lunes, 30 de noviembre de 2015

TE ECHO DE MENOS




Echo de menos tu aliento en mi piel,
y tus manos que acarician mi alma
cuando viaja,
ausente,
entre las estrellas de nuestra Vía Láctea.
Echo de menos tu  mirada
vistiendo  mi desnudez al alba,
tus pasos que caminan mi cuerpo
y tus besos que a ti me enlazan.
Echo de menos amanecer cogida de tu mano,
con la felicidad enredada entre mi pelo
y tu boca perdida en mis entrañas.

Pintura: Antonio. Texto: Edurne

miércoles, 25 de noviembre de 2015

VUELO LIBRE





¡No! Por si alguien vuelve a preguntármelo otra vez, ¡no, no lo vi venir!
Es muy fácil ver las cosas desde el otro lado, detrás de la barrera, mientras que una está en el coso, tiñiendo de rojo el albero, toreando las embestidas que ése que se hace llamar “tu marido”, te asesta un día y otro también sin piedad alguna.

Muy fácil ver cómo iba a terminar todo, y más todavía cuando los hijos a los que hay que cuidar y proteger no son los propios, sino los de la que está tratando de esquivar los envites. Y encima es más fácil todavía asumir el papel de protector…

Pero no vale. Hay que estar en la piel de alguien como yo para saber lo que es vivir en la oscuridad más hermética, sin aire que respirar, teniendo que dormir con un ojo despierto, con la piel alerta y el corazón en el exilio de los afectos…

Y no, lo vuelvo a repetir: ¡no lo vi venir!

Al principio, al poco de conocernos, yo ya sentí que tenía algo especial, no sé, su mirada, su forma de sonreír, cómo se me acercaba a preguntar qué tal estaba, si me encontraba a gusto allí… Y es que yo acababa de llegar nueva al instituto.  Mi padre había muerto y mis hermanos, mi madre y yo nos habíamos tenido que trasladar a vivir a casa de mis abuelos, una casa bastante más grande que la nuestra, y también  porque no podíamos pagar aquella en la que habíamos vivido hasta entonces, la casa que estaba ligada a nuestra infancia, a todos nuestros recuerdos, los buenos y los malos…

A mis catorce años yo era una adolescente tímida y fácilmente impresionable. Él fue el único chico, él ha sido el único hombre en mi vida. Lo tuvo muy fácil. Recién salida de la infancia, de su mano me interné en una adolescencia llena de zozobras y miedos. Miedo a no ser suficientemente guapa y lista para él, a no hacer lo que me pedía que hiciera; miedo a que me dejara por otra, por cualquiera de las que siempre revoloteaban a su alrededor, y porque así me lo hacía ver. Así me tuvo todos aquellos años, mendigando una caricia, un beso… Hasta que le demostré que por él era capaz de todo.

Él me hizo suya y me encerró en esta jaula. Tiró la llave muy lejos, tanto como grande era mi temor a que dejara la puerta abierta y me dijera que saliera, que ya no me necesitaba. Pero ahora, después de casi cuarenta años, acabo de salir yo sola de ella. Entré siendo casi una niña y salgo convertida en una esposa humillada y maltratada, en una madre amantísima y abnegada, y en una abuela entregada y temerosa. Una mujer perdida.

Y ahora, solo ahora, es cuando todo el mundo se está enterando de lo que ha sido mi vida en realidad, lo que había tras esa cortina de humo que yo dejaba escapar para que cubriera la verdad.

A los tipos como él no se les ve venir. Son de los que saben dar una de cal y otra de arena, así, rápido, rápido, para que no te dé tiempo a reaccionar y pienses que todo ha sido un mal sueño. Son de los que un día alaban lo que haces, cómo eres, y que te dicen muy bajito que sin ti no serían nada… Todo para ablandar tu corazón y hacer que te sientas culpable por haber querido huir de la jaula. Y también son de los que utilizan tu amor de madre para tenerte sujeta, segura, porque los hijos, ¡ay, los hijos.!

Y vas trenzando con hilos de frágil algodón el mundo en el cabéis todos. Inventas una felicidad pequeñita, pero que te sirva para seguir avanzando un paso más cada día. Te alimentas de un abrazo a deshoras, de un “te quiero” apenas balbuceado, de un viejo sueño una y otra vez desempolvado. Y te lo crees, te lo quieres creer.

Tapas las heridas de dentro y de fuera, los golpes, las ojeras, los insultos, reproches y sinsabores, todo lo escondes con mano hábil y temblorosa. Y así un día y otro, un año y otro.

Ante ti desfilan desprecios, amantes, engaños… Y de vez en cuando un beso de marido culpable, una mirada menos dura, una media sonrisa… Y piensas que todo está bien, que tu mundo no se caerá todavía. Aguantas un poco más. Aguantas  por esto, por lo otro y por lo de más allá. Disculpas, autoengaños…

Hasta que un día, a una se le cae la venda bien caída, no a medias, ¿sabes cómo te digo? Así, como si se hubiera hecho de día de repente y tanta claridad te dejara completamente ciega, tanto, que no pudieras soportarlo y tuvieras que apagar la luz para que nadie vea tu vergüenza, para que nadie sepa de tu pena arrastrada por los cuartos más oscuros de tu pobre,  triste y pequeña vida.

Y es la última mano alzada, el último exabrupto salido de su boca, la última amante que paseó por tu cara, lo que hace que digas que ya nada importa, y que grites ¡ya basta!

No, no lo vi venir. Solo cuando dejé de estar ciega, dormida, amordazada, muerta del miedo a perderle, del miedo a contar mi verdad, solo entonces tuve la fuerza suficiente para abrir la puerta y echar a correr hasta llegar aquí, hasta encontrarme con aquella que fui. Estoy sola, desnuda, sin nada, pero me tengo a mí y estoy viva. 
La VIDA me espera.







Foto: Edurne,  de una escultura de no recuerdo quién, expuesta en ARTMADRID de esta pasado Febrero. Texto: Edurne (breve ejercicio y reflexión sin corregir). Imagen. Circula por la Red estos días, en casi todos los perfiles de nuestros Whatsapps.

Ni una más. Ni una mujer más que sea humillada, maltratada, asesinada. Y ni un hombre más que sea humillado, maltratado y asesinado, porque menos, pero también los hay.

domingo, 22 de noviembre de 2015

IMAGINAR UN MUNDO DISTINTO



Vídeo:  (UNICEF) Youtube. Canción: J. Lennon, Sentimientos: de tod@s.

martes, 10 de noviembre de 2015

SIN TÍTULO (IV)



Ahí arriba repican con furia
las campanas de mis adentros.
Tocan a muerto.
Lloran por todos los dolores
de un año eterno.
Ahí abajo reclaman las ánimas
su sustento:
el alma de mi amor ciego.




 Foto, manipulación  y Texto: Edurne. Ilustración "El viaje de Dante por el infierno" de Gustave Doré: Internet.

domingo, 8 de noviembre de 2015

PASEANDO EL DOMINGO


Sacas a paseo las prisas por escapar
de la cárcel en que se ha convertido tu vida.
Al llegar a la senda,
una mano retiene tu marcha,
—calma, sin prisa—
te dice.
Hay muchas veredas que llevan
al mismo camino.
¿Cuál tomar?
Mira,
mira,
busca y encuentra
la tuya.
Hojarasca que oculta la ruta marcada.
Oyes ruido de pasos
que desvían tu rumbo.
Una ardilla salta 
de rama en rama, 
y te mira.
La sigues.
El camino está 
y estaba ahí,
en ti.
Ya no hay pérdida posible.


Foto: Antonio.  Texto: Edurne

miércoles, 4 de noviembre de 2015

LUCHA


Cuando dejo que los dedos recorran las teclas
de este espacio virginal para mis sentimientos,
algo dentro de mí bulle
y lucha por salir sin miedo,
sin  freno.
Es la hora de la verdad,
la del corazón en la mano y las verdades en la boca.
Y es entonces cuando la niña que me habita
sale de la mano de la mujer que me vive día a día.
Una sonríe y la otra llora.
No pueden separarse,
se necesitan.
Una es el día, la que sucumbe ante la noche.
La otra es la noche, la que da paso al día.
La niña sin la mujer,
no sería.
La mujer sin la niña,
moriría.


Foto: Aitor. Texto: Edurne

martes, 3 de noviembre de 2015

EL MIEDO A LA VERDAD




Hoy comparto este enlace, esta entrada, del blog "TRAZANDO CAMINOS" que administra mi querida amiga Mirentxu.
¡Cuán cierto es!



"El ser humano es el único que puede decir mentiras porque sabe que el otro puede llegar a creerlas como verdad. La verdad exige compromiso y ello provoca, en muchos casos, miedo. Y el primer miedo a la verdad se da en el sujeto mentiroso, porque la verdad acabará desnudándole ante sí mismo y ante los demás."