viernes, 22 de abril de 2016

COQUETEOS QUIJOTESCOS (Replay)



Aconteció entonces que mi señora Doña Dulcinea despertó alterada del sueño. A fe mía que aquel frugal almuerzo no sentó bien a su sesera. Y en profiriendo atronadores gritos, despertóme a mí también del dulce reposo en que me hallaba.

No sin aturdimiento, corrí a su lado por ver de qué se trataba. Y cuál no fue mi sorpresa al ver que toda ella se encontraba empapada de pies a cabeza en aquel habitáculo, que dijeron era el dedicado al aseo personal, donde manaba el agua de un cable terminado en extraño artilugio por mí nunca antes visto.

En verdad, extraña era la venta, pero tan cansadas nos encontrábamos mi señora y yo después de la larga cabalgata del día, que no reparamos en todo lo misterioso del lugar.

Mi señora Dulcinea, que había dedicado toda su vida a estudiar, ya se había percatado de que entrábamos en un lugar singular. Por sus muchas lecturas tuvo la sospecha, y yo fiel escudera no osara jamás dudar, de que algo sobrenatural tal vez nos sucediera.

En llegando a la venta, ya nos miraron raro, pero más raro hubimos de mirarlos nosotras, pues pareciónos que sus vestes no eran apropiadas para venteros...

Era casi de noche y no podíamos saber dónde habíamos recalado con nuestros molidos cuerpos. Caballera y escudera, rocín y pollino, no pedían, por merced, sino un lugar para reposar y viandas con que reponernos.

Entramos, así pues, en la venta más enorme que jamás ojos humanos hubieran visto, y ya entonces, mi señora me advirtió: "Lucrecia, abre bien los ojos, que en aquesta venta acontecerán hechos de los que otros escribirán".

Perplejas las dos, arrogante ella y temblorosa yo, seguimos al mozo, seguramente uno de los muchos hijos del ventero, hasta una caja mágica que abría y cerraba sus puertas haciendo aparecer y desaparecer personajes extraños ante nuestros ojos.

Risas y más risas... Ojos que nos miraban. Mi señora Doña Dulcinea reafirmó sus sospechas: ¡Estábamos en el futuro! ¡Santa María, madre de Dios, habíamos sido víctimas de un encantamiento... tal vez con el Bálsamo de Fierabrás pudieramos deshacer semejante hechizo!

Entramos en una de esas cajas encantadas, y enseguida el estómago se nos disparó, ¿pues no volábamos acaso, como si aves fuéramos? Una musiquilla nos depositó de nuevo en tierra, la caja se abrió, y ante nosotras aparecieron unos seres parecidos a aquellos de las novelas que habían vuelto la cabeza casi del revés a mi noble señora Dulcinea. Ella era muy jóven aún, y todo lo quería ver, pero yo cansada ya de tanto trajinar, le pedía reposar...
Entramos en una gran habitación, ésta en la que ahora nos encontramos, y el mozo informó a mi señora de que al rato vendrían en nuestra busca.

Así fue, y dos mancebos de muy buen ver, tanto que alegraron nuestros ánimos, se presentaron al punto. ¿Y no pretendían que nos despojáramos de nuestras vestimentas? ¡Seguramente con intenciones de aprovecharse de nuestra inocencia e ignorancia, y hacer aquello que caballero no ha de hacer con dama, ni escudera, decente alguna!

Y mi señora montó en cólera, y yo ayudéla en lo que pude, aunque si he de ser sincera, de buen gusto y grado, hubiera probado aquel Bálsamo de Fierabrás en forma de fornido mancebo...

Y que una, aunque escudera, aún mantiene la buena planta que de moza tuvo. Pero escudera se debe a su señora, y así, entre gritos y empellones, logramos desalojar a los muy bellacos del aposento, mientras nos decían tontas, y que no sabíamos lo que nos perdíamos al rechazar sus masajes, y que hasta hablaron de baños turcos y...

Y hete aquí que mi señora seguía pensando que, con malas artes, algún mago envidioso nos había traído hasta este mundo en un aparato volador. Y ahí estábamos las dos, asustadas a más no poder, sin atrevernos a salir, esperando a que algo se le ocurriera a mi señora Dulcinea. 

Pero eso... eso ya es harina de otro costal.


Foto: Antonio. Texto: Edurne (Texto ya publicado en esta Orilla en un par de ocasiones, pero esta de ahora lo permite de nuevo…)


8 comentarios:

Bertha dijo...

Aunque escudera aun mantenía la buena planta de antaño.Que susto, con las modernidades de este siglo...

Edurne, que pases un magnífico Día del Libro me ha encantado este relato y sabiendo lo mucho que disfrutas: supongo que esta fecha la disfrutaras doblemente con los alumnos.



Por estos lares ya comenzaron por la mañana bien temprano la lectura del Quijote en el Centro y esta tarde concluye en el Circulo Cultural.

Un abrazo.

Antorelo dijo...

Muy guapa la Dulcinea. Un abrazo

Edurne dijo...

BERTHA:
¡Ay, las escuderas y escuderos, qué necesarios son en esta vida, que cual quijotes nos lanzamos todos al camino y... no solo gigantes nos salen de frente, no solo!

felices lecturas, ahora y siempre!

besos lectores!
;)

ANTORELO:
¡Jajajaja! ¡Usted que mira con ojos de Quijote galante!
Graciasss!
Abrazos.
;)

Abejita de la Vega dijo...

La máquina infernal me trajo tus coqueteos quijotescos. Que todos los días sean del libro y de las rosas. Buen relato Edurne.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Esto sí es un juego con guiño cervantino. Comprenderás cómo he disfrutado...
Besos.

Edurne dijo...

ABEJITA:
Mucha cosa infernal en estos tiempos que corren, pero mira, también nos trae cosas buenas!
;)

Besos y aplausos!
;)

PEDRO:
¡Me alegra muchísimo saber que el entretenimiento ha sido de su agrado, Maese Pedro!
¡Agradecida le quedo!
Besos.
;)

Myriam dijo...

Qué buena forma de celebrar el día del libro, ayer. Hoy, mañana, siempre y vivan los coqueteo cervantinos.
!!!!

Besotes

Edurne dijo...

Eso, eso!

Besotes!
;)