Un 1 y un 4. Catorce años desde que esta orilla fue presentada en
sociedad. Parece mentira pero aquí seguimos, aunque los tiempos no nos sean
favorables ni propicios.
Estoy/estamos viviendo momentos muy duros en esta familia. Nuestra
amatxu ha estado a punto, en dos ocasiones, de dejarnos, y eso es algo que
llevo ahí metido, clavado en lo más hondo. No teníamos que haber llegado a esta
situación, no, pero…. Ahora no quiero hablar de malas praxis médicas e
intoxicaciones medicamentosas ni nada de lo que ha pasado. Me invade una mezcla
de sentimientos muy difícil de manejar. El caso es que en estos momentos
seguimos sufriendo, de otra forma, pero sufriendo. Ella intenta recuperarse a
todos los niveles, con mucho esfuerzo por su parte, muchísimo, y nosotros
estamos peleando como lobos por ella. No está en casa, no nos puede ver más que
dos horas a la semana (maldita pandemia) y eso es quitarle la mejor de las
medicinas, la más importante: el contacto con sus hijos. Pero saldrá/saldremos
adelante. Somos fuertes.
Por eso agradezco doblemente el que todavía se acerquen ustedes de
vez en cuando por esta orillita, aunque sea en puntillas, y dejen sus huellas
para que yo sepa que no andan lejos. Eskerrik asko! Espero poder poner a mi
orilla a jugar de nuevo con las olas, con la espuma y el sol.
No me gusta olvidarme de las costumbres, y esta es una de ellas:
celebrar aniversarios, agradecer, recordar, ponerme sentimental…
Ya saben que suelo acompañar esta entrada con fotos de la edad que
corresponde al blog, así que este año tocan mis catorce. ¡Qué edad más hermosa,
y compleja a la vez! Eres y no eres, todo lo vives con una intensidad extrema,
la amistad es importantísima. La complicidad, ese cariño que es muy difícil de
explicar y de entender. Los veranos, la cuadrilla de amigas, los chicos que
entran en tu círculo casi sin enterarte, los primeros amores… Me parece que era otra
Edurne, otra vida, lo veo tan lejano, y a la vez tan próximo en mis recuerdos…
Soy capaz de acordarme de los nombres, de las ropas y sus colores, el olor de
las noches estrelladas, las sensaciones de los paseos en libertad, la emoción…
Y de pronto te encuentras con 61 años y en otra vida. Algunas cosas
de las que soñabas y esperabas, se han cumplido, otras, la mayoría, no, pero,
¡qué importa ya! Ahora estamos a lo que estamos y ahí tenemos que echar todo lo
que nos queda. ¡Y más! Ahí está la familia, la que ha apostado siempre por ti y
a la que ahora tienes que cuidar, proteger…
Nunca hay que rendirse, ¡nunca! La verdad es que yo nunca he tirado
la toalla ante nada, soy muy cabezota, así que esta orilla seguirá cumpliendo
años, y ustedes lo verán.
Gracias mil por acompañarme en mi periplo vital, son parte de mi
historia personal, ¿lo saben, verdad?
Hoy cumplo 14. Me gusta, me siento una chavalita, como la de las
fotos…
Fotos:
De la memoria familiar. Texto: Edurne