domingo, 3 de marzo de 2019

PASEOS CORPORALES (II)





De tanto soñarte,
te hiciste cuerpo.
Soñé tus ojos,
ojos tristes.
Soñé el calor de tu piel
cubriendo el deseo de los dos.

Blancas son tus manos,
a las que me agarro
para no despertar.
Manos fuertes, amplias,
que sujetan el alma
que se me va,
mientras que de tu boca
como, bebo...

Soñé que tu pecho era mi refugio
a tantas noches de soledad.

Acaricio tus hombros
y me paro en las pequeñas rugosidades
que reclaman mi curiosidad.
Las beso.
Piel con historia, cambios de rasante...
Busco tu boca.
Te beso.

Me gusta reposar la cabeza
cerca de tu corazón,
oír su latido agitado y
sentir el flujo de tus arterias.
Mis manos se descuidan
-no saben que ellas también son un sueño-,
y sucumben a la suavidad
de tu piel.

Duermes.
Bajo por tu pecho,
despacito, con besos pequeños.
Un lunar,
no, tres, cuatro...
dos pequeñas verrugas y
tres cicatrices.

Juego con la escasa mata de pelo
que adorna tus pectorales.
Me deslizo por la incipiente curva
de tu vientre,
la rodeo, dibujo circulos...
Me detengo.

Tu sexo también duerme,
vencido, aún caliente.
Ahora no quiero despertarlo,
lo acuno,
lo arropo con mi mano.

Giro tu cuerpo
y me paseo por la espalda,
recta y enigmática.
Cuento los poros,
las pecas,
incluso esos pequeños cráteres
que salpican la zona alta.

Deslizo las palmas hasta el final.
En este punto
mis dedos se vuelven locos,
se agarran a tus nalgas,
blancas,
redondas y firmes.
No lo puedo remediar,
las muerdo.
¿O también es un sueño?

Muslos, piernas, pies...
Blancura.
Otra vez te vuelvo hacia mí.
Despacio.
Todavía duermes.
¿O tal vez sueñas?

Toco las rodillas que sobresalen,
huesudas,
descaradas y desafiantes.
Sonrío al ver los dedos
de tus pies.
Parecen enfadados.
Uno gordo, sargento de una tropa
de peones camineros.
¡Firmes!

Ahora recojo tus brazos y los encajo
alrededor de mi cuerpo,
me acoplo a tu forma,
me pierdo en tus huecos,
cierro los ojos...

Y sigo con mi sueño.


Pintura: Antonio. Texto: Edurne

1 comentario:

Edurne dijo...

¡Buen paseo éste!
;)