
El domingo me sorprendió esta imagen: un circo junto al mar, con sus carpas rojiblancas (¿serán del Athletic también?), y el “cole” en un camión con trailer.
Cuando terminé Magisterio, en el año 80 (ya ha llovido un rato largo), me moví por todas partes, hasta rellené papeles para irme a Nicaragua con los sandinistas, a alfabetizar a diestro y siniestro. Al final, me convertí en maestra con plaza en propiedad, o sea, me “opuse” y me “opuse” y lo conseguí, las lentejas aseguradas (aunque cualquiera sabe…)
¡Y ahí terminó mi sueño de maestra aventurera (en mi fuero interno lo sigo siendo)! Y ser maestra, créanme, es una aventura diaria.
Siempre me han intrigado estos otros mundos paralelos al nuestro, al llamado “normal”. Claro, en los circos, pequeña comunidad nómada, también hay niños, y también han de ser escolarizados (ahora por ley, que antes... ¡cualquiera sabe!). Niños que a mas de pertenecer a ese mundo tan peculiar que es el circo, que aparte de aprender el oficio de domadores, trapecistas, funambulistas o payasos… también han de saber dónde está Teruel (que sí que existe), o Villaconejos (con sus melones), o el municipio de Getxo (en la orilla cantábrica), no sólo para poder llegar y plantar la carpa de colores, sino también por aquello de la Geografía, y saber por qué mundos anda uno.
A veces me pregunto cómo serán esos niños, si echarán en falta todo lo que tienen los que viven en una casita que siempre está en el mismo barrio, que van a la misma escuela todos los días…
A veces miro a mis pupilos y me doy cuenta de que no saben valorar lo que tienen; que tienen mucho, demasiado, más de lo que debieran, mucho más de lo que tal vez se merezcan o de lo que saben apreciar y asimilar.
Y también doy en pensar en los maestros, las maestras, que van con el circo, de un lado a otro… Supongo que su alma también ha de ser errante, que su espíritu ha de ser aventurero.
No sé si alguno habrá llegado a jubilarse del magisterio siendo un titiritero de las cuentas, un contorsionista de la gramática…
La vida es un puro malabarismo.
El circo se llama “CIRCO HOLYDAY”. Tal vez el nombre tenga algo o mucho que ver con las vidas de los que en él habitan…
Foto: Edurne