Martes 19 de octubre de 2010
23:06
Pues hoy no tengo mucho ánimo para ponerme con esto de escribir. Hace días que no lo hago y si no es porque me he obligado, no habría empezado, pero ya que estoy aquí…
La verdad es que me siento un poco triste estos días, más exactamente desde el viernes pasado. ¿Que cuál es el problema? El problema es la cita del otro día con el psiquiatra. A ver, sé que tengo que hablar de ello, que mejor sería empezar por el principio, más que nada por ordenar mis ideas, mis sentimientos. ¡Pero me cuesta tanto! Me cuesta no romper a llorar, que es lo que más fácilmente me sale últimamente. Estoy tan sensible… Todo lo tengo a flor de piel, todo. Algún simple diría que claro, con mi edad, seguro que ya estoy menopaúsica y que es normal, que mejor no hacerme caso, que ya se me pasará. ¡Ja! Si todo fuera así de sencillo, esperar un poco y ¡listo!
El caso es que es la segunda vez que paso consulta con este hombre. Será muy bueno o qué sé yo, pero no, a mí no me sirve absolutamente para nada. Yo necesito hablar, que me escuchen, sentirme apoyada, comprendida, y no que me miren con cara de búho, que asientan todo el rato con la cabeza, y que acto seguido saque el talonario de recetas y zis-zas… ¡antidepresivos y ansiolíticos al canto! Pues no, no los tomo, paso de sentirme abotargada todo el día, de ir por la vida como un zombi, y ¿para qué? Para que mis problemas sigan ahí, en el mismo sitio, sin moverse ni cambiar un ápice. Esa solución no es válida para mí. Yo quiero ser consciente de todo lo que ocurre a mi alrededor, bueno o malo, pero necesito las herramientas que me ayuden en el trabajo de solucionar los problemas que se me van presentando.
Aparecí en la consulta de este hombre por la insistencia de Marina, mi médico de familia. Marina es un encanto y nos conoce a todos desde hace muchos años. Ella lo hace de buena fe, pero no ha acertado mandándome al psiquiatra. Claro, seguro que se sentía un poco desbordada conmigo y ha creído conveniente la intervención de un especialista…
Y este buen hombre, el psiquiatra, porque vamos a dar por sentado que es un buen hombre, que ha estudiado tanto porque quiere ayudar a sus semejantes… Pues eso, que este buen hombre, se enfadó mucho conmigo el otro día cuando le dije que no, que no estaba tomando la medicación. Y que entonces para qué iba donde él. ¡Otra vez JA! Pues para que me ayudara a curar las heridas del alma, para que me escuchara y me orientara… ¡Poco menos que me mandó a ver a un cura!
Agarré una llorera allí mismo…
Y porque una es educada, que ganas no me faltaron de decirle cuatro cosas bien dichas, en serio. Hay algo que se llama “EMPATÍA”, y las personas que se dedican a estos menesteres deberían tenerla de forma natural. Y humanidad, compasión, en el buen sentido de la palabra, y paciencia, y…
Total, que me marché de la consulta peor de lo que había ido. O sea, en mi caso, peor el remedio que la enfermedad.
23:06
Pues hoy no tengo mucho ánimo para ponerme con esto de escribir. Hace días que no lo hago y si no es porque me he obligado, no habría empezado, pero ya que estoy aquí…
La verdad es que me siento un poco triste estos días, más exactamente desde el viernes pasado. ¿Que cuál es el problema? El problema es la cita del otro día con el psiquiatra. A ver, sé que tengo que hablar de ello, que mejor sería empezar por el principio, más que nada por ordenar mis ideas, mis sentimientos. ¡Pero me cuesta tanto! Me cuesta no romper a llorar, que es lo que más fácilmente me sale últimamente. Estoy tan sensible… Todo lo tengo a flor de piel, todo. Algún simple diría que claro, con mi edad, seguro que ya estoy menopaúsica y que es normal, que mejor no hacerme caso, que ya se me pasará. ¡Ja! Si todo fuera así de sencillo, esperar un poco y ¡listo!
El caso es que es la segunda vez que paso consulta con este hombre. Será muy bueno o qué sé yo, pero no, a mí no me sirve absolutamente para nada. Yo necesito hablar, que me escuchen, sentirme apoyada, comprendida, y no que me miren con cara de búho, que asientan todo el rato con la cabeza, y que acto seguido saque el talonario de recetas y zis-zas… ¡antidepresivos y ansiolíticos al canto! Pues no, no los tomo, paso de sentirme abotargada todo el día, de ir por la vida como un zombi, y ¿para qué? Para que mis problemas sigan ahí, en el mismo sitio, sin moverse ni cambiar un ápice. Esa solución no es válida para mí. Yo quiero ser consciente de todo lo que ocurre a mi alrededor, bueno o malo, pero necesito las herramientas que me ayuden en el trabajo de solucionar los problemas que se me van presentando.
Aparecí en la consulta de este hombre por la insistencia de Marina, mi médico de familia. Marina es un encanto y nos conoce a todos desde hace muchos años. Ella lo hace de buena fe, pero no ha acertado mandándome al psiquiatra. Claro, seguro que se sentía un poco desbordada conmigo y ha creído conveniente la intervención de un especialista…
Y este buen hombre, el psiquiatra, porque vamos a dar por sentado que es un buen hombre, que ha estudiado tanto porque quiere ayudar a sus semejantes… Pues eso, que este buen hombre, se enfadó mucho conmigo el otro día cuando le dije que no, que no estaba tomando la medicación. Y que entonces para qué iba donde él. ¡Otra vez JA! Pues para que me ayudara a curar las heridas del alma, para que me escuchara y me orientara… ¡Poco menos que me mandó a ver a un cura!
Agarré una llorera allí mismo…
Y porque una es educada, que ganas no me faltaron de decirle cuatro cosas bien dichas, en serio. Hay algo que se llama “EMPATÍA”, y las personas que se dedican a estos menesteres deberían tenerla de forma natural. Y humanidad, compasión, en el buen sentido de la palabra, y paciencia, y…
Total, que me marché de la consulta peor de lo que había ido. O sea, en mi caso, peor el remedio que la enfermedad.
Salí y no sabía muy bien qué hacer. El rapapolvos que me echó fue de los de órdago, y eso me hizo pensar en muchas cosas. Decidí “jugar” un papel con él, y en la próxima consulta, al mes que viene, lo pondré en práctica. Pero como necesitaba calmarme y no quería llegar a casa de mi madre en semejante estado, la pobre está sufriendo mucho conmigo, sabe lo mal que lo estoy pasando y no sabe cómo ayudarme, ¡pues me fui de tiendas! Menos mal que soy prudente porque sino… de la rabia que tenía, ¡me habría dedicado a las compras compulsivas!
¡Uf, qué habría sido eso, mamma mía! ¡Había tantas cosas bonitas y atractivas en los escaparates! A mí siempre me ocurre lo mismo, cuando se acaba el verano y ya estamos en otoño, me apetece muchísimo la ropa de calor, los colores de la tierra… Y ahora, con este rollo de la crisis, que ya no sé yo si va a ser un invento de los de siempre, pues eso, que las tiendas están echando todo lo que tienen, poniendo toda la carne en el asador para atraer a los pobres incautos, o sea, a nosotros, para que gastemos, consumamos y generemos… ¡no sé el qué!
Y sí, me animé, me calmé primero, y después me animé, así que me presenté en casa de mi madre con unos guantes preciosos de cuero marrón y gamuza de esa calentita por dentro para ella, y una bufanda de pura lana virgen para mi señor padre, que el hombre me quiere muchísimo y a veces tengo la sensación de que le debo algo, no sé, agradecimiento, cariño… Y como ahora estoy así de sensiblona, veo que me estoy acercando más a él, que le veo de otra forma.
¡Hala, y a llorar otra vez!
Cuando llegué a mi casa de toda la vida, porque la casa de mis padres, siempre será mi casa de toda la vida, mi madre me había preparado la merienda, siempre que voy me prepara la merienda, la de toda la vida también, mi Colacao calentito con seis galletas Chiquilín con mantequilla. Me chifla, no lo puedo remediar. Y de pronto es como si el mundo se parara y todos mis problemas desaparecieran de un plumazo. Mis padres me miran con tanto cariño que no puedo dejar de sentirme la niña que fui…
¡Caramba, ya estoy con el nudito en la garganta! ¡Ay!
A Patricia también le gusta el Colacao con galletas Chiquilín, ¿será eso lo único que ha heredado de mí? Tengo que merendar con ella, tengo que hablar con ella, saber qué le pasa…
Y es que está claro que algo le pasa, y que yo estoy muerta del miedo.
Cuaderno, ya seguiremos, ¿vale? Ahora estoy en stanbay (¿se escribirá así?), me tengo que recuperar…
Puri
Pintura: “Mujer escribiendo” de Picasso Texto: Edurne
18 comentarios:
Pasado el momento "pastelón" de ayer, aquí tenemos de nuevo a la amiga Puri, o sea, volvemos ala realidad (lo otro también era pero más dulce, claro!)
Gracias por tanta "flor" en mi jardín, las recojo con cariño y un poco avergonzada... yo no quería piropos, sólo pretendia hacer un pequeño haiku cantando al amor!
Ayyyys!
Gracias, repito!
;)
Mari Puri en estado puro.
No, no necesita un psiquiatra.
Mari Puri necesita paz.
Saludos.
Los psiquiatras te confunden.
A los amigos íntimos y a la familia no les puedes contar cierto tipo de cosas.
Dile a Mari Puri que escriba en un blog, ayuda mucho al alma.
Un abrazo.
Mira , se de lo que hablo y te diré que no puedes necesitar psiquiatra sin antes pasar por un psicólogo, eso es así , esta muy claro.
Por otro lado un psiquiatra medica y si no vas aa tomar la medicación esta de mas que pierdas tu tiempo en ir .
Porque no buscas una psicologa , si lo que deseas es que te escuchen , te entiendan , esten ...
Yo lo haría , quien no necesita una , no ? Todo tiene solución niña , pero no hagas nada obligada , esta muy bueno que busques ayuda , eso es una buena señal , pero no creo que sea la medicación el remedio.
Un beso :)
♥´¨)Buenas Palabras Mary Puri
¸.-´¸.-♥´¨) ¸.-♥¨)
(¸.-´ (¸.-` ♥♥´¨) ♥.-´¯`-.- ♥
Cariños.
Debería cambiar las sesiones del psiquiatra por más visitas a casa de sus padres.
Besos.
Dile a Mari Puri que se enamore. A ver qué tal le va.
Saludos
Necesitas una dosis de realidad...
Yo he llegado aquí casi por error. Pero qué lindo escribe esta atribulada amiga.
Coincido en que las visitas a la casa paterna traen más beneficios que este terapeuta (quizá probar con otro, no estaría mal) y tomar una merienda con esas galletitas que no conozco en 3D, es decir 3 degeneraciones, tampoco es mala idea.
Ánimo Edurne, hay que buscar el caminito y luego andarlo bien. LLeva su tiempo, paciencia.
JAVIER:
Creo que tienes razón, lo que necesita es PAZ y TRANQUILIDAD!
Un saludo!
;)
OJOSNEGROS:
Por eso está escribiendo su diario...
Lo que ella no sabe es que también está escribiendo en un blog, jejejejeje! Si llega a enterarse de que la lee tanta gente...!
Un besote!
;)
GITANA:
Creo que la amiga Puri ya sabe todo eso, pero debe estar probando y ahora sacando sus conclusiones...
A ver qué nos cuenta la próxima vez!
Un beso!
;)
MARY:
Sí, a mí también me parece muy razonable en todo lo que dice.
Un beso.
;)
TORO:
A que sí?
Espero que se dé cuenta y ella misma descubra cuál es la terapia más adecuada para su estado!
Un petó!
;)
ANTORELO:
Si ya lo está! De su Alfredo, su marido.
Sus problemas van por otros derroteros y como me parece chica lista, cro que sabrá encontrar el camino para ser feliz sin sufrir demasiado!
Un abrazo!
;)
DINOBAT:
Eso a quién se lo dices, a la protagonista del relato o a mí?
En cualquier caso, creo que en la realidad estamos, tanto ella como yo, cada una en la suya!
Un saludo.
ANÓNIM@:
Lo de la merienda con las galletitas Chiquilín y el Colacao... lo mejor, seguro!
Mantendré informada al respecto a la amiga Puri (que no soy yo).
Pues qué bien que hayas aparecdio por aquí así, por error o azar... Bienvenid@!
Un abrazo!
;)
Aceptar muchas realidades de la vida que se comprenden al hacerse uno mayor es un reto que cuesta superar. A cierta edad todos lo pasamos mal hasta que aceptamos lo que hay que aceptar y aprendemos a convivir con ello. Le recomiendo que vaya mejor a un psicólogo y/O que lea la revista PSICOLOGIA PRÁCTICA (GLOBUS COMUNICACIÓN)
Saludos (Nocheydia)
El amor puede curarlo todo... como dicen más arriba... a enamorarse...
Saludos y un abrazo.
NOCHEYDÍA:
Qué bien tenerte de nuevo por aquí de visita!
Oues sí, eso creo yo que es algo de lo que todo el mundo, en uno u otro momento de la vida se da cuenta, y no le lqueda otra que aceptar lo que viene.
La amiga Puri está en ello, seguro, que la veo yo a ella con ganas de superar el mal rato!
Besitos!
;)
LA SONRISA DE HIPERIÓN:
EL amor lo cura casi todo, es clerto.
Y aunque nuestra amiga ya está enamorada de su marido, a lo mejor lo que le falta es "enamorarse" un poquito más de ella misma...
Un abrazo!
;)
Bueno, Mari Puri puede tomar y pensar, cuéntale que a veces hay algo llamado química que se descompone...
Puri: el tema de los psiquiatras o psicólogos es complejo, tienes que saber qué corriente teórica sigue, que línea metodológica y todo eso, pues si no, vas a dar con uno que sólo te dará recetas y más recetas, como te ha pasado.
Edurme: Muy bueno tu personaje, lo voy siguiendo, por los caminos de sus aventuras. Si puedes, aconséjala bien.
Un beso enorme.
Humberto.
ZEL:
Que no sé yo...
Que me da a mí que a esta chica la química... ná de ná!
Petons, maca i gràcies, le diré, le diré...!
;)
HUMBERTO:
Uf, pues fíjate si hay que ponerse a investigar en las corrientes que siguen tal o cual psicólogo oo psiquiatra...!
Nada, nada, casi mejor que le dé al boli y al papel!
Iré a ver si está en "trance" estos días y nos "regala" nuevas tribulaciones, o alegrías!
Y de paso, que me invite a un Colacao! Jejejeje!
Un abrazote y gracias por tus palabras!
;)
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