martes, 22 de mayo de 2007

DIEZ SEGUNDOS (intermezzo)


Mi hermano Juan, el mayor, vino del pueblo cuando la Carmen ya estaba preñada del Santi. Y tuvo suerte, enseguida entró a trabajar en los Altos Hornos gracias al tío Mariano. Y como les iba bien, convencieron a padre para que me dejaran venir a mí, que a buen seguro me pintaría la capital. Y a los catorce me planté aquí, con mis pantalones cortos, con la vida que se me salía y las ganas de comerme el mundo.
Con Juan y Carmen siempre estuve bien, fueron como mis segundos padres. Pero conforme fueron llegando los sobrinos, la necesidad fue haciéndose mayor, así que mi jornal era más que necesario. Al principio trabajaba para aprender, y lo más que llevaba a casa era alguna que otra propina. Pero Felipe, mi jefe, era un buen hombre y enseguida empezó a pagarme un sueldo de aprendiz. Y cuando la conocí, ya era oficial de primera. Soñaba con ser un buen mecánico y tener mi propio taller. Pero ella no estaba al alcance de un patán como yo.
Mi vida seguía al ritmo de aquel taconeo, olía a violetas y veía a través de aquellos ojos. Mientras no la veía, la sentía, y cuando aparecía, la vivía... hasta el último de esos diez segundos. Por eso que me parecían pocos, por eso que la buscaba a la salida del trabajo, por eso que yo me creía insignificante a sus ojos, y que me ocultaba entre las sombras de mis miedos.
Y ya me sonreía. Entonces, desde mi torpeza también la sonreía, con una sonrisa manchada de grasa y aceite, con una sonrisa de batalla de antemano perdida. Mi corazón me animaba, pero mi cabeza ponía el freno. Así pasamos mucho tiempo, ya no recuerdo cuánto.
Una tarde, mientras observaba las figuras que se movían tras los visillos del bufete de "Arrieta, Gaztelu y González, abogados", esperé con una decisión inusitada en mí. Esperé a que las luces se apagaran, a que ella bajara, a que se despidiera de su amiga...
Cuando se abrió el pesado portón, vi su silueta precedida por la de un hombre joven; joven y con buena apariencia, alguien como ella. Se me heló la sangre. La amiga bajaba detrás, se despidieron rápidamente, pero ella se quedó con el hombre. Charlaban muy animados; y yo la observaba desde mi atalaya de animal malherido. Al cabo de unos minutos, eternos para mí, salieron en la misma dirección. Él le sujetaba delicadamente el codo izquierdo, y a ella... ¡a ella no parecía molestarle!
No sabía qué era lo que debía hacer: retirarme o luchar. Y es que aquella tarde yo había ido allí resuelto a encontrarla, a saludarla y hablarla. Creía que la suerte estaba de mi lado. Su mirada todas las mañanas... su mirada me decía que sí, que podía intentarlo. Y ahora... ¡Había otro!
Foto, manipulación y texto: Edurne

5 comentarios:

Anónimo dijo...

me duele leer esta historia de este chico tan poco activo, tan tímido ¿por qué se siente tan torpe? sólo es patán el que metelapata y no se da cuenta, y él parece que nunca lo hará ¡no voy a perder la esperanza!!!!!!! Le podría querer pero no comprender.

Edurne dijo...

Si es que él es así: tímido, enamoradizo, recatado, miedoso, acomplejado...
Pero me da a mí que es un buen chavalote, que está en eso del quiero y no puedo, que algo le agarra por dentro y no le deja...
Y averemos, ya veremos!

Anónimo dijo...

Yo si fuera el cometía un asesinato de estos tribales con el yupie ese de las narices, que fijo que es de los que se la aguantan con papel de fumar. Seguro que para el no es más que un buen polvo para contar luego a los amigotes. Matalo, Edurne, matalo. Pasate junto a mi al lado oscuro...

Anónimo dijo...

Por cierto, que sepas que tu blog también me ha echo la puñeta a mi después de escribir unas dos o tres líneas por lo menos, ehhhhhhhhh, que lo sepas.
Como te iba diciendo antes de que se cortara(creo que ha sido porque has metido un texto nuevo) no es que me halla rajado. Ya he vuelto al tajo, pero ahora estoy en la dura labor de corregir( a mi es que los textos me quedan un poco largos, cojona). Que sepas que desde el domingo tu y tu lourdesgemela estays en el hoyo...¿o al final sólo ha sido una? no se, no se...

Anónimo dijo...

Pues ya veis, que la tal Marramiau se me ha infiltrado y quiere decirle no sé qué al Inspector...
Pero antes, yo, que estaba la primera!

Que le mate? Al yupi? No sé, no sé... yo es que debo de ser un poco blanda, esto del lado oscuro me da un poco de... miedoooooo!

Pues yo tengo unas palabritas para el Inspector:
Oiga, Martínez, no será que ha sido usted abducido por el tal Paquito el chocolatero y por eso lo de las blonis al hoyoooo? Mire, mire que no se le olvide lo que le dijo la gata Renata...
Punto!

Vaya, vaya con esta Marramiau, creo que está un pelín mosqueada, no???

En todo caso, esperamos las nuevas aventuras del Inspector Martínez!