jueves, 31 de enero de 2013

HISTORIAS DE LA RÍA XXIV



Por el río Nervión bajaba una gabarra,
rúmbala, rúmbala, rum (bis)
con once jugadores del Club Atxuritarra
rúmbala, rúmbala, rumba, la rumba del cañón (bis).

Si no tienes un duro no te hace caso nadie,
rúmbala, rúmbala, rum (bis)
en cambio si lo tienes, amigos a millares,
            rúmbala, rúmbala, rumba, la rumba del cañón(bis).


Así cantamos los de Bilbao cuando nos da el aire botxero… Y así queda más que claro la importancia de la Ría en nuestras vidas.

Por aquí seguimos. La Ría en su sitio, aunque estos días pasados ha estado muy ocupada transportando el caudal tan desmesurado de agua que le ha caído encima así porque sí, sin consultar ni nada. Agua va y agua viene, y ella ahí, aguantando el tipo, con más miedo que vergüenza, seguro, porque solo de recordar el verano del 83, creo que con ella echamos a temblar todos… Pero no, se ha portado como lo que es: una chicarrona del Norte, y ahora está respirando más tranquila; los cielos le han dado una tregua, y a nosotros una alegría, sale el sol que templa el ambiente y alegra los corazones. Sus aguas bajan mansas desde El Abra, pasan por Deusto y el Ayuntamiento, El Arenal, San Antón, La Peña… de puente a puente y tiro porque me lleva la corriente. Se la ve alegre y dicharachera, ha pasado un mal trago y está que no se lo cree…





Pero vayamos a lo que nos ocupa, que es terminar esta crónica de la Ría y colgarla en la Orilla. Me está costando, no crean, son tantos los frentes que me ocupan que no encuentro el momento para dedicarme a hacer de cronista de mi ciudad, en este caso.

Les cuento que he vuelto a las aulas, pero como alumna. Estoy haciendo un curso de siete semanas, desde el día 7 de enero hasta el 22 de febrero, de reciclaje en materias que ocupan nuestro currículo escolar, aquí en el País Vasco. R600 se llama el curso y abarca Historia, Literatura, Geografía, Antropología, Etnografía, Etnología, Folklore y Tradición., Literatura Oral, Euskalgintza (documentos escritos en Euskara tales como periódicos, gacetillas, libros, métodos de Física o el catón de toda la vida, cartas, actas de todo tipo, Fundación de Entidades culturales, tales como Euskaltzaindia, la Real Academia de La Lengua Vasca…) y charlas, visitas de interés cultural y también lúdico, que de todo tiene que haber. Pero lo peor para mí es ¡estar cinco horas y media sentada en un pupitre! Y como luego tengo deberes casi todos los días… ya ni les cuento cómo están mi espalda, mi cuello con las cervicales en pie de guerra… En la escuela creo que mis “piezas” están dando bastante guerra, y con mi sustituta estoy teniendo charlas largas, largas (ella me cuenta, yo le cuento…)
Así que una de las razones por las que casi estoy desaparecida en combate es esta que les acabo de comentar. Después, está lo de siempre, trabajo doméstico y familiar, mucho. Y yo, que estoy muy agotada y agobiada conmigo misma, jejeje, los periodos de transición son terribles, está comprobadísimo.



Aunque todavía soy capaz de rascar por aquí y por allá, y escaparme al Foro, o disfrutar en pequeñas dosis de mi Botxo. Como hace unos días, que estuvimos degustando  Bilbao como un caramelo de malvavisco de los que hacían en Santiaguito (mis paisanos saben de qué hablo).





Pues bien, hubo una de pintura, esta vez la artista vasca, recientemente fallecida a muy avanzada edad, Menchu Gal. Mujer entre hombres, pionera en esto de la pintura moderna, de muy niña marchó a Paris a estudiar dibujo y pintura, admiradora del Fauvismo representado por Matisse (a mí Matisse me chifla), y bueno… una gozada de exposición. Está en el edificio nuevo de la UPV en Abandoibarra, muy aprovechado él, merece la pena acercarse por allí pues de vez en cuando hay exposiciones de interés.











La lluvia nos fastidió un poco el paseo del mediodía, pero no importó demasiado porque a las cinco habíamos quedado con Amparo y José Luis para ir a ver un partido de pelota en el frontón Bizkaia, una pasada de frontón, todo nuevo… con Martínez de Irujo y Aimar Olaizola, nada más y nada menos, que jugaban en la Liguilla del Campeonato de parejas, el primero con Zabaleta, y el segundo con Zabala. Ganaron los primeros, pero estuvo muy emocionante, y el frontón a rebosar.
Y allí mismo, a la salida, nos encontramos con Marino Lejarreta el legendario txirrindulari, simpático el hombre, que se dejaba sacar fotos con todo el mundo.











Cuando entrábamos en el frontón, la tarde era radiante. Cuando salimos, por el contrario, la noche se había vuelto de perros. A todo correr y como se pudo, nos refugiamos en un bar cercano y nos dedicamos a sacar algo de comer, no se podía hacer otra cosa. Todo el rato nos lo pasamos así, corriendo y entrando en los sitios para refugiarnos. Pero la climatología adversa no importa cuando estás en buena compañía, ¿no creen ustedes?



¿Leer? ¡Sí, por favor! Lo que ocurre que ahora estoy leyendo libros en Euskera “ELGETA” de Joxean Agirre y “ROSSETTIREN OBSESIOA” de Ramón Saizarbitoria. En castellano, tengo entre manos “CONTRA EL VIENTO DEL NORTE” de Daniel Glattauer, y… ¡sigo comprando libros como una posesa, jajajaja! Ya se los presentaré más adelante, tranquilos.





Ahora voy a terminar esta crónica ya pues me muerden las responsabilidades varias, o que yo no llego a todo o… ¡no sé! 
Terminaré hablando del tiempo, variable él: unos días nos inunda y otros nos acalora. Locos, vamos a terminar todos locos de remate. Pero mientras eso ocurre, ya saben: ¡Me sean felices, por favor!

  • Seguro que se me han olvidado cosas, pero…
  • Iré colgando las fotos que me faltan y algún enlace que otro en las siguientes horas. Y también revisaré el texto, por si hubiere alguna errata... Me sabrán disculpar, ¿verdad? ¡Gracias!

Fotos: Antonio y Edurne  Folletos exposición: de la misma, Imágenes de gabarra, caramelo de Santiaguito, portadas de libros y pintxos: Internet






sábado, 26 de enero de 2013

CARTAS A RICARDO (y III) (Sujetas a reformas)




                                                                              Hola, Ricardo:

Ha pasado mucho tiempo desde que volví a Argentina. Huyendo, sí, ahora puedo decirlo: huyendo de ti, de mí, de Marta y de mi madre. Huyendo de esa nube espesa de amor, pena, culpa, rencor, traición… Sé que hice lo correcto, de lo contrario habría muerto de angustia, engullida en esa espiral que habíais creado y en la que me dejé mecer durante tantos años. Haberme quedado nos habría traído más problemas.

¿Eres consciente, Ricardo? ¿Eres consciente de que las vidas de tres mujeres dependen de ti? Creo que no, aunque a veces te veo como un auténtico depredador, frío y cruel. Te odio, Ricardo. En mí se conjugan muchos sentimientos y uno de ellos, tal vez el más importante, es el odio. Has destruido tres vidas, si no contamos la tuya, que también lo está, pero tres son las que me importan: la mía, la de mi madre y la de Marta.

Marta, mi madre y yo. Tres mujeres enamoradas de ti hasta los tuétanos. Tres mujeres unidas por lazos de sangre. Tres mujeres de diferente edad. Tres mujeres que estoy segura, para ti formaban el ideal de una sola. Por eso tal vez, y a tu manera, nos has querido a las tres, aunque nos hayas utilizado, manejado, jugado con nosotras...
Marta, sabedora de la historia que tenías con mi madre, se volcó en mí como forma de derramar todo ese amor que sentía por vosotros. Y después aprendió a quererse a ella misma. Gracias a ella tomé la decisión de dejaros y regresar a Argentina.

Mi madre, sospechando que Marta sabía y que yo también había sucumbido a ti, quiso disuadirme. Me prometió dejarte para alejarme del peligro, incluso me propuso volver aquí juntas… Pero no, tú eras más fuerte que todo, más fuerte que cualquier otro amor, incluso del materno y prefirió arder en las llamas de un amor prohibido y que estaba abocado a no llegar a buen puerto. No le importó sacrificarme a mí también. Estaba enferma de amor. Y sabía que más tarde o más temprano también lo estaría de verdad, la enfermedad hereditaria estaba asomando, tal vez Marta y yo misma la heredemos, y entonces tú serás el único testigo de nuestra verdad. Ahora ya no hay remedio, el final es inminente.

Cuando te conocí, mi corazón de niña sufrió su primer envite. Intenté desterrarte de mis sueños sin demasiado éxito. Mientras, Marta me acogió como si de una hermana mayor se tratase. Mi madre necesitaba mucho cariño, apoyo… ¡Y lo tuvo, ya lo creo que lo tuvo! Tu ayuda fue primordial para poder liquidar todo el asunto de la herencia de mi padre e instalarnos definitivamente. También que nos tomaras bajo tu tutela directa nos dio seguridad. Mi madre volvió a sonreír, parecía otra, no, parecía la que había sido, solo que más viva. Yo no veía más allá de mis propios deseos y viví esos primeros años angustiada por un sentimiento de culpabilidad que me hizo ser una adolescente taciturna y encerrada en mí y mis propias fantasías. Pasaste a formar parte de nuestras vidas como el aire que necesitábamos para respirar. Nos eras totalmente imprescindible. Si no era con Marta, eras tú solo el que nos visitaba, y nuestra casa, esa vieja casa de la abuela que tanto miedo me daba, se volvió luminosa de pronto. Tu presencia la iluminaba, tu risa… Pero cuando no estabas, mi madre irradiaba esa luz que yo no sabía explicarme de dónde le nacía, y la casa quedaba esperando tu vuelta, lo mismo que nuestros corazones. Siempre había un pretexto para que os dejarais caer por allí, y si no era así, nosotras lo inventábamos. Cada día lo vivía como un castigo, tú no podrías ser mío nunca. Al principio no supe ver la realidad. Hasta aquel día…

Habían pasado cinco años de nuestra vuelta, para entonces yo llevaba escondida en mi corazón la pena de un amor que nunca sería correspondido y la certeza de una traición. Demasiado sufrimiento para una joven como yo. No sé qué ocurrió entre vosotros aquel maldito mes de enero, entre mi madre y tú. Solo recuerdo que ella casi se vuelve loca, estaba fuera de su cuerpo y de su mente, era como un alma errante en un mundo extraño, apenas una sombra de lo que era. Recuerdo a Marta cada vez más delgada, más cómplice de su propia pena, sonriendo sin creérselo. Y te recuerdo a ti aquel día, sentado en el sofá de nuestro salón esperando a que mi madre, recluida en su habitación, te mirara, quisiera verte y hablarte. Recuerdo tu cabeza aprisionada entre tus manos, el pelo alborotado y tu sonrisa forzada. De pronto levantaste la mirada que mantenías clavada en los dibujos de la alfombra y me viste. Yo acababa de llegar de la universidad y estaba parada en la puerta, muda, atrapada en aquella atmósfera irreal. Hacía un frío terrible, la casa estaba helada, como yo, por dentro y por fuera. Me miraste y me viste. Te levantaste, caminaste despacio hacia mí, apartaste el pelo de mi cara, cogiste mis libros, mi bolso, lo dejaste todo encima de la consola y… ¡me besaste! Creí morir. Hoy sé que no era a mí a quien besabas, sino a mi madre.

Y sí, fue una muerte lenta que duró  hasta que me deshice de tus garras de crápula. Has chupado mis ilusiones, mi juventud, mi inocencia y me has regalado sueños oscuros y futuros sin horizonte. Necesitabas sangre joven para renovar tu pacto con el diablo. Tu encanto salió a flote de nuevo y todo siguió igual que siempre. Tu mujer intuyó lo que estaba pasando, y mi madre solo supo que estaba enamorada de ti. Nunca supieron que mi enfermedad era más grave de lo que parecía y que me estaba desahuciando.

No sé si para ti todo esto ha sido un juego nada más. Quizá solo te has dejado querer, pero nos has arrastrado como la marea arrastra todo lo que se pone en su camino aun a sabiendas del daño que nos estaba causando a todos esta relación. Nos  convertimos en tres inocentes moscas atrapadas en la tela que habías tejido tan sutilmente.

Me he decidido a escribir esta carta porque ya ha pasado el tiempo suficiente, porque mi madre va a morir de un momento a otro y porque en pocos días tendré que enfrentarte. Prefiero que sepas todo el dolor que me ha causado quererte, aunque tú pensabas que era el capricho de una niña mimada que necesitaba la figura de un padre… No, la figura paterna es la que siempre ha sido, la de Guido, mi maravilloso padre. Nunca he necesitado sustituirlo, pero sí he necesitado un hombre como tú. Lástima que llegara la última al reparto de tus sonrisas, de tu cariño… Yo necesitaba AMOR y PASIÓN con mayúsculas y eso ya lo habías regalado antes. AMOR a Marta, porque estoy segura de que en el fondo todavía la amas. Y PASIÓN a mi madre, que te envolvió con la suya, totalmente desagarrada por la vida, con su vitalidad . ¿Y para mí? Para mí quedaba el cariño de un hermano mayor, de un padre sustituto, de…

Ahora estoy tranquila. Mi conciencia está en paz. Con mi madre pienso enterrar mi pasado, y pienso enterrarte a ti. Cuando nos veamos no intentes ningún acercamiento, Ricardo, ahora soy una mujer nueva y fuerte. Solucionaré mis cosas y volveré aquí, donde he encontrado mi sitio. Solo deseo que tanto Marta como tú encontréis la paz.
                                                       
Liliana


Texto: Edurne  Imagen: Internet

jueves, 24 de enero de 2013

CARTAS A RICARDO (II) (Sujetas a reformas)




        Querido mío:

Cuando leas esta carta, mi salud estará bastante deteriorada, tanto como para hacer imposible que pueda pensar y razonar con claridad;  mucho menos redactar tres líneas con un mínimo de lógica.

Mi enfermedad, la misma a causa de la que murieron tanto mi abuela y mi madre como mi hermana, se ha manifestado por fin cruel y egoísta después de haberse mantenido agazapada y cobarde desde el mismo día de mi concepción.

Te he querido muchísimo, demasiado. Te he querido con frenesí, con miedo, con culpa, con el último aliento, con cada poro de mi piel y cada sentimiento de mi corazón. Muchas veces ni siquiera me he podido mirar al espejo del asco que me daba ver mi imagen reflejada en él, y recordar lo que le estaba haciendo a Marta, a mi propia sobrina… Pero, Ricardo, tú has sido más fuerte que todo y me has arrastrado  tras tu sonrisa, tus ojos, tu piel, tu boca… Has sabido ver en mí esa mujer que aún era, y soy. Me has regalado a mí misma, la Andrea olvidada, dormida...

Con Guido fui muy feliz y nos quisimos mucho. Quedé destrozada cuando él murió, por eso decidí volver a casa, con mi gente, no soportaba estar allí entre extraños que no me entendían… Y aquí estabais. Reencontrarme con Marta fue como volver a mi infancia, mi adolescencia, a los brazos de mi madre… ¡Quién podía sospechar el peligro que nos acechaba!

No me arrepiento de nada, Ricardo, de nada. También sé que hemos sido temerarios, injustos… Marta ha sufrido mucho hasta que decidió quererse a ella y dejar que nosotros siguiéramos nuestro camino. En el fondo ha sido la más sabia de los tres, bueno, de los cuatro, sí, porque en este juego también entra Liliana. ¡Pobre hija mía!, quien tampoco pudo resistirse a ti. Sé que se enamoró perdidamente, como solo se enamora una adolescente. Sé de su sufrimiento durante estos años, y yo no he podido hacer nada por evitarlo. Por eso se ha marchado. Ella nos adora a los tres y sería incapaz de hacernos daño alguno. Ha preferido quitarse de en medio y poner todo un océano entre nosotros. ¡Pero cómo la necesito, Ricardo…!

¿Qué tienes Ricardo, qué tienes que anulas nuestras voluntades y consigues que corramos tras de ti sin importarnos nada más? Acaso sea ese halo de niño desvalido y eterno, o ese toque de “enfant terrible” que arrastras desde que de verdad eras un niño y que a las mujeres tanto nos gusta. De esta forma podemos ser mujeres, madres, amantes, amigas, confidentes… Podemos ser la buena, la víctima, la mala, ejercer nuestra dualidad sin cortapisas. O tal vez sea ese saber hacer y actuar en cada momento. Con Marta, atento y generoso. Conmigo pasional y tierno a la vez. Con mi hija paternal, cariñoso… No lo sé, Ricardo, no lo sé, pero eres droga dura.

Ricardo Castro, un hombre atractivo,  profesional de éxito probado, casado con una bellísima y brillante mujer, Marta Gallastegui. Ricardo Castro lo tiene todo, sí, aparentemente, lo tiene todo: una carrera y una posición social solvente y de éxito, una mujer que le apoya en todo, una amante solícita… Solo nosotros sabemos que no es así, que no tienes nada, que no tenemos nada.

Sé lo que me espera. Solo deseo que sea rápido, no sufrir como sufrió mi madre ni haceros sufrir a vosotros. Recuerdo la agonía de mi madre y lo que pasó mi pobre hermana. Estoy asustada, no lo voy a negar, tengo mucho miedo. Pero también sé que Marta estará a mi lado. ¿Y tú, Ricardo? ¿Vas a dejar tus miedos fuera y vas a asumir la verdad de nuestros amores de una vez por todas, pase lo que pase? Espero que lo hagas, no por mí, sino por Marta, que es más inteligente de lo que piensas, por Liliana y por ti mismo.

Cuando estés leyendo estas letras, posiblemente yo ya no sea consciente ni de mí misma. Mi amiga Mercedes tiene el encargo expreso de hacerte llegar esta carta cuando ese momento llegue. Lo siento, Ricardo.

Recuérdame vital y apasionada, enamorada de ti, antes, ahora y siempre…

                        Tuya hasta el final
                                       
                                                    Andrea


P.D: Busca a Liliana y tráela a casa. Cuida de ellas, de Marta y de mi hija. Ellas son mi     legado, mi herencia.


Imagen: Internet  Texto: Edurne

martes, 22 de enero de 2013

CARTAS A RICARDO (I) (Sujetas a reformas)




                                                                                       Ricardo:
                                                                 
No creas que para mí es fácil escribir esta carta. De hecho, todavía no sé muy bien todo lo que quiero decirte, ni cómo decírtelo.

Hace mucho que tú y yo ya no hablamos, no al menos como lo hacíamos en los primeros años de nuestro matrimonio. Sé que todo eso es normal, pero nuestra situación excede esa normalidad. Intuyo que sigues conmigo por mera rutina, ya que desbaratar toda una vida  a estas alturas es un verdadero lío. Sí, lo sé, pero a veces pienso que nuestra cobardía nos ha ido encerrando cada vez más y más en nuestra propia cárcel. Llegados a este punto, lo mejor es decirnos las verdades, descorrer las cortinas y dejar que entre la luz de la realidad para poder ver el camino sin miedo. Liberarnos de tanto tapujo, de tanta mentira… ¿No crees?

Andrea. Sí, ya hace un tiempo que sé que Andrea y tú habéis sido amantes desde que ella llegó de Argentina al quedarse viuda. ¡Y ya han pasado casi catorce años desde entonces!

Tranquilo, no, no voy a hacer de esta carta un manifiesto de reproches ni voy a mostrarte mi orgullo herido. Hace tiempo que ya no me quedan reproches ni orgullo. Aunque las heridas sí estén en lo más hondo de mi ser, porque no dudes de que me sentí tremendamente herida y humillada durante muchos años, pero ahora… Ahora he asumido todo ese dolor, y por eso puedo escribirte.

Andrea. Mi propia tía y mi marido me traicionan sin ningún pudor; porque así ha sido, Ricardo, no habéis tenido ningún pudor, ni un ápice de vergüenza. Es más, casi me atrevería a decir que lo habéis aireado todo lo posible. No sé si queríais ser pillados, si os producía un cierto morbo o más cotas de placer…

Cuando asumí vuestro engaño y cambié mi propio papel en nuestra relación de pareja y en la mía como sobrina, decidí que lo primero era YO. Y ahí iba a salir ganando. La clandestinidad agota, querido Ricardo, ¿o no? Vuestra historia ha ido subiendo y bajando como los valores que se cotizan en Bolsa, igual que una montaña rusa, y ahora lleva un tiempo en el mercado de las horas bajas… También he sabido que Andrea te ha dado un ultimátum en más de una ocasión, porque estaba cansada de esta historia, y en estos momentos en que la enfermedad la tiene prisionera no tiene fuerzas para reclamarte absolutamente nada.
Tal vez sea por eso por lo que te escribo esta carta, no lo sé…

Mi relación con ella siempre fue muy especial. La disfruté como a una hermana mayor cuando yo era una mocosa. Quedé desolada cuando se casó con Guido, el tío Guido, un hombre fascinante a quien no tuviste la suerte de conocer. Enseguida me percaté de que ambas habíamos ganado: Guido resultó ser el complemento ideal de Andrea y para mí un tío maravilloso. Cuando marcharon a Argentina, creí que los había perdido para siempre. Sufrí mucho cuando el tío Guido murió en aquel trágico accidente, también sufrió mucho Andrea, por eso me volqué tanto en ella cuando decidió regresar con nosotros, su familia. Además, traía un pequeño regalo, traía a Liliana, que a sus quince años era tan hermosa como lo era su madre. Y pensé que se repetía la historia: yo asumía el papel que Andrea jugó conmigo y Liliana era como la adolescente que yo había sido.

¡Ilusa de mí! Tan contenta estaba desempeñando el papel de hermana mayor con aquella niña, mi joven primita, que descuidé mi propia casa y dejé que Andrea se apoderara de lo que más quería, tú.

Al principio no fui consciente de nada. Más adelante pensé que eran figuraciones mías, al fin y al cabo éramos familia y el cariño es moneda de cambio entre los de la misma sangre… Más tarde, lo que era evidente pasó a disipar la niebla de mi inocencia.

Eres un hombre especial, Ricardo, no conozco a nadie que no se haya resistido a tus encantos; es inevitable caer rendido ante tus atenciones, tu naturalidad, tu delicadeza, tus muestras de interés y cariño… Has sabido darnos a cada una lo que necesitábamos en el momento exacto. ¡Andrea no iba a ser menos, máxime la situación en la que se encontraba! Y tú, tú eres débil, te dejas querer. En el fondo eres como un niño al que le excita el riesgo, lo prohibido, desafiar la norma, jugar con el concepto del bien y el mal.

Ahora creo que dejabais pistas a propósito, tal vez porque queríais ser pillados y la situación os ahogaba. Pero yo me hacía la loca, no sabía cómo haceros frente, ¡os quería tanto a los dos que no me interesaba aceptar lo que estaba tan claro! Prefería esconderme en el desván de la ignorancia protegida por mi abrigo de cobarde, por el miedo a perderos, por la vergüenza y la pena que todo ello me producía.

Sé que la gente, la familia y las amistades hablaban a mis espaldas y me compadecían, pero tal vez también os compadecían a vosotros pues os creían presos de una pasión irrefrenable, no lo sé…

Andrea es como mi segunda madre. Ahora casi me alegro de que la mía no esté viva, habría sufrido muchísimo con esta situación; lista como era, lo habría sabido desde el principio y no lo habría consentido.

Has sido un cobarde, Ricardo, más cobarde que yo, y no has sido leal con tus propios sentimientos –tanto que me querías– y tus convicciones. No me vale la excusa de no querer herirme. Me herías constantemente, pero a la vez herías a la propia Andrea. Dejaste que se hiciera ilusiones sin haberle prometido absolutamente nada y sin que ella te lo pidiera, alargaste su agonía durante catorce años… También te herías a ti mismo, y eso sin contar a la pobre Liliana…

Andrea está muy enferma y ahora te necesita de verdad. Yo no puedo abandonarla. No puedo ni quiero abandonarla. Sé cómo es esta maldita enfermedad, tal vez dentro de unos años yo también la padezca, o Liliana… es el sino de las mujeres de nuestra familia.

Andrea siempre me ha querido. Sé de su sufrimiento y que ha sido víctima de ella misma, de su forma tan intensa de vivir la vida, con ese amor que se le escapa por todas partes, con esa pasión que pone en todo lo que hace...

Liliana no está; y desde que decidió regresar a Argentina tanto Andrea como yo, cada una a su modo, echandola emn falta por distintas razones, nos hemos sentido muy solas, ahora solo nos tenemos la una a la otra. Andrea nos necesita, a ti y a mí. Por eso te escribo esta carta, Ricardo, necesitamos reconciliarnos con nosotros mismos para poder ayudarla y que ella sepa que no está sola, que nosotros la queremos.

Espero que no nos defraudes, Ricardo. Yo hace mucho que os perdoné, que te perdoné, que nos perdoné…

                                                                              Marta

Imagen: Internet  Texto: Edurne

jueves, 17 de enero de 2013

DESDE MADRID CON AMOR (Crónicas del Foro LI)



Hay prisa. No hay tiempo.

Y yo que me siento en deuda. Primero conmigo misma, pues me gusta mantener mis costumbres, las cosas que me gusta hacer… Y segundo, en deuda con ustedes.

Mi tiempo no es el mismo de antes. O yo no soy la misma. Creo es un poco de todo. Ya les explicaré más adelante, cuando les traiga de paseo por La Ría.

Hoy sí que va a ser todo muy rápido. Casi un visto y no visto.

Las navidades ya pertenecen al pasado, y aquí les voy a traer de nuevo, el recuerdo de esos días, que, en realidad tan solo hace diez u once días que se han esfumado…

Volví de Madrid el mismo día 6 por la tarde. Los Reyes me trajeron roscón, allí y aquí. Como debe de ser. ¡Y en Bilbao me esperaba la tradicional anguila!





Por Madrid mucho frío, como corresponde también. Días soleados, menos mal, pues hasta mi llegada, don Lorenzo, brilló por su ausencia, se ve que me estaba esperando, y me lo llevé de aquí. En cuatro días y medio da y no da para mucho, según el planteamiento, las ganas, el tiempo, y…





Hubo una escapada a Talavera de la Reina, en la provincia de Toledo. Ya saben, Talavera, la capital de la cerámica, la ciudad por donde se pasea el noble Tajo... Paseos, visitas relacionadas con el arte que la ha hecho famosa, fotografías… de todo un poco. Talavera me sorprendió pues esperaba encontrar, no una ciudad moderna como encontré, sino más bien un pueblo grande, aunque sí me chocó ver tantas casas abandonadas, casas con buena factura... ¡Ah, y obligada una visita al Museo de la cerámica! Ya les digo, tiene las dos caras. Me gustó.




























Por Madrid mucho gentío, mucho de todo. Vueltas por aquí y por allí, callejeo, curiosear, observar… dejarse arrastrar por recomendaciones de todo tipo: de rebajas, de mercadillos, de paseantes, museísticas, moteras, ¡y hasta tentadoras como la de hacerse unas mechas por tan solo 12€ en Peluquería Manoli!










Para reponer fuerzas, un bocata de jamón a pie de calle, como se dice, en la mismísima Puerta del Sol, muy poco original, lo sé, pero nos pillaba de paso entre Montera y no recuerdo qué otro sitio. Da igual, muchas veces hay que dejarse llevar por las calles y la muchedumbre.





Otro museo, el Museo del Romanticismo. Muy bonito, y cargado de historia. Por ahí se nos aparecieron Isabel II, alias La Chata, el general Riego (yo cantaba por lo bajines el himno de Riego), Larra y su amante, Dolores Armijo… Nos prepararon la mesa para una cena “informal”, paseamos por el jardín de la casa, casi casi me siento al piano y me pongo a tocar el “Para Elisa” de Beethoven. En fin, un rato delicioso. Y además, paseando de sala en sala durante un buen rato, al mismo paso que yo, iba Arsuaga, Juan Luis Arsuaga, uno de los codirectores de los Yacimientos de la Sierra de Atapuerca. Me daban ganas de saludarle con toda familiaridad, es que como le conozco tanto de seguir su trabajo y de visitar Atapuerca cada dos años con mis alumnos (este año me toca)…
















En fin, que había prometido unas crónicas escuetas, espartanas y rápidas y no sé yo…

Estas Crónicas van a codearse con otras, con las botxeras, seguro, por eso las quiero sacar a paseo ya mismo.

¡Ah, no crean que se me olvidan las recomendaciones cinematográficas y literarias! Por un lado, “Las sesiones”, una película basada en hechos reales y que te deja un buen sabor de boca, más que nada porque te das cuenta de que no hay casi nada imposible en este mundo… véanla si pueden.



Y en cuanto a las lecturas de autobús, a más de terminar una que ya tenía empezada, también me dio por recurrir a unos cuentistas de tomo y lomo, a los hermanos Grimm. Este libro, titulado “Hermanito y hermanita”, es una recopilación de diecisiete cuentos que no figuran en las ediciones anteriores, las hasta ahora conocidas. También les recomiendo su lectura, ya saben, estas historias, contienen una segunda lectura, lo cual siempre plantea preguntas que hacernos… Ustedes mismos.



Y bueno, voy a dar por terminadas estas crónicas del Foro, voy a colgar unas cuantas fotos, y les dejo que se entretengan un ratillo.

Vuelvo a pedirles disculpas por mi ausencia de sus casas, no es premeditado ni malintencionado, simplemente no llego.

Me sean felices.


Fotos: Antonio y Edurne  Folletos, entradas exposiciones: de los museos en cuestión. Portada libro, imágenes roscón y anguila y de Arsuaga, más dibujo de grupo humano de Atapuerca: Internet  Plano turístico-museístico de Madrid, publicidad peluquería: recogidos sobre la marcha.