sábado, 31 de diciembre de 2022

LAS UVAS DE LA IRA (Sic.)

 


Siete horas y catorce minutos exactos son lo que le queda de vida a este año que ya se escapa. Y no voy a negarles que tengo unas ganas locas de darle una patada en el culo que…

No sé cómo será el que ya está asomando el morro, pero peor que este… Mejor no digo nada, ya, ya sé, que lo mismo se estropea todo y la hemos liado más que parda.

Ando tarde hoy también. Ya saben, ni tiempo, ni palabras que me engalanen el folio en blanco, ni casi ganas.

Peroooooo…

No voy a renunciar a levantar mi copa virtual y brindar con todos ustedes por lo que está por llegar, para desearles lo mejor de lo mejor. Y que  la vida nos dé paz y salud, y amor, que es lo más importante, el resto, ya vendrá, la fuerza es lo que nos ayudará a seguir caminando.

¡Brindemos, pues!

Txin Txin eta URTE BERRI ON!

Un felicísimo año nuevo 2023.

Y mil gracias por seguir por aquí, acompañándome a manejar las marejadas que me regala la vida últimamente.

¡Me sean felices, por favor!


Foto y manipulación: Edurne. Uvas: De la cocina de mi amatxu, como todos los años.


sábado, 24 de diciembre de 2022

DICEN QUE ES NAVIDAD

 


Dicen que ya estamos en unas nuevas navidades...

Yo, como siempre en los últimos tiempos, llego tarde a todo lo que tenga que ver con mi vida, pero, bueno, aquí estoy.

Seré breve.

Solo quiero desearles lo mejor de lo mejor. Voy a dejarme de los típicos tópicos, cada cual sabrá qué es lo mejor para él, para ella...

Espero que cambien los vientos y nos vengan favorables para la próxima ruta.

Disfruten de lo que tengan, expriman los momentos de felicidad, hagan acopio de sonrisas, abrazos, miradas...

Me convierto en bola de navidad, y les dedico mi mejor sonrisa (estoy ensayando, no crean, casi se me ha olvidado cómo era eso de sonreír...).

¡TXINTXIN y A SER FELIZ!

                                                             

Imagen: del WhatsApp. Foto: Amparo



miércoles, 7 de diciembre de 2022

SESENTA más TRES

 

                       


Cuando cambias de década, a veces, lo haces con alivio, y otras con zozobra, intriga… Pero lo que siempre se nos olvida es que los años empiezan a desfilar uno detrás de otro a una velocidad ¡vertiginosa!

Depende de cómo te vaya, pues estás deseando que ese año se acabe y empiece el otro, o quién sabe, que lo mismo puede alargarse un poquito más si es bueno. Mentira, que no nos engañen. Corren igual, tardan el mismo tiempo: 365 días, con sus respectivas noches (¡ay, las noches!), o 366 si es bisiesto. Y si tu vida ha entrado en otra dimensión, en esa dimensión en la que no la reconoces como tuya, en la que ni tú te reconoces, entonces… Entonces lo de cumplir años ya no te hace ni pizca de gracia, casi nada la tiene porque a ti te han expulsado de tu espacio de vida, chiquito, pero tuyo, con tus pequeños sueños, con tus pequeños planes, con tus pequeñas evasiones, con… Y entonces ves que las puertas se van cerrando una tras otra y que te quedas ahí en un momento que no avanza ya más, y te sientes como si fueras  prisionera de tu propio destino.

Sí, sabes que estás haciendo lo que tienes que hacer y que estás donde tienes que estar, eso nunca lo he cuestionado, pero asistir al lento (o no tanto) derrumbe de las paredes de tu casa pues cuesta, duele, te descoloca, hace que te ovilles en tus penas, que busques algún agujerito para poder recordar cómo era ese cielo, cómo eran esas calles…

Y a pesar de todo eso, siempre llega el 7 de diciembre. De aquel primer 7 de diciembre hoy se cumplen sesenta y tres años. Ya está cerrado ese círculo y empiezo a caminar por el sendero de los 64. ¿Cómo será este camino, qué me espera? Mejor dejar que cada día sea la avanzadilla de los siguientes, poco a poco, pero que me dé tiempo para ver lo que viene, para pensar y reflexionar, para no equivocarme en las decisiones. No sé, igual estoy totalmente equivocada.

No tengo tiempo para nada, ya no entro casi en las casas de mis amistades blogueras, y cuando lo hago me doy una pechada a leer, pero no soy capaz de comentar.

Tengo estrangulados los sentimientos, ni la manzanilla alivia mi empacho de tristeza.

Quiero cumplir los 63 con otra mirada, con otra sonrisa (si hace falta, me las pintaré).

Hace mucho que dije que no cerraría esta Orilla aunque mi chapoteo sea tan de tarde en tarde. Esta Orilla es una buena orillita para venir de vez en cuando, a mí me da paz, será por el murmullo de las olas, por el olor a salitre, por el sol que acaricia sin quemar, por las cosquillas que la arena me produce en las plantas de los pies…

No me voy a marchar sin agradecer de nuevo, como todos los años, a tod@s quienes pasan por aquí, su cariño de siempre. Gracias por todo y de todo corazón. Les prometo intentar ser feliz, lo sean ustedes también.

ESKERRIK ASKO!

 


Texto y desahogo: Edurne. Selfie al natural (de ayer mismo): Edurne. Foto en Zarautz (de septiembre): Antonio. 

lunes, 12 de septiembre de 2022

 


Ayer me dijiste
con la boquita de mentir
que me querías.
Y hoy, 
hoy acabas de inocular
la última dosis de carcoma exprés
en las vigas de mi casa.

Me afano en apuntalar 
momentos que creí ciertos, 
caricias a contraviento, 
besos al vuelo, 
miradas de riguroso estreno
y cuerpos ya viejos... 

Reparto cubos y baldes 
para recoger las aguas que desbordan
por las lindes de mi fracaso y tu olvido. 
Guardo en mi maleta de ida y vuelta
todo el amor que te di,  
el que todavía me queda, 
las gafas de ver la vida siendo dos, 
y lo poco que  de tu casa me pude traer. 

Cada paso que doy 
me hunde más en el desasosiego. 
Camino sola, 
a oscuras y en silencio
por no despertar a los miedos.
Amenaza ruina nuestro refugio
pero yo me hago fuerte
mientras me quede aliento.

Ya ves, 
soplan malos vientos
y yo tengo las manos llenas de dolor,
los ojos ciegos de llanto,
el corazón encogido de la pena,
la boca muda de llamarte
y los pies anclados en un mundo
que tú no quieres mirar.

A lo lejos se escuchan unas risas, 
es la vida que, 
una vez más,  
se ríe de mí. 

Dibujo: Antonio. Poema: Edurne


 

viernes, 22 de julio de 2022

HASTA EL INFINITO Y MÁS ALLÁ

 



Querida madre:

Hoy es tu día, todavía es tu día, faltarán menos de dos horas para que acabe esta jornada tan especial.

Hoy has estado contenta y superemocionada. Para nosotros eso es el mejor de los regalos.

Casi no llego a hacerte este homenaje de todos los años, tú mejor que nadie sabes que no me alcanza la vida, que los días y las noches son cortos para mí... ¡Pero aquí estoy!

Y como no me da la cabeza, ni el tiempo, ni la inspiración... recurro a este viejo poemilla de agradecimiento que siempre saco a relucir cada x. Es que me parece que no hay mejor forma de decirte todo lo que te quiero, amatxu.

Sé que hoy has sido feliz, y eso para mí es suficiente.

Maite zaitut/zaitugu, amatxu!

ZORIONAK!

¡Ahora a por los 90!


 TENGO UNA MUÑECA VESTIDA DE AZUL




Te doy las gracias

porque un día,

tus carnes se abrieron

para darme a mí la vida.

Porque sufriste

con paciente espera

a que mi llanto cesara.

Porque dejaste

tu piel en mi piel.

Porque tu sudor

fue formando mi sangre.

Porque tu corazón

de madre, se hizo

corazón de niña.

Porque me pariste

un lluvioso día,

con todo el amor y

con todo el dolor…

¡Te doy las gracias,

madre mía!



Fotos: De la memoria familiar. Texto y poemilla adolescente: Edurne.

Hoy ha cumplido 89 años la señora Edurne, mi amatxu. Cada día la quiero más.

lunes, 13 de junio de 2022

MIS HORMIGAS

 


Tengo la boca llena de hormigas.

No sé de dónde salen tantas,

cómo se multiplican…

Entusiastas ellas,

suben y bajan por mi garganta.

No me dejan hablar,

acallan mis quejas,

mis lamentos

Las noto.

Están ahí, no descansan,

trabajadoras incansables

trasladan mis bilis de un lado a otro.

Las junto a todas en la barrera de los dientes

y cuando creo que ya las tengo,

las escupo.

Un segundo de tranquilidad  y…

de nuevo

tengo la boca llena de hormigas.


Imagen: Pintura de Salvador Dalí :"Rostro de hormigas". Texto: Edurne

viernes, 25 de marzo de 2022

LA BÚSQUEDA

 


No sé el tiempo que llevo

bajo la ducha,

solo sé que he llorado.

El agua caliente escalda mi piel,

pero ya no siento dolor.

Cierro el grifo,

abro los ojos

y veo a la que yo era

escabullirse por el desagüe de la bañera.

Y no siento nada.

     Nada,

ni pena en las entrañas.

Estoy seca

     de lágrimas,

     de sueños y perdones,

     de rabias y amores.  

También de risas...

Quito el vaho del espejo

con la mano.

Aguien que me observa

desde el otro lado.

      Miro.

Y veo

una cara,

un cuerpo,

un gesto…

Es ella.

      Soy yo.

Me busco entonces

entre las horas perdidas

de aquella mañana,

o, tal vez,

me quedé olvidada

en los retazos de un mal sueño…

Oigo voces.

Soy yo que me llamo.

      ¡Aquí, aquí!

Quiero gritar

pero la mirada de la del espejo

me detiene.

      Me busco.

Desesperada golpeo la puerta

del abismo que me separa

de mí misma.

Araño la niebla

que me cierra el paso,

y sumerjo mi dolor

en la ciénaga

del tiempo sin horas.

Una mano cierra

mi boca ahogando

el amanecer que me había fabricado

con miedo y esmero.

      Nada.

Esa tampoco es mi casa.

Me busco de nuevo.

      Me busco

¡y no me encuentro!


Boceto: Antonio. Texto: Edurne 


viernes, 18 de marzo de 2022

LA NIÑA BONITA

 


 

“Quince, quince, años, años, tiene mi amooorrr…” Así cantaban los del Dúo Dinámico a las niñas de quince años. Quince, los que tenía yo ese verano del  75. Qué lejano me queda todo ya.

El caso es que hoy es 18 de marzo de 2022 y esta Orilla, como el título de la entrada indica, es la niña bonita: ¡cumple quince años! Así que a festejar se ha dicho. ZORIONAK, Orillita!

Qué poca chicha tenemos la Orilla y yo a estas alturas de la vida, qué poca… Y eso que lo intentamos, lo de mantenernos a flote, pero es agotador, sinceramente, ¡agotador!

Bueno, cuántas cosas han pasado desde que abrí esta Orilla, y cuantísimas desde mis quince años de la foto. Ahí estábamos aita, ama, Aitor y yo tan contentos sacándonos una foto con el automático de la cámara, pendientes de que ésta no perdiera el equilibrio y cayera a la calle.

Estoy triste, este mundo me tiene acongojada, ya no sé ni qué esperar de él. Se nos ha roto casi todo, y es muy difícil intentar pegar los trocitos, para cuando has encajado una pieza, se te han descolocado tres…

No tengo la vena parlanchina despierta, ya lo siento. Estoy obligándome a escribir esta afeméride, a celebrar este cumpleblog porque soy muy tenaz y no me dejo vencer fácilmente, vamos, no me dejo y no me voy a rendir. Yo sigo caminando, con una mochila cada día más pesada, pero sigo, y no solo por mí, sino por quienes me rodean y sostienen con su cariño, que en realidad son quienes más  me importan.

Hoy estamos de cumple, pues habrá que hacer algo especial, me pondré a pensar a ver si doy con algo que me permita creer que de verdad es un día feliz.

No quiero meterme en disertaciones acerca de lo que nos rodea, ya saben: pandemias, enfermedades, volcanes, guerras, polvos saharianos… Ya tenemos bastante, cada minuto de nuestros días está ocupado por todo este maremágnum de no sé qué conjuros malignos que han puesto nuestras vidas patas arriba. Crisis, el mundo está en crisis, al borde del abismo. Pero he dicho que no voy a caer en el desconsuelo, en la rabia, en el miedo. Hoy, no.

Vengo a darles las gracias a ustedes, a los que han pasado y siguen pasando por esta humilde orilla. Agradezco enormemente su acompañamiento, sus palabras, sus silencios, sus huellas a fin de cuentas. Compartir quince años de nuestras vidas no es poca cosa, al contrario: hemos ido creciendo juntos.  Así que muchísimas gracias de nuevo. Eskerrik asko!

Espero que al año que viene todavía estemos por aquí y podamos celebrar con más alegría.

Cuídense mucho y procuren ser felices con lo que realmente es importante.

¡Celebremos la vida!

Un abrazo más que enorme.


Imagen: De la memoria familiar. Texto: Edurne

 


sábado, 5 de marzo de 2022

MALOS SUEÑOS

 


Cuando cierro los ojos

me visita el mismo sueño:

Soy yo

—siempre soy yo—

la que camino a ciegas,

la que  tropiezo,

la que caigo.

Caigo en un pozo oscuro

—como todos los pozos— ,

frío y hostil.

Sigo siendo yo.

Yo la que grito sin voz.

Grito,

grito,

grito…

Pero solo la luna me ve,

vuelve su cara oculta

y me mira,

muda y fría.

Nadie más sabe dónde estoy.

Caigo,

caigo,

caigo…

Y me golpeo con las rocas

de la noche oscura.

Las heridas son viejas,

se abren,

supuran los miedos de siempre.

Acerco mi boca a ellas y

las lamo.

Lamo mis heridas

como una perra abandonada

que gime y llora

buscando una caricia,

una voz que la redima.

Saco hilo de escarcha

y aguja de cristal

del fondo de mi vacío más escondido.

Coso.

Coso los rotos

de la vida futura

—porque sé que vendrán—,

remiendo los pasados

—porque están a punto de estallar—.

Y me siento a esperar.

La noche arrastra su manto,

ruge como bestia herida.

Envuelvo la vigilia

entre mis cabellos,

la acuno con cantos

que ni yo recuerdo que sabía…

Se calma el frío,

se calma la zozobra,

y también el miedo.

Mis lágrimas se atreven entonces,

se deslizan por viejos senderos,

bajan quedas y en orden de a una.

—No derroches tu llanto, niña,

guarda para mañana,

para otros días…—

Ya se acercan las primeras luces,

la noche despierta,

el día la araña con furia

pues

quiere ocupar su lugar.

Abro los ojos.

Ya no es un sueño.

Entre mis manos reposa

mi pequeño corazón

que se desangra,

y yo me afano en juntar sus trozos

con hilo de escarcha y aguja de cristal…


Imagen: Internet. Texto: Edurne