Diez años que te marchaste, aita. Parece mentira pero ya han pasado diez años.
Y aquí nos quedamos nosotros, recordándote cada día, echándote de menos constantemente.
Sé que cuidas de nosotros y que vaya trabajo que te estamos dando, ¡madre mía! Ahora peleando con amatxu, cuidando de ella día y noche... Desde tu ictus llevamos catorce años terribles.
Te necesito, lo sabes. Y sabes que te hablo todos los días, que te pregunto, que intento hacerlo todo lo mejor que puedo pero la mochila que cargo es muy pesada ya. ¡Qué falta me haces!
Me encanta esta foto, tu risa fresca y natural, espontánea, como eras tú.
Siento tanto orgullo de ser tu hija que no me cabe en el cuerpo, aita. Eres el mejor padre que podría tener. Te quiero. Maite zaitut, aitatxu, hasta el infinito y más allá.
No querías marcharte aquel 24 de enero de 2014, aunque sabías que no podías quedarte más. Tu mano agarrada a la mía, y así te acompañé en tu partida, no nos soltamos. Eso está en mi corazón. Eres mi ángel de la guarda. Nuestro ángel. Sé que ahora estás cuidando de amatxu a tope y de que la fuerza que tengo y que ni yo misma sé de dónde me sale, me la estás mandando tú. Eskerrik asko por sostenerme.
Voy a cerrar los ojos y a recordar toda nuestra vida juntos, todo lo que nos diste, lo que aprendimos de ti, lo que nos quisiste...
Aita, no me olvido de lo que nos decías siempre: Gora bihotzak! Lo intentamos, intentamos mantener los corazones alegres, en alto, alertas, a salvo... Aunque nos cueste hasta respirar la mayoría de las veces.
Diez años de ausencia que no es tal porque siempre estás.
Te queremos. Siempre vivo en nuestros corazones.