está más que claro!
Gracias por el chapoteo!
Un beso!
;)
IDOIA:
Claro que sí, hay que saber mirar, para poder ver!
Muxutxuak polite!
;)
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