Sin agua ni parasol que cubra mi sesera cruzo el desierto más
allá de donde los límites recomiendan y sabiendo que nada me espera del otro
lado acaso una tierra aún más yerma más
extraña y hostil para mis problemas que no son solo míos que los comparto por
solidaridad y necesidad humana que ya eché mis cuentas y no me salen nunca
cuadran dos más dos a veces son solo uno y entonces lanzo al abismo mis
quimeras porque harta estoy de tanta promesa nada me alivia nada me sorprende
ya en esta vida cruzo el desierto sola llevando sobre mis espaldas las culpas
ajenas ay de mí que ni dormida puedo soñar con un oasis donde mi sed calmar…
Pintura:
Antonio Texto: Edurne
5 comentarios:
¡Perfecto, Edurne! Me ha gustado muchoel no uso de puntuación porque asemeja esa aridez del desierto que describes. Un diez.
Diez besos
Coincido con Francisco, esa falta de puntuación produce en el lector la sensación descrita en el texto.
Un beso Edurne.
Por poco me asfixio leyendo el texto...
Un abrazo
"La soledad es nuestra propiedad más privada...", dijo Benedetti, sobre todo cuando de atravesar desiertos se trata.
Un abrazo, amiga.-
FRANCISCO, ELENA, ANTORELO,TRISTANCIO:
La vida es como un desierto la mayoriía de las veces, y cuando esta sensación nos rodea, la soledad es la única compañía que tenemos...
La no puntuación es precisamente para eso, para agudizar el ahogo. Me dio por ahí una vez y me inventé esta "Nueva Gramática de las Emociones"!
Muchas gracias a los cuatro por seguir chapoteando en esta orilla!
Un besote!
;)
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