jueves, 15 de noviembre de 2018

COSTURAS A DESTIEMPO (Replay 3)




Llevo las costuras de la vida demasiado prietas,

oprimiéndome el alma.

Hilvanada la sonrisa,

así, con un poco de tiento,

marcando la sisa en blanco, para que sea vista

entre la negra pena de este invierno eterno…



Llevo descosido el dobladillo,

porque me caí jugando a ser niña grande.

Y ahora lloro sin consuelo,

buscando un corchete para sujetar

el desgarro de esta tarde sin margen,

ni línea por la que caminar sin torcerme…



Llevo zurcida la alegría,

por si alguien viene a reclamarla,

por si la necesito un día.

Las entretelas cortas en el tiro,

reclamando corte y avío…



Llevo el costurero lleno de sueños,

las agujas en pie de guerra

y las tijeras marcando el ritmo…

Torzal para remendar mi llanto,

imperdibles con que prender

los suspiros…



Y en el fondo, bien guardado,

patrón para marcar,

de nuevo,

a la risa el camino.



Dibujo: Aitor Texto: Edurne (Texto ya publicado en este blog el 8 de febrero de 2010, el 9/4/11 y el 27/11/16). Como me gusta mucho y siento que es muy actual en mi vida, lo traigo de nuevo hasta la Orilla.).


domingo, 11 de noviembre de 2018

LA INCREÍBLE HISTORIA DE LA BELLA FLORENTINA (IV)



Leer previamente las tres partes anteriores (aquíaquí y aquí).

Como en la estación de las lluvias, que todo florece, que todo huele a nuevo, así renació la vieja casa de los Ancheta. Nadie supo a ciencia cierta cuánto tiempo pasó. Tal vez fueron meses, años… La luna brillaba en lo alto día y noche. Los ciclos de la vida se sucedían a una velocidad nunca antes conocida, y la ciudad fue despertando poco a poco del sopor en el que llevaba sumida desde… ¡Sí, desde la extraña muerte del viejo Joseph!


Hasta la ciudad  llegaban curiosos, charlatanes, buscavidas, santones, gentes de buen y mal vivir. Todos atraídos por los rumores que de la bella Florentina y sus prodigios corrían. Antiguos negocios volvieron a sacudir el polvo de sus letreros, abrieron puertas y ventanas para esa nueva marabunta de ˂hambrientos˃. Casas de comidas, destartalados hoteles, pensiones de dudosa reputación… Hasta el Banco de La Nación recuperó su barroca fachada y sacó brillo a las balaustradas que adornaban su interior. El viejo director se frotaba las manos mientras presumía que los cajones de las celdillas de atención al público volverían a rebosar de billetes. Y al final de la Calle Larga, la más importante de la ciudad, los farolillos chinos de bambú en colores naranja, rojo y azul ultramar, volvían a iluminar la seductora, aunque caduca, entrada que llevaba directo al Paraíso. El mayor y mejor de todos los burdeles, el único que había sobrevivido al sueño de olvido del que ahora estaba despertando la ciudad, EL PARAÍSO, abría de nuevo sus placeres, sus misterios y sus encantos para todo aquel que tuviera agallas y un buen bolsillo para perderse en él.

Florentina era una hermosa promesa de mujer. A sus catorce años nada ni nadie le hacía sombra. Don Lázaro se había encargado personalmente de su educación, y ahora era ella la que superaba en sabiduría al maestro. Dominaba, a más de la lengua vernácula, un castellano culto y sin mácula alguna, las clásicas por excelencia: el Latín y el Griego; también hablaba y escribía, con total soltura y fluidez, aquellas otras que de la vieja Europa reinas y señoras eran. Y no le quedaban ni las antiguas hablas de los desarrapados indios por conocer, ni aquella otra que a ninguna conocida se parecía, la que hablaban sus ancestros en la lejana Vasconia y que hasta aquellos lugares llevó el primero de los Ancheta. Tal era su fama que, inevitablemente, se había convertido en una leyenda, en alguien a quien había que conocer, descubrir, conquistar o desenmascarar…


(Continuará)

Imagen: Internet. Texto: Edurne . Leer previamente las tres partes anteriores (aquí, aquí y aquí).