Te doy las gracias
porque un día,
tus carnes se abrieron
para darme a mí la vida.
Porque sufriste
con paciente espera
a que mi llanto cesara.
Porque dejaste
tu piel en mi piel.
Porque tu sudor
fue formando mi sangre.
Porque tu corazón
de madre, se hizo
corazón de niña.
Porque me pariste
un lluvioso día,
con todo el amor y
con todo el dolor…
¡Te doy las gracias,
madre mía!
Fotos: De la memoria familiar Texto: Edurne, año 1977.
(Texto ya publicado por cuarta vez en esta Orilla desde que se abrió, allá por 2007. No encuentro mejores palabras para agradecer a esta madre mía que hoy, hace 86 años tuviera a bien aterrizar por este mundo y esperar unos pocos para mostrarnos su corazón de madre. Creo que no puedo quererla más... Hoy cumple. Zorionak, amatxu!!!)
7 comentarios:
Bonito y merecido homenaje a tu madre. Un abrazo.
¡¡¡¡ZORONIAK!!!!
Qué ternura, me emocionaste hasta las lágrimas.
Muxuak eta Besarkadak
Nunca está mal recordar a quienes faltan.
Besos.
Hermoso texto que no caduca. Zorionak!
CHELO:
Muchas gracias, amiga!
Un abrazo para ti!
;)
MYR:
Eskerrik asko!!!
Muxuak eta besarkadak for you!
;)
PEDRO:
Afortunadamente,ella todavía no me falta, va cumpliendo años...
Gracias!
besos.
;)
SOR:
No caduca, usted lo ha dicho, Sor!
Eskerrik asko!
;)
hola Edurne:
aunque tengo abandonado el mundo de los blog, hoy me acordé de este.
y vine a saludarte. Y esta entrada me trajo el recuerdo de mi madre y de tantas madres.
en su homenaje dejo el último post de mi facebook.
un abrazo.
https://www.facebook.com/inaki.zaratiegui
Claren Zaratiegui.
(Para siempre en el corazón).
Yo pertenezco a una familia "matriarcal", en el sentido más auténtico, digno y hermoso de la palabra.
El otro día nos dejó, en este plano, una de las representantes, que más ha ennoblecido el título, en el caminar de su vida: "mi tía Claren".
Para ella y a través de ella a tantas madres, mi agradecimiento y homenaje.
He vuelto a contar las estrellas;
y hay una más, en el cielo.
He visto en el amanecer;
un rayo de luces nuevo.
He comtemplado la tarde,
tranquila, en paz y sosiego;
trayendo en su suave brisa,
la caricia de unos besos,
que sabemos son de madres,
que nunca se marchan lejos,
pues abrazadas al alma,
para siempre ya están dentro.
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