miércoles, 19 de agosto de 2009

CRÓNICAS VIAJERAS II (Viena)




































Lo prometido es deuda, y aquí estoy, casi en las mismas condiciones que hace dos días cuando compartí con ustedes la primera etapa de estas “Crónicas viajeras”, con un calor terrible, pero bueno, estamos en verano, ¡qué le vamos a hacer!.
Hoy, y de la mano de Sissi emperatriz, vamos a dar un paseo por la Viena imperial, ¿si gustan…?

Una paliza de casi cinco horas en bus nos separaba de Viena. Salimos de Budapest con un tiempo más o menos, pero según avanzábamos, el cielo iba tornándose más y más hostil. Lluvia. La lluvia fue el preludio de lo que nos esperaba en Viena, más agua.

Como recibimiento no fue nada agradable, puesto que nos tocaba una visita panorámica (pasada por agua) nada más comer. Al cansancio se unió la rabia. Hubo que comprar unos paraguas de emergencia, y con él me volví hasta Bilbao, no era cuestión de abandonarlo en el último hotel, o en el aeropuerto…

Las primeras fotos son grises y acuíferas, por no decir acuáticas. Nuestra guía, Brigitte, una austriaca pizpireta que hablaba un castellano con acento mejicano mezclado con el fuerte tono prusiano, era de traca; menos mal, fue nuestra salvación.

Estuve en Viena hace veinticinco años, y mi recuerdo se limitaba a una visita al hospital y a una apotheke (farmacia). Me hice un esguince de tobillo de la forma más tonta, así que mi predisposición ante tamaña ciudad, no era muy buena que digamos.

Viena es enorme, construcciones altas, doradas, blancas, impresionantes, imperiales, no hay duda, su pasado esplendoroso aparece a cada vuelta de esquina. Al contrario de Budapest, a Viena nunca le ha faltado el dinero para mantenerse, renovarse, acicalarse…

Caminas por sus calles, ahora en obras por casi todos lados, y es un continuo mirar hacia arriba, sacar fotos de esto y lo otro, asombrarte por cualquier cosa…
Viena, Mozart, Strauss… música por todas partes.

Palacios. Viena y sus palacio y palacetes. Viena y sus reyes, sus emperadores y emperatrices. Viena y su mecenazgo cultural, su protección a la música y los músicos.
Viena es cultura, es pasado rico en cultura, es, como se diría hoy en día una ciudad con un glamour que viene de lejos…

Los austriacos, casi alemanes, hablan alemán pero también inglés en un tanto por ciento casi del cien por cien. Carácter serio, altivo diría yo. Amables pero guardando las distancias. Gente culta.

Visitamos el Palacio de Schönbrunn, el Palacio de verano de la familia imperial austriaca, mandado construir en tiempos de la super emperatriz Marrría Teresa… (según pronunciación de Brigitte… ¡ándale!), y que fue residencia de verano de bastantes de sus descendientes. Apunto que María Teresa fue madre de dieciséis vástagos, todo con vistas políticas más que maternales. Una de sus hijas, fue la famosa y decapitada María Antonieta, reina de La France que dejó de serlo al estallar la revolución francesa, ya saben: “Liberté, Egalité, Fraternité” y abajo la monarquía. Monsieur Gillotine se hizo famoso con su invento…

Bueno, volvamos por nuestros reales y sigamos con nuestro paseo vienés.

En Schönbrunn hay huellas de la “ta-ta-rrra-bue-la” de Francisco José I, el marido de Sissi,y de estos últimos, que fueron unos de sus más ilustres y famosos moradores.
Hay que decir que a la pobre Sissi no la quieren demasiado los austriacos, pero la monopolizan y utilizan como reclamo.

Y el Palacio de Belvedere, como La Granja, un pequeño Versalles. Este palacio fue propiedad de Eugenio de Saboya, un personaje curioso. Deforme y feo, pero inteligente como él solo, se vio obligado a “vender” sus servicios como estratega militar a los austriacos y de ahí que su palacio esté en Viena.
Ya saben, para más información... San Google.

El Danubio, otra vez el Danubio, que tampoco es azul, tan sólo cuando se transforma en vals. Y al hilo del “Danubio azul”, lo mejor de Viena fue la oportunidad de asistir a un concierto en la “Musikverein” (por 54 euros), la famosa sala dorada desde la que todos los 1 de enero nos deleitan con el Concierto de Año Nuevo. La verdad que tuvo su emoción. Tal vez no volvamos nunca más a Viena, y mucho más improbable que podamos pisar de nuevo la Musikverein… El concierto, todo de piezas de Mozart, muy ágil por cierto, estuvo amenizado con unos músicos vestidos de época. Y al final nos “regalaron” el “Danubio azul” y la aplaudida “Marcha Radetzky”, haciendo un guiño a Strauss.
Un lujo, y todos como locos, aplaudiendo casi sin orden ni concierto… ¡jajajaja!

Tranvías, más tranvías, y anécdota incluida a la vuelta al hotel después del concierto, ya saben ustedes estas cosas de que si es éste, de que si no es, de que si nos subimos,nos bajamos... lo bueno fue que íbamos muchos del grupo y las risas fueron el plato fuerte post música relajante.

Viena tiene muchas cosas, tiene gente, tiene música, tiene tranvías y metro, tiene el famoso Museo Albertina, tiene la Ópera de Viena, tiene el Concierto de Año Nuevo, tiene su famosa catedral de San Esteban ( en fase de limpieza y remodelación), tiene chocolate y tartas, la Noria de su parque de atracciones, tiene lluvia cuando menos lo esperas…

Y nosotros teníamos ganas de llegar a nuestro siguiente destino: Praga.
Para eso faltan un par de días, si son capaces de aguantar…

Espero no cansar con las fotos, (por mí pondría todas). Tal vez vayan un poco desordenadas, pero escogerlas de tres carpetas distintas… ¡es un trabajo! (les juro que estoy sudando la gota gorda).


Fotos: Antonio y Edurne Imagen de Sissi: Internet




































































10 comentarios:

Ferran Porta dijo...

Bonito, bonito! Excelente trabajo de nuestra corresponsal en Europa Central! :))

MiLaGroS dijo...

¡ Que suerte Edurne. Que vacaciones más bonitas!. Me alegro mucho por tí. Y gracias por compartirlas. Un abrazo grande

Cecy dijo...

Amiga, no cansan las fotos, todo lo contrario, pon muchas que es un deleite mirar cosas que estan tan lejos para mi.

Besazos.

Edurne dijo...

FERRAN:
Pues nada, mañana otra crónica, la última del periplo centroeuropeo. Espero estar ala altura... jejejeje!
Kafka nos espera!
Petons eta muxutxuak!

MILAGROS:
Un abrazote para ti también.
Como ves no estoy muy visitadora ye s que no tengo mucho tiempo, pero prometo ponerme al día enseguida...
Besitos y me alegro de que te gusten mis "andanzas".

CECY:
Pues si no te cansan... yo, adelante!
La próxima desde la ciudad de las cien o más torres... la ciudad de Kafka!
Besitos orilleros y calurosos a más no poder!

rosa dijo...

Hola Edurne, preciosas fotos, gracias por acercarnos un poquito a Viena
Un saludo
Rosa.-

Edurne dijo...

ROSA:
Bienvenida a la Orilla y gracias por el chapoteo!
Saludos.

Luna Azul dijo...

Aquí ya he estado y claro como he empezado al revés ahora veo que también has estado en Budapest jajaja.
Y tiene también la tarta Sacher Hummmmm que buena orillera, como me puse cuando estuve por allí.

Luna Azul dijo...

Ah y que me dices de la Apfelstrude???
Bueno como te puedes imaginar vine con unos cuantos kilitos de mas jajaja

sinver dijo...

Hola orillera. Es curioso, pues mi hermana también ha estado en Viena este verano. La verdad, no se porque, pero no me atrae mucho Viena. Y me la imagino muy bonita, la verdad, pero... se agradecen las fotos, ya que le ayudan a uno a imaginar. Vamonos para Praga, que allí si que he estado.

Edurne dijo...

LUNA AZUL:
En Viena ya estuve hace muchos años también. Y de tartas, pues no, no me pasé con ellas, pero no creas, que me quedé con las ganas...!
;)

SINVER:
Viena te produce reacciones encontradas, por un lado te encanta y por otro, te agobia... Pero Viena es Viena!
;)