Claro que hay rabia, y mucha.
A veces pienso que la vida se me va anudando de a pocos, o de a muchos, según
la temporada, y que es un fenómeno imparable.
Cuando crees que más o menos
tienes sujeto, asumido y encaminado tu presente y piensas que mejor no atisbar
por si aparece el futuro por alguna esquina, que mejor vas capeando los días
uno a uno… ¡Zas! Un golpe de ola y te vas a la mierda, tú y todo tu
equipamiento.
Metáfora pura y dura, ya, pero
me siento como un náufrago en una isla desierta, desolada y rabiosa, yo, la
isla, inhóspita y perdida en el océano. Cuando llega la aparente calma, intento
reconstruir desde dentro con lo que tengo fuera. Difícil, a veces, me resulta
una tarea de titanes, los elementos ajenos a mí, a mis penas y mis glorias, van
y vienen y me dan en la boca cada vez que pasan por aquí. Se burlan de mí, se
me ríen a la cara, disfrutan con mis pesares.
Hoy amaneció soleado. Se me
alegra el día cuando veo la posibilidad de luz, de calorcito… Suele durar poco,
las más de las veces, hoy, por ejemplo, estamos así, pero, siempre hay un pero,
para la tarde anuncian cambio radical, nubes ocupas, vientos fanfarrones y tal
vez, solo tal vez, lluvias esporádicas, pero muy puñeteras…
¡Ahí estamos!
Imágen: Internet. Texto: Edurne
1 comentario:
Sí, mucha, mucha rabia...
Publicar un comentario