jueves, 31 de marzo de 2011

UN MIXTO LIGHT (Historias de la Ría X y Desde Madrid con amor, Crónicas del Foro XXXVI)































Lo siento, queridos amigos, las circunstancias me han traído hasta aquí, hasta esta crónica bipartita y medio coja en sus dos versiones.

Es que las cosas de la vida son así, ellas llegan, te invaden, te atosigan, te agobian, te amordazan, te... ¡y no hay forma de quitárselas de encima!

No hay tiempo, yo al menos, no lo tengo. Marzo se acaba, de hecho dentro de una hora, todos los calendarios señalarán que es 1 de abril, así que teclea que te teclea, me adentro un poco así, con prisa, en los vericuetos de hechos acontecidos hace casi un mes, hace casi dos semanas...

Pondré alguna foto, no todas las que hubiera querido, pero sí una pequeñísima muestra.

Ustedes sabrán disculpar la tardanza, la mezcolanza y la premura en publicar este Mix.

¡Allá vamos!



Estamos en Bilbao. Eran Carnavales, ¡mamma mía, ya va a hacer un mes de todo esto! Carnavales en la escuela, este año, una diablura de Carnavales. Pasamos mucho frío, pero también lo pasamos muy bien. El fin de semana, muy bueno, como puede apreciarse en las fotos. Escapadita a Castro, el mar… EL domingo paseo bilbaíno, mucha gente, mucho niño, mucho perro, mucha planta, mucho sol, muchas fotos… ¡mucho de todo!


Avisé de que iba a ser muy escueta en mis crónicas. Y ahora damos el salto a Madrid. Mientras tanto, lectura para el viaje, en esta ocasión. “El Gran Gatsby" de Francis Scott Fitgerald, recomendable sin ningún pero de antemano. Retrato de la América “loca”. La novela fue llevada al cine, teniendo como protagonistas a Robert Reford y Mia Farrow. Me gustó mucho.


Buen tiempo en Madrid, al igual que en Bilbao. Sábado a la mañana. Sin rumbo… Casa de Campo, un acierto, realmente, un acierto. Y a la tarde (la noche de la luna llena rellena), el amigo Miguel presentaba su último libro, "Vidas elevadas", en la Taberna del Tío Vinagre, sita en Lavapiés. Estuvo fenomenal el haber podido asistir porque tuve la ocasión de conocer a Miguel en persona (un tipo de lo más campechano, y que, además, escribe muy pero que muy bien). Unas fotitos, dedicatoria y autógrafo, una pequeña charla (el autor, ya se sabe, se debe a su público…) Y libro que cayó en el viaje de vuelta a Bilbao. Novela corta escrita en clave de humor, y donde Miguel hace burla, en el mejor de los sentidos, del oficio de escritor, de algún escritor. Situaciones cómicas que junto con la intensidad de fondo de un dramatismo latente, hace que te enganches a su lectura y no lo dejes hasta que esté terminada. El domingo, un paseíto madrileño. Primero una de museos, en esta ocasión la exposición “Heroínas” que estaba en el Thyssen. Va de mujeres, como habrán deducido sabiamente. La mujer y su representación, la social y en la pintura, como tema central, como alegoría, como revolucionaria, como pionera, como mujer objeto, como... ¡todo! Y ya de vuelta, como les he dicho, el libro de Miguel Baquero. Llegada a Bilbao y... ¡se acabó!


Disculpen lo escueto de mi crónica, parece una sección de ofertas del Súper: “Lleve dos y pague una”, lo siento, pero esto es lo que hay. Faltan 4 minutos para la una de la madrugada. Me levanto a las siete, así que… les dejo, cuelgo esto y… ¡hala, ustedes vayan chapoteando cuando gusten!


Fotos: Antonio y Edurne, y las de la escuela mi compa Asier. Manipulación foto con Miguel Baquero: mía (¡es que habíamos salido con unos ojos rojos que daban miedo!)

domingo, 27 de marzo de 2011

MIRAR Y NO VER



Aquel hombre no dejaba de mirarla insistentemente. Quería bajarse del tren, cambiarse de asiento, pero no podía, era la hora punta, el vagón estaba repleto y aún quedaban siete estaciones hasta llegar a su destino.

Si al menos la mirara disimuladamente, de vez en cuando o mirando al entrono en general… Ya no sabía qué hacer, sacaba el móvil del bolso, tecleaba nerviosa, leía y volvía a releer mensajes ya recibidos o enviados, lo guardaba, miraba el reloj, las 8:30, ¡Dios mío, qué tortura!

No volvería a hacerlo nunca más. Había querido ser normal y viajar en metro, como todo el mundo, como ella misma hasta hace bien poco, y probar a pasar desapercibida, pero estaba claro que aquel tipo la había reconocido; y, por favor, ¡que no abriera la boca, que no le pidiera un autógrafo allí mismo, delante de toda esa gente!

Tenía que haber hecho caso a su representante: “Bonita, ahora ya no eres una persona corriente, y no puedes hacer las cosas que hacías antes, ahora te debes a tu público, a tu fama, a tus compromisos…”

No, no lo olvidaría.

Llegaron a la siguiente parada, y una voz en off, anunció correlaciones de la línea con tal y tal otra. El hombre hizo amagos de levantarse, pero seguía mirándola insistentemente. Ya no podía más, era demasiado. Lo vio sacar algo de una bandolera negra que llevaba cruzada, algo que parecía estar plegado, algo blanco. Torpemente, el hombre se puso en pie agarrándose al borde de la ventana, y al salir hacia el pasillo desplegó un bastón telescópico a la vez que pedía perdón, que le dejaran salir…

¡El hombre era ciego!

Y ella, más ciega todavía, tanto que obsesionada como estaba con su fama, ni siquiera se había percatado de ello. Se sintió abochornada y desvió rápidamente la vista hacia el andén, como para esconder su vergüenza, pero, en unos segundos, esa sensación desapareció y se percató de otro hecho, en realidad, nadie la reconocía, el vagón estaba a rebosar de personas que se miran unas a otras sin nada concreto en su pensamiento, y ella, que salía en las televisiones, las revistas… ¡y nadie la había reconocido! Ese hecho la enfureció todavía más. Se levantó con mucho aspaviento y se bajó precipitadamente del vagón, justo cuando cesaba el pipipi de cierre de las puertas.

Imagen: Internet. "Busto de Alejandro Magno" Texto: Edurne

jueves, 24 de marzo de 2011

ENTRESUEÑOS (VII)




Esta noche llora mi niño,
el que no habitó mi vientre.
Me reclama,
y yo nada puedo hacer
para calmar su llanto.
Le canto la nana
de mi tristeza,
arrastrada desde los deseos
jamás disfrutados.
Enjugo sus lágrimas
con las mías,
que traen sabor
a leche amarga.
Tomo sus manitas entre
las mías, llenas de caricias que vagan
sin dueño por el mar del tiempo.
Llora,
y no tengo con qué
aplacar su hambre.
Mis pechos están secos,
mis ojos, cansados.
Llora,
y no encuentra consuelo para su pena.
Llora,
y no encuentro paz para mi alma.



Foto y Texto: Edurne

viernes, 18 de marzo de 2011

¡Y VAN CUATRO!


¡Y van cuatro ya! Casi sin enterarme, oigan.
Bueno, para no hacerles un feo, me pongo en lo del aniversario, en lo del “cumple-blog”, que ya se ha convertido en una rutina, una tradición. No, si en el fondo resulta que me hace ilusión cumplir años, ¡aunque sean “años-blog”!

Desde que decidí conmemorar, festejar, la efeméride de mi nacimiento de entre las aguas (parezco la Venus de Boticelli), he intentado hacer un paralelismo entre mis años reales, el primero, el segundo, el tercero, el cuarto… y mis años bloguer. A la vez, es como si quisiera mostrar(me) el camino recorrido, y el provecho que estoy sacando de él. Yo siempre he sido muy curiosa, y cabezota, de piñón fijo, así que será por eso que sigo aquí, con los pies a remojo, unas veces más que otras, pero aquí me encontrarán, con la Orilla abierta las 24 horas de los 365 días del año, respetando, eso sí, algunos pequeños periodos de asueto más que merecido.

Pues nada, mis queridos amigos, que sólo quería agradecerles, como siempre, el que estén ahí, detrás de estas letras y esta pantalla, y que sepan que ya los siento como si fueran amigos de toda la vida, será por aquello de que “El roce engendra cariño”, digo yo, que de tanto visitarnos, terminamos conociéndonos y acostumbrándonos los unos a los otros.

Ustedes saben que mi blog es un blog sencillo, pero que como mis pretensiones no son más que aquellas de disfrutar yo misma y compartir mis cosas, las que se me ocurren, las que invento, las que me pasan… pues eso, que tal vez por eso sobrevive entre tanta marea bloguera. Porque siempre lo he dicho, y lo reitero: no soy escritora, que sí escribidora, no soy poeta (¡válgame Dios, no osaría jamás profanar semejante apelativo otorgándomelo a mí!), aunque escriba mis "poemillas", que no son otra cosa que sentimientos que me danzan alrededor y que yo, amablemente, los dejo salir. Pero sí que trato de cuidar la forma, el estilo, la escritura correcta... Se me puede escapar algo, seguro, pero tengo bien adquiridas las normas, no en vano me dedico a lo que me dedico, ¡sólo faltaría eso! Y todo para poder ofrecer un "producto" digno, que al menos se me entienda sin problema, ¡porque ustedes se lo merecen!

Es difícil mantener un blog activo. Requiere mucho tiempo, dedicación, horas, elaborar tal o cual entrada, buscar fotos, imágenes, cuadros… Escribir (yo soy espontánea, o sea, aquí te pillo, aquí te mato, vamos, que es como si me pusiera de parto y ahí mismo, donde se tercie), corregir (en mi caso yo diría que una de cada mil veces), ¡y luego subirlo todo! Y esperar a que los chapoteadores vayan apareciendo. Contestar, corresponder… Todo eso, ya digo, lleva mucho tiempo, pero disfruto con ello. Y miren que una de ociosa no tiene nada, que una tiene la vida muy, pero que muy “achuchá”, pero bueno, como dice el refrán: “Sarna con gusto no pica”, así que por aquí me tendrán, espero que al menos el tiempo suficiente para cumplir otro más.

No me quiero ir sin volver a agradecer a todos y cada uno de ustedes todo el apoyo que me han brindado durante este largo y eterno año, tan complicado para mí. ¡Gracias, mis chapoteadores! Y que sigamos intercambiando oleajes por mucho tiempo más.
¡Me sean felices, ya saben, eso es lo más importante!
Les sigo haciendo la ola…

Foto: De la memoria familiar, Manipulación: Aitor

lunes, 14 de marzo de 2011

MADRE DESGARRADA



Surgen demonios enfurecidos de sus entrañas.
La madre está en pie de guerra.
Los hijos, pusilánimes, han obviado sus consejos,
Y ahora, Ella, despierta furiosa.

Hermosa Ama Lur*, tu manto está manchado,
tu herencia despilfarrada.
Perdona nuestra arrogancia.
Ya queda poco,
caminamos hacia el fin,
irremisiblemente.
Un punto y final.

¿Nacerá una nueva vida de tu vientre, Madre?


*Ama Lur: Madre Tierra
Pintura: Antonio Texto: Edurne

domingo, 13 de marzo de 2011

DIRUA, MONEY, DINERO eta ERASOAK, ASALTOS






No me puedo resistir. Ayer y hoy estoy inmersa en procesos correctores y la cabeza ya me echa humo, pero, menos mal que hay episodios parecidos a oasis en el desierto, así que, no me puedo resistir y los comparto con ustedes.

Anoche estaba yo corrigiendo unos controles de Mate, y, como suelo decirles siempre lo mismo: “Repasad bien todo antes de entregar, y mientras los demás van terminando, pues haced un dibujo por la parte de atrás…” Imaginarán ustedes, y harán bien en imaginar así, que me pongo las botas de ver dibujos cada vez que hago un control, un exámen, una prueba, o como queramos llamarlo. Mis pupil@s tienen 12 años, pero los chicos más que nada, todavía están en esa época entre infantil y preadolescente con negación inconsciente a dejar de ser niños. Así pues, su imaginación suele desbordarse e irse a paseo por derroteros de lo más fantásticos.

Oier e Imanol, dos de los mejores, se dedicaron a inventar una máquina para fabricar dinero. Ellos no entienden cómo algo tan fácil, aparentemente, es tan complicado, si todo consiste en tener papel, hacer el diseño, poner la cantidad deseada en el billete y ¡listo!

Aquí les dejo el emporio mercantil que se montaron el viernes después de repasar sus exámenes. Por cierto, Imanol un 10 y Oier un 8. Les traduzco un poco:
Diruaren Makina: la máquina del dinero, Diruaren Fabrika, en realidad es Lantegia: la fábrica del dinero, Dorrea: torre, Sarrera: entrada, Mota guztietako dirua: dinero de toda clase, Hemendik atarako da: saldrá por aquí, Txanponak: monedas, Zenbatekoak: de cuánto… Bueno y luego en inglés, que ya me he percatado de un fallo, “fabric” no es fábrica, sino tejido, se les ha escapado el “factory”. Y luego, Imanol, hace alarde de Ni aberatsa naiz eta zu ez: yo soy rico y tú no. Este Imanol es el del haiku tan original de los árboles y su visión en verde, pueden leerlo en la columna derecha de este blog (y si no está, pinchando en el enlace), en las entradas más leídas: “Haikus escolares

En fin, que estos niños prometen, Imanol quiere ser científico, y yo me lo creo, y Oier siempre dice que él, inventor, también me lo creo.

Y luego está Gorka, del que ya les traje un dibujo hace un tiempo, ilustrando el cuento de Mambrú que inventé para ellos. Gorka, tiene otra cabeza, las mates, como que no… este niño tiene mucha cultura histórica, y le encanta dibujar, inventar historias. Habrá que sacar provecho de él por otros caminos, espero que en casa se den cuenta de ello y no lo fastidien, porque, a los chavales a estas edades, y antes, ya se les ve venir.


Bueno, pues que yo voy a seguir con lo mío, les dejo para que se diviertan un rato, ya saben, si pinchan en los dibujos, los pueden ver en grande y a más detalle, que los detalles son muy importantes, sobretodo en los dibujos de Gorka.

Dibujos: Diruaren Makina: Oier, Diruaren Fabrika: Imanol, Asaltos 1 y 2: Gorka

jueves, 10 de marzo de 2011

DIARIO DE UNA MUJER (VII)



Jueves 11 de noviembre de 2010

22:15
Bueno, cuaderno, bueno, Puri, Mari Puri… ¿qué, no habrías pensado que me había rajado ya, no? Nada de eso, que yo soy mujer de palabra, sólo que, a veces, las circunstancias mandan, ¡nada más!

Ya sé que han pasado diez días, pero todo tiene una razón, un porqué. En este caso es que hemos tenido que visitar el hospital durante unos días, cuatro, para ser más exactos. Nada, Alfredo, que se me puso malito, pero, malito, malito… No sé si algo le sentó mal o qué, simplemente que tenía que ser. El caso es que el día 3 antes de cenar empezó a decir que se sentía mal, mareado, y con un color que daba susto, la verdad. Yo me asusté mucho, más que nada porque él no paraba de decir que se moría, que se moría, y que si le dolía el lado derecho, el brazo, qué sé yo… "Puri, que esto es un infarto, que me muero, que te quiero, que siempre te he querido, cuida de los niños, y busca debajo de la balda de abajo del armario…” Y claro, en semejante situación, quién no se asusta, además, cada vez se le iba quedando peor cara. Menos mal que Jorge estaba en casa porque con Patricia no se puede contar para que te eche una mano o te consuele, para ella todo es pura comedia, lo grave es lo de ella, y todavía estoy por saber qué es lo de ella, que sigue sin soltar prenda de nada. Pues eso, Patricia en su habitación, con la música y los auriculares, yo en la cocina preparando la masa para las croquetas que tenía pensado hacer al día siguiente, se me cortó la bechamel, normal, y Alfredo, mi Alfredo, allí sentado, contándome no sé qué lío de la oficina, cuando empieza con que qué mal se siente…

Jorge, que para estas cosas no se anda con tonterías, automáticamente dijo: “¡Al hospital con él!” Y al hospital que fuimos, a Urgencias. Nunca había visto a mi marido tan acongojado, tan muerto de miedo, ahora pienso que en realidad se veía morir. Pues allí que lo metieron en boxes o como se diga, y nosotros esperando, ni sé ya la de rato que tuvimos que esperar. Llamamos a Marta y se presentó enseguida. Patricia se quedó en casa, pero le dije que fuera a casa de sus abuelos a cenar y quedarse allí pues no sabíamos a qué hora volveríamos.
Cuando por fin nos llamaron, íbamos temblando, normal, pero bueno, nos dijeron que mejor dejarle en observación algún día más, pues querían hacerle una serie de pruebas. Parece ser que había sufrido una especie de amago, no sabían muy bien si de angina o de infarto… un lío, para mí todo es parecido. El caso es que algo se le había “descolocado” y había que ver bien qué pasaba en su corazón, y de paso otras cosas.
Y ahí es donde de pronto se te caen los años encima, porque, claro, tú te crees que estás tan pichi y hala… Alfredo, que se conserva divinamente, tiene 56 añitos, que no son tantos, pero… se ve que sí que son para ciertas cosas, o sea, que estás en esa edad en la que te pueden suceder este tipo de percances. Y ahí te entra un miedooooo… ¡Así está él ahora, acojonadito el pobre mío! No parece que hayan visto nada de preocupar los médicos, pero sí que de momento tiene que tener una vida un poco más tranquila. La culpa es del maldito estrés. Alfredo es, aparentemente, un hombre tranquilo, pero me da la sensación (más de lo que yo creía) de que es de los que se lo comen todo y la procesión la llevan por dentro. Me acaba de dejar trastocada. Cuando esté mejor, tengo que hablar seriamente con él. ¡Lo mismo le doy un cuaderno y le digo que se ponga a escribir también!

Ahora está en casa, de reposo unos días, le han mandado una medicación suave, dicen, para las arritmias, que resulta que ahora también tiene un principio de arritmia, y que hasta que se regule, que dentro de un par de meses le harán otras pruebas y que bueno, ya decidirán. Pero que no se obsesione, que haga su vida normal, eso sí, procurando no llevarse disgustos, ni alterándose. ¡Como si fuera tan fácil!

¿Y cómo estoy yo? Pues, sinceramente, por un lado asustada, por otro, estoy bastante fuerte, creo que esto ha sido un aviso pero nada más, así que “p’alante”.
Y con tanto trajín, es como si lo demás se me hubiera esfumado, vamos, que casi me olvido de mis cosas, esto es más importante, porque, claro, una se para a pensar y se da cuenta de lo frágiles que somos, que no somos nada, vamos, en menos que canta un gallo estás y zas, ¡ya no estás! Así es, y cuando te percatas de ello, caramba, como que te encoges.

Mi cuñada Maite está ahora todas las tardes en casa, se ve que le ha entrado un miedo terrible y se ha debido pensar que casi se queda sin hermano, su único hermano. Pobre mujer. Nunca nos hemos llevado demasiado… profundamente, o sea, que no hemos sido muy íntimas, y no sé por qué, las circunstancias tal vez. El caso es que a mí ahora me da como pena. Se ha quedado viuda hace dos años, sus hijos no viven aquí y yo creo que se siente bastante sola. No, si en el fondo vamos a estar todos un poco solos con nuestros miedos y nuestras angustias. Seguro que ha visto la ocasión para recuperar muchas cosas. Bueno, a mí me parece bien, además los veo contentos, les ha dado por recordar cosas de cuando eran críos, Maite es cuatro años mayor que Alfredo, y como los padres también se murieron hace unos años, es como la guardiana de la memoria familiar. Está bien así, y yo, sinceramente, me siento más acompañada en este mal trago.

Dentro de una semana me toca la cita con el psiquiatra. No tengo ninguna gana de ir, y como la última vez salí tan mal de allí, y como no tomo la medicación, pues no sé si volver o qué hacer… Ya veré, tengo tiempo para pensarlo un poco más. Ahora lo más importante es que Alfredo se vaya recuperando del susto y que volvamos a la vida más o menos normal.
Tengo cosas para contar, para recordármelas y analizarlas pero creo que por hoy ya vale. Volveré… lo antes posible. Eso espero.
Hasta entonces, pues, cuaderno.


Puri

Imagen: Cuaderno de Irène Némirovsky de Internet Texto: Edurne

martes, 8 de marzo de 2011

MUJER


Eres mujer al vuelo,
mujer entera, mujer de aire,
de espuma y nieve de invierno.
Mujer desde niña, mujer de juegos
y canciones de corro y cuerda.
Mujer de corazón grande,
de cabeza serena.
Eres mujer,
madre,
de los que son
y de los que no llegaron.
Mujer de tierra, de mar y arena.
Mujer al fin y al cabo.
Sonríes con lágrimas escondidas en los ojos.
Luchas con las entrañas en la mano.
Mujer,
envuelta en esencias pretéritas,
en aromas de presente
y perfumes de futuro…

Por todas las mujeres del mundo, las de hoy, las de ayer y las de mañana.

Foto: “La voladora” de Teresa Correa, vista en Art Madrid’11 Texto: Edurne

lunes, 7 de marzo de 2011

NO HAY TIEMPO



No hay tiempo para esconderse
bajo las sábanas limpias
con olor a luna nueva.
No hay tiempo porque los vigilantes del sueño
no descansan.
Y multan los ojos abiertos,
los ojos llenos de bruma,
de polvo de estrella despistada.


No hay tiempo para que te diga
lo mucho que me dueles,
aquí,
entre el costado izquierdo
y el hueco que deja el alma
cuando se encoge,
cuando las palabras huyen despavoridas,
con miedo al infinito de tu ausencia.


No hay tiempo para despertar
del letargo de un olvido ofuscado,
no, no lo hay.


Pero, amor,
tú sobrevives en mi cielo,
en mi luna y en mi noche.
Tú habitas mis pasillos,
llenas mis manos de dulzura,
respiras mi aire,
te asomas por mis ojos,
hablas por mi boca.
Despiertas a mi día
y vives en mi vida.
Foto y texto: Edurne

miércoles, 2 de marzo de 2011

LECTURAS... MÍNIMAS Y MÁXIMAS








¡Aquí estamos de nuevo con los libros!
Esta vez he escogido por un lado, lecturas mínimas: libros de fácil digestión lectora (o no); otra cosa es el poso que nos dejen, la reflexión a la que nos lleven…
Y por otro lado, lecturas máximas: libros más gruesos, que, o nos enganchan y nos llevan a través de sus páginas hasta el desenlace, o nos dejan indiferentes y con una sensación de pesadez al leerlos.

Bien, pues como ya saben ustedes yo leo mucho en el bus de camino a Madrid y de vuelta a Bilbao. El fin de semana pasado me llevé tres de lectura mínima más o menos, y luego me traje otro más que compré en la Cuesta de Moyano. Me los leí todos.

¿Empezamos con las presentaciones?

Mínima: El amor de Erika Ewald” de Stefan Zweig.
Novela corta del gran maestro austriaco. Me gusta mucho Zweig, mucho, y desde que lo descubrí, cada vez que me encuentro con algún título suyo, que tiene muchos, no lo pienso y lo compro. Nunca me defrauda, nunca.
Esta novelita, plagada de una atmósfera agridulce te deja con un regusto un tanto extraño al final. Extraño porque una espera una cosa, después, según va avanzando en la historia, intuye otro desenlace, y resulta que no, que ni lo uno, ni lo otro. Así es Stefan Zweig, que, aunque parezca demasiado evidente la historia, no… él te lleva por donde le apetece y ahí te deja, para que pienses.
Y otra sensación que saqué de esta lectura fue un ligero parecido con otra novela que leí no hace mucho y de la que también di debida cuenta en esta Orilla: “Persuasión” de Jane Austen. Entonces, habrán adivinado que tiene un toque romántico, pero con un análisis acerca del amor, del verdadero amor, o al menos de la forma de enamorarse, de entregarse de unos y otros… de las consecuencias finales. Interesante. Ahí les queda la recomendación.

Mínima: “Un año de escuela en Trieste” de Giani Stuparich.
Completamente desconocidos para mí tanto el autor como el libro. Encontré esta novelita, junto con otra, un día que andaba de paso en el Corte Inglés, lo juro, iba de paso… pero, ¡maldizzione, cruzar por la sección de librería es una tentación para alguien como yo! Y claro, los libros me chistan, me llaman, me provocan… una es débil, irremediablemente débil. Bueno, el caso es que me llamaron la atención unos cuantos libritos de formato pequeño, inusualmente pequeño. Me paré, miré, cogí, abrí, leí… dos, me llevé dos. Uno era éste. La novela es más corta que la de Zweig, pero tiene mucha fuerza, muchísima. Siempre me admiran los escritores que tienen la facilidad, el don, diría yo, de contar algo completamente profundo en poquísimas páginas... ¡No sé cómo lo hacen! Merecen mi total admiración.
La historia se centra en un año escolar, en un instituto de Enseñanza Media totalmente masculino, de una muchacha austriaca que vive en Trieste con su familia, y de todo el mundo de emociones que genera a su alrededor la sola presencia de una chica como ella.
También lo recomiendo. A mí me ha gustado mucho, y más que nada, cómo están perfilados los personajes, cómo se desenvuelve cada uno en esta historia... La contradicción que existe dentro de las voluntades más firmes, el sentido del deber, la lealtad, las ideas y las convicciones más profundas. Aquí dejo mi recomendación también.

Mínima: “Ver a una mujer” de Annemarie Schwarzenbach.
¡Y parece que va de austriacos la cosa! Lo juro que no lo he hecho con premeditación alguna… ha surgido y ahora me estoy dando cuenta del hecho en sí.
Bueno, esta otra novelita es la que compré con la anterior. Y al contrario de “Un año de escuela en Trieste”, ésta no me ha terminado de llenar o enganchar o gustar o… no la he entendido tal y como su autora pretendía que fuera entendida. Tiene 56 páginas solamente, es decir, tendría que leerse con relativa facilidad, pero no, a mí me ha costado, y no sé el porqué.
Trata de la pasión que desencadena en la protagonista de la historia la visión y posterior conocimientpo de otra mujer, una extremadamente hermosa, con una historia detrás…
Pues aquí les dejo la reseña, por si les interesara.

Mínima: “Nieve en otoño” de Irène Némirovsky.
Nada, ya saben, la Némirovsky es santo de mi devoción, por lo que, lo mismo que con Zweig, la veo, nos miramos y el flechazo está asegurado. Compré el libro el domingo por la mañana, en Moyano y me lo leí en el bus. Némirovsky, impregnó sus obras de ese tinte del exilio ruso que ella misma sufrió. Sus personajes llevan en sus venas la tragedia, arrastran la pena, el desarraigo, la añoranza por lo que fueron y el inconformismo ante lo que han llegado a ser. Una historia que te deja con esa pena, porque el drama se ve venir. Aunque también te deja la reflexión, conociendo como conocemos la historia rusa, la época de los zares, la revolución bolchevique, lo posterior…
Que sí, que sin duda alguna, la recomiendo.

Máxima: “Muerte en La Fenice” de Donna Leon.
Novela negra, o policiaca o de intriga…. No sé muy bien cómo clasificarla. A la autora la había oído pero nunca la había leído. Y para mí ha sido inevitable el hacer la comparación fácil con Agatha Christie, con su Poirot o su Miss Marple. Y es que Donna Leon se ha inventado un personaje, el comisario Guido Brunetti. Todas las historias que escribe Donna Leon tienen como protagonista a este sabueso veneciano y se desarrollan precisamente en la ciudad de los canales, donde la misma autora vive, aunque ella sea norteamericana. Una curiosidad: la autora no quiere que sus libros sean traducidos al italiano, y se basa en la defensa de su intimidad. Alega que quiere seguir viviendo tranquila, pudiendo ir a la compra o pasearse por Venecia sin ser reconocida ni sometida al acoso que conlleva la fama. Para gustos…
Y volviendo a la obra, con esta novela, se inauguró la saga Brunetti, es decir, fue el primer caso del comisario al que han seguido otros cuantos más. En esta historia, un afamado director de orquesta aparece asesinado, aparentemente envenenado, en el camerino del teatro La Fenice, poco antes de la representación de una ópera. Y como ocurre en estos casos, la trama se va enredando ya que los personajes son varios y cada uno con un motivo más que sobrado para asesinar al finado. Si les gusta la novela policiaca… ya saben, conozcan al comisario Brunetti. Agradable, te lleva y el final, inesperado.

Máxima: “Tú serás mi cuchillo” de David Grossman.
Con este nombre, seguro que han deducido ya que el autor es judío o al menos, de origen judío… pues sí, Grossman está considerado uno de los escritores más importantes de la literatura israelí contemporánea.
Tampoco conocía al autor. Y la novela la tengo entre manos, la estoy leyendo. No sé muy bien qué me va a deparar porque es bastante gordita y aún no he llegado a la mitad. Lo mismo me canso, lo mismo me entusiasma… dejaré que me envuelva. Pongo la sipnosis de la historia:
Yair, un vendedor de libros neurótico y adoquín, escribe una carta desesperada a Miriam, una hermosa mujer extranjera que encuentra en una reunión de antiguos alumnos. Este acto inocente desemboca en una relación epistolar entre ambos, infelizmente casados y anhelantes de una pasión vital. La correspondencia entre ellos reactivará sentimientos escondidos desde hace tiempo y adquirirá el aire de las confesiones jamás desveladas.”
Pues nada, espero que con esto les valga para decidir leerla o no.

Una curiosidad, mientras escribo esta pseudo crítica literaria (jajajaja), tengo la tele puesta y en La 2 dan el programa de libros semanal “Página 2”, qué curioso, ¿no?

Les dejo inmersos en un mundo de letras, historias, fantasías y realidades. Que ustedes lo disfruten.

Fotos y texto: Edurne