miércoles, 23 de abril de 2008

CON LAS BOTAS PUESTAS


Aquí mis Katiuskas, aquí unos amigos...
Bonitas katiuskas, plastificadas, agalesadas, tipi-tapa, tipi-tapa... o mejor dicho: plisti-plasta, plisti-plasta...
¿Ustedes saben hasta dónde estoy de ellas?
Sí, adivinaron, ¡hasta el mismísimo moño!
En septiembre, cuando las compré, me fuí a casa tan contenta, pensando en que ya no me calaría los piececillos con las txaparradas repentinas y pertinentes, con los "txurraskos" insistentes, y que total, no iba a ser para tanto...
¿Para tanto? ¡Noooo, ha sido para más que tanto y cuanto!
Sales de casa con ellas, porque claro, una mira y ve, una piensa, deduce y decide... y una carga con las botitas todo el santo día, cuando ya brilla el sol en las alturas y tus pinrelillos están ahogaditos los pobres, sufridores donde los haya...
Hoy amaneció lloviendo, y ahora, los claros avanzan por la pradera celeste, es decir, que se cerró el grifo.
Pero en fin, que las katiuskas, las pobres también pasan lo suyo, que llevan una temporadita casi sin descanso, trabajando a destajo, y bueno, pues que se me ha ocurrido hacerles este pequeño homenaje, porque... se lo merecen, ¿o no?
Que no sólo va a ser el Día del Libro y la Rosa...
Foto: Edurne

21 comentarios:

Anónimo dijo...

penas que me muevo y salgo de esta orilla, entretenido en otra cosa, y al volver encuentro que ha cambiado tanto que miro para arriba y para abajo cerciorándome de que es ésta y no otra la orilla amiga que tanto me gusta. He leído los poemas con mucho gusto; ahora estoy con las botas... no las tengo puestas porque en casa uso zapatillas. Cuando yo era pequeño tenía unas katiuskas de esas, altas hasta casi la rodilla e impermeables al agua; me gustaba jugar metiéndome en charcos profundos, cuanto más profundos mejor, hasta casi el límite superior de la bota; disfrutaba notando la sequedad de mi pie en esos baldes de agua. Claro, que de tan profundos que me gustaban los charcos, de vez en cuando, entraba agua en el pie y después tenía que aguantar con el calcetín hundido toda la tarde; sarna con gusto no pica, dice el refrán y es verdad, lo pasé muy bien; creo que se merecen ese homenaje; claro que sí.

Un abrazo con las zapatillas puestas.

Ainhoa dijo...

Yo no tengo katiuskas, pero si que me gustaría poder ponerme unas para salar en los charcos.
Pero no podríamos pedir la lluvia "a la carta" y que no viniera cuando a ella le apetece? Porque, desgraciadamente, a veces le apetece demasiado a menudo y hay que compartir un poco con el amigo sol...

Cecy dijo...

Edurne, bueno nos has presentado (tus botas de lluvia) así las llamo yo.
Parecen buenas compañeras de rutas, jaja me encanto.

besitos recargados

Edurne dijo...

FERNANDO:
Que sí, que sí, que está usted en la orilla de siempre...

De pequeña también tenía katiuskas, y como tú, y como todos los niños, me entretenía en chapotear en los charcos, era una auténtica gozada!

Ahhh, ahora yo también tengo las zapatillas puestas, así que otro abrazo en zapatillas!

AINHOA:
Ya sabes, ide unas de regalo de cumple! Jejejeje! Y luego le haces la competencia a Oihan, no te las quitas ni para dormir!
Y lo dela lluvia "a la carta".... eso quisiera yo también,pero ya ves... ni caso!
Muxus.

CECY:
La verdad que las tengo bien troteadas, enseñadas y entrenadas.
Y son de buenas las pobres... nada, no se me quejan pero nada de nada! Jajaja!
Besitos!

Leo dijo...

¡Hace tanto tiempo que no uso estas botas!, siempre recuerdo como, al caminar mucho rato, empezabas a notar que se enfriaba el pie por el talón, y después la planta, y.... ¡maldición! Se te había comido el calcetín.

Un tema muy productivo, hemosa Edurne.

Besazos

Edurne dijo...

LEO:
Pues mira, yo tengo un truco (el del almendruco): les pongo unas plantillas, luego me pongo unas medias finitas y encima calcetines gordos... así no se me escurren! Jajaja!
un beso.

Anónimo dijo...

Solo vengo a dejarte un saludo. Ojalá pronto pueda volver a escribir algo. Beso grande!!

Edurne dijo...

FRANCO:
Grata la sorpresa de tu paso inesperado por esta orilla!
Ojalá sea verdad y pronto vuelvas a estar apostado en tu atalaya de francotirador...
Un besote! Y suerte!

Marisa dijo...

¡Mira que me suenan esas botas! Recuerdo perfectamente el día que fueron estrenadas.
No desesperes que pronto llegará el buen tiempo y las tendrás que guardar hasta el otoño. ¡Seguro que las echas de menos!
Un saludito

Edurne dijo...

Marisa, Marisa, Marisa.... hau sorpresa hau!
Pero mira que me ha venido rebién tu aparición, hoy que ando yo pelín tontita... ayyys!
Parece mentira, pero te acuerdas eh? El día de Euskaltzaindia, que llovía a mares! Jejejeje!
Beno, ea orain denboratxoren bat atarako dugun elkar ikusteko!
Muxutxuak!
Aaa, zure "etxetik" pasa naz eta hitz batzuk utzi ditut...!

Anónimo dijo...

Pues yo hace muuuuchos años que no utilizo de esas, vamos que aqui no llueve ni para que las tengan en las zapaterias, vamos que a no ser alguna de niños en las tiendas Disney y así no he visto.

Y el día de Sant Jordi, es el día de Sant Jordi.

Bibiana Fernández Simajovich dijo...

¡No las guardes, Edurne, no las guardes!Tenelas siempre en la puerta de casa,que estamos en el Cantábrico, que aquí el sol es como los documentales de la 2, no existen, son solo una leyenda urbana, la gente dice que los ve porque se cree su propia leyenda pero aqui hay lluvia, solo lluvia, cansado tzirimiri, románticos y reparadores txubascos, gotas salpicando el mar...por eso estoy por aqui,aunque tenga que enfundarme en katiuskas,inutilizar una mano sosteniendo el paraguas. Es cierto, no llueve a gusto de todos, pero al menos podemos elegir las botas y la orilla en la que vivir, tu orilla es muy acogedora y tus relatos tambien
Saludos (Asomate a la calle, porque ahora mismo me parece que algo nunca visto brilla en el cielo)

bettylalinda dijo...

cuando fui niña mi madre me compro un par de botas bieeeen rojas, yo las odiaba (parecìa caperucita roja) y mis compañeritos me hacìan bromas al respecto, pero claro, como llovìa y habìa que hacerle caso a mamà, ahì estaba yo, metida en esas botas, y mirando el cielo, esperando que saliera el sol para poder sacàrmelas, y el sol por ahì salìa a la tarde y yo (en la escuela hasta las 17hs) tenia que esperar a llegar a casa .Que tortura!! aùn hoy (que han pasado muchos años) lo recuerdo tan vìvidamente como si fuese ahora. Bueno Edurne, un recuerdo de mi infancia que quise contarte. besos

Joseba M. dijo...

Son las botas exactas para comenzar una linda historia de amor en la pasarela Calatrava un viernes lluvioso de abril. Ni que decir tiene que ella iba con una prisa de mil demonios. Y, aunque en un primer momento dudó, la premura con que andaba le hizo decidirse definitivamente por atajar, aventurándose sobre los peligrosos cristales cerámicos del hermoso y polémico puente; lo menos indicado, estaba claro, para las suelas de sus preciosas botas kati......

Edurne dijo...

MAITE:
La verdad es que hacen gracia, y hasta ilusión el poder calzarse unas katiuskas, como cuando éramos pequeños, pero cuando no las pueds soltar... de gracia ná de ná!
Besitos.

UNA ET:
Sí, ya vi a Lorenzo reinar arrogante en lo alto, igual que hoy, esperemos que no se arrepienta, que nos dé un respiro y podamos "solearnos" un poco entre frente y borrasca...! Jejejeje!
Y eso que esto ya no es lo que era, que llover.... antes sí que llovía y llovía! Si esto ahora es Euskadi Tropikala! Iepa!
Muxutxuak!

Edurne dijo...

BETTY:
Creo que todo el mundo tiene recuerdos con sus botas de agua, de goma o katiuskas, como las queramos llamar... son cosas de nuestra infancia, pero que ahora andan en boga de nuevo, y la verdad, son muy prácticas, aunque llegue un momento en que ya termines hasta el gorro de tanta bota y tanta agua!
Así que rojas, eh, tus botitas eran rojas y te llamaban Caperucita Roja? Pues muy tierno, no? Jejejeje!
Besitos!

Edurne dijo...

JOSEBA:
Imagino que este viernes no será, no? Hoy no llueve, hoy brilla el sol, aunque el suelo deslizante del Zubi Zuri seguro que hace de las suyas con y sin agua...!
Bonito comienzo, da para una historia, de amor o desamor, o risa o vaya usted a saber! Jejejeje!
Pero sí, lo más apropiado es que llueva, sino, lo de las katiuskas como que carece de sentido... Pensaremos en ello!
Muxutxuak!

EmPapeLada dijo...

Me alegro mucho de conocer a otra persona aparte de mí (aunque supongo que deben de haber algunas otras más) que hacen un homenaje a un objeto de valor personal.

Imagino que tus katiuskas (bueno, aquí se las llama botas), deben estar algo así como cansaditas (si los objetos se cansan, digo), dado que en Euskadi llueve bastante, te digo que aquí en Lima (no en el resto del país) nunca llueve, apenas garúa. Así que no necesitamos usar esas botitas impermeables...

Pero tengo una duda: ¿Qué es una "txaparrada"? ¿Y un "txurrasko"? (Aquí churrasco, es una porción de carne de res parecida al bisteck).

Ojalá puedas responder mi dudita =) Aguuuuuuuuuur!!!!!

Edurne dijo...

EMPAPELADA:
Te voy a contar un secreto. aquí, antes, llovía muuuuuuchísimo, pero hace ya unos cuantos años que la cosa ha cambiado y esto más bien es Euskadi Tropikala, pero... últimamente está lloviendo bastante, por eso que mis katus andan trabajando sin descanso las pobres!

Un txurrasko es eso que tú dices, pero lo he utilizado entrecomillado para referirme a los chubascos, las trombas de agua.
Y una txaparrada pues es lo mismo, una lluvia fuerte y repentina que no dura demasiado.
Pero el tipo de lluvia típico de aquí es el fino, persistente y calador "sirimiri".

sinver dijo...

Hace mucho, pero que mucho tiempo que no uso katiuskas. De echo no me gustaban nadena, nadena... Prefiero mojarme los zapatos o las zapatillas, la verdad. Será quizás un trauma infantil de esos que uno no recuerda. Pondre a investigar a Martínez...

Edurne dijo...

Pues yo no pierdo la esperanza de poder guardarlas hasta que vuelva el otoño o...
Y Martínez con katiuskas.. qué tal? Jejejeje!