domingo, 26 de febrero de 2012

¿POR QUÉ A MÍ?



Me creía libre, invicta…
¡Incauta de mí!
Días que pasan en un puro ¡ay!
Noches transitando a media vela.
Remedios por aquí,
remedios por allá…
¡Ay, ay y más ay!
No quiero,
me resisto,
pero un día más con esta tortura,
acabará con mi poca cordura.
Al sacamuelas mañana visitaré,
y hoy no sé si dormiré.

Imagen: Internet Texto: Edurne Dolor de muelas, oído, ojo, cabeza…: mío, mío, mío y mío

lunes, 20 de febrero de 2012

VAMOS CON OTRO MIXTO: El Texto

Ayer les convoqué a ustedes para dentro de unas horas, pues bien, esas horas ya han pasado y aquí me tienen, dispuesta a presentarles las palabras que acompañan a las imágenes que les dejé anoche.
Si han observado las fotos, hay una pequeña alteración que no se corresponde con el título. Me explico: la sucesión es la que sigue: Bilbao, Madrid, y de nuevo Bilbao.

Por mi Ría, los días se suceden como a ellos les viene en gana, unos son grises, húmedos, lluviosos; otros son alegres, soleados y azules a más no poder. Hoy mismo, lunes 20 de febrero a las 10:58 exactamente, el sol está abriéndose paso a empujones y ya ha tomado posesión de gran parte del espacio celeste. Bien, eso está bien, que ayer a la tarde ya hizo el amago y no duró demasiado, enseguida llegaron las huestes de nubarrones golpistas a fastidiar la alegría.

Estoy de asueto escolar, sólo hoy, qué lástima, hubiera necesitado también el martes, pero… los de Primaria somos unos sufridos. Además estoy intentando corregir unos exámenes y no hay modo. Anoche, cuando estaba más que mentalizada, se me interpuso la famosa Gala de los Goya, y qué quieren, el sofá me invitaba descaradamente a sentarme en él… y ahí me quedé, hasta que terminó. Esta mañana ando remolona, intentando encontrarme, traslado los papeles de un lado a otro, saco los bolis, los vuelvo a guardar, quito y pongo clips, miro el cuaderno de evaluaciones. Me asomo a la terraza, estornudo un poco, me digo “vaya, por Dios…” y al final decido que lo más productivo es empezar por mis crónicas foreras y botxeras…

Hace unas semanitas, el tiempo tampoco fue muy bueno que digamos, pero sólo ese fin de semana. Aún así, los paseos nos esperan y si podemos hacer risas mientras intentamos pedalear en uno de esos aparatos gimnásticos que ahora nos encontramos cada dos por tres por los parques de nuestras ciudades, pues mejor que mejor. Ahí me ven a mí, tronchada de la risa, con mi txapela y el un dos tres, uf, uf, uf…

Como la playa estaba desierta, enseguida me puse a cantar, lo mismo que ahora, y además para invitarles a que me hagan el coro, la famosa canción del verano (no recuerdo de qué verano fue, pero que yo era una cría, seguro) “La playa estaba desierta, el mar bañaba tu piel, cantando con mi guitarra para ti, María Isabel. Coge tu sombrero y póntelo, vamos a la playa, calienta el sol… chiribiribí poronponpón….” Algo así, la cantaban Los Payos, ¡no me digan que no se acuerdan ustedes!

Pues eso, que la playa estaba desierta, y que así, solitaria y todo, también tiene su encanto. Siempre me quedo embelesada mirando el romper de las olas, el juego que forman, la espuma, los cambios de color en el agua, las rocas que emergen y vuelven a desaparecer con cada embestida… Les aseguro que es un buen método para evadirse, para reflexionar sobre la vida, la nuestra propia, la general, sobre cualquier cosa que nos preocupe, o nos alegre…

¿Recuerdan la Odisea de Homero, las aventuras de Ulises y sus marineros que marcharon de Ítaca, dejando a una Penélope desconsolada, pero listísima, teje y desteje, esperándolo; y cómo las malvadas sirenas, con sus cantos, pretendían desviar el rumbo de la nave para hacerles naufragar y tal y tal…? Pues no sólo existen las sirenas, no, también hay sirenos, al menos en Algorta, en el Puerto Viejo (Portu Zaharra), hay uno bien guapo, pero que ya está cansado de mantenerse fuera del agua avistando el horizonte, y se va cayendo poco a poco… La historia es bien sencilla. En Getxo se organiza un concurso de fotografía, llamado Getxophoto, y las fotos a tamaño bastante grande, se exponen en el exterior. ¿Qué mejor enclave para un sireno, que las tranquilas aguas del pequeño Puerto Viejo de Algorta, donde puede ser visto por todo el mundo? Lo que pasa es que yo creo que ya está aburrido el hombre, y nos mira con cara de “tengan compasión de mí, y déjenme en el agua de una vez”.

Por el Foro, el frío y el sol son compañeros de juerga inseparables, y nunca gana ninguno en esos pulsos gitanos que se echan. Sol, sí, frío, también.

Da Vinci, el genio del Renacimiento, nos mandó invitación para que asistiéramos a una exposición de sus inventos en el recinto del Canal de Isabel II, allí, en La Plaza Castilla, ya saben, donde hay tantas torres y monolitos… La exposición estará unos meses más, así que si alguien está interesado en ver todos estos artilugios que ideó el amigo Leonardo, llega a tiempo. En verdad, en verdad os digo (esto me suena un poco a bíblico…), que merece la pena, tan sólo por comprobar in situ la cabeza que tenía este hombre, la capacidad, la genialidad… Inventos, aparatos que tienen que ver con la ingeniería militar, también la civil, dibujos magníficos, bocetos, también estudios sobre la Monnalisa y el Hombre de Vitruvio, la Proporción Aúrea códices de su puño y letra, ¡y vaya letra! Cuadros de otros pintores que, siendo coetáneos, pueden considerarse discípulos. Interesantísimo.

Compartiendo espacio, pero un poco más alejado, estaba otro genio, éste más contemporáneo, Picasso. Una serie de dibujos del genio malagueño adornaban los subterráneos del Canal. Carboncillos, litografías, planchas… Una se queda con la boca abierta al pensar que con dos trazos rápidos y unas sombras bien puestas, ya estaba formado el retrato. Genial. Sabido es que don Pablo fue un gran artista, y un mujeriego de tomo y lomo, que tuvo mujeres y amantes, todas las que quiso. Y ellas eran los motivos de casi todos sus cuadros y dibujos. También recomiendo visitar esta exposición.

Y de paso, el entorno, que siempre merece nuestro tiempo, poco o mucho, para admirar la composición del paisaje urbano, los cambios, los añadidos, las reutilizaciones de los espacios… y sacar unas fotos, ¡cómo no!

Avanzo, ya son las 11:30.

“Katmandú, un espejo en el cielo”, película de Iciar Bollaín. Temática de las que me interesan. Está basada en el libro “Una maestra en Katmandú”, de Vicki Subirana, o Vicki Sherpa, como se la conoce. Una maestra catalana, que un día decidió ir a Nepal y allí, después de las vicisitudes que nos cuenta en su libro, hechos reales, fundó una ONG para crear escuelas para los niños nepalíes. La película tiene una fotografía magnífica, solamente con el espacio natural que nos muestra, ya nos atrapa. Y después, el tema, para mí todo lo que tenga que ver con educación, solidaridad y demás, ya me lleva de la mano. Lloré un rato largo también, para qué negarlo, y es que una se ve identificada en muchas cosas y me acordaba de cuando terminé Magisterio a los 20 años, en el año 80, y me había empeñado en irme a Nicaragua, a trabajar con los sandinistas, a hacer escuelas y a alfabetizar, y rellené papeles y… en ese impasse, entré a trabajar en la Pública, y claro, ¡las lentejas, son las lentejas! La peli me gustó, no sé si es una gran película, ni si Verónica Echegui es merecedora de galardones por su trabajo, lo que sí sé es que a mí me llenó.

El domingo pasado hacía muchísimo frío, y los árboles, desnudos, mostraban ese frío. Las rocas, solitarias, también. En el estanque, los pobres patos se afanaban en nadar, pero lo más práctico era patinar, ya que las aguas se habían congelado. Un lorito vino a saludarlos y mientras les decía “hola, hola” sin parar, ellos deleitaban a todo el público allí congregado con unos pases de patinaje artístico, que ya querrían para sí los profesionales de este deporte… En los alrededores, las hojas caídas de los árboles, ahogaban sus penas entre hielos y aguas prisioneras.

San Valentín también se manifestó en forma de declaración espontánea, aunque no fuera la fecha (que para los amantes, todos los días son Santos). Encontré esta sencilla y apasionada declaración de amor en el suelo, y mi sombra no se pudo resistir a la tentación de fotografiarse junto a ella, y dejar constancia de que ¡sí, el amor existe!

¡Carnaval, carnaval…! Y en el Botxo de nuevo. Los disfraces, Mon Dieu, como todos los años, el Carnaval nos invade: los disfraces hechos por nosotros mismos, las celebraciones varias (Txitxiburduntzi, el asado de chorizos, el desfile, la chocolatada…). Y todo el tiempo mirando al cielo, que no te puedes fiar. Montamos el taller de costura en clase (este año íbamos de mexicanos, ¡ándale manitoooo!), asamos los chorizos en el frontón, el jueves llovió, y desfilamos por el barrio el viernes a la mañana, para después de nuestro lunch de siempre, volver al asunto infantil y darle al cazo repartiendo chocolate… terminé con la garganta hecha polvo y literalmente muerta, enferma. Todavía estoy recuperándome.

Mañana vuelta a la escuela y todo seguido hasta el 30 de marzo. ¡Socorro, que Dios nos coja confesados! De momento, Bilbao está soleado, los Carnavales siguen y mañana con el entierro de la sardina, agur, hasta el año que viene, pues sí… que una ya no está para muchos trotes. Pero… en mi barrio, el fin de semana que viene, se repiten los Carnavales, ¡sí, ya sé, unos irreverentes, jejejeje! Pero qué quieren, la gente necesita evadirse, ¡y ahora, más que nunca!

¡Carnaval, carnaval…!
¡Ah, y gracias por esperar estas horas!

domingo, 19 de febrero de 2012

VAMOS CON OTRO MIXTO: DESDE MADRID CON AMOR (Crónicas del Foro XLIII) e HISTORIAS DE LA RÍA XVII
















































¿Y si les mando, así, a modo de adelanto, como un aperitivo, primero las fotos, y luego ya, cuando pueda, el texto...?

Es que, miren ustedes, llevo un rato con lo de las fotos (¡uf!), y ahora mismo no puedo ponerme a escribir el desarrollo de los hechos que aparecen reflejados en las fotografías. Y como luego sé que se me va a desconfigurar lo que me ha costado tanto ordenar...

Además, fíjense ustedes que mientras escribo estas líneas, San Blogger me pone unas letras en rojo avisándome de que: "No se ha podido establecer contacto con Blogger.com. Podrían producirse errores al guardar y publicar. Reintentando"

Nada, espero un minuto y en cuanto vea que no hay moros en la costa... ¡zas, le doy a publicar!

Y en cuanto pueda, el texto. Ya sé que no es lo habitual y que tal vez se me queden ustedes un pelín descolocados, pero... no voy a tardar, se lo prometo.

¿De acuerdo, entonces? ¿Me perdonan el desaguisado y me esperan unas horas para la siguiente entrega?


¡Gracias, sabía que me aceptaban la licencia!



Un abrazo y hasta enseguida.






Fotos: Antonio y Edurne Cartel peli: Internet Folleto "Da Vinci, el genio": De la expo.




miércoles, 15 de febrero de 2012

SIN DESTINATARIO (III) "A ti" (Replay)



A ti:

Hoy no hace falta que te nombre, porque ya sabes que eres tú quien recibirá mis letras, mis reproches, mis dudas, y, tal vez, mis felicitaciones.

Hace mucho que pienso en escribirte, hace mucho que ando buscando las palabras, los puntos y hasta las comas. Hace mucho, pero nunca encuentro el momento.

Hoy he decidido pararme conmigo misma, mirarme en el espejo y decirme esas cuatro cosas que van dirigidas a ti.

Tenerte en usufructo desde hace cincuenta años y... es una gran carga, no vayas a pensar que no, que no todo es coser y cantar. Que me has dado mucha guerra, me has plantado cara más de una vez, y siempre has salido victoriosa, ¡puñetera!

Sí, ya sé que la culpa no es tuya, que es la vida la causante de todo. Tú no querías venir, y yo estaba totalmente ajena al negocio, me llamaron y vine… y tú, conmigo, vamos, que venías en el lote.

Hablaba de felicitaciones; sí, claro, también tengo felicitaciones por ahí guardadas. Y es que el orgullo que sentimos a veces por las cosas bien hechas, las situaciones bien resueltas, es como ese orgullo de madre, de padre, por los hijos. Y tú, en el fondo, eres como esa hija secreta que nadie conoce, nadie más que yo.

Reconozco que me has costado lágrimas, amarguras, que me he sentido atrapada como en una telaraña, entre tus redes, pero que también has hecho que pueda dormir tranquila la mayoría de las noches de mi vida.

Aunque también tengo que preguntarte por qué has sido tan dura conmigo, por qué te has empeñado desde el principio en que mi camino fuera siempre recto, sin oscuros recovecos donde perderme distraídamente… Sí, ya, ya sé lo que me vas a contestar: que esa era, es, tu misión, que eres como mi ángel guía, una conciencia férrea, a prueba de bombas.

Hala, ya puedes colgarme todas las medallas que quieras, seguro que hasta me las merezco, pero deja que proteste un poquito, que me permita una pataleta de niña… No tendrás quejas de mí, ¿verdad? Siempre me he portado como querías, casi no he discutido tus mandatos, he escuchado tus consejos, he sido lo más buena que he podido.

Claro que he tenido dudas, sigo teniendo dudas muchas veces, pero ya me he acostumbrado a ellas (menos mal que vine a este mundo con una buena dosis de paciencia, de empatía…), y por eso puedo sobrellevar mejor todas las pruebas a las que me sometes.

Mi querida Conciencia, en el fondo estoy encantada de tenerte como compañera de camino, pero, por favor, relájate alguna vez, que ya me he aprendido las lecciones, que ya soy mayorcita… ¿no ves que es muy difícil que a estas alturas me descuide? Podrías tomarte unas pequeñas vacaciones, no sé, tal vez a la playa, creo que el mar hace milagros. Espero que ahora seas tú la que te dejes aconsejar…Tú vas, disfrutas y luego... luego ya vuelves y me cuentas.

Tuya, afectísima…

El cuerpo en el que habitas.


Dibujo: Aitor Texto: Edurne

martes, 14 de febrero de 2012

OTRAS LECTURAS





“EL MENSAJE QUE LLEGÓ EN UNA BOTELLA”
Autor:
Jussi Adler-Olsen
Editorial: Maeva
Lector-a: Edurne
Edad: 52
Profesión: Profesora

OPINIÓN
No soy una lectora asidua de este tipo de literatura (policiaca, negra…), sino más bien eventual. La extensión de la obra, en este caso 527 páginas, no ayudaba en un principio, pero pasados los siete primeros capítulos, he de confesar que ya estaba totalmente “enganchada” con la historia.

Si bien el desarrollo de la historia tiene una narración en segundo plano, con los hechos acaecidos trece años antes, al comprender el ritmo y la intención del autor para escribir esta novela, logra que el lector se implique por completo en ella.

Los personajes, que también se prestan a hacer un pequeño lío en nuestra cabeza al comienzo de la lectura, van, poco a poco, definiéndose y dándonos una imagen bastante gráfica y real de cómo es cada uno.

Sí me ha sorprendido la utilización de ciertos giros o expresiones del habla coloquial, y que, no he identificado como propias de la cultura y el habla danesa (siendo una perfecta ignorante al respecto). Claro es que la traducción habrá tratado de buscar y encontrar los giros más parecidos en nuestra lengua. Pero eso ha hecho que en ciertos pasajes me haya “chirriado” un poco. Imagino que conseguir una buena traducción no será nada fácil…

Dada la extensión de la obra, cabe pensar que ciertos pasajes, tal vez estén de más, o sean algo repetitivos. No sé si sea por eso o porque el ritmo trepidante de la acción te lleva, o… pero se deja leer, y bien. El autor te conduce por los entresijos que él quiere, y en mi caso, se agradece, pues ante la perspectiva de que fuera un “tostón”, puedo constatar que no ha sido ése el resultado.

Al no haber leído nada más del autor (desconocía todo de él hasta este momento), no puedo comparar con las otras entregas de las aventuras de “El equipo Q”, y por eso mismo, no puedo aventurarme a decir si es más de lo mismo, o si da un giro total en relación a los desarrollos anteriores…

En definitiva, que la novela me ha gustado, me ha llevado de la mano por el camino que el autor había dispuesto (creo que bien planificado), y he pasado un rato agradable leyéndola.







Escaneado libro y texto: Edurne





viernes, 10 de febrero de 2012

VIGÍAS DE LA NOCHE (Replay)





Levantan sus torres

como dos colosos en la noche.

Levantan sus torres con almenas,

los vigías de tu ausencia.




Otean el horizonte en busca

de la huella eterna.

Cambio de guardia en la garita

de mi oscura pena.




Corazón se altera,

ve llegar tu bandera...

cabeza se serena,

aún no se oyen las trompetas...




En la noche clara,

la luna, sobre mi alma riela.

En la noche oscura,

las estrellas, por mí velan.









Foto: Aitor Texto: Edurne (Texto ya publicado en esta Orilla el 5 de junio de 2007)

lunes, 6 de febrero de 2012

EL PASO OCULTO



Hay un paso oculto
entre las emociones
y la realidad de un sueño.
Nadie lo conoce.
Yo oí hablar de él,
ya no recuerdo,
tal vez a mis deseos…

Foto: Aitor Texto: Edurne

sábado, 4 de febrero de 2012

HOY NO SÉ




Hoy no sé muy bien cómo despejar la bruma que puebla mi mente. Y casualmente, mientras escribo esto, el cielo se abre para mí, y como si fuera yo una escogida por el Parnaso divino, un rayo de sol casi cegador, me está señalando (no les miento, tecleo según late mi corazón, según veo por el rabillo del ojo derecho, y según mis dedos nerviosos se deslizan arriba y abajo, derecha e izquierda).
Ha sido un momento, un instante de luz. La nube que transporta mis pensamientos más alegres del día, apenas treinta segundos, ya está buscando otros resquicios por donde lanzar su rayo solar… Pero, atención, a la zaga llega otra nube transparente con fuegos de artificio en su interior… ¡Dios, qué bonito! Y de nuevo me siento tocada, elegida. ¿Será premonitorio este derroche de claridad en este día invernal, triste y húmedo? No lo sé, pero de momento me paro y disfruto de mi regalo. Enseguida vuelvo.
Esta vez ha durado más. Era un convoy de nubes, y me ha tocado el vagón principal, detrás los pequeños, pero… ¡huy, otro! Me han visto, justo cuando he empezado a hablar de la bruma que recorre mi cabeza, han aparecido ellas al rescate, ¡seguro!
Bandadas de aves cruzan por este cielo que quiere redimirse y se muestra con traje de entretiempo… Al fondo mi monte, que, con puntillas blancas de nieve entre los verdes pinos, también llama mi atención y me saluda antes de retirarse a dormir.
Si es lo que les digo: un regalo de invierno.
Retransmisión en directo. Ahora voy a centrarme en lo que mis pensamientos van tramando para mí. En realidad, poca cosa, ya digo, tengo una bruma por ahí arriba, ocupada en colonizar mis neuronas, y un atasco catarral que me deja indefensa y sin fuerzas para defenderme de la invasora.
Me esperan exámenes para ser corregidos, me espera un libro muy gordo que estoy leyendo, me espera un poco de ordenamiento en mis cosas… lo propio de un fin de semana casero de invierno.
La televisión, la radio, el periódico, también me reclaman: pero hoy no tengo ganas de desesperarme más, ya está bien de tanto bombardeo, de tanta angustia y tanto miedo como nos meten a diario en el cuerpo. Me revelo.
Me apetecía esta escritura relajada, sin pretensión alguna, improvisada al cien por cien, espontánea. Me apetecía como modo de reencuentro, de reconciliación conmigo misma. Últimamente no tengo ni tiempo para eso, ni para mirarme al espejo y decirme: “¡Hola, guapa, cuánto te quiero!” Y eso, créanme ustedes, es primordial, quererse todos los días, aunque se nos instalen arrugas, ojos apagados, sonrisas forzadas y caras grises enfrente, según nos lavamos la cara, nos cepillamos los dientes…
La radio no para de hablar en la cocina. Ahora no son voces interesantes, sino esas chillonas de los periodistas deportivos afanados en que todo el mundo se quede sordo, en que le dé a más de uno un infarto con sus retransmisiones futbolísticas… Y desconecto. Prefiero el ticli-tacla de este ordenador cuando mis yemas golpean sus teclas, buscando las letras que formen las palabras que mi cabecita trata de emitir…
Estoy tomando un montón de cosas para reponerme y regenerarme este fin de semana y estar el lunes “apta” de nuevo para la lucha sin cuartel de todas las semanas. Sí, lucha sin cuartel, es que se está convirtiendo en algo así como una guerra. No tengo muchas ganas de hablar de algo que nos está quemando y desilusionando a los profesionales de la educación. Sólo decir que ni la experiencia de tantos años nos salva, ni nos protege. Prefiero no pensar en qué va a terminar todo este asunto.
Ya está empezando a oscurecer, y eso que los días han alargado una barbaridad. Mientras esto ocurre, yo estoy acabando con la reserva de pañuelos de papel… ¡vaya día que llevo! Y para cuando nos queramos enterar, febrero habrá llegado a su fin. Febrero loco, Carnavales, mucho evento, mucho agotamiento. Veintinueve días, año bisiesto.
Cuando estoy en casa me entra un hambre canina, estaría picando todo el día, vaya plan, oigan. Me tengo que sujetar, ¡no vean cómo me sujeto! A veces pierdo la batalla conmigo misma, como creo que va a suceder dentro de un momento… Pero me guiño un ojo cómplice, y me perdono, ¡qué le vamos a hacer!
No puedo parar, parar de hacer cosas, si lo hago, si me siento y me relajo, me quedo dormida, se me va todo a lo etéreo, ¡ni me entero! Un día me ocurrió que, hablando con mi ama en la cocina, sentada en una silla, me quedé dormida, ¡fíjense ustedes a qué niveles llega este agotamiento que acumulo…! Lo malo es que los intereses que devienen de ello no producen nada. Nada bueno, se entiende.
18:23. Oigo la radio de nuevo, mi Athletic juega en la Catedral, en San Mamés, y graniza, pobrecillos mis leones. Aquí todavía no, será una de esas nubes itinerantes… ¡Aún así, acaban de marcar un gol! La noche se acerca, ha mandado su manto de avanzadilla para que no nos pille de susto la oscuridad que llega.
La bruma sigue ahí, creo que más pastosa. Mi monte también sigue ahí, claro que más oscuro, se ha vestido con el traje de noche, va de fiesta nocturna. Y yo tendré que bajar el telón de este teatro vespertino y retirarme a mi camerino a prepararme para la siguiente función.


Muchas gracias por su tiempo, y que ustedes sean felices en este primer sábado de febrero. Sobre todo, que les cunda, que les sea muy pero que muy provechoso. Un abrazo.

Imagen: Internet (no se me ha ocurrido coger la cámara…lo siento) Texto espontáneo: Edurne

jueves, 2 de febrero de 2012

ÁCIDO



Me dan a beber aguas turbias,
ácidas pócimas, ocultas en
burbujas, cava y espuma.

Un día pensé,
y dije,
que anhelaba un poco de alegría,
y me trajeron un rosario,
de espinas dolientes
repleto.

Limones verdes duermen entre hojas frescas,
limpias con agua de llantos y sinsabores.
Ilusiones perdidas por los caminos sin retorno
del frío porvenir, y el pan nuestro de cada
día.


Foto: Aitor Texto: Edurne

martes, 31 de enero de 2012

L'ÉTÉ (Y III)



No recuerda cuánto tiempo pasó, pero sí tiene bien clara la figura de Marilena, cada vez más grande, corriendo mientras agitaba los brazos y pedía ayuda. Todos se sobresaltaron y poniéndose en pie, fueron hacia ella. Entre sollozos y la voz entrecortada, contó como pudo que Miguel se había caído al agua por la parte de atrás de la cueva, y que no lo veía…

Pablo salió corriendo, los demás no pudieron seguirlo. Cuando llegó, se lanzó al agua. Una, dos, tres veces se sumergió en las oscuras aguas. Hasta que lo vio. Allí estaba Miguel, su hermano. Era su propio reflejo. Tenía el pie derecho trabado entre dos rocas. Se miraron. Miguel justo podía sacar un poco la nariz si hacía un esfuerzo, y se apoyaba sobre el pie atorado. Pero el pie había empezado a rasgarse, y ya no tenía fuerzas… Con los ojos imploró a su hermano. Pablo se le acercó.

Se oían lejanas las voces de los demás, cada vez más lejanas… Ya estaba anocheciendo cuando salió del agua, y como una aparición que hubiera vomitado la cueva, lo vieron aparecer los demás, que, ateridos de frío y miedo, no supieron qué decir. Cuando llegó a su altura, cogió una toalla y se la echó por encima, estaba tiritando, amoratado, con los ojos rojos, la piel casi traslúcida, como un alma de otro mundo. Sólo Marilena se atrevió a peguntar:
–¿Y Miguel?
–No está, ha desaparecido.

Y echó a andar.

Los demás se miraron perplejos y asustados. Pablo caminaba unos cuantos metros por delante de ellos. ¿Qué dirían al llegar al pueblo? Cogieron sus cosas y siguieron por la senda de soledad que habían dejado los pasos mojados de Pablo. Querían salir de allí cuanto antes, y se azuzaban, silenciosamente, unos a otros... Únicamente Marilena tuvo el valor de volverse y mirar, pero echó a correr cuando le pareció ver la figura de Miguel en la orilla. Tan sólo fueron unos segundos, pero los suficientes como para tener la certeza de que esa visión fue real.

Pablo y su familia nunca más volvieron al pueblo, y a partir de entonces, infinidad de leyendas y suposiciones comenzaron a correr de boca en boca, intentando dar una explicación al extraño suceso de la desaparición de Miguel, pues además, nunca apareció el cuerpo.

Pablo pasó a ser hijo único, pero aún así, no cambió la consideración que todos tenían de él. Su carácter se tornó variable, nadie sabía muy bien a causa de qué, y entonces había temporadas en que recordaba a Miguel, hasta se atusaba el flequillo como él, hacía sus mismas gracias… y gozaba de todas las atenciones y los favores del resto, que veían en él a Miguel que retomaba su vida como si nada hubiese pasado. Pero cuando su carácter se volvía huraño, atormentado, taciturno y ausente, era como si el mundo y él se apartaran mútuamente.

Logró una etapa más o menos estable con su carácter de persona gris y sin importancia. Consiguió terminar sus estudios y tener un trabajo normal. Estaba solo, era cierto, pero estaba tranquilo. Solo le molestaba el maldito calor, no soportaba los veranos…

Necesitaba seguir tranquilo, aún no había conseguido todo lo que quería, lo que todo hombre normal tiene sólo por el mero hecho de ser hombre. Era pronto, ¿por qué volvía? ¡No, otra vez no! No quería volver a la oscuridad de aquellas aguas, al frío de aquel vacío inmenso…

Miró fijamente al espejo, a la cara que se reflejaba en él. Una mueca de satisfacción cruzó su rostro. Echó su flequillo hacia atrás con decisión y terminó de secarse la cara. Estaba de nuevo aquí, había vuelto, y esta vez, para quedarse.

Era un verano muy caluroso, o eso le pareció.

Imagen: Internet Texto: Edurne

domingo, 29 de enero de 2012

L'ÉTÉ (II)



Siempre había sido así, su hermano y él. Él el último en todo.

Todos los días bajaban a la playa por el camino de las huertas del tío de Alfredo. Era el mejor de los atajos, porque siempre “caía” algo: unas peras, unas moras… Aunque también tocaba salir corriendo, la mayoría de las veces, delante del “Risitas”, el perro del tío de Alfredo. Y a él, siempre le caía en suerte el trabajo sucio, pero no se quejaba, ¿para qué? Cuando volvían a casa, la madre también le regañaba por los pantalones rasgados, la camiseta rota, o las zapatillas sucias… ¡Para qué protestar!

Ahí estaba el camino de las huertas y abajo La Playa del Cura, como se la conocía en el pueblo. El pueblo era uno de tantos diseminados por la costa, y desde que él recordaba todos sus veranos estaban ligados a ese lugar, al pueblo de sus abuelos. Un pueblo como todos, donde todo el mundo se conoce, donde todos saben todo de todos, o al menos pretenden saber…

—¡Mira qué niños tan guapos!
—¿De quién sois? ¿Sois los nietos de la María y el Ramón?
—¡Fíjate qué ojazos tiene éste! Tú eres Miguel, ¿verdad?, Como tu tío, tan listo él… Y este otro, parece tan callado… Aunque son igualitos, ¡eh!

Siempre era así, Miguel y él. Él, sin nombre. Nadie recordaba que él era Pablo, y que se llamaba así por su otro tío, el que se ahorcó a los quince años, y del que nadie quería hablar. Pero su madre, nadie sabe muy bien porqué, quiso ponerle el nombre de su otro hermano, dicen que tuvo como un pálpito al verlo. Miguel y Pablo, los gemelos.

Aquella mañana bajaban jugando a las adivinanzas y al veo-veo. Iban siete en el grupo: Miguel, Alfredo, Susi, Juanín, Tere, Marilena, la niña más guapa del mundo, y que había llegado al pueblo el día anterior –era la que más tarde llegaba siempre-, y él, Pablo, que avanzaba unos pasos más atrás del grupo, observándolo todo, por ejemplo, cómo Miguel trataba de impresionar a Marilena con sus gracias, sus chistes, sus poses… y ese gesto tan suyo de echarse el flequillo hacia atrás.

Pero nadie se fijaba en él, ni se daban cuenta de que se iba quedando cada vez más rezagado. Sólo Marilena se volvía de vez en cuando y le hacía un gesto con la mano para que se apurara.
Allí estaba la playa, bastante solitaria, como siempre. En realidad, más que una playa, era una pequeña cala donde se podía bucear tranquilamente, coger percebes y otros bivalvos de las rocas. Además, estaba La Cueva del Pirata, su lugar secreto, donde solían reunirse de vez en cuando para hacer fogatas en las tardes de verano.

La mañana transcurrió normal, entre juegos, chapuzones, risas… Comieron los bocadillos que llevaban en las mochilas, y la fruta que habían “recolectado” por el camino. A la hora de la siesta, y a pesar del calor que hacía, Alfredo y Juanín se quedaron como troncos; Tere y Susi se pusieron a leer revistas y a cuchichear, mientras se les escapaba alguna que otra risita nerviosa. Miguel y Marilena bajaron hasta la orilla en dirección a La Cueva del Pirata; y Pablo se quedó sentado en una roca leyendo un libro de aventuras, pero, su mirada iba tras ellos, tras Marilena y su hermano… Hasta que los perdió de vista, cuando desaparecieron en La Cueva del Pirata.

Imagen: Internet Texto: Edurne

miércoles, 25 de enero de 2012

L'ÉTÉ (I)



No podía soportar el calor. El termómetro de la plaza del ayuntamiento marcaba 32º. Tan sólo eran las doce del mediodía y el panorama no tenía visos de cambiar, muy al contrario, las previsiones eran totalmente amenazadoras: ese día se llegarían a alcanzar valores en torno a los 40º o más.

Pablo aumentó la potencia del ventilador de pie que estaba junto a la ventana, y le dio al botón de función giratoria. Al momento, un aire ya usado pero revestido de un falso frescor, le golpeó sin piedad en las piernas; después aireó las cortinas de la ventana, y lanzó por los aires un montón de revistas que dormitaban en el suelo, junto al rincón de la tele… Le gustó la sensación y se quedó de pie junto al aparato, mientras observaba una y otra vez el itinerario de ese viento artificial y los efectos que causaba a su paso.

Ya no era tiempo de semejantes calores, pero desde que el cambio climático de las narices había hecho acto de presencia en nuestras vidas, ya nada era lo que debía, así que no quedaba otra que conformarse con lo que los nuevos tiempos y los avances iban dejando en nuestra orilla.

Se había propuesto un par de horas de lectura tranquila, pero la cosa había empezado mal, con ese calor no se podía pretender nada tranquilo, ni la tarde, ni la lectura, ni nada de nada…

Transcurrido un rato en el que estuvo jugando con el ventilador y experimentando diversas opciones, lo dejó. Se cansó y apagó el aparato. Ahora podía percibir el silencio que se había hecho a su alrededor. El calor, el silencio y el vacío. Nada se movía. Las revistas estaban desperdigadas por el suelo, la pequeña estación meteorológica que le habían regalado el otro día en el súper al hacer una compra superior a 25 euros y tener un montón de puntos acumulados sin canjear, marcaba 29º y un 88% de humedad. Realmente era insoportable.

Se dejó caer en el sofá. El techo le devolvió una visión aumentada de ese vacío, de ese silencio, de ese calor… Cerró los ojos, pero los volvió a abrir rápidamente, lo que vio no le gustó nada. Se levantó al instante, a la vez que con voz asustada imploraba "¡No, otra vez no!".

Salió de allí a la velocidad del rayo. En la cocina puso la radio, abrió el grifo y llenó un vaso de agua más o menos fresca. Bebió. Uno, dos, hasta tres vasos seguidos; y ya casi sin respiración, rompió a toser, a llorar… Los recuerdos. Era la hora de los recuerdos que volvían a llamar a su puerta sin pedir permiso. Pensó que lo había dejado bien claro, y, sin embargo, los muy ladinos estaban ahí, disfrazados de pensamientos normales.

Corrió al baño, a mirarse en el espejo. Era él, ¡sí, todavía era él! Dejó correr el agua fría de la canilla y se refrescó la cara una y otra vez, obsesivamente… No quería volver a enfrentarse con el espejo. Cogió la toalla y tapó con ella su cara, un rostro empapado de agua y de miedo.

Frotó enérgicamente a la par que repetía cada vez más alto que no, que él seguía siendo él, todavía… Que estaba ahí, en su casa, que todo lo demás no era cierto, que el pasado se había ido para siempre, y que ya había pagado por todo aquello.

Levantó la cabeza poco a poco y, muy lentamente, fue deslizando la toalla de la cara. Aún tenía los ojos cerrados, con los párpados reducidos a un montón de arrugas. Respiró hondo, y después de contar hasta tres, los abrió.



Pintura: “Reproducción prohibida” de Magritte (1937) Texto: Edurne

lunes, 23 de enero de 2012

EN PAZ



Todo respira el mismo aire que mis entrañas.


Estamos en paz.


Hoy no vienen las gaviotas a molestar mi sueño y
está tranquila la arena de mis recuerdos.


Refrescan suavemente los pies de mis dudas
las olas de salado merengue
en que se envuelven los pasos que te traen hasta mi isla.


En paz me pierdo en la mirada del horizonte más lejano.


En paz me duermo como si fuera noche de estrellas.


Y con cánticos de victoria, alzo al cielo la mirada calma
que arranqué del pórtico a la dicha.


Estamos en paz.

Foto: Aitor Texto: Edurne

lunes, 16 de enero de 2012

DESDE MADRID CON AMOR (Crónicas del Foro XLII)































































Navidad, Navidad, dulce Navidad…


Que no, que no se me ha ido la olla, que soy más que consciente de que ya pasaron las fiestas, de que ya estamos inmersos en la cruda realidad. Tranquilos, estoy bien, ha sido un lapsus, y claro, como me acucian las Crónicas foreras… estoy en un “sinvivir”, que por falta de tiempo se me va retrasando la publicación de mis correrías por la capi del reino.

Como ya sabrán mis asiduos, tengo por costumbre pasar la última semana de mis vacaciones navideñas (salvo el año pasado por cuestiones de urgencia familiar) en Madrid. Este año, volvió a la normalidad el hecho navideño. Y Madrid estaba en su sitio, esperando ansioso mi llegada. Recibimiento con frío envasado y bien conservado especialmente para mí (siempre hace ilusión creerse estas cosas, hasta que el frío lo fabrican especialmente para una). Esta vez, como en otras ocasiones, también fueron nuestros amigos bilbaínos, y así, muchas veces, ocho ojos ven más cosas…

Como la lluvia estuvo ausente de nuestros planes, y de los de la climatología, el frío no fue obstáculo para que, bien abrigados, nos lanzáramos por las calles y plazas a caminar, a dejar que nuestros cuerpos entraran y salieran de museos, cafetines, restaurantes y librerías…
Pues bien, les voy a relatar, unos paseos capitalinos en clave de enero recién estrenado, con un solo de Lorenzo en plenitud de sus facultades, aunque pelín aterido…

Ustedes saben lo que me gusta a mí pasear por El Retiro, verdad, y que siempre que puedo les cuelgo unas fotos de árboles, cielos y veredas salpicadas de personajes de todo tipo. Esta vez no iba a ser menos. Si se les ocurre comparar éstas con las últimas del Puente de Todos los Santos, notarán algo que aún no había: el frío. Y es que el frío se ve, no sólo se siente, también se hace visible y está flotando en la atmósfera de los retratos invernales. El Retiro al atardecer, sigue teniendo un encanto especial. Ustedes fíjense en la luz, en la orfandad de las ramas arbóreas, en los pasos de los caminantes, que se perciben secos y prietos, oscuros y con cara de pocos amigos, aunque, con un poco de luz y sol, se relajan los caminos y las sonrisas… Vean, pues, si no es cierto lo que digo.

Hay una nueva modalidad de ver teatro. Es un modelo importado, pero da lo mismo, el caso es que por lo que yo vi, ha echado raíces y de las buenas. Se trata de los Microteatros. Hay un local en Madrid, por la Gran Vía, zona Ballesta, calle Loreto y Chicote, más exactamente, donde representan, de miércoles a domingo, pequeñas obras de teatro cada quince minutos. Microteatro por dinero, lo denominan. Un bar donde esperas a que llegue el turno de tu obra, tomas algo y charlas, observas… y después bajas al vientre de la ballena, para llegar hasta la salita donde se representará el micro que hayas elegido. Todo de lo más curioso. En un espacio reducidísimo, un máximo de quince espectadores, sentados en taburetes, esperamos a que aparezcan los actores, dos o uno, y desplieguen ante nos sus artes escénicas. Una experiencia novedosa como espectadora, y que me entusiasmó, además en la obra que escogimos, trabajaba Marta Fernández Muro, que me cae genial (también es escritora), y al final no pude aguantarme y le planté dos besos y le hice unos comentarios… Si pueden, vayan ustedes alguna vez y experimenten. La iniciativa surgió al hilo de un cometario de Cristina en su blog.

También es muy de apetecer en estos días fríos y así, como de sin prisa, el deambular por las calles, viendo escaparates, personas, aunque tengas que luchar cual Indiana Jones en la selva… y dejarte caer en algún café de aquellos de los años de Mari Castaña, pero reconvertidos, reciclados y de lo más concurridos. Por ejemplo la Botillería Manuela, por la zona de Fuencarral. Un chocolate suizo, un zumo natural de manzana y apio, unas cervecitas... Y la parroquia jugando a juegos de mesa de lo más variados, y charlando. Una gozada, ya les digo.

Y Malasaña, y la Plaza del 2 de Mayo, y el frío que por la noche se hace más insistente, y el estómago que te pide guerra, y qué tal un algo para entonar… Y pues como que sí, unas pizzas, o unas berenjenas rellenas, un buen vinito, una charla con los amigos, unas risas, un solucionar la vida… ¡qué les voy a contar que no hayan experimentado ustedes alguna vez!

Con el frío, me acuerdo de Rusia, allí sí que tienen frío, pero del bueno. ¡Que vienen los rusos! Bueno, al menos, los cuadros que tienen los rusos de San Petesburgo en L’Hermitage, sí que han venido. L’Hermitage en El Prado. Colas, terribles colas para sacar una entrada, tal vez para el día siguiente. Colas como si estuviéramos en época de racionamiento y tuviéramos que aguantar horas y horas por una ración de arroz o un pan. Pero al fin fuimos unos de los privilegiados. Los museos cansan mucho, sobre todo la parte lumbar, se te ponen los riñoncillos al jerez. Es un continuo ver, parar, acercar, alejar, volver… Despacito, todo muy despacito, y para cuando te quieres dar cuenta ya han pasado dos horas y media o más. Interesante la selección que los rusos nos han prestado por un tiempo. A mí me atrajo muy especialmente un recorrido por los pueblos de Oriente y de la vasta estepa rusa. Pueblos antiguos, como los Escitas, con sus usos y costumbres reflejados en magníficas obras de arte mueble y ornamental, orfebrería… de verdad, si tienen la ocasión, no la dejen pasar, y aunque haya que soportar colas, vayan a verla.

En los paseos sin itinerario preestablecido, puedes encontrarte de todo, y aquí voy a referenciar una grata sorpresa en una noche fresquita, ¡vaya si era fresquita! Por detrás del Teatro Real, en la calle Abrazo de Vergara, más concretamente, hay una librería, La Buena Vida, que permanece abierta hasta las doce de la noche o así. Una librería que confunde los libros y estanterías con veladores, cafés y pequeños sofás en que degustar, tanto una porción de tarta de arroz como un buen libro, que si es de tu agrado, pues lo pagas y te lo llevas… Una librería donde encuentras novedades que también están en las librerías más estándar, y libros de autores no tan conocidos, pero seguramente tanto o más interesantes. Piqué, ¡cómo no!

Y por seguir con el tema libros, librerías, tentaciones… subiendo de Atocha hacia El Retiro, hay que pasar por la Cuesta de Moyano, la que siempre me tienta. Ni qué decir que también oí sus cantos de sirena.

En el cine estrenan muchas películas a la vez, y no da tiempo a verlas todas. Hay que seleccionar. Escogimos una, no por la temática, sino más bien por la actriz protagonista, que nos merece toda la confianza. La película en cuestión, “La dama de hierro”. Magistral la interpretación que hace Meryl Streep de Margaret Thatcher, la premier británica en una de las épocas más duras de la reciente historia de Gran Bretaña (no nos olvidemos de la Guerra de la Malvinas, de los feroces recortes a todos los niveles que sufrió la sociedad británica, del IRA en plena actividad… ¿no les suena a ustedes todo esto?). Bueno, pues la cinta, en sí, como historia, nos presenta una Margaret Thatcher en sus momentos actuales, aquejada de una demencia que la hace revivir momentos de su vida desde que iniciara su carrera política al amparo de su padre, un político local conservador. Su ascenso, su lucha por abrirse paso en un mundo netamente masculino… Al principio, te cae simpática y todo, pero luego, no dejas que se te olvide lo que ha significado, y de verdad, lo hace tan maravillosamente bien la Streep, que no la ves a ella, sino que ves a la verdadera Margaret todo el tiempo. Sólo por ese esfuerzo y esa calidad interpretativa, se merece un premio, posiblemente le den el Oscar… En cualquier caso, hay que verla.

El Manzanares anda con vestido de fiesta, desde que han renovado su lecho, se siente más ligero, más guapo, y muestra sus encantos dejando que caminemos a su lado, hasta está dispuesto a dejar que sus peces piquen con los cebos que avispados y pacientes pescadores muestran en mañanas soleadas de domingo, o como si lo fueran, y sin ninguna prisa… Y también se atreven en ese paseo los teleféricos que suben y bajan, que asoman para saludar y dejarse fotografiar. El paseante, cansado, decide parar y reponer fuerzas. Estando por esa zona, y dejando de un lado los frescos de Goya en San Antonio de la Florida, que sí, le alimentan el espíritu, pero que mejor para otro día, decide aparcar sus reales en Casa Mingo, donde también hay que hacerse un sitio para pedir unos choricitos a la sidra, una empanada, unas sidrinas… ¡Y, oigan, se le queda a uno el cuerpo como nuevo!

Las noches en el Foro tienen muchas caras, y muchas posibilidades. Una puede ver música en directo todas las noches mientras se toma algo, y se mueve al ritmo de las notas que te envuelven entre las caras de entusiasmo y el calor de la vigilia… Hay muchos locales en Madrid, pero nosotros aterrizamos por el Honky Tonk en Chamberí. No te lo puedes perder si estás o si vas a Madrid algún fin de semana. Todos los días hay un concierto diferente. Nosotros “pillamos” uno con mucha fuerza, más que nada por la voz del solista del grupo, a quien bautizamos como Asurbanipal y su banda, por el aspecto del chico, con una barba tipo asirio….

Por Sol y alrededores hay que abrirse paso a la buena de Dios, Preciados, Arenal y demás calles aledañas, a rebosar, la gente haciendo sus compras de última hora, los compradores de lotería, también de última hora (me incluyo), y las tabernas de la zona de Cádiz y Barcelona, y la Plaza Mayor y… pues todo eso. Sabor navideño y de relajo, por mucho que la gente te agobie y te sientas como una isla, rodeada por todas partes por una marea humana.

Y también anduvieron por allí SSMM los de Oriente, haciendo de las suyas. Tradición y asuntos familiares, que de ello también hubo.

Pasados los días, la vuelta a Bilbao, que también era inevitable. Y las lecturas viajeras. Aquí les dejo los comentarios, que aunque sean breves, van con mis recomendaciones sin reserva.

LAS ALMAS GRISES de Philippe Claudel. Estoy entusiasmada con este autor. Empecé el libro en el bus de ida, y lo terminé en el de vuelta. Una historia de almas realmente grises, pero magistralmente narrada. Te atrapa desde el primer momento. Voy a agenciarme EL informe Brodeck, que me han dicho que es el “novamás”.
EL ÚLTIMO LABERINTO de Mercedes Salisachs. Lo llevaba en la mochila para darle un último repaso antes de presentarlo en la tertulia mensual, que ya fue el miércoles pasado. Una historia que ahonda en el valor del perdón como cura y liberación del alma atormentada. Salisachs, escritora nonagenaria y prolífica, ganó, con esta obra, el Premio José María Lara de Novela del año 2004. Y aunque en sí, la historia tenga toques poco creíbles, merece la pena leerla.
NADA de Carmen Laforet. Qué decir de este clásico. Carmen Laforet ganó con esta novela el premio Nadal allá por el año 1945, miren ustedes si ha pasado tiempo. Pero Nada, es una novela que siempre apetece volver a leer. Así que, al pasar por Moyano, la vi, me miró, y me la traje a casa… Espero volver a disfrutar con su lectura, tal y como lo hice hace… ¡tantísimos años!
LA RESIDENCIA DE ESTUDIANTES de Yoko Ogawa. Este librito, porque es una novela corta, lo descubrí entre los libros de La Buena Vida. Mi reciente gusto y afición hacia la literatura nipona, me llevó a prestarle atención, y después de inspeccionar la carrocería y el interior, decidí hacerme con ella. No me arrepiento. Acabo de descubrir a una nueva escritora. La obra tiene un tinte un poco misterioso, ya desde el principio intuyes que algo pasa, que hay alguna pieza que no encaja bien… Atrapa.

Y miren ustedes, son las doce menos diez de la noche, termino ahora de escribir estas Crónicas, seguro que algo se me queda en el tintero. Anoche hice una selección de fotos, las rebajé de peso, las enderecé si alguna estaba así, un poco de medio lado… y ahora sólo me queda colgarlas y colocar el texto, ya ven, lo más difícil y costoso, dado los problemas que da Blogger con su editor de entradas; es lento, te desespera, tienes que andar controlando cada dos por tres que la separación entre foto y foto no es kilométrica, juntarlas poco a poco… una locura que no sé si a estas horas estoy en condiciones de aguantar. Y tal vez, lo deje para mañana a la tarde. Ya veré…


¡Una hora y veinte minutos, he pasado más de una hora en menesteres técnicos! ¡Ahí les va esta crónica, que la disfruten! A las 01:10 (capicúa)

Fotos: Antonio y Edurne Folletos: De la exposición Programación Microteatros: del sitio Marcapáginas: Librería La buena vida Cartel peli, foto Honky Tonk: Internet