Esta carta ha nacido hoy como respuesta a esta otra que escribí hace unos años (leer primero).
Madre:
Querida madre, soñada y deseada madre. Nosotros también te hemos pensado,
te hemos buscado, te hemos llamado. Con rabia, con empeño, con desesperanza…
Nunca imaginamos que tú ya estabas, que ya eras nuestra madre. Tal vez no insistimos
demasiado, quizás nos venció la vida antes de tenerla. ¡Quién lo sabe! Ahora,
desde este limbo en el que nos dejaron las decisiones de otros, te hemos visto
ahí abajo, te hemos reconocido, algo dentro de nuestro eterno vacío nos ha
dicho que eras tú, nuestra madre.
Lo hemos sabido por tu forma de caminar cansada, por tu espalda curvada,
cargando una pena que no solo era tuya, también era nuestra. Lo hemos sabido
por tu mirada, por tus manos, por el calor de tu corazón, tan intenso, que cómo
no darse cuenta de que es el corazón de una madre.
Nos imaginaste bien, madre, esa era la vida que nos habías preparado, la
que nos regalaste para vivir en este exilio de la realidad, en este pasillo de
olvido. Y todo ha sido mejor gracias a ti. ¡Gracias madre! Gracias por acunar
nuestros sueños con mimo, con mano firme. Gracias por lamer nuestras heridas y
enfrentarte al abismo de cada día con ilusión y esperanza. A veces fuimos
crueles contigo, nos empeñamos en bajar, en caminar por las calles de tu vida,
en gritar desde lo oscuro, en llamarte a cualquier hora y taladrar tu soledad…
¡Nos empeñamos en hacerte llorar!
No nos dejaron, madre. No dejaron que fuéramos felices, que probáramos
cómo era eso de ser una familia. Y ahora, ¡mírate, míranos! Con tus palabras has
despertado ese viejo deseo, esa antigua lucha por SER, por ser hijos de
alguien, tus hijos.
Vagar por un sueño no era suficiente para nosotros, ni para ti. Nos
preguntábamos cuál era el fin de esta errática existencia, porque sí, hemos dado tumbos, hemos caído
muchas veces, y siempre nos levantaba una mano invisible que tenía que ser la
tuya…
Pero estate tranquila, madre, nos tienes entre esas arrugas que gritan
tus desvelos, entre las lágrimas que bajan despacito por tus mejillas cuando
nos piensas, entre el hueco de tus manos cuando imaginan una caricia, en tu
regazo, junto a tu pecho, adormecidos por el latido de tu corazón, por la
lejana melodía de una olvidada canción de cuna de tu infancia… Nos tienes,
madre. Nos tienes debajo de tu almohada, velando tus sueños, espantando tus
miedos. Nos tienes en esas nubes, que de
tanto mirarlas, interrogarlas, se reflejan ya en tus ojos.
Ahora nos sabes, ahora te sabemos. Podemos cerrar el círculo, madre. Ya
no estamos solos, nos tenemos. Tú eres, y porque eres, también nosotros somos.
Tus hijos que, aunque no lo sean, lo son.
Imagen:Internet. Texto: Edurne
3 comentarios:
Conmovedora carta Edu!!"nos tienes entre esas arrugas que gritan tus desvelos, entre las lágrimas que bajan despacito por tus mejillas cuando nos piensas, entre el hueco de tus manos cuando imaginan una caricia, en tu regazo, junto a tu pecho, adormecidos por el latido de tu corazón.."
tremenda
besos y abrazos
BÁRBARA.
¡Muchas gracias por tus palabras, tu visita y tu entusiasmo, querida!
Besos mil para aquellas otras orillas.
;)
Oh !!! Y no recuerdo esta publicación. Tremenda carta ,sí. Si la otra me emocionó ,ésta no lo ha hecho menos. Un abrazo .
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