viernes, 26 de junio de 2020

LUCES DE POSICIÓN



Las luces se iban encendiendo según avanzaba. Si miraba hacia atrás, la oscuridad volvía a ganar terreno. No recordaba dónde había dejado el coche, el parking tenía cinco plantas y él estaba en la primera, o eso creía, porque ese aparcamiento, el más grande de la ciudad,  tenía al menos tres entradas, cada una en una calle distinta y que daban a diferentes plantas. Ya no sabía por cuál había entrado. Era tarde, demasiado. Maldecía el momento en el que se dejó embaucar por Manuel para esa timba en casa del tipo del pub, además le habían chupado hasta lo que no tenía. Era un imbécil, ya no había duda alguna.

Caminaba nervioso mirando a un lado y otro intentando activar la apertura automática del coche con la llave, pero nada, ninguno respondía a su insistente llamada. Un olor fuerte y nauseabundo a gasolina le puso las ganas de vomitar en la boca del estómago. La náusea se le subió hasta la garganta. Era el miedo. Y los cubatas a palo seco que llevaba encima, pensó. Se apoyó junto a una columna, todo le daba vueltas. Vomitó. En la rueda delantera del Skoda todoterreno de la parcela que estaba a su izquierda quedó todo el producto de la arcada. La alarma saltó, chillona, chivata, descarada… Shsssssss.

De pronto, las luces de los coches aparcados se fueron encendiendo  como en un intrincado juego de luces, delatándolo. Un pasillo, otro, no… todos eran iguales. Volvía una y otra vez sobre sus pasos. Se guiaba por los luminosos de “salida”, seguía las flechas… pensaba que había recorrido todas las plantas, pero siempre terminaba junto a la misma máquina de la entrada, la de pagar, la que tenía quemada la tecla del 5. ¿O es que había más?

El techo, con esas tuberías enormes, sucias, ruidosas, se le echaba encima. Las columnas avanzaban hacia él… se iba a volver loco. La llave, dónde estaba la llave, si hace un momento todavía la llevaba sujeta, tenía el puño  cerrado, ¿pero la llave? Buscaba ansioso en los bolsillos del pantalón, de la americana…

El suelo, de un gris brillante, reflejaba esa luz confusa de los parkings. Enseguida pensó en las cámaras, en que tenía que haber cámaras de vigilancia, en que alguien tendría que estar viendo lo que sucedía, que estaba perdido, asustado… Le faltaba el aire.

Los aparcamientos subterráneos eran una trampa, nunca debió dejar allí el coche, pero esa tarde andaba con prisa y aquella P gigante lo atrajo, después la enorme boca abierta lo engulló. Para cuando quiso darse cuenta estaba dando vueltas en las entrañas de la ciudad, buscando una parcela libre donde soltar su viejo Ibiza. Una planta, otra, otra y bajando, bajando…

Y ahora estaba allí, perdido entre coches desconocidos, sucias columnas, pasillos enrevesados, salidas imposibles, ruidos extraños y malos olores: monóxido de carbono de los tubos de escape, gasolina  de los pequeños charcos que dejan los vehículos con alguna fuga… Solo en una pesadilla, sin saber dónde estaba su coche, sin la llave de su coche… ¿Qué estaba ocurriendo?

En la cabina del guarda de noche, las pantallas de los ordenadores iban pasando, alternativamente, imágenes de las cámaras de seguridad. Todo correcto. Solo había una que proyectaba un gris continuo, la de la cámara número 5 en la tercera planta. El guarda tenía puestos los cascos y dormía plácidamente, o eso parecía…

Imagen: Internet. Texto: Edurne


6 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

No hay nada más aterrador que un subterráneo lleno de coches...
Besos.

Francisco Espada dijo...

Magnífico relato, querida Edurne. Ante ti me quito el sombrero que en casa no llevo.
Un fuerte abrazo.

Chelo dijo...

Qué buenoooo y que poco te prodigas.
Un abrazo

Antorelo dijo...

Magnífico relato, Edurne. Te prodigas menos que yo, que ya es decir. Saludos

Myriam dijo...

¡Qué miedo! Muy buen relato lleno de suspenso.

Besos y feliz y plácido verano.

Edurne dijo...

PEDRO, PACO, CHELO, ANTORELO y MYRIAM:
Queridos amigos y amigas, nos les falta razón a ustedes cuando dicen que me prodigo poco.
Hoy me acerco para agradecer sus palabras de hace un tiempo ya...
Eskerrik asko!
Besos.
;)