sábado, 16 de abril de 2011

DOS ERAN DOS (I)


—Mira, cari, a mí así no me apetece ir, qué quieres que te diga…

—Ya, si yo te comprendo, pero no podemos decir que no. Todos los años hemos ido y si ahora, por una tontería no vamos… van a pensar que es más importante de lo que en realidad es.

—¡Pero es que yo no quiero ir! ¿Acaso no cuenta lo que yo quiera, cómo me siento en estos momentos?

—¿Y no puedes hacer el esfuerzo? Mi madre ya está mayor, y si no aparecemos le vamos a dar un disgusto de los buenos.

—¡Ah, sí, a tu madre le vamos a dar un disgusto si no vamos! Pero, ¿y el disgusto que me ha dado a mí tu cuñadita, no cuenta? ¡Yo soy tu mujer, Juan!

—¡Carmen, Carmennnn… no te pongas trágica, que al final vamos a hacer un drama de esta historia!

—Pues para mí es importante, muy importante. Y más el que tú estés a mi lado, que me apoyes cuando lo necesito, pero ya veo que no estás por la labor, que te interesa más quedar bien ante tu familia, así que, ¿sabes lo que te digo? Que vayas tú si tantas ganas tienes de ir, si tan irremediable te parece el maldito compromiso de la dichosa comida familiar de todos los años… ¿No te das cuenta de que es un puro cuento? Este año ha saltado la libre por la impertinencia de Marisa, ¿pero te crees que los demás van como si nada, tan contentos y encantados de la vida? Pues no, hijo, no, ¡que igual el único iluso eres tú! Bueno, tú y tu madre, que la mujer también se quiere engañar ella solita…

—¡Huy, huy, huyyyy Carmencita, Carmencita…!

—¡No me llames Carmencita, que sabes lo que me revienta!

—Venga, tengamos la fiesta en paz, Carmen, que todavía queda una semana y seguro que en estos días se aclara el mal entendido.

—¿No ves como eres un iluso, Juan? Decididamente, no entiendes a las mujeres, y en este caso, a la tuya. Este asunto no tiene solución, Juan, ¿no lo ves?

—¡Pues no, no lo veo! Yo creo que hablando se entiende la gente. Si quieres hablo con mi hermano…

—¡Ni se te ocurra! Lo liarías todo más porque él sí que se va a poner del lado de su mujer, no como tú…

—Mira, mejor lo dejamos. Me voy a comprar un bote de pintura para lo de la barandilla del balcón…

—¡Sí, sí, eso, vete! Y a ver si nos calmamos…

Pintura: Antonio Texto: Edurne

12 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Que bonito es el amor.

Besos.

Ian Welden dijo...

Vengo del blog de Laura, curioso por naturaleza y me encuentro con tu excelente relato. La eterna discusión de la pareja y la familia es más complicada que hacer un análisis de la deuda externa mundial.
En todo caso me interesaría saber en qué termina la historia por lo que vendre a visitarte nuevamente.

Saludos desde Copenhague riñendo con la lluvia,

Ian.

Mannelig dijo...

Jo, y ahora vienen las vacaciones. Una semana sin saber lo que ocurre en la segunda parte, grrrrr...

Javier dijo...

Pero van o no?
Joder, que incertidumbre.
Creo que al final se irán al cine a ver una película iraní.



Saludos.

Antorelo dijo...

¡Qué bien has descrito una situación muy habitual! En casi todas las comidas familiares surge algún encontronazo entre los comensales... Espero la segunda parte.
Besos

Cristina dijo...

¡Me suena taaantooo¡
¡Chicas ligaros huerfanitos! Dan penilla pero ¡menudas Navidades chulas!
Un besazo desde el gallinero

Asun dijo...

Uuuuuuffffff esas comidas familiares por obligación, y si encima la media naranja se pone de parte de la madre...
Difícil lo tienen: si no van él va a estar un poco de morros y la madre capaz de montar un numerito con algún ataque de ansiedad o algo así, si van ella va a estar con un careto hasta los pies y posiblemente lanzando puyazos, y si va él y ella no la discusión entre ellos está asegurada.

¡Que complicadas son las relaciones familiares!

Muxu bat

Francisco Espada dijo...

Esta es la voz de cualquier matrimonio en cualquier hogar. Nos resistimos a aceptar al otro tal y como es, tratamos de imponer al resto nuestros criterios y así pasa lo que pasa.
No sabemos si restaurará la barandilla, pero la verdadera intriga es saber si finalmente habrá comida familiar y si saltarán o no chispas.

Edurne dijo...

TORO:
Vive l'amour!
;)

Petó!

IAN:
Muchas gracias por este chapoteo tan nórdico!
He hecho una brevísima incursión por alguno de tus blogs... me pasaré con más tiempo.

Ciertamente, estos asuntos domésticos son muyyyy complicados. Y cualquiera sabe lo que puede ocurrir. Estaremos atentos!

Un saludo soleado!
;)

MANNELIG:
Vaya, pues no había caído yo en lo de las vacaciones...
Pero no te preocupes, que eso lo soluciono yo en un pispás!
;)

Un abrazote!

JAVIER:
Jajajajaja! Lo de la peli iraní me ha llegado al alma, es lo que haría yo!

Espera un poco, que ya les pregunto...

Saludos muy primaverales!
;)

Edurne dijo...

ANTORELO:
Pues fíjate si es real como la vida misma, que ya conozco yo algún caso de separación en épocas navideñas, en verano...

Bueno, esperemos que aquí no llegue la sangre al río!
;)

Un abrazote!

CRISTINA:
Ya ya, pero con eso de la penita, luego...

Pero qué complicado es todo esto, verdad?
Aunque, con un poquito de buena voluntad por ambas partes, digo yo...

Hala, a cacarear un rato!
Besotes!
;)

ASUN:
Las opciones no son muy buenas que digamos...
No tengo ni idea de por dónde tirarán estos dos.

Bueno, pues nosotros de observadores!

Muxutxuak eta ondo pasa oporretan!
;)

FRANCISCO:
Seguro que la barandilla del balcón va a pagar los platos rotos, y sino... al tiempo!
Jejejeje!

A ver, a ver si se amigan!

Besotes!
;)

Myriam dijo...

¡menos mal que eran dos, cuatro es multutud jajaja! vamos a ver ocmo sigue la peleita entre Juancito y Carmen.


Felices Pascuas para ti y los tuyos.

Edurne dijo...

Pues en un principio no pensaba dar continuación a estas escenas, sino que fueran solamente diálogos típicos.
Pero ya veré...

La imaginación nos permite recrear un final pactado, un enfado por parte de Carmen o por parte de Juan... lo que más nos guste!

Un besote!
:)