Mi amor echó raíces
entre la húmeda tierra
de tus deseos.
Fluye cálida la savia
verde
que alimenta
tus sueños y los míos.
Va enredando pasos y silencios
con besos y risas
de noches eternas entre
tus brazos.
Raíces leñosas,
raíces porosas.
Árbol de la vida
que crece y crece
sin mirarse
en el espejo del pasado,
sin ansias por un
futuro
que ya nos vendrá sin
prisa.
Te regalo mi árbol,
mis raíces,
férreas,
sin fisuras,
plenas de ti
y de por vida ya
a tu tronco
encadenadas.
3 comentarios:
Las raíces nos salvan.
Un abrazo, Edurne.
Qué importantes nuestras raíces. Hace falta mucho amor para regalarlas.
Por cierto, estoy leyendo ese libro. Recuerdas a Junta Kinte?
ABEJITA, RUBÉN:
Gracias por la visita y las palabras.
Un abrazo
;)
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