Este año, más que ningún
otro, sí que son las uvas de la ira.
Y a pesar de los pesares,
aquí estoy, como la semana pasada, con estas uvas, que, seguro que van a ser
más simbólicas que otra cosa, para desear de todo corazón que el año que asoma, este 2021 que ya antes de nacer viene cargado de responsabilidades, sea
menos puñetero que su hermano mayor, que nos engañó bien engañados…
Dicen que es el principio
del fin de esta maldita pandemia, aunque yo no me atrevería a afirmar tan
categóricamente que vaya a ser así. Creo que todavía nos quedan meses muy
largos, duros y penosos, y que hay mucho más detrás de todo lo que nos dejan
saber, vamos, que esto es como un iceberg, que la inmensidad que vemos es solo
una pequeñísima parte de todo lo que hay por debajo.
Lo malo, lo triste, es que
no se haya dejado atrás eso de los intereses y los réditos políticos que
quieren acaparar unos más que otros; que se hayan fomentado las rencillas, los
bulos, las luchas de patio entre matones de pacotilla… ¡No hay derecho, no! Es
una auténtica vergüenza y una inmoralidad este tipo de actuaciones. Ante la
magnitud de la desgracia, de la crisis a todos los niveles, hay quien hace suyo
lo de “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Una vergüenza, ya digo. Me
causa indignación, tristeza… Me revuelve las tripas tanta mezquindad, tanto “y
tú más” o “y yo más”. En semejantes momentos hay que ser como los de
Fuenteovejuna, todos a una, y luchar por vencer al verdadero enemigo.
Este año se va a ir marcado
en rojo fosforito, se estudiará como “el año que nos cambió la vida”… En el fondo,
pienso que algo así ya se venía fraguando, lo que pasa es que nos ha estallado
en toda la cara y sin estar preparados. Ahora ya no hay disculpas, ahora
teníamos que estar mucho mejor, y estamos al revés, estamos peor que mal.
Nos han fastidiado la vida
bien fastidiada. A unos más que a otros, puesto que los que la han perdido…
esos ya no tienen posibilidades de nada. Y sus familias, marcadas para siempre
por esta tragedia. Pero bueno, no voy a ahondar en algo que estamos viviendo
todo el mundo a la vez, en lo que ya sabemos. Habrá muchas opiniones, críticas y
halagos acerca de la gestión de esta pandemia, contradicciones, yo qué sé… Cada
uno es un mundo y cuenta la feria tal y
como como le va.
En esta familia mía estamos
pasando un annus horribilis particular,
por un lado teniendo mucho que ver con el maldito Covid, y por otro, por viejos
males que afloraron en el confinamiento, otros que han aparecido hace casi dos
meses y no mejoran de momento… Así que lo de comerse las uvas mañana va a ser
muy simbólico, no creo que podamos hacerlo, pero bueno, hay que mantener
ciertas tradiciones porque son las cosas que, de algún modo, nos sujetan y nos enraízan
a la tierra.
Claro que vendrán tiempos
mejores, porque sabido es que “No hay mal que cien años dure…” ni cuerpo que lo
aguante (el mío no sé hasta cuándo resistirá). Lo malo es que mientras estamos
en esta especie de limbo, no somos nada, no tenemos respuestas, todo es una
pura incertidumbre…
Lo que sí es seguro es que
el 2020 le dará el relevo al 2021, le pasará una maleta de lo más tóxica y le
dirá: “Chau, chau, ahí te quedas, yo ya monté el lío, a ver ahora cómo te las
arreglas tú”. O sea, un marrón en toda regla. Un cabrito este 2020, no me queda duda alguna.
Aquí les traigo las uvas de
la cocina de mi amatxu, aunque ella no esté ahora en Nocheviejas ni nada
parecido, está sufriendo mucho y nosotros con ella, así que lo mismo que en
Nochebuena, no habrá cena ni nada parecido, cuando podamos comeremos algo en la
cocina, y los que podamos. Son las segundas Navidades más tristes de mi vida,
pero no me voy a quejar demasiado, que las cosas siempre pueden ponerse peor y
realmente hay quien sí está muchísimo peor.
Ya pasará.
Seguiremos aguantando.
Resilencia,
paciencia…
Así que… ¡Feliz Año Nuevo! A
ver si estrenándolo todos a la vez conseguimos que no pierda esa parte inocente
e ingenua que tienen los años, como las personas, cuando son nuevos en un
sitio.
Salud, lo primero, Trabajo,
Amor, Comprensión, Empatía, Solidaridad, Paz… Para todo el mundo. Levanto mi
copa virtual por todos ustedes: chinchin.
Y no se olviden de ser felices aunque sea en pequeñas dosis, robando ratitos a la vida…
¡Ah, y no pierdan
la sonrisa!
URTE BERRI ON!
Foto
y Texto: Edurne. Uvas: de la cocina de mi amatxu.
5 comentarios:
Te falta añadir a tu menú unas gotas de mi cariño, que es firme e inquebrantable.
Un beso para ti y otro para tu Ama.
Querida orillera, ¡Feliz Año Nuevo! con todas las letras. Que nunca nos falte el aliento para seguir, una mano amiga, un hombro en el que apoyarnos... y ánimo, mucho ánimo y ESPERANZA.
Un abrazo enorme 😗😗
María
Son tiempos extraños, viviendo aislados, a menudo luchando contra los males de la vida y también contra nuestros propios demonios. Sin posibilidad de percibir las alegrías y sonrisas de los otros.
No hay mal que cien años dure, dicen.
Besarkada handia.
Son tiempos extraños, viviendo aislados, a menudo luchando contra los males de la vida y también contra nuestros propios demonios. Sin posibilidad de percibir las alegrías y sonrisas de los otros.
No hay mal que cien años dure, dicen.
Besarkada handia.
PACO, MARÍA e ISHTAR:
Añado a mi receta todos los cariños, ánimos y palabras de apoyo que me mandáis...
Me sale un bizcocho lleno de cariño. Eskerrik asko a tod@s!
Que sea un año más benévolo para todo el mundo.
Besos. ¡Y a seguir luchando!
;)
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