martes, 26 de agosto de 2008

HISTORIAS DE LA RÍA (I)


HACE VEINTICINCO AÑOS…


La madrugada del 25 al 26 de agosto del año 1983, yo estaba en La Plaza Nueva con mi cuadrilla. Había alguien intentando dar un concierto en el escenario de la Plaza… Y digo intentando porque con la tromba de agua que estaba cayendo, era casi imposible.

Quedábamos cuatro gatos por allí, cuatro gatos que nos resistíamos a irnos a casa. Nos habíamos perdido la mitad de las fiestas y lo que habíamos “pillado” estaba completamente pasado por agua.
La Ría daba miedo, cada vez subía más y más el nivel de las aguas.
La gente comentaba, auguraba… pero nadie podía sospechar lo que realmente ocurrió.
Al final optamos por disolvernos y marchar a nuestras casas.
Algunos vivían en pleno Casco Viejo, otros vivíamos en la parte más alta.

Recuerdo aquella noche como angustiosa, pegada a la radio y escuchando cosas que me parecían imposibles: zodiacs de La Cruz Roja y de Salvamento por las calles del Casco, convertidas ahora en canales, intentando rescatar a las personas más mayores e indefensas…
Bilbao desaparecía bajo las aguas. La Ría se tomaba la justicia por su mano; se vengaba y recorría a sus anchas, riendo a carcajadas, su cauce natural, tomando posesión de sus dominios otrora robados por los hombres.

La noche fue eterna, no creo que nadie durmiera en Bilbao. A la mañana siguiente las aguas iniciaron un proceso de abandono, la resaca después de la juerga nocturna. Nos avisó, venía avisando un montón de días seguidos, pero nada, nosotros nunca hacemos caso, miramos, observamos pero… Y claro, ahí nos pilló, en pleno desmadre de fiesta y relajo. Que voy, nos decía... sí, sí, ven, le contestábamos… ¡y ya lo creo que vino!

Me veo bajando a la mañana siguiente por Zabalbide hasta Atxuri, justo frente a San Antón. El impacto fue tal que me quedé allí quieta, parada, sin poder decir nada. Parecía que hubiera ocurrido una guerra nuclear, algo que arrasó con todo lo conocido por mí… Era como bajar de un mundo (los que vivimos en el alto no sufrimos esas terribles consecuencias) y llegar a otro completamente desconocido.

Quedaba una semana para que volviera a la escuela, una semana que aproveché trabajando en las brigadillas de voluntarios que se organizaron automáticamente. Íbamos con una pala, unos guates, una mascarilla y unas botas katiuskas. Se nos distribuía por zonas y cuadrillas más pequeñas. La organización y solidaridad en estos momentos suele ser innata y rápida.

Recuerdo el primer día: nos mandaron a Atxuri. En lo que quedaba del puente de San Antón había un camión cisterna distribuyendo agua, otro camión repartiendo barras de pan, camiones de bomberos, bomberos catalanes en ese caso… gente, gente llorando, caras demacradas, angustiadas… estudiantes, jóvenes como yo que estábamos allí dispuestos a lo que fuera.

Nos adjudicaron lo que había sido una tiendecita de piensos y pollitos en incubadora (la conocía de toda la vida), porque la dueña, una señora mayor, no tenía quién se ocupara de ello. Me impresionó la pobre mujer, agradeciendo hasta el infinito nuestra ayuda: nos llevaba agua contínuamente, y es que no podía hacer nada más… Olía fatal, a putrefacto, lo que sacamos de allí era todo inmundicia, pero no nos importaba. En esos momentos nada importa…

Los siguientes días tuvimos otros destinos, y a veces sufrimos pequeños percances tales como hundirnos al pisar en el barro… mancharnos hasta las cejas, sufrir con las ampollas que nos salieron en las manos…
Y el día 1 de septiembre tocaba volver al trabajo.
Imposible ir en tren, por aquel entonces yo trabajaba en Santurtzi (Santurce), y el medio que podíamos usar era el coche o el autobús.

La recuperación de todo el desastre duró mucho pero fue bastante rápida.
Las zonas afectadas fueron más de las que nos creímos en un principio, sólo que las que se llevaron la peor parte eran las que recibieron la ayuda más inmediata.

Han pasado 25 años. Son muchos años, un cuarto de siglo, la mitad de mi vida y un año más…
Los de Bilbao nos pasamos la vida mirando a La Ría, y le decimos que cuidadito, cuidadito con darnos otro susto.
Claro que se han hecho trabajos para que eso no vuelva a ocurrir, aunque el agua sigue su curso natural y riadas de ese tipo suelen suceder cada 150 años más o menos…

Hoy estamos de conmemoración, hoy miraremos a nuestra Ría con un poquito de respeto y de enfado, pero también con un inmenso cariño porque ella es el eje central de esta ciudad, su espina dorsal…
Pero de todo eso… ya hablaremos en otra ocasión.

Para quien quiera ver fotos de entonces le remito a esta dirección en Internet (hay muchas por supuesto) y ahí podrán encontrar imágenes realmente impactantes:
http://servicios.elcorreodigital.com/aniversario/inundaciones-1983-bilbao/

Bilbao siempre renace, como el Ave Fénix, de sus propias cenizas.

Dibujo: Aitor


10 comentarios:

Haldar dijo...

Me quede con los pelos de punta con est historia. Me recorso un desastre que paso en Venezuela por alla en el 98 (si mal no recuerdo) cuando despues de muchos dias lloviendo, la montaña se vino abajo en la noche y se llevo varios caserios y media ciudad en al costa. Aun hoy no se sabe a ciencia cierta cuantos muertos hubo. Y siempre es admirable ver a personas como tu, que en esos momentos, estan dispuestas a ayudar al projimo, dejando de lado diferencias.

Un abrazote fuerte y un beso

Edurne dijo...

HALDAR:
Yo creo que ante las catástrofes todo el mundo está dispuesto porque podías haber sido tú, o tu familia...
No se piensa nada, creo que se actúa como si tuvieramos un resorte que nos hace salir disparados a ayudar.

Y mira que ocurren catástrofes y desatres, accidentes, atentados, guerras en el mundo constantemente... cada segundo está muriendo gente! Es terrible, no te parece? Y si lo piensas, no podemos estar ahí... así que cuando ocurre algo cerca, nuestra solidaridad es como si supliera toda esa impotencia que nos embarga cada día...

Un abrazote amigo!

Ainhoa dijo...

Yo también me acordé ayer, pero no pude escribir un post. Era todavía pequeña y no pude ayudar, además no estuve en Bilbao sino en Bakio, pero me acuerdo perfectamente de escuchar la radio a la luz de las velas para tener noticias, el helicóptero que venía para distribuir agua...

Un abrazo

Edurne dijo...

AINHOA:
Claro, esas cosas no se olvidan, aunque sea uno pequeño...
Pues nada, ya ves cómo es la vida, si nos ponemos a ahcer recuento, casi salen más cosas de este tipo que de las otras, y es que siempre hay algo, siempre ocurre algo! Al menos al ser mayores somos conscientes de ello, mientras que de pequeños (y menos mal!), la vida más bien gira a nuestro alrededor y solamente los hechos impactantes nos quedan guardados en la memoria...
Muxus!

EmPapeLada dijo...

Yo vi hace poco un reportaje en ETB acerca de ello y recorde lo que habías dicho, que harías un post acerca de esto...que a veces se piensa erróneamente que porque Europa no está en el Círculo de Fuego del Pacífico (zona donde ocurren los temblores y terremotos, y dónde está mi país =S, que para remate, tiene la Placa de Nazca...doble motivo de temor...) no le va a pasar este tipo de catástrofes, pero realmente es triste ver /como bien lo mencionaste tú/ cómo todo lo que conoces puede quedar destruido en un instante.

Mi txiki siempre decía "la ría" y yo "what?? La ría? qué es eso?" y me dijo que así le llaman al río Nervión-Ibaizabal, el principal de Bilbao...

Pero me parece admirable que Bilbao como bien dices...haya resurgido de las cenizas, y que esté más linda que nunca /por lo que he visto en fotos, videos, y demás/.

Recién me acordé de otra dudita dudosa, ¿a qué le llaman "Casco viejo"? /Ah y de veras, gracias por aclararme lo del Botxo..jiji.../

*Le preguntaría a mi txiki, pero está de viaje...u_u

Saludos!!!!!

Anónimo dijo...

Aquel día, por la mañana estuve tomando unos vinos por el Casco Viejo (la parte veja y más histórica de la ciudad) con la que más tarde sería mi mujeroski. Pues bien sólo se me ocurrió decir que si seguía lloviendo así se iban a derretir las casas; desde entonces me mandan que me calle por si acaso.
Al día siguiente como tú bien dices a trabajar, yo en mi casa que estaba hecha un lodazal.
Un saludo entrañable. Y que no llueva tanto, claro.

Edurne dijo...

TXANA:
Como que ya te contestó Fernando...
EL Casco Viejo, Alde Zaharra, es la parte vieja de la ciudad, lo primigénio de Bilbao.
Si lees el post de "Bilboko Jaiak", ahí se cuenta que en un principio Bilbao sólo era tres calles... y así poco a poco hasta llegar a lo que es hoy en día.

Las catástrofes están en cualquier lado, en cualquier esquina...

Muxus!

FERNANDO:
Hola amigo...
En otro momento disertaremos sobre lo que es poesía y no... que a estas horas (he leído tu post), como que las neuronas malamente me dan para adivinar dónde están las teclas y poder contestaros...

Así que su casa se convirtió en un lodazal... pues dónde vivía usted, caballero?
Vaya recuerdos, eh?

Pues otro abrazo entrañable!

sinver dijo...

Yo, era un niño de 8 años que se quedó impactado con la noticia en pleno final de verano. Recuerdo un gran revuelo (en Medina el 80% de los habitantes en verano son bilbaínos de pura cepa) y mi Aita volviendo a Bilbao a ver la situación. Cuando volví, pocos días después, no noté nada, ya que yo vivía en Santutxu. Con los años aquello se ha mitificado como el hoyo del que renacimos hasta la esplendorosa realidad actual. Realmente aquel Bilbao industrial y decadente necesitaba un lavado de cara y aquel desastre fue el inicio de todo. Siempre hay que intentar sacar cosas buenas de las desgracias. Como Bilbaíno de pro, siento auténtico orgullo de mi ciudad, y de lo esplendida que está ahora. En mayor o menor medida todos hemos puesto nuestro granito de arena. Yo, que paso de nacionalismos y patrias mal entendidas, las unas y las otras, y que me considero ciudadano del mundo; si que siento mis raices bilbainas. Más como matria de la cultura y las constumbres que marcan la forma de ser de la gente y que nos unen; que de fronteras que nos alejan. Al final yo creo que casi todo el mundo ama su pueblo o ciudad. Los lugares comunes nos reconfortan y nos hacen fuertes.

Edurne dijo...

SINVER:
Vaya, santutxutarra también...!
usted tenía 8 añitos, un tierno infante.. yyo ya me gastaba 23 y ejrciendo de maestra ciruela por las tierras sardineras!
Hay que ver cómo pasa el tiempo! Ozú, que 25 años no son nada!
y Bilbo... una maravilla, antes y después! Que ni me lo toquen, que me lanzo como una leona a defenderlo!

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.