¡Jajajajaja! Me paso el día
diciendo que me quiero jubilar. Lo digo así, como en broma, pero no lo es. El
hecho tiene dos lecturas, al menos dos, que seguro que tendrá más... Claro que
me quiero jubilar, es necesidad vital para mí en estos momentos de mi vida,
pero, ¡qué bajonazo me está dando!
Treinta y ocho años de mi vida
dedicados a la enseñanza en la Escuela Pública. Ahí es nada. Y de ellos,
treinta y cinco años, cuatro meses y treinta y tres días, para cuando deje de
formar parte activa del claustro de mi último centro, o sea, más de la mitad de
mi vida en “mi escuela”. ¡Cómo no voy a estar de bajón! Tengo un maremágnum de
emociones en el cuerpo, que no les digo nada.
Ando haciendo limpieza y ordenamientos varios de
cajas, armarios, carpetas, libros y cuadernos, también voy encontrando reliquias, apartando lagrimones
que no piden permiso… ¡Ay!
Cuando digo que en navidades
me jubilo, mucha gente me mira con cara rara, así como pensando que seguro que
no tengo 65 años… Y tengo que aclarar: miren ustedes, es que yo soy maestra,
funcionaria de carrera, o sea, con mis oposiciones, en el ejercicio de mi
profesión y cotizando desde el curso 81-82, lo que se traduce en 38 años, que
en diciembre cumpliré 60, y que al pertenecer al régimen de MUFACE (Mutualidad
de funcionarios civiles del Estado), lo que llaman “Clases Pasivas” (me río yo
de eso de las clases pasivas, que venga Dios y lo vea, ¿pasiva yo? ¡Ay, que me
parto!), pues eso, que en esas circunstancias… ¡ME PUEDO JUBILAR!
Veremos cómo transcurre este
trimestre. De momento estoy haciendo un duelo escalonado, que no sé si será
mejor o peor. Para empezar he tenido que salir de la que ha sido mi aula en los últimos veintiocho años, porque no voy a coger tutoría, voy a dar refuerzos de Euskera en el tercer ciclo, así que... ¡Fuera!, ¡y eso sí que ha sido la repera limonera! Ahora mismo no sé si seguir con el tema, porque se me están
anegando los ojos, ¡ya les digo!
¡Ah, y en estos dos meses de
verano, hasta nos ha crecido una calabaza en nuestro pequeño huerto escolar!
Que sepan que por aquí estoy,
que no me he ido, y que no me pienso ir. Llevo un ritmo dispar en todo, solo
dejo que mis días vayan fluyendo tal cual, y luego ya iré poniendo orden en
todo mi mundo, que está bastante “despeinado”, como unas crónicas que tengo por
ahí a medias… en algún momento las sacaré.
Septiembre avanza a pasos
agigantados, ya nos hemos zampado la mitad de este mes tan especial. Y digo
especial porque para mí, desde niña, septiembre era mágico. El final del
verano, de esas largas vacaciones en las que yo disfrutaba como una enana, y el
ir preparando la vuelta al cole. Despacito. Entonces el curso empezaba en
octubre. Recuerdo yo el 3 de octubre de 1968, comienzo de curso; terminada la
Primaria, 1º, 2º y 3º, y previo paso por Parvulitos, claro, entrábamos en un
limbo llamado “Ingreso”, lo que hoy en día es 4º de Primaria, y antes 4º de
EGB. Ahí se suponía que se cimentaba el paso al Bachiller Elemental, 1º, 2º, 3º
y 4º, más una Reválida (verán ustedes que yo soy muy antigua ya…). Bueno, que
me desvío, yo estaba en ese 3 de octubre de 1968, primer día del nuevo curso.
Nervios. Nueva profesora, en este caso la hueso más hueso de todo el cole, “la
Pinocho”, se llamaba Rosa, pero todo el mundo la llamaba La Pinocho (¿cómo me llamarán a mí?), y así nos
fue dada en herencia. Nervios y miedo, porque, infundía miedo la tía, ya les
digo yo que sí…El caso es que a mí, aquel día todo me daba un poco igual, me
sentía a flote. Me pasé la mañana preguntando a todas las niñas, que a ver qué
iban a hacer a la salida de clase, que a dónde iban a ir…Y todo para que me
preguntaran a mí y yo poder contestar: “¡Pues yo voy a la clínica, porque hoy me
ha nacido un hermanito, o una hermanita!” Ese fue, ha sido y será, el comienzo de curso más especial de toda mi vida.
Septiembre, desde hace muchos
años es el comienzo de una nueva etapa, para nosotros es como si el Año Nuevo
nos llegara el 1 de septiembre, así de claro. El olor a tiza, a lápices de
colores, a libros y forros… ¡Eso no tiene precio! No hace falta ser niño para
disfrutar de ese hormigueo de estrenar la sabiduría que está por venir. ¡Tantas
cosas!
El pasado lunes 2, en el
claustro de comienzo de curso, pensaba yo que con cada frase, cada situación,
estaba despidiéndome de ese mundo, de mi mundo, que iba a ser la última vez que
me reencontraba con mis compas en la sala de profes, que iba a ser la última
vez de ese ritual tan interiorizado…
¿Pero yo no había dicho que
iba a dejar el tema por eso de los embalses llenos de agua que me inundaban la casa
de las emociones? No tengo remedio.
Maestra soy. Maestra seré
hasta que me muera.
¡Feliz comienzo!
Fotos, texto y emociones: Edurne. Imágenes: Internet
6 comentarios:
Ho letto tutto il post e credo che non sarà un bel natale per te.
Buon pomeriggio
Después de toda una vida dedicada a este maravilloso (y duro) trabajo, te mereces una jubilación alegre.
(Por cierto, yo también quiero jubilarme.)
Besos.
Me jubilé como tú vas a hacer, con treinta y ocho cursos y pico en mi haber. Y sé que no se pasa bien en ese tiempo de espera, es agridulce jubilarse. Es tiempo de volver la vista atrás, de adentrarte en la niebla de la memoria.
Te deseo que seas muy feliz en tu nuevo tiempo, Edurne. Con amas y aitas con guasap y trabajo de ese que exige la burocracia, que a ti te lleva tiempo y esfuerzo y...que no facilita ni uno solo de los problemas reales de tus alumnos y de tu aula. ¡Bienvenida dulce jubilación!
¡Bravo, Edurne!
GIANCARLO, PEDRO, ABEJITA:
Gracias por vuestros deseos y ánimos.
En ello estoy. No lo voy a negar, me está costando, y con los días contados (57 días de trabajo solamente para que el Olentzero me regale el 20 de diciembre la ansiada jubilación)
Tiempo de cambios, así es la vida. hay que saber evolucionar y aceptar lo que va llegando.
Besos y abrazos.
;)
No había leido esta entrada . Por si te sirve de algo me jubilé en junio del 2010 despues de llevar 30 años en el mismo centro y es verdada que al llegar septiembre me sentí un poco rara pero enseguida empecé a mover mis neuronas con otros contenidos y a encaminar mis pasos hacia otros lugares que no era el centro .
No lo pienses solo vive al día y disfruta los últimos momentos. Un fuerte abrazo
Querida Edurne, no habia leído esta entrada (hace tiempo que no paseo por tu orilla). Como con todas las cosas,todo llega. Empezarás a llenar tu tiempo con nuevas vivencias, con otas cosas; Ahora sin agobios, sin estrés, pero con la misma intensidad y cariño que pones en todo aquello que haces. Esta orilla es buen ejemplo.
Feliz final y mejor comienzo.
Un abrazo muy fuerte (crujiente😍)
María
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