Leer previamente las tres partes anteriores (aquí, aquí y aquí).
Hasta la ciudad llegaban curiosos, charlatanes, buscavidas,
santones, gentes de buen y mal vivir. Todos atraídos por los rumores que de la
bella Florentina y sus prodigios corrían. Antiguos negocios volvieron a sacudir
el polvo de sus letreros, abrieron puertas y ventanas para esa nueva marabunta
de ˂hambrientos˃. Casas de comidas, destartalados hoteles, pensiones de dudosa
reputación… Hasta el Banco de La Nación recuperó su barroca fachada y sacó
brillo a las balaustradas que adornaban su interior. El viejo director se
frotaba las manos mientras presumía que los cajones de las celdillas de
atención al público volverían a rebosar de billetes. Y al final de la Calle
Larga, la más importante de la ciudad, los farolillos chinos de bambú en
colores naranja, rojo y azul ultramar, volvían a iluminar la seductora, aunque
caduca, entrada que llevaba directo al Paraíso. El mayor y mejor de todos los
burdeles, el único que había sobrevivido al sueño de olvido del que ahora
estaba despertando la ciudad, EL PARAÍSO, abría de nuevo sus placeres, sus
misterios y sus encantos para todo aquel que tuviera agallas y un buen bolsillo
para perderse en él.
Florentina era una hermosa
promesa de mujer. A sus catorce años nada ni nadie le hacía sombra. Don Lázaro
se había encargado personalmente de su educación, y ahora era ella la que
superaba en sabiduría al maestro. Dominaba, a más de la lengua vernácula, un
castellano culto y sin mácula alguna, las clásicas por excelencia: el Latín y
el Griego; también hablaba y escribía, con total soltura y fluidez, aquellas
otras que de la vieja Europa reinas y señoras eran. Y no le quedaban ni las
antiguas hablas de los desarrapados indios por conocer, ni aquella otra que a
ninguna conocida se parecía, la que hablaban sus ancestros en la lejana Vasconia
y que hasta aquellos lugares llevó el primero de los Ancheta. Tal era su fama
que, inevitablemente, se había convertido en una leyenda, en alguien a quien
había que conocer, descubrir, conquistar o desenmascarar…
(Continuará)
4 comentarios:
...de cuando se estudiaba latín y griego...
Seguimos leyendo.
Aqui una clásica : 4 años de latín y 2 de griego. Me encanta explicar etimologías en clase.
Besos
;)
Quien es políglota es también abierto al conocimiento
de otros pueblos y culturas, amplía la mente.
Besos
MYR:
¡Cuánta razón tienes, amiga!
Besarkadak.
;)
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