Es hora de que abramos la puerta de nuestro jardín.
Dejemos que el viento barra las hojas secas
que se acumulan en la entrada,
que sople fuerte y
se lleve las flores muertas.
Removamos la tierra y
démosle nuevos nutrientes
para que germinen las semillas
que plantamos tiempo
atrás.
Limpiemos de malas hierbas las esquinas,
arranquemos viejas raíces que
absorben todo el riego
que de nuestros corazones mana .
¿Sabes, amor?
Un día,
el jardín me mostró su verdadero aspecto.
Yo lo veía hermoso,
pero…
ése era solo mi sueño.
Entonces planté un vigía en el centro,
uno que espantara los pájaros de mal agüero.
Escogí los mejores rayos de un sol huidizo
para que solazara y calentara
nuestro pequeño árbol.
Lo abrigué con mi aliento,
le canté nanas y requiebros.
Tejí de día y destejí de noche,
cual Penélope de Ítaca,
el manto que aún hoy nos cobija.
Y emprendí un viaje hacia el centro
del laberinto,
en busca del Minotauro.
Llevo sujeto de mi mano
el hilo de Ariadna,
el que me permitirá regresar victoriosa.
No temas, amor,
soy fuerte,
soy sabia,
¡y te quiero!
Sé que nuestro jardín está vivo,
aunque tú lo des ya por muerto.
La tierra late,
¿no oyes?
¿no oyes?
Desde sus entrañas
todavía nos habla
y flores nos regala.
Fotos, manipulaciones y Texto: Edurne
1 comentario:
Sigo cuidando el jardín, de noche y de día...
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