
El lunes hubo que correr a Urgencias con mi aita a consecuencia de una terribles hemorragias rectales, consecuencia de una medicación que toma para prevenir trombos desde que tuvo el ictus en diciembre. Tiene diverticulosis y ese riesgo de hemorragias estaba ahí, como una espada de Damócles, pero, los médicos decían que era mejor asumir ese riesgo que no el otro.
Ingreso y a esperar que dejara de sangrar y hacer una colonoscopia. Le hacen la colonoscopia, prueba que ya le han hecho en otras ocasiones sin ningún problema y, ahora sí, ahora se ha presentado un problema: ¡le perforan el intestino con el colonoscopio!
Operación de urgencia el miércoles a la tarde.
Resultado: todavía está en la UVI, lleno de tubos y conectado a máquinas, está derrotado, allí solito, muy triste sin nadie de nosotros, agotado del dolor, del sufrimiento y de la rabia e impotencia. Todavía no sé si le subirán a planta, tengo que hablar con el anestesista dentro de una hora.
La operación todavía tuvo un "regalo" más, le han tenido que poner una de esas famosas bolsitas, que sí, dicen que dentro de unos meses se la quitarán, ¡pero hay que volver a intervenir!
Y todavía nos queda salir de este postoperatorio, de la recuperación en la clínica (días) y después en casa...
El susto, el disgusto, la rabia, la mala leche y el cabreo que tenemos son... supinos.
Sé que en esta orilla no suelo desahogarme con estas cosas, pero lo siento, creo que esta vez lo necesitaba; y además para avisarles a ustedes de que voy a estar muy ralentizada con semejante marejada que se me ha echado encima.
Bueno, nada más por hoy, y muchas gracias por estar ahí.
Besitos para todo el mundo.
Edurne
Fotos: de la memoria familiar