domingo, 13 de noviembre de 2011

EL PRECIO DEL SILENCIO (Replay)


Las luces atenuaban la tristeza plomiza que se respiraba en la estancia. Marco acercó la silla y se sentó junto a la ventana que daba al patio. Subía olor a sardinas del asador de Doña Juanita. Aspiró profundamente y retuvo los años de su infancia mientras miraba entre velados ojos el cuerpo de su padre, quieto, como dormido, pero con el gesto adusto que tuvo en vida.

De la sala llegaban rumores de sonsonete repetitivo y lamentos aprendidos. Estaba solo en la habitación. Asomó la cabeza entre los visillos y contempló la negrura de las vidas ajenas colgadas en forma de camisas, calzones, pantalones y calcetines, como si fueran sus dueños los que colgaran de las cuerdas sujetos con unas simples pinzas. ¡Era tan frágil la vida!
Volvió a mirar a su padre y recordó el primer enfrentamiento con aquel hombre. Recordó su primera pelea, allí, en esa casa…

Mientras Fernando saludaba a todo el mundo: vecinos, amigos y parientes venidos de lejos, Marco seguía vagando entre sus recuerdos. Apenas vio llegar a su hermano, pero tampoco lo reconoció, tan sólo lo intuyó. Habían pasado muchos años, demasiados.
— No esperaba verte aquí—dijo Fernando estrechando la mano de Marco, como si quisiera zafarse del compromiso.
— Eso hubieras querido tú, ¿verdad? Pero también soy su hijo.
Esas fueron las palabras que recordó Marco, las mismas que pronunció la última vez que vio a Fernando; y esas fueron las palabras que salieron de su boca, como empujadas por un resorte que hubiera estado años esperando a ser activado.

El olor de las sardinas que entraba por la ventana del patio fue sofocado por el odio que ahora impregnaba aquellas cuatro paredes.
— Mamá siempre lo dijo…
— ¿Qué es lo que dijo?—inquirió Marco, clavando su pequeños y negros ojos en el rostro anodino de su hermano.
— Nada, las sardinas… que eras como ellas, que estabas lleno de espinas, como las sardinas.

Los dos se volvieron hacia la pared del fondo, los dos miraron a la vez aquel viejo cuadro con la foto de boda de los padres. No había cambiado de sitio en todos estos años, justo ahí, encima de la destartalada cómoda de la abuela Adelaida, donde siempre estuvo, presidiendo la habitación. Nada se escapaba a las miradas autoritarias y orgullosas de aquellos dos seres, ahora tan extraños para ellos y que les miraban desde la lejanía del olvido, de los sueños dormidos.

Mercedes entró en la habitación y sonrió a su marido mientras le cogía la mano. Se giró hacia Marco y le saludó con una sonrisa un tanto forzada.
— ¿Qué tal Marco, sigues boxeando? No parece que tengas mal aspecto…
— No, ahora soy empresario. Al final me saqué todas las espinas, bueno, ¡todas menos una!
— No empecemos Marco, —se revolvió Fernando en la vieja butaca de la madre en la que se había sentado—tú nunca fuiste bueno para nada, si no, mira cómo acabaste, dando tumbos de pelea en pelea… menos mal que tuviste la decencia de apartarte de nosotros.
Mercedes apretó el brazo de Fernando y reprobó sus palabras con la mirada.
— ¡Deja mujer! Y ahora… ahora tiene la cara dura de presentarse aquí. ¿A qué? ¿Acaso tienes el valor de reclamar algo?
— La vida siempre te ha sonreído, ¿verdad? Y nunca te has parado a pensar en si te lo merecías o si realmente habías hecho algo para que así fuera. Tú te merecías todo y punto.
— ¿Pero de qué hablas, miserable? Mírate, estás acabado. Empresario, dice… A vender periódicos en un quiosco de mala muerte le llama “ser empresario”. Deja que me ría.
— Calla o…
— ¿O qué, qué… anda, qué tienes que decir? O es que ya no recuerdas quién se quedó con ellos después de aquella pelea con papá, y con mamá destrozada… eh, ¿quién?
— Fernando…
— Deja Mercedes, no digas nada, a tu marido no le interesa nada que no sea él mismo—dijo Marco mientras salía por la puerta, echando una última mirada a toda su vida, encerrada entre esas paredes.
— ¡Que se vaya, no lo necesitamos para nada!—gritaba Fernando fuera de sí.
— Fernando, tú no sabes nada…
— ¿Qué es lo que tengo que saber? ¿Que ese miserable no dio más que disgustos, que a los diecisiete años propinó una paliza de muerte a mi padre, que se marchó de casa, huyendo, como un cobarde, y que en treinta años no hemos sabido nada de él? Bueno, en los últimos cinco sí que he sabido, he sabido que vendía periódicos en un quiosco del extrarradio… pero, qué más da, ¡no le debo nada!—y se giró bruscamente hacia la ventana de la calle principal.
— Sí que le debes—dijo con voz suave Mercedes, acercándose hasta la ventana y pasando su mano por la espalda de su marido— ¡le debes lo que eres! Él fue quien pagó toda tu educación, tu carrera de medicina, tu especialización en La Sorbona y en Estados Unidos. Él fue quien mantuvo a tus padres, ¿o es que acaso pensaste que la mísera paga de un empleado de RENFE daba para todo eso? ¡Vamos Fernando! Marco se peleaba por cuatro duros con tal de que su hermano pudiera estudiar y ser alguien. Aceptaba cualquier amaño para sacar algo más; renunció a tu cariño, al perdón de sus padres por ti. Y tú mientras, sólo te preocupaste de ti, de subir y subir cada vez más, tapando con tu odio la existencia de ese hermano que ha conseguido que seas lo que eres.

Fernando tuvo que volver a sentarse, sentía que el pecho iba a explotarle, no podía respirar. Miraba a su mujer sin reconocerla, sin entender sus palabras…
— Y te preguntarás cómo sé yo todo esto…—prosiguió Mercedes—Pues bien, Marco me hizo jurar que jamás te lo diría. Yo lo supe casi desde el principio, lo supe cuando tú enfermaste estando en segundo curso de carrera, ¿lo recuerdas? ¿Recuerdas que hubo que operarte a vida o muerte a cuenta de aquel tumor? Fue él, Marco, quien consiguió el dinero para la operación. Iba todas las semanas a la tienda de mis padres para saber de vosotros, sí mi familia se convirtió en su cómplice, iba a dejar un dinero que luego mi padre ingresaba en una cuenta como si se tratara de un bienhechor anónimo. Así se enteró de tu enfermedad, y créeme, casi se vuelve loco del dolor. Con los años, fui yo la que ha estado haciendo ese encargo en su nombre para mantener a vuestros padres y hacer frente a los gastos de la larga enfermedad de tu madre, de la que tú sólo supiste una cuarta parte ya que estabas en Estados Unidos….

Fernando no volvió la cara hacia su mujer. Mientras Mercedes le contaba la historia de su vida, había paseado nervioso por la habitación. Abrió la ventana. Se dejó caer en la silla en la que poco antes había estado sentado Marco, y aspiró, aspiró el intenso olor a sardinas que subía del asador de Doña Juanita. Le pareció que su padre le sonreía…





Foto: Antonio Texto: Edurne

31 comentarios:

Irantzu dijo...

Paso a saludar... discúlpame que no alcance a leer...
Un abrazo!

zel dijo...

Yo sí leí...menudo tortazo en el corazón, buena lección de vida, eso...eso no sé si a uno debería sumirle en la mas grande de las depresiones, no sé si podría aguantar sentirme tan terriblemente egoísta y despreciable... menuda historia, Edurne, volveré a leerla con más calma... Besos, amiga del alma.

Edurne dijo...

IRANTZU:
No te preocupes, yo también paso muchas veces por tu cas y no me da tiempo a comentar, así que.. los saludos siempre son bienvenidos!
besitos!

ZEL:
Dicen que todo lo que imaginamos está basado en la vida, en la realidad. A veces, la realidad supera a la ficción, lamentablemente!
Grácies per les teves paraules, petonets!

Betty dijo...

por Dios, que relato!!!!!!!!!!!!!!
me quede pasmada!!!
estuve en esa habitacion, te juro que estuve, supiste llevarme a esa escena...fantástico amiga Edurne!!!
fantástico...

Anónimo dijo...

MOLT BO¡ HE LLEGARO A OLER LAS SARDINAS. UNA ABRACADA. JUGANT AMB B......

Luna Azul dijo...

La vida te da sorpresas, sorpresas te la vida, ¡Ay, Dios!.
Mira que tu relato me ha recordado esa canción.
Muy bueno Edurne, muy bueno.
Muxus

Landahlauts dijo...

Rencor, egoísmo, reproches... todo ello presidido por un difunto y con una asfixiante atmósfera con olor a sardinas....

¡Caramba que bien te ha quedado!!!

Un saludo, Edurne, desde Andalucía.

Anónimo dijo...

Ciertamente debemos de tener mucho cuidado a la hora de juzgar a las personas; lo que parece muchas veces no es verdad y lo que es, a veces, ni aparece. Así que semos positivos y no hagamos dramas.

Bonito relato. ¿Pero es cierto que le dio una paliza a su padre?


Muxus.

lupita se va de viaje dijo...

dificil caracter el del silencioso Marco, con corazón familiar y luchador de fondo.
el texto es muy gráfico, te llena todo el rato de sensaciones, olores, imágenes, gestos... muy buena (2da.) impresión.

post: fernando (el nuestro) está preocupado por la paliza al padre???, ayyy ay ay esto de tener hijos adolescentes, jejeje

blondieblue

sinver dijo...

A mi encambio, más que la paliza al padre, me preocupa esa mujer que no le cuenta nada a su marido de su hermano...que tenía ¿Merceditas con Marco?, ¿No tendría Fernando un hijo con nariz ganchuda y un directo de acero? ¿Acaso no le zurraría Marco a papuchi por acusarle de ponerle los cuernos a su hermano con su mujer? ¿Y que me contaís de Juanita la de las sardinas?¿Venía con la falda remangada luciendo las pantorrillas? Creo que este es un caso para nuestro querido Martínez. Le pasaré un informe detallado...

Haldar dijo...

Vaya, menuda historia! Asi es la vida, toma cursos tan extraños que muchas veces los ignoramos. Besos.

Edurne dijo...

BETTY, ANÓNIMO, LUNA AZUL, LANDA, FERNANDO, GEMELILLA, SINVER, HALDAR:
Seguro que hay más d euna historia tremenda por ahí.
Y que el silencio, y el miedo, y la cobardía, y hasta la valentía... tienen un precio, como la muerte, que también tenía un precio (aunque suene de lo más cinematográfico)!

Una curiosidad: no me gustan las sardinas y el olor a sardinas me pone casi, casi de los nervios... jejejeje! Así que cuando lo escribí, estaba metida en ese olor y la rabia me salió!

Saludos a todos y gracias por leer esta historia y comentar!

Edurne dijo...

BUENO, HAN PASADO TRES AÑOS DESDE QUE PUBLIQUÉ ESTA ENTRADA...

SÉ QUE LES DEBO UNA CRÓNICA DEL FORO, ESTOY EN ELLO, PERO MIENTRAS TANTO, LES "ENTRETENGO" CON ESTA HISTORIA, UN POCO TRISTE, LO SÉ, PERO... LA VIDA TAMBIÉN ES ASÍ.

MUCHAS GRACIAS POR SEGUIR CHPAOTEANDO.
UN BESOTE ENORME PARA TODO EL MUNDO.
;)

Cristina dijo...

¡Estoy tan de acuerdo contigo que la realidad supera la ficción!
¡Un beso chocolatera....!

Cristina dijo...

Un relato fantastico

Elena dijo...

Guauuuu..., qué historia, ni el guión de una película Edurne.
Me ha fascinado, me he envolucrado y me he quedado con ganas de más.
Fantástico Edurne.
Mis felicitaciones.
Un beso.

TORO SALVAJE dijo...

Me ha parecido verlos.
Como si estuviera ahí con ellos.
Que dramón eh...

Describes muy bien todo.

Besos.

Angeles dijo...

Me gusta.
...Y los olores, no hay nada tan evocador.
Un beso

MUCHITA dijo...

Buena historia..salvo por el olor a sardinas.. hay que reconocer que no existen siempre los finales felices...ni perdices para comer.

Besos mil.

Asun dijo...

Seguro que historias como esta y más crudas se dan a montones en más de una familia.

Con este texto captas la atención desde el primer momento. Enhorabuena.

Muxu handi bat

Edurne dijo...

CRISTINA.
Por supuesto que muchas veces la realidad supera a la ficción, y con creces además!

Gracias guapa!
Carcarcacareos domingueros!
;)

ELENA:
Me alegra que te haya gustado!
Es muy triste, es verdad, pero
la vida es muy dura para muchas personas...

Un guión de película eh? Jejejeje!
Gracias, bonita!
Un besote!
;)

TORO:
Un dramón, ya lo creo, y encima envuelto en el glamour del olor a sardinas! Jejejejeje!

Un petó!
I molts grácies!
;)

Edurne dijo...

ÁNGELES:
Sí, creo que sí... cuando lo escribí me parecía estar allí también.

Muchas gracias!
Un besote!
;)

MUCHITA:
Jajajajaja!
Yo tampoco soporto el olor a sardinas, creo que por eso lo puse, para meterme más en esa sensación de enfado...

Besotes, guapa!
;)

ASUN:
"Real como la vida misma". Por algo se dirá, no?
Seguro, seguro que sí, que las hay como ésta y más dolorosas...

Eskerrik asko, polite eta mila esker!
Muxutxuak!
;)

Laura Caro Pardo dijo...

Qué buen relato, Edurne...
Felicidades.
Un abrazo grandote.

Chelo dijo...

A veces es mejor callarse.
Una historia que podría ser real.
Me perecía ver la cara de los personajes mientras los leía.
Un abrazo

Olegario dijo...

Una historia real como la vida misma, Edurne. No siempre la felicidad se encuentra entre cuatro paredes y hay que buscarla fuera de la habitación. Hermoso tu relato. Felicidades y un fuerte abrazo.

MiLaGroS dijo...

Escribes muy bien Edurne y con mucho sentimiento . Disculpa que a veces no pase a verte. Me agobio de tanto blog y no contesto. Pero sigues siendo una de mis avoritas. Un beso y sigue escribiendo así de bien.

Edurne dijo...

LAURA:
Muchas gracias, compi. Celebro que te haya gustado!
Besotes!
:)

CHELO:
Seguro que hay alguna igual o muy parecida a ésta por ahí, seguro...

Besitos, amiga!
;)

OLEGARIO:
Amigo, tengo que seguir agradeciendo tu paso porla Orilla!

La vida es muy dura, y cruel, injusta... pero también tiene trocitos de cielo escondidos entre las costuras de la tristeza.

Un beso!
;)

MILAGROS:
Tú no te preocupes, Milagros, que estamos en circunstancias parecidas!

Yo te leo el 90% de las veces, pero no siempre tengo ni tiempo ni ánimo para comentar...
Hasta escribir para mi blog me está resultando más trabajoso en los últimos tiempos... bueno, esperemos que las malas rachas vayan pasando!

Un besote y muchas gracias por tus palabras!
;)

Myriam dijo...

Es curioso como se destapan las mejores y las peores cosas en un momento asi. Los secretos siempre se pagan caro.

Un beso

Edurne dijo...

MYRIAM:
La vida siempre nos pasa factura, siempre!

Un besote!
;)

Javier F. Noya dijo...

Así son las cosas a veces, dolores guardados, rencores infundados, favores nunca expresados, y todo complementa esa confusión que llamamos relaciones familiares. Lo has llevado como una moraleja y ha tenido final feliz. No es poco para estas épocas. Besos.

Edurne dijo...

JAVIER:
Está más que claro que el mundo de las relaciones es muy complicado, y las relaciones familiares, se suelen llevar la palma!

Gracias por tus palabras.
Un beso!
;)