lunes, 30 de mayo de 2011

VIDA DE PERROS




Cuando me dijeron que contara mi vida, pensé que era una broma, ¿a quién le va a interesar la vida de un perro como yo? Pero en vista de la insistencia, accedí. En un principio iba a ser una especie de entrevista, preguntas y respuestas, pero yo, sinceramente, soy un chucho un tanto tímido y planteé la posibilidad de que me dejaran contar mi existencia a mi manera, como si fuese un diario, una carta abierta… Dudaron un poco, se ve que esta gente ya tiene sus esquemas preestablecidos y sacarlos de ahí como que es un poco difícil. Pero, accedieron, por lo que también pienso que mi historia les ha interesado de verdad.

He de reconocer que la experiencia me ha gustado mucho, y no sólo porque me ha permitido bucear en mis orígenes, sino porque me ha dejado sacar todo lo que tengo por ahí dentro, todo: lo bueno y lo malo, y es que claro, en la vida de un perro, como en la de cualquiera, hay de todo, como en botica.

Y parece que me ha subido la autoestima que, sinceramente, la tenía por los suelos, más arrastrada que la vida que llevo.
Me llaman “Pocopelo”, creo que es evidente la razón de tal nombre, pero eso me trae sin cuidado, para mí tener un nombre ya es importante en sí, sea el que sea, y no que te llamen “perro”, “chucho”… ¿me entienden, verdad? La identidad es el principio de la dignidad.

Soy un perro grande, un Labrador, no puro, pero sí predominan esos genes en mi componente genético. Ya sé que ahora están de moda mis primos, los Golden Retriever, que esos sí tienen pelo, ¡y vaya pelaje, lo ponen todo perdido!, pero nosotros, que originariamente somos perros de ayuda, compañía, no sentimos envidia alguna del ascenso de ellos y del declive nuestro, es más, nos alegramos, porque, si entre familiares no nos ayudamos y alegramos por los éxitos de los nuestros… Además que ellos también son muy majos, vamos, que mantenemos una relación muy cordial.

De cachorro recuerdo que viví una temporada en un lugar muy agradable, con mis hermanos, primos y demás familia. Allí nos enseñaron muchas cosas y nos formaron para ser perros-guía. Yo estaba entusiasmado y me esforcé lo indecible para ser el mejor alumno. Un día se fijaron en mí y tuve que separarme de mi familia, mis amigos, la que había sido mi casa hasta entonces… de todo lo conocido, y enfrentarme solo a una nueva vida.

No guardo malos recuerdos de aquel inicio. Me asignaron una tarea muy importante y yo procuré llevarla a cabo lo mejor que supe: guiar y cuidar a una joven ciega, Marisa. Enseguida congeniamos, ella era muy dulce, y a mí me daba mucha pena, una chica tan guapa, tan joven y con un corazón tan noble… Cuando nos quedábamos solos, me hablaba, me contaba todo de su vida, lo que había sido, sus sueños rotos después del accidente, lo que esperaba de esta nueva vida… y luego lloraba, se dejaba llevar por la pena y lloraba. Yo no sabía muy bien qué hacer, bueno, eso al principio, porque luego descubrí una forma de tranquilizarla: apoyaba mi cabeza en sus rodillas y ponía mi pata derecha en su mano. Y era como si los dos nos transmitiéramos una fuerza que es muy difícil de explicar. Ella cesaba en su llanto y yo me quedaba plácidamente dormido con sus caricias.

Marisa fue mucho más que una amiga, casi éramos almas gemelas, a nuestra manera, claro, pero al ser yo sus ojos, al tener que decidir por dónde encaminar sus pasos entre la jungla de la ciudad, me convertí en ella, y aprendí a pensar como lo habría hecho ella, a decidir, a rechazar…

También tengo que decir que soy un perro universitario, claro que no figura en ningún lado mi currículo, pero lo soy, asistí a la universidad con Marisa y me hice toda la carrera con ella, así que, con toda modestia, soy todo un señor perro licenciado en Sociología, aquí donde me ven. Ya, ya sé que no lo parece, pero… las circunstancias de la vida me trajeron hasta aquí.

Marisa se fue. Digo se fue, por no decir “se murió”. Así, de repente, sin avisar, creo que a ella le pilló tan de sopetón como a mí y a su familia. Una mañana, fui a despertarla como todos los días y algo me olió mal, no respiraba, no se movía… Y eso que parecía dormir plácidamente, pero nada. Me la quedé mirando largo rato, decidí actuar drásticamente: la mordí, la ladré, la zarandeé… ¡NADA! Me puse muy nervioso, la llamaba con ladridos lastimeros, no me oía, no había duda: estaba muerta.

No quise saber nada de nadie, me escapé, no podía concebir la vida sin ella. Ya no recuerdo el tiempo que vagué sin rumbo de un lado a otro. Sobrevivía gracias a la caridad ajena, a lo que encontraba en las basuras… Hasta que un día, cansado ya, aparqué mis reales con un grupo de jóvenes “alternativos”, creo que se dice así, y decidí quedarme con ellos. Y así comenzó mi nueva vida, hasta el nombre era otro, porque yo antes me llamaba “Rex”, ahora prefiero “Pocopelo”, va más acorde con esta vida de poco a todos los niveles que llevo…

Y aquí estoy, descubriendo la vida desde otra perspectiva. Sigo ayudando a los humanos con los que vivo, puesto que me utilizan para llamar la atención de los viandantes mientras ellos organizan un espectáculo callejero, de una calidad un tanto dudosa... He desarrollado habilidades de malabarista, soy capaz de estarme totalmente quieto con una galleta en la punta de la nariz y a la voz de “alehop” con un pequeño, pero estudiado movimiento, poner la galleta en el aire y hacer que termine en mi boca, es mi recompensa, se supone, al trabajo bien realizado.

Ahora no estoy tan limpio ni bien alimentado como antes, pero la vida, en el fondo no me trata demasiado mal. Tengo un techo donde dormir, casi siempre de okupa, y algunas viandas que llevarme a la boca; y los chicos, a su manera, me quieren y casi me atrevería a decir que hasta me necesitan, y no sólo como reclamo. En esencia sigo desempeñando el trabajo para el que nací, y eso me hace feliz.

Y para terminar, porque ya me parece suficiente, no hay que cansar al personal, quisiera agradecer a los de la revista “Vida de Perros” la oportunidad que me han brindado de poder dar a conocer mi vida. Muchas gracias, y ya saben dónde encontrarme… ¡Guau!

Foto: Antonio Texto: Edurne

miércoles, 25 de mayo de 2011

COMO GATO PANZA ARRIBA



Hola, buenas, con su permiso, es que pasaba por aquí... Me presento: soy Melquíades, un felino de la zona, bueno un "Felis Silvestris Catus", si es que somos más precisos y hablamos con propiedad del término "gato".

En un principio iban a llamarme Félix, por lo de mi origen, por mi padre, por mi abuelo y otros miembros de mi estirpe, ah, y por Félix el gato… ¡Vamos, toda una tradición! Pero mi madre, una gatita muy exótica, dicen que persa, venida de Oriente, impuso su criterio, y Melquiades fue el nombre escogido. Parece ser que es un nombre de origen hebreo que significa "Rey de Dios". Bueno, me coronaron, no sé si de gloria o… El caso es que tengo que cargar con el nombrecito para los restos. Y no lo digo con rencor hacia mi madre, que la mujer (perdón, la gata), se ve que lo hizo con la mejor intención, por eso de que su primer vástago tuviera un nombre con empaque y poderío, sino por las risitas que suscita entre los demás gatos. Ellos tienen nombres vulgares, así que, en parte, me consuela, como yo, ninguno, soy el único Melquíades en muchísimos kilómetros a la redonda.

Hace un par de años que decidí emanciparme del entorno familiar, más que nada porque mis horizontes eran bastante limitados: una cocina bien provista de todo lo que un gato casero pueda desear, un amplio jardín con acceso a un bosquecillo cercano donde poder corretear y cazar ratoncillos silvestres, una cama calentita, unas manos amorosas… pero debe ser que tengo algún gen aventurero en mi ADN y no acababa de sentirme como se esperaba de mí.

Y un día, después de hablar con la familia, les planteé mis intenciones. En un principio no lo entendieron muy bien, mi padre, un hermoso y rechoncho gato autóctono, maulló sin parar durante una hora, era su forma de protestar, y mi madre, tan delicada ella, se limitó a acariciar mi cabeza con su patita una y otra vez, a lamerme como cuando era pequeño y hasta creo que vislumbré alguna lagrimilla en sus preciosos ojos verdes. Pero yo ya había tomado mi decisión, así que esa misma noche, cuando todos dormían, me deslicé por la gatera de la puerta del jardín y salí a recorrer mundo.

Aunque me vean aquí, con este aspecto, buen aspecto, puntualicemos, porque, para qué nos vamos a engañar, soy un gato con un aspecto estupendo. Pues eso, que aunque tenga tan buena apariencia, aquí donde me ven, ¡las he pasado canutas, no se crean! Pero no me arrepiento, es más, estoy muy orgulloso de mí mismo, de lo resuelto y listo que me he vuelto.

En este tiempo he conseguido labrarme una reputación, claro que también me la he tenido que pelear, y si yo les enseñara, verían la cantidad de cicatrices que pueblan mi lomo. Eso sí, nunca empiezo una pelea, que para esas cosas soy muy prudente, es algo que me enseñó muy bien mi padre. Y ahora tengo amigos por todas partes, si me viera en apuros, no tendría más que maullar y aquí estarían unos cuantos en menos que canta un gallo.

Y en lo referente a las gatitas… pues hombre, sé que no está bien que lo diga yo, pero, con este cuerpo serrano, las pobres andan maullando detrás de mí desesperadas. Los de la cuadrilla me suelen cantar aquella canción tan de moda hace años, una que cantaba un tal Carlos Mejía Godoy con los de Palacagüina, aquélla que decía:

“Clodomiro, Clodomiro, ¿para dónde vas tan serio? Voy a ver un partidito allá por el cementerio. Y en asunto de mujeres, ¿cómo te trata la vida? Me defiendo, me defiendo, como gato panza arriba”.

Y si les digo la verdad, no tengo gran interés en aparearme con ninguna, bueno, entendámonos, a nadie le amarga un dulce, pero eso de las responsabilidades siendo tan joven todavía… no, que no me veo preparado, porque claro, luego vienen los gatitos y ya todo es un lío tremendo. Así que de momento, procuro mantener a raya esa cuestión, y cuando vea que las cosas son diferentes, que me encuentro más cansado para trotar de un lado a otro, entonces ya me buscaré la vida, bueno, la gata y luego la gatera… En el fondo, sigo los pasos de mi padre, y el hombre (digo, el gato), tuvo una suerte tremenda con mi madre, ¡ni más ni menos que una gatita persa con pedigrí, ahí es nada!

Mientras tanto aquí me tienen, haciendo las delicias de todo aquel que repara en mí, y yo, de vez en cuando me dejo fotografiar, acariciar el lomito, les pongo ojos melosos, y cuando veo en los de alguno esas ganas de querer adoptarme… salgo pitando, ¡no sea que me atrapen en los brazos del cariño y el cuidado casero!


Foto y Texto: Edurne

domingo, 22 de mayo de 2011

HISTORIAS DE LA RÍA (XI)









































Por la Ría, a mas de “una gabarra con once jugadores…” muy de tarde en tarde, también pasan cosas, muchas cosas. Entre ellas, la más importante, la VIDA. Y es que la vida tiene ese vaivén, esa cadencia que nos lleva y nos trae de una a otra orilla cuando menos lo esperamos, ella es así, imprevisible. Así que lo mejor es dejarse llevar, ¿no les parece a ustedes?


Este mes de mayo, Bilbao anda alborotado, que si los calores pre veraniegos, más veraniegos que previos, diría yo, que si los vientos ventosos, que si unas gotitas por aquí, unas nubecillas encapotadas por allí, en fin, ya saben, lo típico de una primavera algo loca.


Hoy, que es domingo 22, estamos inmersos en otro proceso, con el aliciente de una pequeña revolución que nos ha pillado a todos de sorpresa pero que, en el fondo, la esperábamos… ¡Veremos qué pasa! Y no es que yo sea una ilusa ni nada de eso, pero no dejo de acordarme de que un 14 de abril de 1931, en unas elecciones municipales, desde el balcón del ayuntamiento de Eibar (Gipuzkoa), se proclamó la 2ª República…
Pero al menos, habremos conseguido abrir un poco los ojos y ser como esa mosca cojonera en la entrepierna de más de uno… ¿o no?


Y por la Ría, como iba diciendo, a su vera, verita vera… en la Plaza del Teatro Arriaga, también hay acampados. No he podido pasarme por allí todavía para sacar alguna foto, pero se imaginarán que como en Sol, pero más pequeño.


Bilbao está con vestido de primavera, con turistas despistados con plano en la mano y cámara en ristre, con bilbaín@s apresurad@s de un lado a otro (siempre vamos corriendo), con niños bulliciosos y agotados ya del curso escolar (¡si yo les contara cómo está el personal!), con jubilados de los de siempre y de los nuevos, que tienen un aspecto de lo más saludable, y es que, jubilarse a los 60, no tiene nada que ver; al menos eso es lo que yo veo en las caras de mis compas jubilados hace un año, dos, tres… que están con otro brillo, otra piel, vamos, nada que ver con nuestro rictus de estresados. Me quedaba cada vez menos para experimentar semejante metamorfosis pero ahora… ¡cualquiera sabe!


Por el Botxo, tan manejable él, siempre hay cosas que hacer, que ver, que fotografiar… Entras en el Mercado de la Ribera y te pierdes entre la gente, curioseas por los puestos… deambulas por el Casco Viejo y te dejas envolver por su solera, su “nosequé”, entras en el Palacio Yon, el edificio de La Bolsa, centro de distrito del Casco, donde siempre hay alguna cosa interesante o cuando menos, curiosa. O te encuentras con una boda en la Catedral de Santiago, los novios recibiendo el homenaje del aurresku que les baila un dantzari, y una con ganas de marcarse unos pasitos también… Y luego una pequeña ronda de pintxos.


Y también un cine: “Tokio Blues”, adaptación de la novela, maravillosa novela de Murakami, de la que ya di cuenta en esta Orilla hace un tiempo. La novela, ya digo, me gustó muchísimo, y la peli, puessss, no sé, por un lado tiene ese toque “japonés” inevitable, pero por otro, habiendo leído el libro antes, como que te quedas un poco así, como que falta algo… De cualquier forma, la recomiendo, porque los paisajes son… ¡apabullantes!


Y pasearse por la margen de la Ría, por la derecha o por la izquierda, siempre tiene premio, para mí, sí, más que nada porque recuerdo cómo era mi Ría cuando era pequeña, y verla cómo se ha transformado, es una delicia. Al calor del Museo Marítimo, sito junto al Palacio Euskalduna, han puesto unas carpas con productos gallegos, mariscos más que nada... una especie de Feria Gastronómica. Y en vista del éxito obtenido han decidido prorrogar su estancia justo hasta hoy domingo. Está bien variar un poco y darse una vuelta por esa pequeña muestra de “fruits du mer” galegos. Claro que, hay que regarlo con algún vinito de la tierra, un Albariño, un Ribeiro…
Desde allí mismo puede verse la Torre Iberdrola que ya está terminada. Y también tenemos a la Grúa Carola, toda roja ella (aunque está necesitando una manita de pintura ya). ¿Saben por qué se llama Carola? Pues
aquí está la explicación.


En El Bellas Artes había un par de exposiciones para ver: “Gehiago dago zugan / Hay más en ti” Imágenes de la mujer en la edad Media. Y otra del profesor de Bellas Artes de la UPV, Daniel Tamayo, “Alegiak/Fabulario”, muy colorista, con muchos elementos en lienzos de gran tamaño. Esta es más para quien le guste este tipo de pintura, porque, marear… marea un poquito, y a simple vista parecen todos iguales aunque no lo son.


En estos días hemos hecho una excursión a Atapuerca con los alumnos. INTERESANTÍSIMA. Recomiendo esta visita a todo el mundo. Aquí la web de la Fundación Atapuerca. Yo, cada vez que he ido, siempre con alumnos, he disfrutado como una enana, y ellos también.


Y el viernes también pasó junto a la Ría que las madres de mi clase me llevaron de cena, y que lo pasamos muy bien, y que ayer y hoy todavía ando recuperándome, ¿será que ya me estoy haciendo mayor y ya no tengo el aguante de mis años más mozos? Será.


Les voy a poner unas cuantas fotos para aderezar la crónica botxera y que ustedes se paseen por mis lares conmigo, ya saben, siempre serán bienvenidos si algún día se les ocurre pasearse de verdad por aquí, porque, ya ven, por la Ría... ¡pasan cosas!











Fotos: Antonio y Edurne Cartel peli: Internet

jueves, 19 de mayo de 2011

MIRO A TRAVÉS DE TUS OJOS


Miro a través de tus ojos,
ventana al infinito de tu alma.
Me asomo por la hendidura que
deja la mañana recién estrenada.
Y cierro mis sentidos.
Los cierro a la
frontera de tus manos
con mis noches iluminadas.
Y me escondo.
Me escondo,
tras la cortina de lluvia y pasos silentes,
en el umbral de tu casa.
Me blindo.
Visto coraza de espuma que
protege mis días de tu sonrisa.


Pintura: Antonio Texto: Edurne





lunes, 16 de mayo de 2011

DIARIO DE UNA MUJER (IX)




Jueves 25 de noviembre de 2010
23:10



Bueno, Mari Puri, querida mía, creo que te vas encaminando hacia la solución de tus problemas, al menos, de los más inmediatos.


Primer punto: estás más tranquila, eso se nota, ya no lloras tanto, miras a tu hija sin esa expresión de miedo y angustia que tanto le provoca a ella… Alfredo está mejorando, él también está más tranquilo. ¡Y además has mandado al carajo al mequetrefe del psiquiatra ése!


Segundo: has decidido hacer algo para romper tu rutina. Ya, ya sé que todavía no sabes el qué, pero lo más importante es que lo has decidido, y eso ya es un paso adelante.
Mamen me pasó el teléfono de la psicóloga de su hermana. Todavía no he llamado, no sé, igual espero un poco, porque aún tengo que “desintoxicarme” de la experiencia anterior, y aunque lo de un psicólogo me seduzca más… voy a esperar unos días antes de llamar.
Y la sorpresa de estos días ha sido la llamada de Blanca. Mi hermanita no se prodiga demasiado en llamadas ni en visitas, pero bueno, yo creo que ya lo tenemos asumido, ella es así, y listo.


El caso es que mi hermana Blanca siempre ha sido muy independiente, no sé si el haber sido la menor de las tres le ha abierto todas las posibilidades, o que mis padres ya no tenían fuerzas para luchar con rebeldías ni independencias… aunque también cuenta mucho el carácter, de eso estoy segura. Blanca es una zalamera, siempre ha conseguido lo que se ha propuesto: estudiar lo que ha querido, los chicos que le gustaban, la ropa, viajar, entrar y salir de casa sin problema alguno… Hay que reconocer que es un lince la chica, lista como ella sola, y luego tiene un don de gentes natural que la hace encantadora. Y guapa… bueno, Blanca es guapísima, pero a mí siempre me ha dado la sensación de que nunca ha sido consciente de ello, o sea, que es natural, espontánea, que nunca ha presumido ni alardeado de nada. Y luego su sinceridad, siempre la ves venir, de frente, sin tapujos… eso es lo que más me gusta de ella; si tiene que decirte que estás gorda como una vaca, te lo dice, y después te achucha, te come a besos y te dice lo mucho que te quiere…. Así es Blanca.


Pues me llamó hace tres día para contarme un montón de cosas, tales como que ya se está hartando un poco de Bruselas, que necesita ampliar sus horizontes, ¡cambiar de rumbo, vamos! Ser intérprete y traductora le ha abierto muchísimas posibilidades, y como lo que más le entusiasmaba era viajar… su profesión era la ideal. Mi querida hermana domina el inglés, el francés, el alemán y el italiano como si fueran su propia lengua, y con ese aspecto que tiene tan… europeo, da el pego allá donde vaya, aunque, claro, ella no tiene que dar el pego de nada, es una chica lista, nada más.


Con lo alegre que es, el otro día la encontré algo alicaída, así que mis problemas casi pasaron a un segundo plano, y a mí misma se me olvidaron por varias horas, ya que después de la conversación que tuvimos, me quedé durante mucho rato pensando en todo lo que me había dicho.
Blanca trabaja para el Parlamento Europeo, es funcionaria europea, pero ahora mismo dice que seguramente pedirá una excedencia, que necesita cambiar de aires, reflexionar, encontrarse a ella misma… Eso último sí que me ha sorprendido, porque yo pensaba que era la única de nosotras tres que se había encontrado a sí misma desde su más tierna infancia.


Su última pareja, Hans, es un pedazo de pan, pero parece ser que un poco "soso" para lo que Blanca necesita. Es la primera vez que Blanca pide ayuda… sentimental, digamos; ella siempre tan resuelta en estos asuntos del cuore, ahora necesita que le orienten, contarle sus cuitas a alguien, y bueno, se ha acordado de su hermana, de mí. Me halaga, además es que dice que va a venir una semana, que ha pedido unos días que tenía pendientes por exceso de horas trabajadas y… que se viene, que tiene muchas ganas de vernos a todos y que ya, de paso, hablamos. ¡Pues muy bien!


No voy a negar que estoy un poco como… revolucionada. Por un lado, mi “reencuentro” con Nieves, que, teniéndola aquí mismo, era como si fuésemos primas lejanas en vez de hermanas; y ahora Blanca, que me necesita ¡y que viene!


Comprenderás querida mía, que deje aparcado lo del psicólogo, lo de “¿quién soy, de dónde vengo y adónde voy…?”. Estoy contenta, además, me parece que empieza una nueva etapa que va a ser muy positiva.

Cuaderno, ¡hasta cuando pueda!

Puri









Imagen: Internet (no sé de quién es la pintura, pero por el aspecto, parece ser de algún maestro holandés…) Texto: Edurne

sábado, 14 de mayo de 2011

ENTRESUEÑOS (VIII)


Esta noche
-cuando nadie te llama-
vienes a verme.
“Pasaba por aquí…”
-dices-.
Y yo no te creo.
Seguro que tenías
pensada la visita.
¿No te das cuenta
de que no te quiero?
Y tú te empeñas.
Y yo te rechazo.
Pero vuelves.
Insistes
noche tras noche.
¡Fuera de mi cama!
-te grito-.
Sal de mi vida…
Y tú como ausente.
Rasgas mis noches,
rompes mis sueños.
Inmisericorde,
avanzas por todo
mi cuerpo,
te instalas en mis ansias,
clamas desde mi
angustia desvelada.
¡Fuera te digo!
Estás sordo
a mis ruegos.
¿No ves que conmigo acabas?
¡Maldito insomnio,
que mi tumba cavas!


Pintura: Antonio Texto: Edurne

martes, 10 de mayo de 2011

DOS ERAN DOS (IV)

–¡Vaya día, no para de llover! ¡Así no hay forma de animarse!

–Bueno, eso lo dirás tú, porque yo nunca me aburro, siempre tengo cosas que hacer… ¡Búscate alguna distracción y ya verás cómo se te pasa el aburrimiento!

–No sé, chica… será esta maldita primavera que me ha pillado con el paso cambiado. Mira, ya estoy harto de los sudokus, los crucigramas… Leer, así, en serio, como que no puedo. ¡Mira, mira la cantidad de libros que tengo empezados, y nada, que no les encuentro la gracia! Con lo que yo soy para la lectura… no, si estoy un poco preocupado, no te creas.

–¡Hombre, Juan, no te vayas a deprimir ahora, que no tienes edad! ¡Compórtate!

–Ya, para ti es muy fácil, no paras, tienes una marcha que cualquiera te sigue... Pero yo, ¿qué quieres? Las cosas en la oficina están como para dar saltos de alegría; y luego los amigos: al uno que le ha dado un infarto, al otro, que le detectan un cáncer de próstata… ¡Como para no deprimirse!

–¡Bueno, bueno, buenoooo, no exageres! Tú en la oficina no tienes ningún problema, lo sabes, aunque te adorna ese sentimiento solidario. Por otra parte, Juan, tú estás sanísimo. Y a Miguel ya le han controlado lo del corazón, además sólo fue un amago, ni siquiera llegó a ser un infarto-infarto. Lo de Ernesto, bueno, eso ya es más serio, pero estoy convencida de que todo va a salir bien, y es que con lo optimista y positivo que es él… seguro que se recupera enseguida y sale de esta en un santiamén, ¡ya verás!

–¡Y encima la niña por esos mundos de Dios a cuenta del dichoso Erasmus!

–Pero mira que eres… La niña, como tú dices, ya tiene veintidós años, y está en Florencia pasándoselo pipa y aprendiendo un montón, todo para que tú te sientas cada vez más orgulloso de ella. Que sí, que ya sé que la echas mucho de menos. ¡Y yo! Porque, no te habrás pensado que yo, que soy su madre, estoy así, tan tranquilita, como si nada… ¡Que también es mi niña!

–¡Y luego para que venga un “italianini” meloso y engañador de esos, que le diga ciao bambina y otras tonterías por estilo, y hala… Arrivederci! Que no, que no te rías, que eso lo tengo yo aquí dentro, bien metido, y si no… ¡al tiempo!

–Te estás poniendo de un tontito… que me vas a fastidiar la tarde a mí también, ¡y eso sí que no, hasta ahí podíamos llegar! Ahí te quedas…

–¡Oye, Carmennnn, no te vayas, no me dejes aquí solo! Ya, ya sé que me he puesto un poco pesado, ya lo sé, pero no me hagas mucho caso, venga mujer, que ya me animo. Mira, que me levanto, me peino, me voy a preparar un cafecito… ¿Quieres que te ponga algo, una infusión, un chocolate, no sé…? ¡Hey, Carmen, qué haces, dónde estás?

–¡A ver, ven aquí, ayúdame con esto…!

–Pero qué haces, si ahí tenemos más cosas que ni sé, vamos que ni sé, ni sabemos lo que hay guardado… Además te vas a caer, anda baja de esa escalera, que no tiene ninguna estabilidad, y sólo nos faltaba eso, que te cayeras y te me averiaras… pues ya lo terminamos de rematar. Deja, deja que suba yo…

–Estos armarios con altillo, sí, están muy bien pero también son incómodos de ganas… sobre todo cuando quieres buscar algo.

–Ya. ¿Y qué es lo que quieres buscar, si puede saberse?

–Pues los álbumes de fotos, los viejos… Es que me he puesto un poco melancólica y me han entrado unas ganas terribles de viajar al pasado, ya ves, ¡y todo por tu culpa!

–¡Hombre, ahora soy yo el culpable de tu melancolía! Perdona, mujer, no quería ponerte triste…

–Si no estoy triste, es que tengo ganas de recordar, solamente eso… Ahí, ahí, en esa caja grande hay unos cuantos, venga, dame, dame el rojo, y ese marrón de tapas más duras, y el otro que está debajo…

–Andaaa, mira lo que me he encontrado, los anuarios de mi colegio, ¡Jajajajaja! Esto sí que lo quiero ver yo otra vez, vaya pintas, mira, mira…

–¡Venga, baja de una vez, que así no podemos ver las cosas bien!

–Ya, ya voy, toma, cuidado, que pesan…

–¿Has visto, tonto, como siempre hay algo que hacer para matar el aburrimiento?

–¡Si es que eres una joya, Carmencita mía, guapetona! ¿Qué haría yo sin ti, eh?

–¡Eso digo yo! Venga, vamos a sentarnos en el sofá, juntitos, y trae esos cafecitos, bueno para mí un chocolatito. Hummm… ¡Qué tarde más retro vamos a pasar, eh, Juanito!

–¿Hace un besito y… me perdonas por lo latoso que me he puesto?

–¡Si es que eres como un niño, un mimoso de tomo y lomo! ¡Toma beso!



Pintura: Antonio Texto: Edurne

viernes, 6 de mayo de 2011

VIENTOS DE CONFUSIÓN


Vientos ululantes enredan en mi cabeza
confundiendo mis pensamientos.
Lluvias perladas y aromas de frondosa
realidad empapan mi piel,
y calan muy adentro,
más allá de las fronteras de mi reino
de pequeños sueños.
Hoy cabalgan de la mano
la brisa con el quiero y no puedo.
Hoy mi boca dice palabras
que no entiendo.
Hoy respiro y,
poco a poco muero…

Imagen: Internet Texto: Edurne

lunes, 2 de mayo de 2011

DOS ERAN DOS (III)




—Juan, ¿has cogido el carro?

—Sí, espera, que ya voy, es que la cadenita se había quedado trabada y no entraba bien el euro…

—¡Bueno chico, qué rabia, pues que se me ha olvidado la lista que hemos hecho en casa! Me la he debido de dejar en el baño, cuando he ido a peinarme, seguro, porque la llevaba en la mano… ¡A ver si ahora nos acordamos de todo!

—Tranquila mujer, que yo sí que me acuerdo, ya verás…

—Pues venga, ¿por dónde empezamos: sección lácteos, frutas y verduras, carnicería y charcutería, huevos, galletas, limpieza…?

—Mira, se me ocurre que podemos seguir un orden lógico, el de la distribución del supermercado… ¿te parece? Y así, seguro que nos vamos acordando mejor de las cosas y no nos despistamos.

–Según eso, tenemos a nuestra izquierda la sección de maletas, mochilas escolares, bolsos de deporte… ¿necesitamos algo de todo esto?

–¡Hombre, la verdad es que estas maletas no están nada mal, y mira, mira qué precio…! Fíjate en aquella marrón de la derecha, la que es así, como un poco rígida, tiene buena pinta ¿eh? Es que la grandota que tenemos en el camarote, la de los últimos viajes largos, como que está ya un poco viejita…

–¡Pero bueno! ¿Tú eras el que decías que mejor seguir el orden lógico de distribución del súper porque así no nos íbamos a despistar, y vas y te me pones a mirar maletas? ¿Acaso teníamos que comprar una maleta para comérnosla en pepitoria el domingo?

–¡Ya, ya… que era un momento nada más, mujer! Pero no me dirás que lo de la maleta no habría que pensarlo…

–Querido, estamos en noviembre y para nuestras vacaciones todavía falta mucho, y eso, suponiendo que este año podamos ir a algún sitio… así que te aconsejo que nos centremos en lo nuestro, o sea, en la compra semanal, que tengo un dolor de riñones de los de campeonato, lo que tú ya sabes que se traduce en que si estuviéramos en casa, me tiraría al suelo un ratito, pero como sigamos aquí en plan tonto… ¡te juro, que voy y me tiro en el pasillo de los electrodomésticos!

–¡Que sí, que ya... tranquilita, cari! A ver, ya, mira, por aquí está el pan, a ver ¿cuántas barras cogemos, dos, o mejor dos grandes y una de esas de mantequilla que tanto te gustan? ¿Y unos cruasancitos para el desayuno…? Es que tienen muy buena pinta.

–Pero, vamos a ver, ¿no habíamos quedado en que íbamos a desayunar pan tostado y a evitar la pastelería industrial? ¿Ves lo que pasa por no venir con una lista? Y sí, ya sé… la culpa ha sido mía, que he sido yo la que se la ha olvidado, no digas nada, por favor.

–¡Vale, si yo no he abierto la boca…!

–¿Seguimos?

–¡A sus órdenes, mi capitán!

–¡Menos cachondeo, majo! Anda, coge una docena de huevos, pero de los de gallinas libres, que no tienen nada que ver con los otros.

–Pues no sé en dónde les ves tú la diferencia, bueno, sí, en el precio, que los que tú quieres son más caros…

–¡Hombre, Juan, si no hay más que ver las yemas, todas amarillitas de un amarillo vivo, que da gusto! Y qué bien que salen las tortillas con estos huevos…

–Entonces, ¿ vas a hacer una tortilla de patatas esta noche para cenar, así, como sólo tú sabes hacerlas, con cebollita y jugosita? Huy, que ya estoy segregando...

–¡Anda, engañador, que eres un engañador, que no sabes tú nada!









Pintura: Antonio Texto: Edurne