martes, 29 de mayo de 2007

AL ALBA



Un silencio de lavanda

se escuchaba al alba...

Rompía el mar

en la lejana poesía.

Y cual jirafa altiva

la libertad se estiraba.

Se estiraba

hasta alcanzar esa luna

redonda,

blanca y femenina.

Paz en mi alma,

amor flotando en el aire.

La tierna amistad

nacida desde la belleza

de lo frágil, lanzó a la sirena

hasta mi playa solitaria.

La atrajo hasta mis orillas,

y su fresca presencia

me hizo recordar que

un silencio de lavanda

se escuchaba al alba...

Foto: Antonio Manipulación y texto: Edurne

8 comentarios:

Anónimo dijo...

molan los peñascos, yo también los tengo por alguna parte...

Anónimo dijo...

Hola, soy Rocker, la variante marina de mi prima la Rocamole terrestre.
Yo atisbo horizontes infinitos, y ella se eleva hacia las alturas celestes...
Quien me quiera encontrar, ya sabe:
caminito de la costa, todavía de la parte vizcaína, allá por donde se asienta el santo, el Pelayo, allá por donde un trocito de cuasi muralla china se adentra en el mar...
Seguro, seguro que me tienes... por alguna parte!

Anónimo dijo...

la fragil serena de playa se pasaba el alba pensativa, cantando sus silenciosas baladas lavandas. "Una sirena en silencio oliendo a lavanda... no me lo pierdo" penso la jirafa, y le dijo: "qué haces entre peñascos? trepa, trepa alto, trepa alto hasta la luna, que el amor flota en el aire, trepa alto por mi cuello de jirafa, que me gusta"
la luna desde arriba esperaba espectante a la sirena cantarina, "que trepe, que trepe, que el amor flota en el aire" deseó con una blanca, redonda y femenina sonrisa.

Anónimo dijo...

Eso sí que es una verdadera historia de amor, y lo demás... cuentos chinos!
Lavandas, sirenas, orgullosas jirafas y redondas lunas de algodón de feria... Ahhh, y lo speñascos! Dónde dejamos los peñascos!

Anónimo dijo...

qué ràpida va la banda!!!! cientocincuentamil pensamientos por segundo y cincuentamil palabras por minuto.

Anónimo dijo...

Y chiquicientos mil, o taitantos, o...
El caso es dejarse llevar, por las sirenas, las jirafas o las lunas que se perfuman con lavanda...

Anónimo dijo...

Yo personalmete me quedo patidifuso con tanto pensamiento extraño. ¿Este blog no acabara yendose a Oña a descansar con prozac y todo?. Muy bonito el texto aunque algo confuso para mi mente espesa por las mañanas. Retomo tu blog donde lo deje, marramiau, que te tenía muy abandonada. Poco tiempo, y el que tengo lo ocupo en escribir; sin publicar y sin comentar a los demás. Yo más bien cojía a una jirafa despeñada, y le hacía un entierro por todo lo alto...

Anónimo dijo...

Ayyy, la lavanda y ese olor a Provenza! No he estado nunca allí, pero me muero de las ganas y el olor de la lavanda me transporta.

Yo tampoco sé muy bien qué carajo hace una jirafa en mis pensamientos lavandeiros, pero de ahí a despeñarla... no sé, no sé!
Y si la mando vía Seur hasta la sabana africana?