Por tercer año comparto estas uvas de la ira con ustedes. ¿Cómo pasa el tiempo, verdad?
Para cuando nos queremos dar cuenta, ya se nos han escurrido de las manos los buenos deseos del año anterior, las esperanzas en este año que, por fin, se acaba…
El tiempo no vale casi nada, está devaluado (¿será por la dichosa crisis?), aunque yo creo que sí, que el tiempo es oro, a pesar de que la expresión sea ya un “lugar común”.
Muchas veces me veo como loca corriendo detrás de este tiempo huidizo, el que se lleva nuestros momentos, los buenos y los malos (estos últimos, menos mal que se los apropia). Y correr así, persiguiendo algo que ya nunca volverá a ser… parece un poco ridículo, ¿no? Mejor correr en pos de lo que vendrá, ¡digo!
El caso es que el tiempo queda ahí, en nuestros archivos personales, en los anales de la historia colectiva, en nuestro libro de cuentas. Queda y de vez en cuando lo podemos sacar a ventilar, a quitarle el polvo acumulado, a recordarlo, a enseñarlo… o no, y lo mantenemos ahí, guardado y bien guardado, condenado al olvido y al mayor de los ostracismos (seguro que en ocasiones, hasta se lo merece).
Por tercer año comparto estas uvas de la ira con ustedes. Y me siento contenta de poder hacerlo, eso significa que llevamos tres años de singladura orillera, de buenos vientos y brisa tranquila. La Orilla se viste de espuma y plata para brindar con sus amigos, los viejos y los nuevos, los de siempre, los de mi cercanía y los de mi lejanía. La Orilla levanta su copa, chispeante de burbujitas verdes y azules, nacaradas y risueñas, para brindar por una nueva etapa, para desearles todo lo mejor, ya saben, en el “Espíritu Navideño” quedó dicho. La Orilla y la orillera brindan por todos ustedes, porque sigamos siendo olas que saltan bravas y también tranquilas en este mar de… “lágrimas”, ¿me creerán si les digo que iba a decir lágrimas?
Reminiscencias.
El caso es que sí, a veces son lágrimas, a veces son risas, pero siempre será respeto, cariño y simpatía.
Y gracias, siempre las gracias por su fiel compañía.
No se olviden, tienen la obligación de SER FELICES (les pediré cuentas, no se crean).
URTE BERRI ON! ¡FELIZ AÑO NUEVO!
Foto: Edurne, y “Las uvas de la ira”, como siempre, de la cocina de mi amatxu.
No se olviden, tienen la obligación de SER FELICES (les pediré cuentas, no se crean).
URTE BERRI ON! ¡FELIZ AÑO NUEVO!
Foto: Edurne, y “Las uvas de la ira”, como siempre, de la cocina de mi amatxu.