





Hace frío en Madrid, mucho frío.
Llegué el viernes y el día me recibió alegre y pizpireto, soleado, como contento por verme…
El sábado fuimos a la Sierra, a la nieve. En un principio nuestros planes eran totalmente ferroviarios. Me explico, queríamos montar en el tren que sale de Cercedilla y va hasta Cotos, en plena sierra madrileña, para admirar el paisaje que atraviesa tan singular tren, pero… ¡oh, cielos, nuestro gozo en un pozo, no había entradas para ninguna de las salidas del día!
Pasada la rabia inicial, nos fuimos hasta Navacerrada, donde disfrutamos de lo lindo del ambiente y el blanco paisaje.
Comimos en Segovia, volvimos a pasar bajo su famoso Acueducto, volvimos a maravillarnos de las proezas humanas, de las obras de ingeniería que perduran a través de los siglos… Nos mojamos un poco y tiritamos un mucho.
Ayer cambiamos de rumbo y de paisaje. El día amaneció despejado, con cielo raso y azul. El coche, y nuestro chófer, nos llevaron hasta Chinchón (una no puede por menos que acordarse del retrato de la Marquesa de Chinchón, esposa de Godoy, pintado por Goya, y del Anís de Chinchón, admirado y alabado por los entendidos en el tema).
La Plaza porticada y balconada del pueblo recibe y acoge a todos, propios y ajenos e invita a dar una vuelta al ruedo (y eso que una de taurina... ná de ná).
Subimos hasta su castillo, su iglesia en lo alto, paseamos por sus callejas, comimos, no tan bien como en Segovia, y descansamos en el Parador un rato con una taza de café entre las heladas manos…
Hoy amaneció el día nublado, con niebla baja, bruma húmeda y gris… no ha levantado en todo el día.
Y esta noche vienen los Reyes de Oriente. La verdad, no sé si traerán el carbón que se merecen tantos y tantos (deberían). Yo les hago el único honor del Roscón, placer imperdonable para mí desde mi más tierna infancia (desde ayer ya le estoy dando al redondo dulce navideño, el único que me gusta de entre esa variedad de turrones y mazapanes que atiborran nuestras mesas en estos días).
Hace frío en el Foro, y yo les escribo con mis dos deditos tecleadores casi congelados.
Mañana a la tarde vuelvo para Bilbao, y el miércoles estaré de nuevo en clase, enfrentándome a mis alumnos, que volverán revolucionados después de las dos semanas de asueto navideño… ¡habrá que ponerse las pilas!
Mientras tanto, desde aquí, otra vez mis deseos de que este año recién estrenado sea mejor, mucho mejor para todo el mundo… eso es lo que les pido a estos Reyes, que como dicen ser magos… ¡a ver si cumplen!
Fotos: Antonio y Edurne